miércoles, 24 de febrero de 2021

EN EL DESIERTO CON CRISTO. Parte II

La iglesia.

   Ahora que nos hemos tomado el tiempo para hablar acerca de estas verdades, lo invito a observar cómo el desierto y las experiencias de ministerio de los apóstoles son un paralelo de las enseñanzas de este libro. Su tiempo de ministerio en el desierto comenzó cuando Jesús soberanamente les dio el Espíritu de Dios como regalo en el desierto: "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia" (Mateo 10:1).  Estos hombres no ayunaron para recibirlo. No oraron ni lo esperaban, porque la obra redentora de la cruz aún no se había cumplido. No habían nacido de nuevo, pero Jesús les dio igualmente autoridad para ministrar sus milagros; y prometió cubrir milagrosamente todas sus necesidades cotidianas.

"A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, yen ciudad de samaritanos no entréis sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicando, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia" (Mateo 10:5-8).

   Esta fue la experiencia "previa a la calificación" del desierto para los discípulo. Dios cubrió sus necesidades de manera sobrenatural, y les dio poder para ganar dondequiera que fueran. Le dio a cada uno sus talentos, y los envió al mundo. 

   Quiero que también reconozca en este pasaje que Jesús les dijo a sus discípulos que fueran a lugares seguros. Lo hizo bajo este principio, porque al comienzo de los días del desierto, Dios lo protegerá de sus enemigos. No permitirá ni presentará tareas difíciles que puedan desalentar nuestros espíritus inmaduros, irresponsables.

   Jesús envió a los discípulos a su propia gente, porque sabía que los aceptarían. Los judíos los conocían, así que sería más fácil para ellos. Se entenderían, pues vivían en la misma cultura. Enviarlos a los samaritanos o gentiles en este momento hubiera sido demasiado traumático. Así que los envió solamente a "las ovejas perdidas de Israel". Quería que comenzaran a crecer en la fe, de manera sencilla.

   Jesús también nos facilitará la primera parte de nuestro camino con Él. Dios nos ungirá en el desierto, aún antes de que califiquemos. Durante los primeros meses en el desierto la comunidad israelita recibió su cuidado en todo momento. Les dio comida, vestidos, calmó su sed, los guio siempre.

   Jesús continuó sus instrucciones a sus discípulos diciendo:

"No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento" (Mateo 10:9-10).

   Cuando tengamos alguna necesidad en esa etapa temprana, Dios la cubrirá: "No lleven dinero ni ropa. Yo administraré sus asuntos. Ustedes entren, nada más". Jesús paga las facturas durante nuestros inicios, cuando nos envía: "Aquí está mi bendición", nos dice con amor. "Te daré un poco de dinero, un trabajo, una casa, un poco de tierra. Te daré todo gratis, como regalo antes de que califiques. Te bendeciré porque eres mi hijo y porque quiero que administres esta tierra". Esto es necesario porque en la opresión, el opresor provee todas estas cosas. Y esto produce un espíritu de comodidad, de falta de iniciativa para trabajar, de holgazanería. Así, en la liberación se nos proveen cosas para que podamos aprender a trabajar y cubrir nuestras necesidades.

  Es cuando estamos listos para entrar en Canaán que aumentarán las pruebas y tentaciones. Algunos están listos antes que otros a causa de una madurez mental y una cierta condición de su corazón. Muchos otros, demasiados, permanecen en el desierto, caminando sin rumbo Jugando a ser iglesia. 

   "No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto tubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión" (Números 14:23-24).

   Observe este pasaje de las Escrituras, donde dice que este israelita Caleb tenía un espíritu diferente. Así que, en este pasaje esto no se refiere al Espíritu de Dios sino a la actitud y mentalidad de Caleb.

   Este principio del desierto nos enseña que cuando el Señor nos envía por primera vez, muestra su poder a través de nuestras vidas y milagrosamente cubre todas nuestras necesidades. No hacía falta entrenamiento ni instrucción bíblica; Juan 3: 16 y nuestro testimonio es todo lo que necesitamos.

   Pero llega el momento en que Dios comienza a escatimar, y nos preguntamos: DIOS, ¿Sigues allí, con nosotros?" Sí, está con nosotros, pero ahora trabaja de manera distinta. Porque es hora de que comencemos a pensar como administradores.

   Llegó un momento en que Jesús instruyó a sus discípulos de manera distinta a la que utilizó cuando los envió por primera vez:

 "Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una" (Lucas 22:36).

   Este era el mismo Jesús que les dijo a sus hombres en Lucas 10: "No llevéis  bolsa, ni alforja, ni calzado (. .. ) porque el obrero es digno de su salario. Ahora, en Lucas 22, Jesús estaba cerca del final de su ministerio inicial. Ahora les dijo que llevaran alforja, capa y hasta una espada. Los discípulos habían madurado, porque en el versículo 38 dijeron: "Señor, aquí hay dos espadas". Y Jesús les dijo: "Basta".

