sábado, 14 de marzo de 2015

COMO MINISTRAR LIBERACIÓN I

   
Hemos llegado a la parte más importante de este libro, que es cómo ministrar liberación a las personas. Es aquí donde debemos aplicar todo lo que hemos aprendido en los capítulos anteriores.

   Hoy día, se usan diferentes métodos y técnicas, pero siempre es importante depender de la guianza del Espíritu Santo de Dios.

   Antes de estudiar los pasos de liberación, veamos algunos obstáculos por los que muchas personas no pueden recibir su liberación.

Obstáculos que impiden recibir liberación:
   La mayor parte de las personas a las que les hemos ministrado liberación, la han recibido, pero no todas.
¿Por qué? Porque hay obstáculos que lo impiden, y éstos son algunos:

1. Falta de arrepentimiento. Cuando no hay un reconocimiento ni un dolor genuino por haber ofendido a Dios, difícilmente se sentirá el deseo de cambiar; por lo tanto, Dios no puede obrar. Sin embargo, si existe un verdadero arrepentimiento el Espíritu Santo podrá obrar y habrá un cambio de dirección, tanto en la mente como en el corazón. La vida de esta persona dará un giro de 180 grados. Jesús dijo: «arrepentios y creed». Marcos 1.15. Nadie puede creer si antes no se ha arrepentido.

2. Falta de desesperación por su situación y el deseo de cambiar. La persona tiene que sentirse hastiada de su situación, a tal grado, que llegue a aborrecer el estado en que vive. El temor de Dios tiene que llenar su corazón. No se trata solamente de no estar de acuerdo con su propio pecado o fracaso, sino más bien, de odiarlo. Hasta que no lleguemos a odiar eso que nos ata, Dios no nos podrá liberar. La duración de la ministración es diferente para cada persona. He orado por personas una sola vez y quedan libres, mientras que con otros toma más tiempo. La liberación es para las personas que están desesperadas y que tienen el deseo real de ser libres.

3. Egoísmo - deseo de atención. Algunas personas se sienten ignoradas y poco importantes. En el fondo de su corazón, no desean ser libres, sino que lo que realmente están buscando es llamar la atención de la gente constantemente. Si llegasen a ser libres, no le darían la gloria a Dios.

4. No confesar un pecado específico. Algunas veces, un pecado específico no confesado deja la puerta abierta al enemigo, y mientras éste tenga un lugar en nosotros, no se va a ir.

«La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo». Juan 1.9
«...ni deis lugar al diablo». Efesios 4.27
 
5. Ser parte de una batalla mayor. Hay personas a las que el enemigo no quiere soltar porque, en las manos de Dios, son piezas estratégicas para la bendición de mucha gente. Si estas personas llegaran a experimentar liberación, por su testimonio, serían un instrumento de salvación para la familia y para muchas otras personas a su alrededor. Esto sucede, especialmente, cuando Dios tiene un propósito grande con ellas.

6. La falta de perdón. Si una persona no logra perdonar en su corazón, es imposible que Dios la libere. El perdonar es una parte tan esencial en la liberación, que si eso no toma lugar, el resto tampoco podrá funcionar.

7. Incredulidad y duda. Hay personas a las cuales les ministra liberación, pero en su corazón, están dudando que realmente pueda suceder algo; no han tomado la obra redentora de Jesús para sí. Recuerde que esto se recibe por fe.

8. Relación y alianzas con almas impías. Hay personas que buscan ser libres, pero todavía están ligadas a relaciones ilícitas, y eso les impide recibir su liberación. Por ejemplo, las personas que están viviendo en adulterio y fornicación no pueden ser  liberadas hasta que renuncien y abandonen totalmente el pecado.

Obstáculos por los cuales algunos ministros fallan al ministrar liberación:
 
• No son vasos limpios. Hay ministros tratando de impartir liberación a otras personas, pero ellos a su vez, están pasando por el mismo problema, y eso les impide poder liberarlas.

• No gozan de una vida devocional con Dios.
Nótese lo que dice el libro de Mateo 17.21: «Este género no sale sino con oración y ayuno». Para cierto rango de demonios, se necesita de más poder para echarlos fuera. Esto requiere de más ayuno y oración. Definitivamente, no se puede ministrar liberación sin tener tiempo de oración, estudio de la Palabra y una total dependencia del Espíritu Santo.
 
• Falta de compasión hacia las personas. Si al ministrar a una persona no se siente compasión por ella y deseos fervientes de llevarla a la libertad, no se podrá orar con la misma intensidad y compromiso, y es más difícil que pueda recibir liberación.

• Usan técnicas inapropiadas. Algunos ministros tratan de ministrar manipulando y controlando a la persona; en vez de hacerlo por medio de la guía y voluntad del Espíritu Santo Olvidan que la causa puede no ser espiritual. Las causas del problema, también pueden ser de origen orgánico, tales como: mala nutrición, desequilibrio hormonal o daño cerebral. Otra causa podría ser una obra de la carne, y no necesariamente una opresión satánica.

Lo que no se debe hacer en una liberación:
 
• No dé consejos como éste: "yo sé exactamente cómo se siente usted, entréguele su carga al Señor". Si ellos realmente supieran rendirse al Señor, no necesitarían de su ayuda.

