sábado, 21 de noviembre de 2020

EL ESPÍRITU DE OPRESIÓN. Parte III

Egoísmo

   La opresión también produce espíritu de egoísmo. Si una persona oprimida que jamás tuvo nada, de repente logra tener algo, se aferrará a ello con todas sus fuerzas. Así es que la opresión promueve el egoísmo, y es por ello que las personas oprimidas pueden llegar a ser muy peligrosas. Porque si llegan a ocupar una posición de poder, habrá problemas para todos. La opresión alimenta la codicia.

   Cuando los oprimidos en su mente reciben algo que jamás tuvieron antes, lo protegen. Lo encierran con una muralla y ponen una cerca de alambres de púa. Si uno entra en su pequeño mundo, intentarán destruir al "invasor". La codicia genera más codicia. "Las cosas" comienzan a representar un falso prestigio y poder, y quienes amenazan la acumulación son vistos como una peste que hay que eliminar. Si no me cree, vea la historia del mundo: hay países que han ido a la guerra por un pedazo de tierra.

   El espíritu del egoísmo también se manifiesta en la actitud de gratificación inmediata. Es el deseo de obtener placer y satisfacción al instante. La opresión hace que el símbolo del opresor sea el objeto que el oprimido persigue, a costa del desarrollo, el crecimiento personal y la madurez.

Falta da creatividad

   Uno de los aspectos más terribles de la opresión humana es el pensamiento falto de creatividad que resulta de esta. El espíritu de irresponsabilidad que causa la opresión, trae como resultado falta de creatividad. Si toda su vida le han dicho qué hacer, ya no utilizará su mente.

   Los opresores no quieren que los oprimidos piensen por sí mismos. Así que los mantienen en la ignorancia, y hacen todo lo posible por evitar que puedan acceder a una buena educación. El opresor no quiere que el oprimido pueda expandir su mente y acceder al conocimiento. La ignorancia otorga y mantiene el poder de la opresión, por lo que se la utiliza como herramienta.

   Cuando las cosas se ponen difíciles, nuestros cerebros deberían comenzar a funcionar más activamente, para recurrir a la creatividad. Entonces es que logramos ver cómo traeremos comida a la mesa. Pero si nunca tenemos que hacer cálculos, nuestro cerebro se cerrará. Y es en estos momentos en que los que piensan libremente comienzan a coser, a cocinar, a vender tortas. Siempre harán algo. Dios nos hace industriosos cuando retira la plataforma del Faraón de  debajo de nuestros pies. Dios quiere que seamos creativos. Cuando somos liberados, nos dará una revelación de cuán creativos podemos ser. Es decir, Dios podrá hacer que se corte la electricidad, para que recordemos cómo encender un fuego y cocinar sobre el mismo. Mucha gente se molesta si intenta encender la hornalla de gas y esta no funciona. En lugar de enojarse, intente pensar. Piense durante un momento, cada vez que surja un problema. Corte leña, encienda un fósforo e inténtelo nuevamente. Utilice su cerebro. Sea responsable.

   Si pierde su casa, no se siente y comience a llorar. No tenía casa antes de tener la que perdió, ¿verdad? Alquile otra casa. Comience de nuevo, haga algo. No tire la toalla, no diga: "Ya está. Aquí termina todo". Muchas personas andan sin rumbo luego de ser liberadas. Dios nos ha dado cerebros fantásticos, así que seamos creativos. Al liberarnos, Dios permitirá que se nos presenten desafíos para que Él pueda reactivar nuestra creatividad, nuestra iniciativa y potencial intelectual. La opresión destruye la creatividad y genera dependencia.

   Dios le ha dado la capacidad de enfrentar efectivamente todo lo que se le oponga en el camino. Por eso, Pablo escribe:

   "Pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (l Corintios 10:13).

   Pablo quizá haya crecido en uno de los hogares mejor provistos en su época. Era ciudadano romano, judío de raza. Era doctorado en leyes y teología, y había estudiado en la mejor escuela, había ocupado un puesto importante en el gobierno hebreo.

   Luego un día Dios le quitó la alfombra de debajo de los pies. De repente ya no tenía hogar ni empleo, y había perdido a sus encumbrados amigos. Pero se sentía bien porque también había alcanzado la libertad. "Sé lo que es pasar necesidad, y también sé lo que es tener mucho -les escribió a los miembros de una de las muchas iglesias que había iniciado- o  En todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:12-13).

