sábado, 31 de agosto de 2019

¿POR QUÉ HAY DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUNDO?.Parte I


UNA REALIDAD QUE NO PODEMOS IGNORAR.

   Hasta dónde puedo recordar, siempre le tuve miedo a la muerte. Este temor me seguía a dondequiera que iba; la idea de perder la vida me aterrorizaba. Entonces, viaje a predicar en una Conferencia de Honduras, Centro América, con un equipo de cincuenta personas. Al terminar la Conferencia, fuimos a cenar en el hogar de una familia de la iglesia que nos había invitado. Sin nosotros saberlo, siete hombres armados nos habían seguido hasta allí. Mientras estábamos comiendo, entraron violentamente a  la casa y nos amenazaron a todos apuntándonos con sus armas.

   Varios de los hombres se llevaron al Pastor de la iglesia en un carro para matarlo. Cuando llegaron al lugar donde iban a matarlo, es pastor pudo escaparse; pero mientras corría, se resbaló y cayó. En el último minuto, el hombre que estaba a punto de dispararle recibió la orden de otro de los hombres de dejarlo ir.

   Mientras tanto, los otros hombres armados nos amarraron a los que quedábamos en casa. Nos mantuvieron allí, apuntándonos durante cuarenta y cinco minutos, mientras yo oraba sin cesar, pidiendo la protección sobrenatural de Dios. Finalmente, los hombres se fueron. Dios había salvado nuestras vidas. Durante el tiempo que permanecí atado muchas preguntas desfilaron por mi mente: “¿Si me muero iré al cielo”? “¿He hecho la voluntad de Dios”? “¿Tengo un sucesor para la iglesia”?. A todas esas preguntas respondí que si, y esto me ayudó a entender que no debería temer a la muerte. Además había repetido un verso de la biblia que describe a los seguidores de Jesús como hombres que fueron  perseguidos a causa de creer en Él: “ellos menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Apocalipsis 12.11 Como lo escribí antes, aquellos que reciben a Jesús deben estar dispuestos a entregar sus vidas por Él, si es necesario.

  Estuvo claro para mí que antes que me ocurriera ese incidente no había estado listo para hacer eso. Llegué a entender que Dios había permitido que enfrentara esa situación para poder confrontar así mi temor a la muerte, y vencerlo.

   Hoy en día, puedo ir a cualquier lugar del mundo, y no tengo miedo de morir. Sé que Jesús conquistó a la muerte por su sacrificio en la cruz y su resurrección. Y sé que aun si mi cuerpo muere, mi espíritu seguirá viviendo con Dios, y esa seguridad me dará absoluta paz.
EL ENEMIGO DE LA RAZA HUMANA.
El último pronóstico de nuestras vidas es la muerte física. La muerte no era parte del diseño original de Dios para los seres humanos. Sin embargo, cuando los primeros seres humanos pecaron, permitieron que la muerte reinara en el mundo. Romanos 5.12-14. La muerte es la enemiga de toda la  raza humana.

   En la sociedad actual, más personas de las que usted pueda imaginarse le temen a la muerte, al punto de preferir no hablar de ella. Aun así, muchas personas – de todas las culturas, nacionalidades, razas y estratos sociales- están interesadas e incluso preocupadas con la idea de la muerte. Quieren saber qué pasará con ellos después de morir.

   A lo largo de la historia, las personas han expresado su temor a la muerte de manera diferente, tales como adoptar una actitud pesimista hacia la vida, usar el escapismo, y acoger la idea de la reencarnación. Según el concepto de la reencarnación, después que una persona muere, su alma se transfiere a otro cuerpo (ya sea el de un recién nacido o incluso un animal, insecto u objeto).

