viernes, 6 de marzo de 2015

PUERTAS ABIERTAS, ENTRADA PARA LOS DEMONIOS

   Los demonios entran por puertas que las personas abren en sus vidas. Ningún demonio puede entrar o influenciar a alguien si esa persona no le da el derecho legal. Los demonios siempre vienen y escogen el momento y el lugar más débil para entrar.

«Ni deis lugar al diablo». Efesios 4.27

   veamos algunas de las puertas por las cuales se le da derecho a los demonios para entrar e influenciar, trayendo opresiones a nuestras vidas.

1-. Las maldiciones generacionales.
   Los espíritus familiares son los que llevan a cabo las maldiciones de generación en generación y se transmiten como herencia.

«Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡jehová! Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación». Éxodo 34.6, 7
  
   Las maldiciones generacionales pueden manifestarse de diferentes maneras:

• Enfermedades mentales y emocionales
   Éstas incluyen depresión, confusión y frustración. Hay personas que en la consejería pastoral dicen: "mi madre siempre vivía en continua depresión y yo estoy padeciendo de lo mismo" (herencia espiritual).

• Enfermedades crónicas
   Esto incluye todo tipo de enfermedad, tales como: cáncer, diabetes, presión alta, asma, artritis y más.

«Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas». Deuteronomio 28.21, 22.

• Desintegración de la familia
   Esto incluye situaciones, tales como: divorcio, adulterio, fornicación, homosexualismo, incapacidad de concebir, alcoholismo y drogadicción.

«Hijos e hijas engendrarás, y no serán para ti, porque irán en cautiverio». Deuteronomio 28.41

• Pobreza continua
   Deuteronomio 28.17-29. Se ve en personas que nunca pueden prosperar en lo material y viven en una continua pobreza. Si usted ha visto algunas de estas indicaciones en su vida, es una señal que hay una maldición generacional operando.

2-.Pecado deliberado.
   Los creyentes podemos pecar contra el Señor por omisión o por comisión. El pecado de omisión es el pecado que se comete porque no nos damos cuenta o ignoramos, que lo que estamos haciendo, ofende al Señor. El pecado de comisión es aquella falta que se comete voluntariamente y a sabiendas que está mal hecho.

   Cuando pecamos en una misma área de continuo, le estamos abriendo una puerta a los demonios. Para todo pecado voluntario, hay un demonio y este viene a operar en el área específica de nuestra debilidad.

   Tomemos como ejemplo la ira. Todos sabemos que la ira es una emoción y la Palabra nos manda a no airarnos.

«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo...» Efesios 4.26, 27
También, la Biblia define la ira como una obra de la carne. ¿Qué sucede si una persona deja que la ira se convierta en rabia, o que se ponga el sol sobre su enojo, es decir, deja que llegue la noche sin que haya perdonado? Esto abre la puerta a un espíritu inmundo de ira. Un pecado que se repite de continuo como acto premeditado y con conocimiento de causa abre la puerta a los demonios.

3-.Los traumas o fuertes impactos emocionales.
   Cada vez que un trauma toma lugar en la vida de una persona, puede convertirse en una puerta abierta para que el enemigo venga a oprimir, a obsesionar o a posesionar una vida. Es por esta razón, que es necesario tomar las medidas necesarias para sanar el trauma y cerrar esa puerta rápidamente.

   Tomemos como ejemplo a una niña que fue abusada por otra mujer cuando tenía 10 años. Cuando esta niña llegó a ser adulta, empezó a practicar el lesbianismo a causa del abuso sexual. Ella tenía deseos de estar con mujeres aunque sabía que era pecado; era algo compulsivo que no podía controlar. El abuso del cual ella fue victima le abrió la puerta a la influencia de un espíritu de lesbianismo.

   Las personas abusadas en el área sexual toman dos tendencias: el sexo se les vuelve incontrolable y compulsivo o se vuelven frígidas y toman el sexo como algo asqueroso.
Pero, tenemos buenas noticias: Jesucristo vino a deshacer las obras del diablo.

«El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo». 1 Juan 3.8

   En la mayoría de las liberaciones hechas en nuestro ministerio, hemos notado que los demonios entran a las personas durante la niñez. Sin lugar a dudas, sabemos que ése es el tiempo de mayor debilidad de los seres humanos.

   Los padres cristianos necesitan comprender sus responsabilidades para proteger a sus hijos y, también, para saber cómo liberarlos de opresiones demoníacas. La primera pregunta que siempre hacemos a las personas es cómo fue su relación con sus padres. Esta pregunta abre las puertas para entrar a la ministración.