   Pablo era un opresor que en su liberación descubrió cuán oprimido había estado en verdad. Así que, después de su liberación, tuvo que cambiar su forma de pensar. Y si él pudo lograrlo, usted también puede. De repente su salario dependía de Dios, y nada más que de Dios. Tenía una buena educación, pero los guardianes del templo no querían a un cristiano converso como Pablo. Así que un día se le ocurrió una idea: carpas. Pablo recordó que sabía cómo hacer carpas. Y eso es lo que hizo para poder vivir y mantenerse.

   Dios no permitirá que usted sea tentado más allá de lo que pueda soportar. Y aún si comete usted un error, Dios ya sabía que lo haría, antes de que eso sucediera. Pero también sabía que le había dado la capacidad de salir del error en que se metió. Pablo cometió errores, pero también pudo salir de ellos. Usted también podrá hacerlo.

   Algunas personas han sido liberadas, pero siguen luchando contra la opresión y necesitan que se les enseñe cómo hacer todo. Su nivel de creatividad es tan bajo que no pueden tomar una indicación y llevarla a la práctica dependiendo de sus propios recursos.

   La persona oprimida que no tiene creatividad quizá pueda comprar tierra, pero no sabrá cómo usarla. Así que viene alguien y le compra la tierra, por cincuenta mil dólares. Oh, cuánto dinero, piensa el vendedor. Ahora, el hombre de Idaho cultiva papas, y la tierra crece en valor, hasta llegar a los quince millones de dólares. El oprimido no fue lo suficientemente creativo como para ver más allá de los cincuenta mil, así que los toma y deja que el pensador con mente de administrador acuñe el nuevo valor del terreno.

   El espíritu de la irresponsabilidad siempre dice: "No se puede. Nadie lo hizo antes. No podemos hacerlo. Esto no es posible". Pero el espíritu administrador de la responsabilidad sabe que todo es posible. El espíritu de la responsabilidad sabe que siempre hay una manera para lograr cualquier cosa que sea.

   A veces le pedimos a Dios que arregle algo, pero Dios quiere que utilicemos nuestro cerebro para que nos maximicemos: "¡Oye! -nos dice EI-. Te he dado un cerebro con diez mil millones de células. Te he dado imaginación. Te he dado conocimiento. Te he dado sabiduría. Te he dado entendimiento. Te he dado previsión. Te he dado retrospectiva. Te he dado la vista. ¿Por qué siguen viniendo a mí para que arregle las cosas? ¡Arréglalas tú! Utiliza tu capacidad de libre pensamiento. ¡Piensa ya!"

   El Espíritu Santo trabajará con el espíritu humano como miembro de este nuevo equipo de administración de la creación de Dios. Por eso se le llama el paracleto. Paracleto es "quien viene junto a ayudar". No ocupa nuestro lugar ni se hace cargo del negocio, no anda haciéndose cargo de nuestro hogar o de nuestros sueños. Viene a ayudar a que sucedan las cosas, para que sepamos administrar, porque Él es el Asistente ¡Espera usted a Dios? 

   Quizás su espíritu Santo lo espera a usted. Es su asistente. Pero no puede ayudar a quien no hace nada, claro. Recuerde la sabiduría de Cristo al reconocer los recursos y al sirviente que administraba bien, en la parábola de los talentos. Los pájaros y las flores nos enseñan el amor de Dios, y la confianza de la fe. Su parábola nos enseña que tenemos recursos desconocidos dentro de nosotros que Dios quiere que reconozcamos y desarrollemos. Así que comience a pensar como administrador, hoy mismo. ¿Qué puede hacer hoy para mejorar su situación? El Espíritu Santo lo ayudará cuando decida levantarse y ponerse en movimiento.

Desconfianza

   Cuando las personas han vivido bajo la presión, aprenden a desconfiar de sus hermanos a causa del espíritu de la supervivencia. El espíritu de la opresión y la esclavitud también produce celos, desconfianza, sospecha y odio. Cuando uno vive oprimido, lo único que quiere es sobrevivir ese día. Utilizará a quien sea para poder sobrevivir con un poco más de comodidad. Es por eso que quienes han vivido oprimidos suelen pelear entre sí. No hay confianza mutua, especialmente si uno de ellos comienza a avanzar. Temen un nuevo juego de poder, así que se unen para derrocar el éxito de cualquiera de sus hermanos.