   Cuando las personas son pesimistas, un espíritu de muerte opera en ellos, los vuelve apáticos o  deprimidos y pueden llegar a manifestar otras actitudes negativas. Cuando las personas optan por el escapismo, buscan evadir la realidad, enfocando sus mentes en entretenimiento y otras formas de placer; sin embargo, cuando tienen que regresar “al mundo real”, Por lo general quedan vacíos y frustrados.. Cuando las personas acogen la idea de la reencarnación, es a menudo una expresión de su deseo por corregir los errores y fallas de su vida, y por creer que la muerte no es el final; que de alguna manera seguirán viviendo.

NUESTRAS DOS CITAS.
  ¿Hay vida después de la muerte?, ¡Definitivamente, sí! La biblia confirma que si la hay. ¿Qué pasa después de la muerte? No regresamos a la tierra en un cuerpo diferente. Sólo hay dos posibles destinos para los seres humanos después que mueren. Uno es una eternidad con Dios, y el otro es una eternidad separados de él.

   En el capitulo anterior, vimos que seremos juzgados de acuerdo a lo que hemos vivido durante nuestro tiempo en la tierra: “Y de la manera como está establecido para los hombres que mueran una sola vez y después de esto juicio. Hebreos 9.27  Estas citas son inevitables. ¿Usted lo cree? Pueda que usted no cumpla con muchas de sus citas, pero existen dos a las que usted no podrá faltar: su cita con la muerte  y su cita con el juicio divino de Dios. Dios lo juzgará como una persona justa se ha recibido a Jesús, y sus pecados han sido perdonados a través de Su muerte en la cruz; o determinara que usted está condenado debido a sus pecados, y por rechazarle a Él y rechazar Sus caminos.

   ¿Sabe usted qué le espera después de la muerte? ¿Tiene paz con respecto a lo que le pasará después de morir, o teme constantemente un fin incierto? Jesús es el único que no solamente experimentó la muerte sino que también obtuvo la victoria completa sobre ella. Si algo diferencia al verdadero cristianismo de otras religiones y filosofía, es que Jesús le tiene una respuesta probada para nosotros con respecto a la muerte.

¿QUÉ SUCEDE DESPUÉS DE LA MUERTE?.
   Al explorar esté tópico de la vida después de la muerte, es importante tener en cuenta que, además de nuestro mundo físico existe una dimensión espiritual invisible, la cual no puede conocerse por los sentidos naturales. Sólo puede discernirse espiritualmente, y opera de acuerdo a sus propias leyes y principios. Ya sea que una persona reconozca o crea en la dimensión espiritual o no, igual existe.

  Algunas personas piensan que el mundo espiritual existe solamente en lo abstracto, o que es algo vago y evasivo. Sin embargo, la realidad del mundo espiritual es aún mayor que la del mundo físico. La dimensión física es temporal y transitoria, mientras que la dimensión espiritual es eterna y permanente. Corintios 4.18

   Jesús les narró a sus discípulos una parábola para ayudarlos a entender lo que ocurre después de la muerte, y también para enseñarles que la manera en que conducimos nuestras vidas en la tierra es de importancia crítica. En los siguientes extractos de esa parábola, aprendemos algunas de las condiciones del mundo espiritual que las personas experimentan cuando dejan atrás el mundo natural a través de la muerte física. La parábola empieza así:

Había un hombre rico que se vestía de de púrpura y lino fino y cada día hacía banquetes con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro que estaba echado a las puertas de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Y murió también el rico y fue sepultado. Lucas 16.19-22(NVI)

   El patriarca Abraham es elogiado por Dios en las Escrituras por ser un hombre de gran fe. Cuando el mendigo Lázaro murió, fue llevado a estar con Abraham en un lugar de descanso reservado para aquellos que demostraron, y que vivieron durante el tiempo previo a la muerte y resurrección de Jesucristo. Después de la resurrección de Jesús, el mismo cielo se abrió para aquellos que habían muerto en fe, porque Jesús había conseguido su reconciliación completa con Dios. El cielo es ahora donde residen esos creyentes, juntos con todos aquellos que han muerto en fe a lo largo de este siglo, desde la resurrección con Jesús.