  ¿Qué significa esto? Cuando llega el momento de llegar a la madurez en la tierra de Canaán de nuestras vidas, Dios espera que nos unamos en la lucha, como representantes suyos en la Tierra. Este momento llega para toda persona, comunidad y nación que cruza el Jordán.

Seremos llamados a ser responsables de llevar nuestra alforja, de comprar nuestra capa y de afilar nuestra espada. El peligro de este tipo de autoridad y libertad, es que ya no hay almuerzo gratis. Ni ropa gratis. Ni zapatos gratis. Es peligroso ser libre porque uno tiene que ser responsable. Pero lo excitante de todo esto es la satisfacción de crecer y obrar en fe al dar testimonio de Dios para cambiar el mundo alrededor de nosotros, por medio de nuestra obediencia. La libertad exige responsabilidad. ¿Recuerda cuando testimoniaba usted como creyente nuevo, y la gente recibía a Jesús? Ahora, cuando habla con no creyentes, quizá digan que está usted loco: "¿Jesús? ¿Quién?", dicen burlonamente. De repente se siente intimidado y deja de testimoniar porque ya no resulta. Hubo algunos samaritanos rudos por ahí que comenzaron a retar su fe. Encontró otras religiones, como los musulmanes, los budistas, los humanistas y los cienciólogos. Le preguntaron cómo sabía usted que su fe era verdadera y le pidieron que probara que Jesús es el Hijo de Dios. "Prueba que resucitó de entre los muertos -le dijeron-o ¿Cómo sabes que lo que dice la Biblia es verdad?".

   Los días fáciles de Juan 3: 16 y su testimonio quedaron atrás, y usted ya no podía mostrarles por qué Jesús es el Señor, recorriendo la Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis. No podía abrir una puerta para imponer sus manos sobre ellos y obrar un milagro en su vida. No podía mostrarles cómo la milagrosa escritura de la Biblia podía salvar a quien busca con corazón sincero. Así que se sintió frustrado y espetó: "¡Si no quieres ser salvo, puedes irte al infierno!"

   Cuando nació de nuevo, fue algo que ocurrió naturalmente. La gente quería escuchar y la unción de Dios en su vida era nueva, excitante, llena de vigor y coraje, aunque había llegado antes de que estuviera usted calificado. Un año más tarde, todo se volvió más difícil porque Dios quería utilizarlo a usted en un nivel diferente, más alto.

   Los creyentes hemos sido bendecidos por el Señor durante los últimos cuarenta años. Cuando decíamos: "Oh, sí, bendíceme con un Cadillac", Él nos lo daba. Si decíamos: "Por favor, bendíceme con una casa", nos la daba. "Bendíceme con comida", y la recibíamos. "Bendíceme con un cónyuge", y lo teníamos. Hemos pertenecido al club del Bendíceme durante cuatro décadas, mientras funcionó el mensaje de la prosperidad y la confesión, y mientras Dios respondió a nuestras oraciones.

   ¿Pero ha observado usted que pareciera que Dios está retaceándonos todo, desde hace algún tiempo? Nuestros días del desierto, desde los reavivamientos sanadores de 1947 a 1958, han quedado atrás. Nuestros cuarenta años han pasado, desde que Dios hizo entrar a la iglesia en su milagrosa providencia y poder. Ahora es tiempo de cruzar el Jordán. DIOS nos dio tiempo para que maduráramos. y ahora quiere ver cuán maduros hemos llegado a ser con nuestros Cadillac. ¿Podremos vivir sin ellos durante unos tres meses? ¿Podremos viajar en autobús? DIOS quiere saber hoy si somos lo suficientemente responsables como para decir: "Señor, sigo sirviéndote aunque no tengo un auto. Si te llevas mi casa, seguiré amándote". Dios busca creyentes maduros hoy, que no estés interesado en seguirlo por lo que Él pueda dar, sino porque lo amamos y queremos servirle. ¿Estamos dispuestos a trabajar y administrar los pagos de nuestra hipoteca, nuestro auto, negocio y propiedad?

   Cuando estamos en el desierto ocurren milagros que no llegamos a entender. Pero del otro lado del Jordán, en Canaán, debemos aprender a servir, estudiar y orar. Llega un momento en que Dios dice: "Es hora de ir a la escuela". Lo sé, porque eso hizo Dios conmigo. El siglo XXI es la temporada de Canaán, la era de la responsabilidad. La era del trabajo.

El maná nunca dura para siempre.

   Muchas personas confunden la unción de Dios con su propia habilidad, y confunden también el poder de Dios con el entrenamiento. Sin embargo, Dios utilizará ambas cosas para madurar a sus hijos, porque una persona, una comunidad o nación ungida y habilidosa, es la que más le honrara. Cuando yo era joven en el ministerio, todo salía a pedir de  boca. Con solo respirar tenía una canción y la gente la compraba. Entraban cientos de miles de dólares. Fue mi experiencia en el desierto. Con solo presentarnos, teníamos público. y luego, repentinamente y en el momento de mayor éxito del ministerio, Dios me dijo que fuera a la universidad para aumentar mi preparación académica. Dije: "Dios ¿estás loco? Soy todo un éxito en la ciudad".