Falta da iniciativa

   A causa de los efectos restrictivos e inhibitorios de la opresión, la tendencia de esta condición, por supuesto, elimina la iniciativa. Es esta iniciativa la que le haría hacer cosas por sí mismo. La gente que ha vivido en opresión durante mucho tiempo casi no tiene impulso personal. Se les dice cuándo levantarse, cuándo salir, cuándo picar piedras, cuándo descansar, cuándo comer y beber, y cuándo detenerse. Luego se les dice que pueden ir al baño e ir a dormir. y luego, se les dice "¡Hora de levantarse! ¡Es hora de fabricar más ladrillos para el Faraón!"

   Cuando el oprimido obtiene su liberación sigue queriendo que alguien le diga qué hacer. Cuando Dios dice "ocupaos en vuestra salvación" (Filipenses 2:12), entran en pánico y se quejan: "Jesús, yo creí que tú lo harías por mí".

   Si un individuo que sigue sufriendo a causa del espíritu de opresión no recibe la oportunidad de desarrollar su potencial luego de su liberación, se convertirá en un parásito que espera que otros se responsabilicen por su vida. Jesús nos guía y nos dice cómo hacer las cosas. Pero nos da la responsabilidad de hacer lo nuestro.

    Así que si no oramos, si no leemos su palabra, si no permanecemos juntos, si no seguimos las instrucciones de Dios, leyendo buenos libros y escuchando buena música para edificamos, estaremos a la deriva. La opresión que instaló el egoísmo, el miedo, la holgazanería, la mala imagen y el odio por el trabajo, ha arruinado muchas vidas. Pero la buena noticia es que la irresponsabilidad puede revertirse. Dios quiere mejorar la capacidad del responsable y darle nueva capacidad a quien no tiene ninguna. Quiere convertir al mal administrador en bueno, y hacer que todos sus hijos sean adultos responsables. Necesitamos actuar según nuestra fe. Cuando nos acercamos a Cristo debemos resistirnos al pensamiento opresor de nuestro pasado, y decidir quitarnos de encima la holgazanería. Debemos decidir levantarnos más temprano para poder leer esos libros que siempre postergamos, o para poder salir a correr. Debemos decidir que nuestra mente y nuestro cuerpo vuelvan a estar en forma. Siempre podemos decidir levantarnos más temprano, orar un rato más, fortalecer nuestra relación con Dios. Cuando lo hacemos, el Espíritu Santo nos ayudará. Pero la decisión siempre dependerá de nosotros.

   Ahora, avancemos al capítulo seis para ver algunas de las lecciones que el pueblo hebreo nos enseña durante su estadía en el desierto.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 112a la 117 . 

sábado, 14 de noviembre de 2020

EL ESPÍRITU DE OPRESIÓN. Parte II

Opresión y liberación: la mente en guerra

   Lo mismo sucede espiritualmente, después de que se liberan del pecado. Ven a alguien con quien solían andar o drogarse, y sienten miedo porque piensan que podrían caer en la debilidad de volver a estar con esta gente. A veces se resisten a los nuevos líderes de la iglesia y no quieren realizar tareas de voluntariado. Es por esto que Pablo le escribió a Timoteo: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder; de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7). Dios no le ha dado al creyente espíritu de miedo, sino de fe. 

   Una vez que nos sometemos a la tarea redentora de Dios en Cristo Jesús, necesitamos aceptar que anteriormente vivíamos en opresión. Como la liberación no implica libertad, debemos también embarcarnos en la aventura de aprender a caminar en la responsabilidad que en verdad nos haga libres. Como veremos en los capítulos que siguen, el desierto es el lugar donde nos preparamos para la libertad, aunque hay muchos que mueren allí sin llegar a ser libres.