   En contraste con Lázaro, el hombre rico se hayo en el infierno, que es lugar de castigo. Comparamos ahora alguna de las características del hombre rico y de Lázaro en el más allá.
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 68 - 73

sábado, 3 de agosto de 2019

¿POR QUÉ HAY DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUNDO? Parte IV


LA BONDAD DE DIOS NOS LLEVA AL ARREPENTIMIENTO.
   Las Escrituras dicen que “Su bondad quiere llevarte al arrepentimiento” Romanos 2.4. Quizás ha habido ocasiones en que alguien le ha hablado sobre el amor de Jesús y el sacrificio que hizo por usted. O quizá ha habido momentos en los cuales, después que ha hecho algo malo, su conciencia le ha redargüido y usted se lamenta de haber hecho lo que hizo. Esos son casos en que la bondad de Dios Padre estaba moviéndolo  a arrepentirse para que pudiera clamar a Él. Ser reconciliado con Él a través de Jesús y disfrutar de una relación personal con Él. Dios quiere estar cerca de usted. Su amor por usted es tan grande que Él nunca cesa de llamarle y ofrecerle salvación y una vida completamente nueva.

   Bismarck es un supervisor de bodega que experimentó esa bondad de Dios que lo llevó al arrepentimiento, perdón y una nueva vida. “Yo vine a los Estados Unidos desde Nicaragua cuando tenía catorce años. Inmediatamente me uní a una pandilla y empecé a consumir marihuana, cocaína y crack. No le tenía miedo a nada; era violento y buscaba experimentar emociones fuertes. Debido a ese estilo de vida, terminé en las calles, robando para conseguir el dinero que necesitaba para comprar más droga. Mi adicción era tal que hasta vendía mi ropa y zapatos por cinco o diez dólares sólo para comprar drogas.

  “Estuve hospitalizado varias veces por sobredosis de drogas. También trate de cometer suicidio cinco veces. Las primeras cuatro me clave un cuchillo en el cuerpo. La quinta vez, me colgué de un cinturón. Me encontraron sin vida, pero por un milagro de Dios, reviví. Creo que fue porque Dios tenía un propósito para mi vida.

   “En ese tiempo no estaba buscando a Jesús, pero Dios uso a alguien para invitarme a una casa donde varios se reunían a orar y aprender sobre la biblia. Más todo lo que yo hacía era criticar su iglesia y su pastor, llamándole ladrón. Seguí criticándolos hasta que, una mañana, mientras estaba en mi habitación, empecé a sentirme mal, por todas las críticas. Lloré inconsolablemente. Nunca olvidaré lo que pasó después: oí una voz que dijo, ‘Así era como quería verte’. La convicción de parte de Dios fue tan fuerte que no pude dejar de llorar.

   “A partir de ese momento, mi vida dio un vuelco increíble. Jesús borró mi pasado y me dio un nuevo comienzo. Había sido un drogadicto por veinte años, y miembro de una pandilla, fornicario y adúltero. No le temía a nada, y no me importaba mi vida ni la de nadie más. Pero hoy, soy un hombre que teme a Dios, y me siento totalmente restaurado y feliz. Estoy empleado, cuido de mi hogar, y sirvo en la iglesia”.

PASOS PARA UN GENUINO ARREPENTIMIENTO.
   El verdadero arrepentimiento no es simplemente una creencia intelectual de Dios y reconocer nuestra condición espiritual de pecado. También involucra los siguientes pasos:
1-. Reconocer y confesar nuestro pecado, con convicción genuina.
   Debemos reconocer honestamente delante de Dios las faltas que hemos cometido de pensamiento, palabra y obra, con convicción genuina por haber vivido de una manera que es contraria a Su naturaleza. Hay un libro en la biblia llamado “Salmos”, y en uno esos salmos leemos: “el sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido” Salmos 51.17

   Cuando miramos a Dios nuestro creador y admitimos delante de Él nuestros pecados, y también cuando le expresamos nuestros deseos de ser transformado, Él activa el perdón que hemos recibido a través de Cristo. La sangre de Jesús derramada en la cruz, se hace efectiva como el pago por nuestras transgresiones. Las escrituras dicen, “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y limpiará de toda maldad” 1Juan 1.9 Y que “quien encubre su pecado jamás prospera, quien lo confiesa y lo deja, halla perdón” Proverbios 28.13 Dios espera que nos demos cuenta de la condición pecaminosa en la que estamos y que recurramos a Él para perdón, limpieza y renovación.