4-.Prácticas de ocultismo, brujería y falsas religiones.
   La causa principal del ocultismo y la brujería es la idolatría. Dios claramente dijo que odiaba la idolatría de toda clase. Todo lo que incluya cualquier actividad de adorar a otros dioses es una puerta abierta para entrar en ocultismo, brujería y hechicería. También, es una forma de entrada de demonios en las personas. Cualquiera que visita a una brujo, hace un pacto con el enemigo ya sea directo o indirecto. Ese pacto hay que romperlo aún cuando se haya recibido a Cristo como nuestro Señor y Salvador para que el enemigo no tenga derecho legal en nuestras vidas. El castigo que paga una familia por la idolatría va hasta la cuarta generación, pero se corta cuando se conoce a Jesús y se ora rompiendo la maldición.

«No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen». Éxodo 20.3-5

5-.El rechazo.
   El rechazo es otra puerta abierta para el enemigo, ya sea que haya tomado lugar desde el vientre de la madre, en la etapa prenatal por influencias negativas, tales como: deseo por parte de los padres de abortarlo, que el bebé sea producto de una relación fuera del matrimonio o que alguno de los padres sea irresponsable. También, cuando los padres tienen favoritismo entre sus hijos, cuando en el hogar hay contiendas y el matrimonio este a punto de romperse; cuando los cónyuges están amargados o no tienen tiempo para sus hijos. Todo esto provee una atmósfera perfecta para la presencia y actividad demoníaca.

«Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa». Santiago 3.16

6. La imposición de manos.
«No impongas con ligereza las manos a ninguno». 1 Timoteo 5.22.

   Cuando una persona impone sus manos sobre otra, se pone en operación una ley llamada: "ley del contacto y de la transmisión". A través de ella, una persona puede transferir el poder de Dios, el poder del enemigo o los espíritus inmundos. Los espíritus inmundos pueden ser transferidos de una persona a otra. Mucho cuidado con quién le impone manos. Considere que quien le imponga manos, sea un hombre o una mujer, un líder o un ministro que esté caminando en santidad e integridad.

   Absalón transmitió un espíritu de rebeldía al pueblo de Israel a través de la seducción.
Un falso maestro puede transmitir un espíritu a una persona por medio de una enseñanza falsa.

   Así como lo negativo se transmite, también se transmite lo positivo; como lo fue en los casos de Moisés y Josué; Elias y Eliseo. Ellos transmitieron la unción y la sabiduría a sus siervos a través de la imposición de manos.

7. Palabras ociosas.
   La palabra del Señor enseña que en la lengua está el poder de la vida y la muerte. Algunas veces, maldecimos y damos lugar a espíritus inmundos a través de nuestra boca. Esto es lo que llamamos maldiciones auto impuestas. Usamos expresiones, tales como: "yo siempre estoy enfermo", "estoy que me muero", "mis hijos son estúpidos y torpes", "yo deseo morirme". Estas palabras habladas imponen maldiciones y esto abre puertas al enemigo.

«Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado». Mateo 12.36, 37

8. Alianzas del alma.
   Relaciones con personas impías, negocios fraudulentos, relaciones ocultas de adulterio y fornicación, de manipulación y control. Toda relación que sea secreta abre las puertas al enemigo.

9. Libros, vídeos y música.
   Cierto tipo de libros, películas y música son consagradas al diablo antes de distribuirse y, como resultado, toda persona que los use estará abriendo una puerta a los demonios. Hay muchos grupos musicales del mundo que hacen pactos con el enemigo para que les "vaya bien" en su carrera y para eso, consagran y dedican la música al enemigo.

10. Control mental.
   Cuando las personas se exponen a ser hipnotizadas o controladas mentalmente abren una gran puerta para que espíritus inmundos entren, ya que la mente se vuelve pasiva y la voluntad no puede obrar para aceptar o rechazar algo. Otras personas practican la telepatía, el "control mental Silva"para adquirir poderes síquicos o mentales), entre otros. El enemigo no entrará a influenciar una persona si ella no le da el derecho legal.

   Es la voluntad propia la que le cede el terreno al enemigo y abre puertas a través de las cuales éste envía sus espíritus para influenciarnos. La solución está en reconocer que Dios nos ha llamado a vivir una vida santa y pura, y a desechar todo lo que no proviene de Él; de esta manera, el enemigo no tendrá lugar en nuestra vida.


Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Sanidad Interior y Liberación. Sexta edición 2006.

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