   Este espíritu de opresión en el ambiente de la iglesia es fatal, porque impide que la gente haga aquello para lo que Dios los creó. Temen salir al nuevo territorio, el territorio que les traerá la libertad. y a menos que la revelación le haga cambiar de idea, el nuevo creyente, cuando se ve libertado del pecado, seguirá haciendo lo mismo que hacía antes, porque el pecado lo ha condicionado. Este es el poder de la opresión. El hombre que es liberado teme ser productivo porque tiene miedo de pasar las barreras que lo limitaban durante su opresión.

Baja autoestima

   La baja autoestima es otro de los efectos de vivir en opresión. SI alguien ha vivido oprimido comienza a pensar que no puede salir del pozo, porque allí está su lugar. Si se le invita a salir, dará una cantidad de razones por las que no puede hacerlo, porque no le corresponde.

   He observado este sentimiento de baja autoestima en muchas personas de mi país, de las Bahamas y de muchas otras naciones. La gente puede vivir oprimida por la ley, por un régimen político  por sus padres. Luego, cuando logran cierto grado de liberación, aún deben luchar con su espíritu de baja autoestima. Si uno los invita a un lugar bello, suelen responder: "Está bien, no hace falta que me invites Si uno les compra algo lindo, dicen que no hacía falta. Intentaran devolverlo. Y si uno logra que lo reciban, se disculpan por haberlo aceptado.

  Si la persona oprimida va a un palacio donde le sirven caviar, no lo comerá. Estará demasiado ocupada observando los tenedores de oro y los lujosos manteles. No cree que pueda comer algo tan rico, porque no cree merecerlo.

   El hombre libre y confiado en sí mismo quizá utilice su mejor porcelana todos los días. Pero el oprimido que nunca tuvo nada, no lo hará: guardará la porcelana en al armario. Le resulta difícil creer que tenga valor así que todo lo valioso le parecerá demasiado. Lo desafío a sacar los platos del juego de porcelana y a utilizarlos todos los días. ¿Por qué? Porque lo merece, nada más.

   Hace unos años le dije a mi esposa que nuestros hijos utilizarían todo. ¿Por qué? Porque no quería que los niños vieran los platos de porcelana creyendo que eran demasiado valiosos como para que los usaran. Ese es el pensamiento del oprimido. El rey no pone su copa de oro en el armario para utilizar una de plástico. Dice: "Soy un rey. Merezco la copa de oro".

   Esto puede parecer un asunto menor, pero no lo es, porque quizás no se sienta usted del todo libre hasta haber utilizado su mejor vajilla. Quizá no se sienta libre hasta haber puesto la ensalada en la fuente de cristal, para que sus hijos usen los cubiertos de plata, todos los días. Hágalo, use su mejor juego de porcelana. No está reservado para que lo use el príncipe de Francia. Úselo usted. Usted es el príncipe. ¿Hay habitaciones en su casa que no se utilizan? ¿Para quién las reserva? Camine sobre la alfombra. Siéntese en esas sillas. Gástelas, y Dios le proveerá otras. No se endeuda causando presión a su familia, pero si el Señor lo bendice, aprecie las bendiciones y disfrute de los beneficios.

   El opresor nunca permitirá que los oprimidos se igualen con él, porque esto minimiza su superioridad, la misma que utilizó para oprimir a otros. Debe reducirlos a menos de lo que son para justificar su opresión. Por ello los oprimidos no se estiman a sí mismos, porque no creen merecer nada bueno.

   La baja autoestima los persigue porque el opresor les hizo pensar que eran pequeños e insignificantes.

Pobre imagen de sí mismo

   Este también es uno de los frutos de la opresión. Hay personas a quienes se les ha dicho durante toda su vida que no valen nada, que jamás llegarán a nada. Y, por supuesto, llegan a creerlo. Y una vez que lo creen comienzan los problemas porque hace falta una generación entera para borrar este espíritu de la pobre imagen de sí mismos, a menos que haya intervención divina.

  Es importante recordar que todos los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y que por ello somos del mismo valor.

   Nadie puede hacernos humanos. Todos nacimos humanos. Así que nadie tiene derecho a asignarnos un valor o a desvalorizarnos. El valor humano no depende de lo que otros piensen de nosotros. Es inherente a lo que somos, a causa de la creación de Dios.

   El valor del anillo de oro que llevo en el dedo no se ve determinado por lo que usted piense de él. Quizá diga usted que el anillo es estúpido, o que no vale nada, pero seguirá siendo de oro. Quizá diga usted que es de plástico, pero sigue siendo de oro. Quizá diga usted que es feo, pero sigue siendo de oro. Lo que usted piense no tiene nada que ver con lo que en realidad es.