2-. Tomar la decisión de abandonar el pecado.
   Cuando nos arrepentimos genuinamente, nos alejamos de las actividades, personas, objetos y lugares que influyen en nosotros para que pequemos. Si voluntariamente nos exponemos a situaciones que nos tientan y nos hacen pecar, entonces nuestro arrepentimiento no era genuino. Necesitamos comprometernos a separarnos de lo que Dios llama malo e injusto. Y debemos permitir que la sangre de Jesús, la cual Él derramó en la cruz, rompa las cadenas de pecado e inequidad que obstruyen nuestra vida espiritual – tal como las arterias obstruidas obstaculizan el flujo de sangre de una persona -, para que podamos ser verdaderamente libres de pecado.

  Tomar la decisión de dejar atrás el pecado, no significa que nunca más experimentemos tentaciones o pensamientos pecaminosos, o que no cometeremos un pecado jamás en nuestras vidas. Más bien, significas que ya no deseamos pecar más, y que el pecado ya no sigue siendo un hábito para nosotros. En la biblia, cuando Jesús perdonaba y sanaba a las personas, algunas veces les decía, “no peques mas” Juan 5.14 o “deja tu vida de pecado”        Juan 8.11. Tenemos que dejar nuestro estilo de vida de pecado, y desear vivir para Dios, haciendo lo que le complace a Él.

3-. Recibir el perdón de Dios a través de la fe en Cristo.
   Si nos arrepentimos y hacemos a  Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, la maldición del pecado se rompe en nuestras vidas, y el juicio de muerte espiritual ya no pesa más sobre nosotros ¡Somos libres! La culpa y la recriminación ya no pueden amenazarnos más, y la siguiente verdad aplica para nosotros:
Por tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos en Cristo Jesús, pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8.1-2

   Una vez que usted se ha arrepentido, confesado sus pecados, y aceptado el sacrificio de Jesús para liberarlo de su naturaleza pecaminosa, no siga ya esclavizado por los recuerdos de sus errores y faltas del pasado. ¡Su cautiverio ha terminado! La libertad en Jesucristo le permite edificar una vida de bendiciones y una herencia de libertad para sus descendientes y todos aquellos que heredarán las consecuencias de sus decisiones.

   Dios quiere que tengamos convicción de nuestros pecados para que acudamos a Él y nos arrepintamos. Él no quiere que experimentemos continuamente la culpa la vergüenza y condenación, que sólo hacen que queramos huir de Él. De nuevo, cada vez que usted peque, inmediatamente confiese sus pecados a Dios, pídale perdón, reciba Su perdón a través de Cristo, y renueve su compromiso de dejar el pecado y vivir por el espíritu.

   Las escrituras nos aseguran que, “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! 2Corintios 5.17 En Jesús, usted tiene una naturaleza completamente nueva. “se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador” Colosenses 3.9-10nvi.

4-. Creer en el evangelio de Cristo.
   Recuerde que Jesús dijo, “Arrepiéntanse y crean en el evangelio” Marcos 1.15 No solamente es necesario experimentar convicción y remordimiento, confesar y arrepentirnos de nuestros pecados, sino también creer activamente en el evangelio. El evangelio es la buena nueva de la llegada del reino de Dios a la tierra, el cual nos libera del pecado y la muerte. El creer, completa nuestra transformación, y nos restituye a Dios.