• No trate de echar fuera todos los demonios en una sola sesión. Aconsejo que una liberación no debe durar más de dos horas, de lo contrario, usted se agotará y el aconsejado también.

• No se convierta en una muleta permanente. Debemos enseñarle a las personas a practicar la autoliberación y a depender de Dios, no de nosotros.

• Durante una ministración no es aconsejable que el ministro esté solo con un miembro del sexo opuesto. Siempre trate de trabajar con un compañero de oración.

• Sea cuidadoso con el contacto físico.

• No ministre cuando esté cansado.
¿Qué debemos hacer en la liberación?

Toda persona que va a ministrar liberación debe tener en cuenta lo siguiente:
 
• Someterse a sí mismo a liberación primero.
Recuerde que usted debe ser libre antes de liberar a otros; y no solamente una vez, sino todas las veces que lo necesite.

• Ser bautizados con el Espíritu Santo. Esto nos ayudará a estar abiertos a las manifestaciones del Espíritu Santo.

• Usar las armas que Dios ha dado. Revístase con la armadura espiritual.
«Vestios de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo...» Efesios 6.11
 
   Conozca el poder del nombre de Jesús. Busque y mantenga su unción y su autoridad. 

   También, maneje con denuedo la palabra de Dios, que es poder y espada de doble filo.

«2La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón». Hebreos 4.12

Pasos para ministrar liberación:

1. Asegurarse que la persona haya "nacido de nuevo". Si la persona no es salva, debemos presentarle el plan de salvación y llevarla a que reciba a Cristo en su vida. Si se le ministra liberación sin cumplir con este requisito, la condición de esa persona vendrá a ser peor porque Cristo no es su Señor.

2. Preparar a la persona. Debemos darle consejos importantes, tales como:
• Debe desear ser libre.
• Debe estar dispuesta a perdonar a aquellos, cuyas ofensas son la causa de sus problemas. Si por el momento, esto le resulta muy difícil de hacer a la persona, posponga la cita hasta que esté dispuesta a perdonar.
• La persona debe hacer un compromiso serio de dejar de pecar, de romper malos hábitos, y a veces, hasta de dejar algunas amistades; es decir, hacer todo lo necesario para lograr sanarse.
• Debe prometer mantenerse cerca de Dios, asistir a la iglesia, leer la Biblia y orar diariamente.

3. Usar el cuestionario. El cuestionario ayudará mucho para poder ministrar al aconsejado efectivamente. Se le harán preguntas en cinco áreas de su vida, cuyas respuestas le ayudarán a  encontrar la raíz de los problemas al no omitir nada. Por tal razón, es muy importante que la persona conteste todas las preguntas.

   Las áreas en las que se liberan las personas son: el área emocional, mental, espiritual (de brujería y ocultismo), sexual y otras.

   Habrán ciertos detalles que no estarán incluidos en el cuestionario; por tanto, debemos escribir cada experiencia que el aconsejado nos cuente. En cada área, debemos hacer una lista con los nombres de los espíritus que están influenciando a la persona. Por ejemplo, si fue abusada sexualmente, los espíritus que podrían estar influenciándola son los de: lujuria, adulterio, fornicación, lascivia, sodomía y frigidez.

4. Guiar al arrepentimiento y al perdón. Una vez reunida toda la información acerca de los problemas de la persona, procedemos a que se arrepienta y pida perdón al Señor por los pecados cometidos. Si a esa persona alguien la ha herido, necesita pedir perdón a Dios por guardar rencor en su corazón y perdonar a aquellos que le han herido.

5. Llevar a renunciar. Ésta es la etapa donde se lleva a la persona a renunciar a cada problema y espíritu descrito en la lista que se hizo. ¿Por qué es necesario el acto de renunciar? Cuando una persona renuncia, lo que está haciendo es quitarle todo el derecho legal al enemigo sobre su vida. En los capítulos anteriores, vimos cómo se le da derecho legal al enemigo, cómo viene a influenciarnos y cómo se le abren las puertas. Ahora vemos que renunciar es el medio por el cual le quitamos ese derecho legal y le cerramos las puertas al enemigo. Recuerde que cuando la persona está renunciando, debe repetir la oración, pasando por cada área de su vida en la que necesite liberación. Por ejemplo: "Renuncio a todo espíritu de rechazo y lo echo fuera de mi vida, en el nombre de Jesús, ¡amén!"
«Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente». Tito 2.12

   Hacer oración de guerra espiritual. Una vez que la persona ha renunciado verbalmente, repitiendo todo como el ministro la ha guiado, éste debe hacer la oración de guerra, echando fuera cada espíritu, maldición o problema emocional. Se debe orar por la persona con firmeza y autoridad. Por ejemplo: "Padre celestial, yo echo fuera todo espíritu de rechazo, echo fuera todo espíritu de temor en el nombre de Jesús, y por la sangre del Cordero, yo lo ato y lo echo fuera de la vida de esta persona; ahora mismo le ordeno que lo suelte".
Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Sanidad Interior y Liberación. Sexta edición 2006.

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