   Los derechos civiles pueden hacer que yo siga llevando el anillo, aunque el valor de la cosa siga en disputa. No confunda los derechos civiles con los humanos. En los Estados Unidos Martin Luther King, Jr. fue un liberador, pero la libertad para la que él abrió el derecho legal, todavía no es del todo entendida. Mi país se independizó de la corona británica en 1973, y recién hace poco hemos comenzado a entender la libertad nacional que nos permite pensar y trabajar como nación libre. Al principio hubo desfiles y algarabía, como sucedió con Miriam y los israelitas del otro lado del Mar Rojo. Pero cuando dejó de sonar la música, vimos cuánto había que aprender antes de llegar a ser libres de verdad. Necesitábamos educación y capacitación para prepararnos para ejercer la autoridad.

   Tuve el privilegio de trabajar durante un tiempo como asistente del Secretario de Educación del gobierno de mi país, y pude participar de muchos de nuestros nuevos programas de educación. El tema principal no son los derechos civiles, aunque son importantes, claro. El tema principal son los derechos humanos. Son los derechos humanos, y no los civiles, los que hacen libres a las personas. Podría yo darle a usted permiso para votar, y aun así seguir considerándolo inferior e inhumano.

   Su valor no se determina por lo que otros piensen de usted. Se determina por su origen, y usted vino de Dios. Fue creado a la imagen de Dios.

 Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 109 a la 112.

sábado, 7 de noviembre de 2020

EL ESPÍRITU DE OPRESIÓN. Parte I

  Despierten! despierten, esclavos! Son las 04:30, hora de levantarse. ¡Tú! Tienes el privilegio de ayudar a tus sucios amigos a levantar el pilar del Faraón, así que levanta tu inmunda carcasa y ve a ver al capataz, o te ayudaré con el látigo.

   Ha de haber sido así la vida en Egipto, mientras Israel vivía en la esclavitud. La única forma de que los capataces hicieran trabajar a los esclavos era mediante el uso del látigo. Los bueyes no tenían tiempo de ducharse o lavarse los dientes, así que los esclavos tampoco lo tenía: eran solo simples bestias de carga para el Faraón y sus malvados capataces. ¿Puede usted imaginar lo que habría sido despertar con un latigazo?

   Una vez despiertos, los israelitas eran llevados al campo, a latigazos. Allí pasaban el día entero, agachados, haciendo ladrillos de barro y paja. Odiaban hacerlo. El trabajo aumentaba su odio hacia la esclavitud. Esta es la razón por la que los oprimidos conservan su actitud negativa hacia el trabajo, aún después de liberados. Le recuerda a la opresión. La gente que ha vivido en opresión o bajo el espíritu de la esclavitud, llega a odiar el trabajo. para que siguieran trabajando. Los capataces querían trabajo, no descanso.

   Los hijos de Israel sentían agotamiento, bajo el rayo del sol que los hacía sudar, y el esfuerzo les causaba dolor de espalda. Pero el látigo seguía pegando continuamente, para que siguieran trabajando: _ Sigan trabajando, miserables esclavos, o les daré algo que realmente les hará lamentarse.

   Dos nombres, un mismo enemigo: opresión irresponsabilidad

   Cuando la gente es oprimida -en cualquier época y en cualquier lugar- suele desarrollar un espíritu de irresponsabilidad y odio hacia el trabajo. Muchas personas cargan hoy el peso de su anterior opresión. El trabajo no se ve como oportunidad de glorificar a Dios y recibir su promoción; se ve como obligación, solo como medio para pagar las cuentas.

   Después de un tiempo los israelitas sentían que el trabajo era igual al dolor. Siempre se veía acompañado de presiones, desesperación y el látigo, que causaba dolor. Cuando finalmente fueron liberados, sintieron que su liberación equivalía a no tener que trabajar más, y se gozaron grandemente (Éxodo 15:1, 20). En su "retiro", pensaban: "¡Lo logramos! Por fin, retirados. ¡Pescar, dormir, jugar al golf y al tenis, ya no más trabajo!" Y es lo mismo que hoy piensan muchos. Históricamente, los pueblos que han sido oprimidos siempre sueñan con un cielo donde finalmente vivan en libertad. Algunos sueñan con ganar un millón de dólares para no tener que trabajar más. Si piensa de este modo y sí llega a obtener el dinero, probablemente Dios le quite el millón y lo mande de vuelta a trabajar. Porque el trabajo no es una maldición. Es lo primero que Dios le mandó hacer al hombre (ver Génesis 2:15).