   ¡Crea en el evangelio! Usted no tiene que estar controlado por el pecado, esclavizado por acciones y actitudes erróneas. Permita que Dios le perdone y cambie su vida, tal y como la hizo con Fátima García, un ama de casa de República Dominicana: “Mi encuentro con Jesús vino en un tiempo crucial para mí. Me sentía vacía, sola emocionalmente, y sin apoyo espiritual. Tenía muchos problemas en mi matrimonio y tuve que divorciarme de mi esposo. Además, estaba triste por el recién fallecimiento de mi padre, y todo se veía gris para mí. Caí en una profunda depresión y fui hospitalizada. Le pedí a Dios que me llevara para estar con mi papá. Ya no quería vivir más. Mi depresión era tan fuerte que estuve en coma por seis horas. Cuando desperté, pensé en mis hijos y en mi mamá y supe que debía vivir por su bien.

   “Mi depresión había causado otras complicaciones físicas – presión alta y problemas con la glándula tiroides -. Los doctores dijeron que necesitaría medicamentos por el resto de mi vida. Cuando una amiga se enteró de la condición en que me encontraba me invito al Ministerio del Rey Jesús. Yo no quería ir, pero ella insistió así que decidí ir y busca de Dios.

   “Cuando oí el mensaje del Pastor, sentí una paz inmensa. ¡Finalmente había encontrado a Jesús! Sentí un arrepentimiento profundo por haber vivido separada de Él, y decidí entregarle mí destrozada vida a Él, para que la transformara. Seguí asistiendo a la iglesia, y poco a poco, empecé a darme cuenta que mi vida estaba tomando una dirección completamente nueva. Las oraciones comenzaron a provocar una gran transformación. El Señor ha seguido bendiciéndome y he aprendido a orar, por mis hijos y mi familia. Después de un tiempo, los doctores me dijeron que ya no necesitaba medicamentos así que dejé de tomarlos. Jesús me ha enseñado a llevar la relación con mis hijos, y tengo una mejor relación con mi ex esposo”.

   Muchos huyen de la verdad de Jesucristo porque no quieren ser confrontados con sus pecados. Pero Jesucristo no puede recibirse a media. Dios, en Su bondad, ha estado allanando el camino para que usted regrese a Él, si usted reconoce sus pecados, acepta el perdón de Jesús, deja su estilo de vida de pecado, y cree en el evangelio del reino, recibirá a Jesús y la vida eterna que sólo Él puede dar. Usted tendrá una naturaleza completamente nueva – una que es como la misma naturaleza de Dios -. Se reconciliará con su Creador, tal como si nunca hubiese pecado.

   Este proceso no necesita ser complicado. Solo requiere una simple oración en voz alta:
Padre Celestial, reconozco que soy un pecador y que mi pecado me separa de Ti. Creó que Jesús murió en la cruz por mí y que fue resucitado de entre los muertos. Confieso con mi boca que Jesús es el Señor. Me arrepiento de todos mis pecados y rompo toda conexión que haya establecido – voluntaria o involuntariamente – con el pecado y con el diablo. Jesús, te pido que entres a mi corazón y transforme mi vida. Rechazo todos los pensamientos y comportamiento que no reflejan la Naturaleza de Dios, y te pido que me ayudes a caminar en Tus caminos, conforme a tu gracia y poder, a través del Espíritu Santo. ¡Amén!

¿Por qué creer en Jesús? Porque Él lo ha salvado de una naturaleza pecaminosa y le ha conseguido ser perdonado por todos los pecados que alguna vez usted cometió, y ha puesto a su disposición ¡una vida nueva y una relación eterna con Dios el Padre!

AYUDE A ALIVIAR EL DOLOR Y SUFRIMIENTO.
   Ahora que sea reconciliado con Dios, pídale a Jesús diariamente que lo use para divulgar y expandir el reino de sanidad, liberación y justicia de Dios en nuestro mundo. Lucas 4.18 Tenemos una promesa confiable de parte de Dios, por la cual, cuando la plenitud de su reino venga, “Él les enjuagara toda lagrima de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. Apocalipsis 21.4 
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 60 - 67