Así que volvió a decirme: .

_ Ve a estudiar. Ya basta. La unción para esta fase de tu vida ha terminado.

_ Espera un momento -dije- Dios, todos me aman.

_ No te preocupes -respondió- pronto te odiarán. Ve a la escuela.

   Así que, no nos quedemos en los días de glorioso milagro e~ el desierto, porque acabarán. Prepárese para el momento en que terminen. Y le aseguro que terminarán, así que comience a entrenarse. El desierto es un entrenamiento para Canaán. El maná no dura para siempre.

   Dios bendecirá el negocio que usted haya iniciado, pero no permita que el negocio se estropee porque no sabe cómo administrarlo. Asista a seminarios. Compre libros. Aprenda contabilidad, organización, administración. Edúquese ¿Por qué? Porque al principio Dios lo bendecirá y hará que el negocio funcione con su unción, y a pesar de los errores que usted cometa. Pero cuando la unción acabe, será mejor que sepa usted cómo administrar para que el negocio siga funcionando, porque Dios cambiará su estrategia. Le exigirá responsabilidad. La unción de los milagros en el desierto se convertirá en unción de responsabilidad.

   Veamos, por última vez, cómo cambió la perspectiva de Jesús desde la primera a la última vez que envió a los discípulos a ministrar su Palabra. Al hacerlo, le invito a poner en perspectiva lo que dijo Jesús entonces, enfocándonos en lo que nos dice hoy como iglesia en el siglo XXI.

"Ya ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una" (Lucas 22:35-36).

   Jesús nos dice a los que hemos estado por aquí durante algunos años, que están acabando los días del club Bendíceme. Como instruyó a los discípulos también nos instruye a nosotros: "Les he dado comida, ropa, dinero, techo. todo lo que necesitaban. Pero ahora han madurado y es tiempo de que se alimenten y se vistan solos. Ahora quiero que oren como he orado yo, y que reconozcan y obedezcan mi voz".

   Jesús sabía que vendría la persecución y quería que sus hombres estuvieran preparados. También quería que aprendieran a creer en lo mejor de Dios cuando llegara lo peor. Yasí fue, porque cruzaron el Jordán, recibieron su Espíritu y pusieron al mundo de cabeza antes de que los martirizaran.

   En el siglo XXI Dios nos llama a cruzar el Jordán, que salgamos del desierto y entremos en la libertad de Canaán. Si ha vivido entre el Mar Rojo y el Jordán y ya no hay maná, alégrese, porque Dios sigue queriendo bendecirlo. Hoy Dios dice: "Hubo tiempos en que pedías y yo proveía. Pero ahora quiero que busques, y que cuando encuentres, golpees a la puerta". ¿Por qué? La puerta está cerrada ahora. Ya Dios no abre las puertas como lo hacía antes. Ahora tenemos que abrirlas nosotros. A veces hay que golpear fuerte para que se abran, claro, porque ahora somos adultos.

   Dios se asegurará de que los que se muevan con Él en el siglo XXI sean soldados, y no debiluchos. Debemos ser luchadores fuertes y valientes, porque lo que viene en los últimos días requerirá de poder y fuerza para vencer. El siglo XXI será de responsabilidad, un siglo de madurez.
 Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 153 a la 159

jueves, 18 de febrero de 2021

EN EL DESIERTO CON CRISTO. Parte I


   Dios nos dijo su promesa antes de que naciéramos. Su Palabra es eterna y su promesa da salud y prosperidad a quienes eligen la vida. Pero debemos estar dispuestos a trabajar. Y no hablo de "trabajar y hacer obras" en el contexto de ganamos el camino hacia el favor de Dios. Esto, como he dicho antes, es absolutamente imposible. Efesios 2:8-9 declara:

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

   Hablo de presentarnos para cumplir con nuestro deber, de ser guiados y utilizados como boca, manos y piernas de Dios. En Egipto estaba usted oprimido, y en el desierto fue milagrosamente bendecido; sin embargo, al llegar a Canaán debe servir y madurar. Egipto equivale a trabajos forzados, en tanto Canaán es trabajo que nace de la iniciativa propia, de la elección. Egipto es un castigo, pero Canaán es disciplina. Egipto es presión y Canaán es responsabilidad.

   Vida entre las aguas.

   Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, lo primero que encontraron fue el Mar Rojo. Lo cruzaron y así entraron en el desierto. Allí anduvieron hasta que todo hebreo con mentalidad de esclavo hubo desaparecido. Delante de ellos había otro espejo de agua: el no Jordán. La preparación para la libertad debe darse entre estos dos espejos de agua.

   Creo, de todo corazón, que la Iglesia de hoy vive en la orilla del segundo espejo de agua, el río Jordán. Hemos avanzado y retrocedido sobre la orilla del desierto de Sinaí, saltando las rocas pero aun sin poner los pies en el agua. Así que no hemos entrado todavía.

   No hay salvación en la historia literal de los Israelitas, pero el pueblo israelita nos sirve como tipificación. La salvación viene a través de otro caminante del desierto, el Hijo de Dios, Jesucristo. Jesús también fue tentado en el desierto y pasó todas las pruebas. Y lo hizo en los cuarenta días en que Israel habría estado en el desierto si hubieran pasado sus pruebas. La vida de Jesús sirve como prototipo para el Viaje de todo ser humano de la opresión a la libertad.

   Jesús: el mas brillante ejemplo de libertad.

   Jesús es el más sublime ejemplo de libertad responsable que pueda tener la humanidad. Como hombre, caminó sobre la Tierra con las mismas necesidades de cualquier ser humano. Nació bajo el yugo de la sujeción humana, bajo el dominio de César y la opresión de los romanos. Creció bajo esa opresión, en sabiduría y favor de DIOS. Como ejemplo para nosotros, Jesús creció intelectualmente en la sinagoga local. Y luego a los treinta años estaba listo para iniciar su ministerio. Para hacerlo, fue al primer río, el Jordán, donde fue bautizado por Juan.

  "Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó" (Mateo 3:13-15).

   Jesús sabía que tendría que pasar por el agua como todos los demás. Así que fue donde estaba Juan. Al llegar, Juan pidió ser bautizado por Él, pero Jesús le dijo al profeta que cumpliera toda justicia. Cuando Jesús salió del agua, recibió al Espíritu Santo en tanto la voz de Dios anunciaba: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (v. 17).

   Quiero que observe usted dónde fue Jesús después de esto. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre Él, no fue directamente a trabajar en su ministerio. El Espíritu no lo llevó directamente a la Tierra Prometida. En cambio, lo llevó al desierto para que pasara por sus pruebas.

"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo" (Mateo 4:1).

   Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, o puesto a prueba por el diablo. Al igual que el liberador de Israel, Moisés, llevó a los israelitas al desierto para ser probados y entrenados, Jesús se enfrentó al diablo en las calientes arenas del desierto. Y Jesús ganó, para mostrarnos cómo ganar. Si usted enfrenta su desierto de retos, recuerde que todo esto lo prepara para la libertad. Si el Espíritu Santo guio a nuestro ejemplo viviente, Jesús, a una confrontación con Satanás en el desierto, Dios también lo guiará a usted allí.

   Toda persona, comunidad, nación u organización debe pasar por el desierto de la vida como lo hizo Jesús. Agradezcamos a Dios porque todo lo que pasamos viene en su justo momento. No sintamos que el diablo está ganando o que Dios nos ha olvidado. Recuerde: usted está en el aula. Y si Jesús se inscribió y llegó a graduarse, también debe usted hacerlo hasta terminar con el curso.

   Muchos han ido directamente al ministerio o a un negocio exitoso. Quieren esas tarjetas elegantes con su nombre impreso, sin aprender primero las verdades de la responsabilidad, el entrenamiento y las pruebas. No están listos ni a la altura de las palabras de la TIerra Prometida de Josué, que nos exhortan a meditar en la Palabra y actuar de acuerdo a ella. No quieren aprender cómo disciplinarse o desarrollar carácter. Prefieren llamar a una reunión de oración o a un ayuno colectivo para poder mostrarse como el "líder". Entonces, cuando llega el tentador para destruir todo lo que hacen y humillar sus esfuerzos _y él siempre viene- vuelven corriendo al desierto, porque no estaban preparados para la prueba de responsabilidad.

  Tres pruebas.
   Para llegar a madurar, a desarrollar carácter, autodisciplina e integridad, todos debemos pasar por tres pruebas, comunes a toda la humanidad. Porque Dios quiere que seamos internamente controlados, nos llama mientras estamos en el desierto para pasar estas tres pruebas de responsabilidad. La prueba no dura por siempre. Jesús pasó cuarenta
días, y cuando terminó había pasado las tres pruebas perfectamente para servir de ejemplo para nosotros.

   Estas tres pruebas incluyen las áreas de disciplina física, motivación y codicia. Estas son las áreas que Dios pone a prueba en el desierto para prepararnos antes del cruce del Jordán. Una vez que pasamos las tres, estamos listos para mojarnos los pies.

   Las categorías de estas pruebas pueden denominarse de la siguiente manera:
1. Pruebas de apetito.
2. Pruebas de motivo, orgullo y fama.
3. Pruebas de codicia y poder.

   Estas pruebas son necesarias porque quien no está acostumbrado al poder, es peligroso. Lo mismo vale para quien es orgulloso, o para quien no puede tomar posesión de su propio cuerpo, porque no es capaz de controlar sus apetitos. Estas personas son irresponsables y peligrosas, y no son dignas de confianza. 

1. Prueba de apetito
"Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (Mateo 4:3).

   Esta primera prueba era la tentación de la auto gratificación y tiene que ver con nuestros tres apetitos básicos: alimento, bebida y sexo. Nadie es verdaderamente libre hasta que se ha disciplinado en las tres áreas. Permítame señalar que también fue la primera área de prueba para Israel en el desierto. Comenzaron a clamar por alimento: la auto gratificación. Muy pronto olvidaron el milagro de las plagas y del Mar Rojo, para concentrarse en su propia gratificación.

   ."Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y Vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no" (Éxodo 16:1-4).

   "Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y al terco el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matamos de sed a nosotros, a nuestros hijos ya nuestros ganados?" (Éxodo 17:1-3).

   Una de las mayores responsabilidades de la libertad es la disciplina auto impuesta que debemos tener en el área de nuestros apetitos: comida, bebida y sexo. La libertad exige autocontrol.

2. Prueba de motivo, orgullo y fama
   "Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra" (Mateo 4:5-6).

   Esta prueba era la tentación de la fama instantánea y el éxito repentino. Si Jesús hubiera hecho esto habría sido famoso inmediatamente, Y miles de personas en el patio del templo habrían visto este milagro, y habrían creído en Él. Sin embargo, habría cancelado y obviado el proceso de formación de carácter y de crecimiento, necesarios para llegar a ser responsable para la libertad que Él poseía con el propósito de liberar a otros.

   La nación de Israel quería ir inmediatamente a su Tierra prometida de Canaán y la libertad, pero Dios requería el proceso de entrenamiento y desarrollo para la transformación mental.

"Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados" (Éxodo 13:17-18).

   Para ser verdaderamente libre, usted -y la nación- deben pasar por un proceso de desarrollo de carácter. El verdadero éxito nunca es inmediato ni instantáneo.

3. Prueba de codicia y poder
"Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mateo 4:8-10).

   Cuando un hombre está libre de la necesidad de poder, califica para ejercer la autoridad. Así que esta tentación de poder y codicia era para probarlo, exigiendo el sacrificio de la integridad de Jesús y exigiendo su carácter, tentándolo con el poder. La comunidad israelita fracasó en esta prueba del desierto porque no lograron comprender la autoridad ni someterse a ella. Se rebelaron contra la autoridad, y por ello no calificaban para poseerla. Lo que sacrifiquemos para poder ganar, será lo que perdamos.

   Jesús pasó las tres pruebas en solo cuarenta días, uno por cada año que pasó Israel fracasando en sus pruebas del desierto. Y cuando hubo pasado los tres exámenes, los ángeles ministraron para Él. Recuerde: cuando uno es libre de la necesidad de poder, está listo para recibirlo. "El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían" (Mateo 4:11).

   Cuando Jesús salió del desierto fue ungido con el poder del Espíritu Santo. Había cumplido la voluntad de Dios en la tentación del desierto y con éxito pasó las pruebas de Dios. Jesús venció al diablo para darnos a usted y a mí el poder de vencerlo también. Este fue el cruce del segundo río, del que el Espíritu Santo dice: "El que cree en mí, como dlce la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" Juan 7:38).

"Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor" (Lucas 4: 14).

   Si no ha habido ángeles en su vida durante mucho tiempo, quizá sea porque no ha pasado pruebas últimamente. Los ángeles son enviados a ministrar a quienes han pasado con éxito una prueba del desierto. Acompañaron a Josué y al ejército de Israel en su entrada a Jericó,
y acompañaron el ministerio de Jesús donde quiera que Él fuese. La unción de Dios también fue con ellos, con milagros que acompañaban sus obras y servicio.

   Observará que la liberación total del Espíritu sucedió después de la experiencia del desierto. Ese río de unción fue el .segundo ría. que nos lleva a la tierra de la libertad. Las personas, comunidades y naciones deben parar la prueba del desierto que lleva primero a la independencia, y en última instancia a la libertad.

   Según el proceso de Dios uno recibe la unción después de calificar para ese nivel de ministerio. Pero la mayoría de los cristianos  quieren a los ángeles de Dios y su unción sin pasar por la prueba. La unción depositada en nosotros es un talento, un don personal en el área en la que nacimos para servir (ver Mateo 25: 14-30). Pero no se desarrollará hacia el propósito de Dios de dárnoslo, hasta tanto califiquemos, pasando la prueba que construye nuestro carácter de confiablidad. La unción es la capacidad o la "licencia" divina para cumplir una tarea asignada. Todo ser humano tiene una unción para su único propósito y asignación. ".

   La unción no viene porque uno la pida. No Importa cuan grande sea su sueño, no podrá cumplirlo si no pasa la prueba que lo califica para administrarlo. Recuerde: la administración es la clave. Dios no otorga el titulo de administrador a quienes no pasan sus pruebas. La verdadera libertad consiste en poder dominar y utilizar nuestro talento para trabajar. Sin embargo, nuestra capacidad plena o nuestra unción no podrán ser maximizadas hasta haber completado el aprendizaje en la escuela de autodisciplina y motivación pura que presenta el desierto. El desierto de milagros nos prepara para nuestro trabajo.

   Después de ser ungido, Jesús fue directamente a la sinagoga, abrio el rollo y leyó la profecía de Isaac con respecto a sí mismo:

"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19).

   Fue entonces, después del desierto, que Jesús volvió a cruzar el Jordán para comenzar su ministerio en la unción del poder de Dios. Echó demonios, curó a los enfermos, resucitó a los muertos y limpio a los leprosos. Luego murió por nuestros pecados y nos redimió. Y cuando venimos a Él, nos lleva por el mismo tipo de pruebas del desierto, para liberar nuestra unción para las responsabilidades de Canaán. Recuerde: Canaán es el lugar donde nos arremangamos y hacemos el trabajo de nuestro llamado en la vida, en el poder del Espíritu Santo de Dios. Es en Canaán donde no solo vemos milagros, sino que somos parte del milagro, en lugar de ser solamente inmaduros receptores. Antes de estar listos para entrar debemos poseer nuestro cuerpo, orgullo y necios deseos de poder. Este es el propósito del desierto: la preparación previa a la posesión.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 145 a la 153

sábado, 13 de febrero de 2021

GENTE EN EL DESIERTO Parte IV

 Ser fuerte y valiente

   Para ser responsables en nuestro llamado debemos saber quiénes somos para poder ser fuertes. Lo primero que le dijo Dios a Josué fue: "Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas" Josué 1:6-7). La libertad exige más fuerza que la esclavitud.

Dios quería que Josué supiera que los habitantes de su Tierra Prometida resistirían con tal dureza que tendría que utilizar hasta su último gramo de fuerza para pelear. Dios nunca le dijo a Moisés que fuera fuerte. Sin embargo, lo primero que le ordenó a Josué fue: "¡Sé fuerte!" Esto es lo que Dios le ordena hoya la Iglesia. La libertad exige fuerza personal y coraje, porque la libertad exige disciplina.

  Esta es la hora en que Dios llama a las personas religiosas a cancelar su membresía con el club "Bendíceme". Dios ya no nos dará lo que "reclamamos". Salimos del desierto del milagro del movimiento carismático y somos llamados por Dios a ser fuertes. Dios dice que ahora es el tiempo de arremangarnos, cavar, cultivar y tomar la tierra prometida. Algunos hemos cruzado el Jordán, pero muchos otros mueren en el desierto con sus tarjetas de membresía del club "Bendíceme", y su estilo de vida holgazán. Tomemos la responsabilidad de nuestro propio destino.

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" Josué 1:9).

   Para vivir la verdadera libertad debemos entender la diferencia entre la libertad y la liberación, y aceptar la realidad de que la libertad exige responsabilidad personal y colectiva. Este principio debe aplicarse a las personas, a las organizaciones, a las comunidades y a las naciones.

   Dios también quiso que Josué supiera que algunas de las cosas que le esperaban serían difíciles y le darían miedo. Quería que lo supiera para inspirarlo y darle coraje. Lo mismo vale para usted. Dios le mostrará cosas que quizá lo asusten cuando esté madurando. Le dará algo que Él sabe que usted puede enfrentar, pero es posible que usted no crea poder hacerlo. Así que no tema al temor, porque es el suelo donde se siembra el coraje. El coraje no es la ausencia del miedo, sino la libertad de enfrentarlo. El miedo es necesario para poder llegar a obtener cobertura.

    El coraje de Dios llega junto con el miedo, por lo que Él quiere que su pueblo corra hacia la batalla y a enfrentar los desafíos de la vida. Es entonces cuando nos infunde su paz y la capacidad de tener coraje. Para Dios, los desafíos son la única oportunidad en que podemos ejercitar nuestro potencial.

  Luego del milagroso rescate de Egipto, Dios cuidó de Israel proveyéndoles de manera milagrosa. Esa fue la experiencia del desierto, un milagro total. Los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo. Pero cuando los israelitas cruzaron el río Jordán, lo primero que vieron fue la ciudad de Jericó. Ahora llegaba el momento en que debían tomar sus espadas y lograr la victoria. Anteriormente habían sido meros observadores de los milagros de Dios: las plagas, la apertura del mar, la lluvia de maná. Ahora eran parte del milagro. Ahora debían arremangarse y actuar según la palabra de Dios.

Nuevas responsabilidades

   En el caso de estudio de la liberación de Israel, Canaán es el símbolo de la libertad y el destino. La palabra clave para entrar en Canaán es "responsabilidad", porque la libertad exige responsabilidad. Israel acampó dentro de la Tierra Prometida en el llano de Jericó cuando empezó esta nueva era. Y entonces comenzaron a comer el producto de su trabajo: cultivaban la tierra. La milagrosa provisión de alimento cesó repentinamente.

   "Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año" Josué 5:11-12).

   Desde entonces, se esperó de los israelitas que comieran el producto de lo que la tierra de Canaán rendía como fruto de su trabajo. El pan de la libertad se cocina con la levadura de la responsabilidad.

No más maná

   Es a causa de las responsabilidades de la tierra prometida a la que Dios llama a su iglesia del siglo XXI, cuarenta años después de la renovación carismática. Dios nos lleva hoya un lugar donde ya no hará llover maná. Para algunos, ya no hay provisión de maná y piensan que Dios se ha ido. Un día todo comenzó a andar mal, así que se preguntaron en qué estarían errados. Pensaron que era el diablo o que Dios ya no hacía milagros. Pero era Dios, que quería que maduraran.

   Hay iglesias enteras que siguen buscando vivir en el milagroso desierto de la década de 1950. Entonces, todo lo que hacía falta era levantar una carpa, invitar a la gente y ver cómo explotaban los milagros cuando Dios aparecía. Desde entonces Dios nos ha enseñado a madurar en la verdad de su Palabra, en su milagroso desierto. Muchos han logrado madurar, pero hay otros que no han podido hacerlo. Siguen añorando los días de holgazanería en que lo único que tenían que hacer era estar presentes sin hacer nada.

   Dios quiere que su Palabra sea clara para nosotros hoy. "Sigo estando con ustedes. Pero ya no hay más maná. No hay más comida gratis. Es hora de que salgan de sus cómodas salas y acepten su responsabilidad como siervos míos, para que yo pueda bendecir el trabajo de sus manos. Es hora de pasar de los milagros al trabajo. Es hora de madurar. La madurez se caracteriza por la responsabilidad".

   "Pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos' él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová' tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado" (Deuteronomio 2:7). Cuando dejó de llover maná del otro lado del Jordán, también dejó de llegar el agua que brotaba de las piedras, y los vestidos ya no se mantenían limpios y frescos por sí mismos. Todo esto terminó cuando comenzaron a comer del fruto de la Tierra prometida. Ahora debían ser socios de Dios en sus milagros. Ahora debían madurar y aceptar su responsabilidad en la posesión de la Tierra Prometida.

   Si ha usted luchado en el desierto, espero que la verdad de este capítulo le haya hablado al corazón. Dios no hace lo mismo en Canaán que en el desierto. Esto es importante, porque quien no lo comprenda piensa que Dios lo ha abandonado. Muchos no salen de la fase del desierto porque se niegan a madurar. Quizá sea usted uno de ellos. Quizá se ha preguntado por qué Dios dejó de moverse en su vida el año pasado o hace muchos años. No ha dejado de moverse. Él espera que usted se mueva, desea que lo haga, porque el destino exige acción.

  Cuando Josué guio al pueblo hasta Canaán, los hititas, amorreos y cananitas eran el desafío que había que enfrentar. Aunque la tierra les había sido prometida, tendrían que tomar la responsabilidad de pelear por lo que ya les pertenecía. Lo mismo tendrá que hacer usted en la tierra de Dios, de leche y miel.

   Las victorias en las que creen llegarán, pero tendrán que pelear por ellas, porque es hora de ser responsables. Los días de maná gratis, ropa gratis yagua que brotaba de la roca han pasado. Pero está bien. Porque ahora podrá usted cavar su pozo de agua y cultivar su comida, porque Dios le dice: "Es hora de ser responsable". Esto también vale para las naciones. La independencia nacional no garantiza libertad; solo confiere liberación del imperialismo. El espíritu del trabajo, la creatividad y la responsabilidad será lo que determine el éxito y el desarrollo de la nación liberada.

   El precio de la libertad se escribe con mayúsculas: R-E-S-P-O-N-SA-B-I-L-I-D-A-D. ¿Está dispuesto a pagarlo? ¿Está preparado para dejar de jugar y presentarse para el puesto de trabajo? 

 Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 138 a la 144

jueves, 4 de febrero de 2021

GENTE EN EL DESIERTO Parte III

Ayuda del Lider

   Otra de las cosas que hará Dios para prepararnos antes de que crucemos el ]ordán, será darnos un mentor humano que nos guíe en nuestra preparación para la libertad. La persona que Dios ponga en nuestra Vida será dura con nosotros. Nos obligará a crecer, porque su tarea consiste en prepararnos para vivir en libertad. Moisés era el mentor de Israel, y es irónico que su dureza fuera justamente lo que le impidió cruzar personalmente el Jordán. Cuando se quejó con amargura de la tozudez y la mentalidad de esclavos de su pueblo, Dios lo juzgó por rebajarse a la altura de los quejosos. Porque gritó con ira por la rebelión de su gente y golpeó una roca para obtener agua, en lugar de obedecer la orden que Dios le había dado de simplemente hablarle:

    "Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la pena, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta pena? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado" (Números 20:10-12).

   El propósito de enseñar y entrenar no es solo para información; es para lograr una transformación. Somos transformados a través de la renovación de nuestras mentes. Fue Moisés quien lideró en integridad y entrenó a Josué para que terminara el trabajo.

   Este entrenamiento es tan importante para el Creador, que si usted no se gradúa de la escuela del desierto de Sinaí, nunca le permitirá entrar en la plenitud de su propósito y destino en Canaán.

La fase de Canaán

   La fase final de la libertad solo puede darse dentro de los límites de la tierra prometida. Dios mantuvo a los hijos de Israel en el desierto durante cuarenta años a causa de su irresponsabilidad ante su Palabra. Pero los mantuvo vivos, pues permitió el nacimiento de las siguientes generaciones. Esa siguiente generación, y los que tenían veinte años o más, pudieron ser entrenados por Josué y Caleb para tomar posesión de su Tierra Prometida. La libertad no es solo un derecho, es un privilegio.

   La libertad es una actitud, y no está garantizada; debemos ganarla. La libertad es una gran responsabilidad.

Comprenda la libertad

   "Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel" Josué 1:1-2).

   Moisés liberó al pueblo de la esclavitud, pero Josué sería el guerrero de la libertad enviado por Dios. Cuando uno cruza el río Jordán, Dios estará junto a nosotros, pero será entonces cuando Él espera que dejemos la bolsa de maná y tomemos nuestra espada. Después de cruzar el Jordán Dios siempre tendrá expectativas más altas de las que tenía cuando estábamos en el desierto. La palabra de Dios a Josué es la misma que nos dice hoya nosotros: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé" Josué 1:5).

   El problema que tienen muchas personas es que olvidan que Dios esta con ellos. No pasan mucho tiempo con Él, así que no sienten su presencia. Jamás debemos olvidar que Dios está con nosotros. Debemos acercarnos a Él como Padre nuestro, todos los días. Él es más grande que cualquier opresión que hayamos sufrido en el pasado, y nunca nos abandonará. Todo lo que nos ha prometido, hará que se cumpla. Esto permanece igual. Pero del otro lado del Jordán Dios espera que nos arremanguemos y nos pongamos a trabajar. Trata a su pueblo de la tierra prometida de manera diferente de cómo trata a quienes están en el desierto

   Dios le dijo a Moisés que partiera el Mar Rojo con un trozo de madera. Pero con Josué, Dios les dijo a los israelitas que caminaran por el agua. Con Moisés, DIOS les dio comida del cielo. Con Josué, los puso a cultivar la tierra. Con Moisés Dios les dio de beber agua que manaba de una roca cuando tenían sed. Los que entraron en Canaán con Josué teman que cavar pozos y aljibes.

   Hubo y hay una diferencia entre Moisés y Josué. Moisés fue un liberado, en tanto que Josué fue el guerrero que peleaba por la libertad. La tarea asignada a Moisés fue la de liberar a Israel de la opresión física. La tarea asignada a Josué fue la de guiarlos hacia la Tierra Prometida y, en consecuencia, hacia su libertad de la opresión mental.

   Dios era el mismo Dios, pero la fase de la vida de Israel había subido al siguiente nivel. El grupo de Moisés recibía el poder milagroso de Dios; el pueblo liderado por Josué recibió la orden de participar en el proceso de su milagroso poder.

   Cuando llega el momento de entrar en la libertad, los mares de la vida ya no se abrirán por sí mismos. Cuando estaba en la universidad oraba y el dinero para mi educación aparecía milagrosamente. Cuando oraba Dios también me alimentaba y vestía. Pero después de graduarme, él me dijo: "Ve a trabajar. Si no trabajas, no comerás". Fue el mismo Dios. Después de mi graduación, pero ahora había sido promovido al siguiente nivel de la vida: el nivel de la responsabilidad.

 Una vez que entramos en la tierra prometida Dios no abre los mares ante nosotros. Tenemos que "mojarnos los pies" como se dice popularmente. Josué tuvo que decirle al pueblo que se mojaran los pies. Tenían que utilizar la fe: "No estoy seguro de que esto funcione -habrán dicho algunos-, pero si Dios me dice que ponga mi pie allí, daré el siguiente paso".

Cuando hemos crecido Dios nos hace parte del milagro. Después de la muerte de Moisés Josué se hizo cargo, y el pueblo de Israel entró en una era distinta. Dios le dijo al nuevo líder: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" Josué 1:8).

   "Moisés los santificó en el desierto -es lo que decía Dios, en esencia- pero en Canaán tendrán que santificarse a sí mismos. Ha llegado el momento de trabajar en su salvación. Ahora son responsables de conocer mi Palabra. Nadie los cuidará aquí para ver si andan pecando. Nadie controlará por qué no han venido a la iglesia. Es tiempo de madurar. Bienvenidos a Canaán. Aquí, tomen la pala, el pico y la espada. Es tiempo de ser responsables. Es tiempo de trabajar".

   La responsabilidad es el prerrequisito de la libertad. Por eso, el principio de la libertad es la responsabilidad, porque la libertad lo exige. 

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 135 a la 138