   No odie el trabajo. Ámelo. Sienta pasión por lo que Dios le ha dado para hacer. Hágalo como lo hacía Jesús: "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" Juan 4:34).

  Cuando nuestro trabajo es tan importante como nuestras tres comidas diarias, nos convertimos en personas responsables. Cuando tienen que llamarnos para comer, estamos cerca del espíritu de responsabilidad. Pero si no puede usted esperar hasta que sea la hora del almuerzo tiene el espíritu equivocado. Si comienza a trabajar a las 09:00 y no puede esperar a la hora del café de media mañana, es que no tiene el espíritu que corresponde. SI alarga su descanso y lee el diario hasta la hora del almuerzo, tiene el espíritu del esclavo.

   La gente que odia el trabajo no sabe administrar su tiempo. Se irrita y depnme cuando tiene tiempo libre, porque el tiempo exige la responsabilidad de decidir cómo utilizarlo. Les gusta cuando otros les dicen qué hacer, porque tienen mentalidad de esclavos. Y como nada de lo que hace un esclavo es para su propio bien, los que han vivido oprimidos durante años no saben ser productivos.

   La mayoría de los países en desarrollo y del Tercer Mundo sufren por esto.

  ¿Sabe usted cómo se mide la prosperidad de un país? Se mide según el producto Bruto Interno (PBl). La riqueza de un país no se mide por cuanto dinero haya en el tesoro, sino por cuánto produce su pueblo.

  Cuando la mayor parte del pueblo ha vivido bajo el látigo de la pobreza y la opresión, la productividad se ve afectada y el país sigue siendo pobre. El PBl representa la productividad colectiva de la ciudadanía.

   La opresión produce holgazanería

    La holgazanería es otro de los efectos de la opresión. La gente que ha vivido oprimida sufre de holgazanería, porque para ellos el trabajo equivale a sufrimiento y dolor. Si uno ha vivido obligado a realizar una tarea durante toda su vida, como sucedió con Israel, al ser liberado de esta obligación esa persona dejará de hacer lo que antes se veía obligado a cumplirla. Los Israelitas hacían su trabajo veinticuatro horas al día, porque los obligaban. Es posible que las tareas necesarias y constructivas como la limpieza de la casa, la jardinería y la higiene personal, se vuelvan odiosas si se hacen como trabajo forzado. Y aun cuando a esta persona ya no se le obligue a hacer esta tarea, seguirá siendo una actividad que intente evitar. .Este tipo de holgazanería es producto de la opresión. La gente no quiere ser holgazana, pero se vuelve holgazana a causa de haber sido cosa administrada y no agente administrador. Pierden la energía y el entusiasmo a causa de la opresión que les impidió ser productivos por propia voluntad. La opresión condiciona a la gente de manera tal que la holgazanería y la improductividad se vuelve su estilo de vida. La falta de motivación e iniciativa es entonces su motor.

   En Egipto los hijos de Israel no necesitaban ir en busca de alimentos. No tenían que comprar casas. Ni tenían que encontrar agua o ropa. No necesitaban buscar nada, porque el Faraón les daba todo esto. El opresor le da todo al oprimido, para proteger y mantener su inversión. Cuando Moisés finalmente los sacó de Egipto, a pocas semanas de estar en el desierto comenzaron a murmurar y a enojarse. ¿Cuál era su queja? No tenían comida. No tenían agua. Y se quejaban ante Moisés:

 "Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud" (Éxodo 16:3).

   Los israelitas sentían que vivir durante un tiempo sin comida era un intento premeditado para matarlos. ¿Por qué? Porque el oprimido rápidamente acusa cuando ya no recibe lo que se le daban gratis durante su opresión. No puede enfrentar las dificultades. No puede soportar que su bienestar se vea interrumpido. La opresión entonces, hace que la gente se vuelva holgazana.

El miedo

   La gente que ha vivido en opresión también siente mucho miedo. Siente miedo porque todo lo que ve le resulta doloroso. Todo lo que le sucede se ve como una conjunción de fuerzas que lo obligan a hacer lo que no desean. Así que evitan la responsabilidad, y viven con miedo.

   El miedo también viene de no saber qué es lo que nuestro opresor hará con nosotros. Cada vez que aparecían los soldados del Faraón, los israelitas comenzaban a temblar. Cada vez que veían un látigo, temblaban. Y este espíritu de miedo no los abandonó cuando dejaron Egipto. Siguieron andando en círculos en el desierto durante cuarenta años, en el área que vi desde mi avión cuando volaba de Israel a El Cairo, cuando podrían haber cruzado el desierto en un mes. El miedo los mantenía atados a ese lugar, sin que llegaran a Canaán, de la misma manera en que hoy hay millones de personas atadas a su propia opresión y pobreza.

   La gente oprimida tiene miedo de todo, y hasta de su propio pueblo. De tan solo pensar que alguien pueda tener poder sobre ellos, se les encoge el corazón, especialmente cuando piensan en quien estuvo oprimido igual que ellos.

   Con esto en mente, los oprimidos ven a sus empleadores como capataces blandiendo látigos. Así que les intimida su percepción del opresor, cuando ven entrar al jefe en su oficina. Cada vez que su jefe aparece, se sienten poco importantes ¿Qué es lo que está mal? Siguen viviendo con miedo, aunque vivan en libertad.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 105 a la 109.

martes, 27 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte III

Cinco principios da la mala administración
l-. El mal uso de los recursos.
   "Vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los OJOS, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomo de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella" (Génesis 3:6).


   Ante todo, observemos que en el Jardín del Edén, Adán y Eva abusaron del fruto del único árbol que Dios les había prohibido. Hicieron lo que no debían: lo comieron. Así que, fueron malos administradores. Cuando utilizamos mal los recursos, somos malos administradores.


   Si solamente comemos comida basura y metemos en nuestro cuerpo sustancias dañinas, estamos administrando mal el templo que Dios nos ha confiado. Y cuando lo hacemos, lo perdemos. La salud comienza a verse afectada, y el día en que planificamos celebrar nuestra boda, quizá nuestro prometido o prometida deba asistir a nuestro funeral. ¿Por qué? Porque el mal uso lleva a la mala administración.


2. Mala apropiación de los recursos. Descalificación y culpa.
¡Alguna vez has orado por algo que necesitaba, quizá dinero, y lo recibió? Quizás haya recibido un cheque inesperadamente, por algo que hizo hace cinco años. O quizá le dijo usted al Señor que necesitaba doscientos dólares para pagar algo, y el dinero llegó de alguna manera. Pero cuando llegó, aquello que debía usted pagar quedó en segundo plano. Repentinamente, otras cosas que usted quería hacer adquirieron Importancia, y utilizó mal el dinero. Este proceder respecto de cosas materiales -sea dinero, propiedades o personas- hace que seamos malos administradores de los recursos. Dios ya no confiará en nosotros. Y hasta tanto no pasemos el examen en Administración 1, no volverá a permitir que actuemos como malos administradores. El principio es: "Si administramos mal, perdemos". 

   Lo mismo sucede cuando pedimos prestado. ¿Alguna vez ha pedido dinero prestado para algo específico y luego lo utilizo para otras cosas, como compras o viajes? Si esto sucede, la próxima .vez que pida algo Dios recordará qué fue lo que hizo en dicha oportunidad.

   En este caso, su mal uso le pondrá en situación de soledad hasta que devuelva el dinero que pidió. 

   Cuando Adán y Eva desobedecieron el mandamiento de DIOS y utilizaron malos recursos que Dios les dio, quedaron descalificados. iLo despidieron de la empresa de Papá! Y si Papá nos despide, entonces SI que estamos en problemas.

   Cree usted que es posible que la administración efectiva sea más importante que la paternidad para Dios.? No sé qué. piensa usted, ?ero la idea está siempre dando vueltas en la cabeza. Adán fue hecho a. Imagen y semejanza de Dios. Era el "hijo" de Dios y, sin embargo, DIOS lo echó del Edén ¿Por qué? Por haber administrado mal la propiedad. de Dios. Da miedo pensarlo, pero ser hijo de Dios no significa que calificamos para recibir las bendiciones divinas. Sí somos aceptados en la familia, pero es nuestra capacidad como administradores de la casa de Dios lo que nos califica para recibir sus bendiciones. Si todo cristiano  tuviera garantía de éxito simplemente a causa de su conversión, veríamos los resultados.

   Todos tendríamos mucho y seríamos prósperos. Pero no es esto lo que sucede, y a mi entender, la clave está en la administración. No se preocupe, porque Dios le perdonará los episodios de mala administración, aunque no confiará nuevamente en usted de manera automática. Si ha pecado al administrar mal su tiempo con las personas equivocadas, o si ha dañado su cuerpo y su mente con sustancias corruptas, acérquese a Dios y pídale perdón, y El lo perdonara. pero querrá ver que usted crece en la sabiduría de lo alto antes de confiarle algo más. Si ha pecado con el dinero de Dios y lo ha gastado en ropa nueva en lugar de pagar el alquiler, Dios lo perdonará, pero no le dará mas dinero hasta tanto aprenda a pagar el alquiler como corresponde.

   Las personas que son disciplinadas en esto atraen a DIOS hacia ellos. Dios aumenta sus recursos dondequiera que vayan. ¿Por que? Les permite tener cosas porque no las usan mal. Él confía en estas personas. Jesús destacó la importancia de la administración como prerrequisito para la confianza al decir: "Los humildes heredarán la tierra". La palabra "humilde" denota autocontrol y autodisciplina. El resultado es el gobierno de la propiedad terrenal.

3. La responsabilidad de la administración no puede ser transferida.

   Este principio apunta al hecho de que porque respiramos, somos los responsables de la administración de nuestra vida. No podemos abdicar a nuestra responsabilidad y culpar a otros por lo que hacemos cada día. Cada vez que alguien intenta responsabilizar a otros por su vida, Dios literalmente le quita lo que tenía.

   Permítame mostrarle lo que quiero decir. Adán intentó transferir su responsabilidad a Eva. Nosotros hacemos lo mismo. Quizá vemos un programa de televisión y compramos lo que dicen las propagandas sobre perfumes, ropas, autos, zapatillas... La gente lo compra porque esto apela a su codicia y lujuria. Como resultado, compramos algo que no necesitamos. Cuando alguien nos pregunta por qué compramos dicho objeto, destacando su precio, respondemos: "Vi la propaganda en la TV y me pareció bueno".

   Cuando una persona se comporta de esta manera, está transfiriendo la responsabilidad de administrar su vida y sus recursos a una compañía que vive del mercadeo. Cuando se lo llama a rendir cuentas, la persona intenta evitar hacerse responsable de su irresponsabilidad. "Esta mujer -dice- saltó de la pantalla de la TY, me tomó del cuello, me arrastró a la tienda, me abofeteó varias veces para asegurarse de que yo quería comprar, ME OBLIGÓ a comprar y luego me llevó de vuelta a casa para decirme 'ahora, siéntete satisfecho'." Cuando la persona no está satisfecha y lamenta haber gastado el dinero, dice que no fue su culpa, sino culpa de la mujer del aviso de TV.

   Si no tenemos cuidado, los pobres -o aquellos a quienes llamamos pobres- pueden hacer que administremos irresponsablemente el dinero que Dios nos confía.

  Encontré a un hombre que mendigaba pidiendo dinero en una esquina. 

_ Oh, usted es pastor -dijo-o Sé que es un buen hombre de Dios, así que seguramente va a darme algo.

   Tenía unos veintinueve años, pero más bien parecía tener treinta y nueve, y hasta cuarenta y nueve. Lo conocía, porque habíamos estado juntos en la escuela.

_ Vamos, predicador -siguió diciendo - Eres un hombre de Dios. Sé que no puedes decir que no.

   Lo miré y pregunté:

- ¿Cuántos años tienes?

_ Me conoces, hombre. Sabes que íbamos juntos a la escuela.

_ Es cierto -dije- así que si te diera dinero, estaría empobreciéndote porque sería abusar de los recursos de Dios.

El hombre me miró, confundido, y dijo que no entendía lo que le decía. