sábado, 13 de febrero de 2021

GENTE EN EL DESIERTO Parte IV

 Ser fuerte y valiente

   Para ser responsables en nuestro llamado debemos saber quiénes somos para poder ser fuertes. Lo primero que le dijo Dios a Josué fue: "Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas" Josué 1:6-7). La libertad exige más fuerza que la esclavitud.

Dios quería que Josué supiera que los habitantes de su Tierra Prometida resistirían con tal dureza que tendría que utilizar hasta su último gramo de fuerza para pelear. Dios nunca le dijo a Moisés que fuera fuerte. Sin embargo, lo primero que le ordenó a Josué fue: "¡Sé fuerte!" Esto es lo que Dios le ordena hoya la Iglesia. La libertad exige fuerza personal y coraje, porque la libertad exige disciplina.

  Esta es la hora en que Dios llama a las personas religiosas a cancelar su membresía con el club "Bendíceme". Dios ya no nos dará lo que "reclamamos". Salimos del desierto del milagro del movimiento carismático y somos llamados por Dios a ser fuertes. Dios dice que ahora es el tiempo de arremangarnos, cavar, cultivar y tomar la tierra prometida. Algunos hemos cruzado el Jordán, pero muchos otros mueren en el desierto con sus tarjetas de membresía del club "Bendíceme", y su estilo de vida holgazán. Tomemos la responsabilidad de nuestro propio destino.

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" Josué 1:9).

   Para vivir la verdadera libertad debemos entender la diferencia entre la libertad y la liberación, y aceptar la realidad de que la libertad exige responsabilidad personal y colectiva. Este principio debe aplicarse a las personas, a las organizaciones, a las comunidades y a las naciones.

   Dios también quiso que Josué supiera que algunas de las cosas que le esperaban serían difíciles y le darían miedo. Quería que lo supiera para inspirarlo y darle coraje. Lo mismo vale para usted. Dios le mostrará cosas que quizá lo asusten cuando esté madurando. Le dará algo que Él sabe que usted puede enfrentar, pero es posible que usted no crea poder hacerlo. Así que no tema al temor, porque es el suelo donde se siembra el coraje. El coraje no es la ausencia del miedo, sino la libertad de enfrentarlo. El miedo es necesario para poder llegar a obtener cobertura.

    El coraje de Dios llega junto con el miedo, por lo que Él quiere que su pueblo corra hacia la batalla y a enfrentar los desafíos de la vida. Es entonces cuando nos infunde su paz y la capacidad de tener coraje. Para Dios, los desafíos son la única oportunidad en que podemos ejercitar nuestro potencial.

  Luego del milagroso rescate de Egipto, Dios cuidó de Israel proveyéndoles de manera milagrosa. Esa fue la experiencia del desierto, un milagro total. Los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo. Pero cuando los israelitas cruzaron el río Jordán, lo primero que vieron fue la ciudad de Jericó. Ahora llegaba el momento en que debían tomar sus espadas y lograr la victoria. Anteriormente habían sido meros observadores de los milagros de Dios: las plagas, la apertura del mar, la lluvia de maná. Ahora eran parte del milagro. Ahora debían arremangarse y actuar según la palabra de Dios.

Nuevas responsabilidades

   En el caso de estudio de la liberación de Israel, Canaán es el símbolo de la libertad y el destino. La palabra clave para entrar en Canaán es "responsabilidad", porque la libertad exige responsabilidad. Israel acampó dentro de la Tierra Prometida en el llano de Jericó cuando empezó esta nueva era. Y entonces comenzaron a comer el producto de su trabajo: cultivaban la tierra. La milagrosa provisión de alimento cesó repentinamente.

   "Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año" Josué 5:11-12).

   Desde entonces, se esperó de los israelitas que comieran el producto de lo que la tierra de Canaán rendía como fruto de su trabajo. El pan de la libertad se cocina con la levadura de la responsabilidad.

No más maná

   Es a causa de las responsabilidades de la tierra prometida a la que Dios llama a su iglesia del siglo XXI, cuarenta años después de la renovación carismática. Dios nos lleva hoya un lugar donde ya no hará llover maná. Para algunos, ya no hay provisión de maná y piensan que Dios se ha ido. Un día todo comenzó a andar mal, así que se preguntaron en qué estarían errados. Pensaron que era el diablo o que Dios ya no hacía milagros. Pero era Dios, que quería que maduraran.

   Hay iglesias enteras que siguen buscando vivir en el milagroso desierto de la década de 1950. Entonces, todo lo que hacía falta era levantar una carpa, invitar a la gente y ver cómo explotaban los milagros cuando Dios aparecía. Desde entonces Dios nos ha enseñado a madurar en la verdad de su Palabra, en su milagroso desierto. Muchos han logrado madurar, pero hay otros que no han podido hacerlo. Siguen añorando los días de holgazanería en que lo único que tenían que hacer era estar presentes sin hacer nada.

   Dios quiere que su Palabra sea clara para nosotros hoy. "Sigo estando con ustedes. Pero ya no hay más maná. No hay más comida gratis. Es hora de que salgan de sus cómodas salas y acepten su responsabilidad como siervos míos, para que yo pueda bendecir el trabajo de sus manos. Es hora de pasar de los milagros al trabajo. Es hora de madurar. La madurez se caracteriza por la responsabilidad".

   "Pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos' él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová' tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado" (Deuteronomio 2:7). Cuando dejó de llover maná del otro lado del Jordán, también dejó de llegar el agua que brotaba de las piedras, y los vestidos ya no se mantenían limpios y frescos por sí mismos. Todo esto terminó cuando comenzaron a comer del fruto de la Tierra prometida. Ahora debían ser socios de Dios en sus milagros. Ahora debían madurar y aceptar su responsabilidad en la posesión de la Tierra Prometida.

   Si ha usted luchado en el desierto, espero que la verdad de este capítulo le haya hablado al corazón. Dios no hace lo mismo en Canaán que en el desierto. Esto es importante, porque quien no lo comprenda piensa que Dios lo ha abandonado. Muchos no salen de la fase del desierto porque se niegan a madurar. Quizá sea usted uno de ellos. Quizá se ha preguntado por qué Dios dejó de moverse en su vida el año pasado o hace muchos años. No ha dejado de moverse. Él espera que usted se mueva, desea que lo haga, porque el destino exige acción.

  Cuando Josué guio al pueblo hasta Canaán, los hititas, amorreos y cananitas eran el desafío que había que enfrentar. Aunque la tierra les había sido prometida, tendrían que tomar la responsabilidad de pelear por lo que ya les pertenecía. Lo mismo tendrá que hacer usted en la tierra de Dios, de leche y miel.

   Las victorias en las que creen llegarán, pero tendrán que pelear por ellas, porque es hora de ser responsables. Los días de maná gratis, ropa gratis yagua que brotaba de la roca han pasado. Pero está bien. Porque ahora podrá usted cavar su pozo de agua y cultivar su comida, porque Dios le dice: "Es hora de ser responsable". Esto también vale para las naciones. La independencia nacional no garantiza libertad; solo confiere liberación del imperialismo. El espíritu del trabajo, la creatividad y la responsabilidad será lo que determine el éxito y el desarrollo de la nación liberada.

   El precio de la libertad se escribe con mayúsculas: R-E-S-P-O-N-SA-B-I-L-I-D-A-D. ¿Está dispuesto a pagarlo? ¿Está preparado para dejar de jugar y presentarse para el puesto de trabajo? 

 Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 138 a la 144

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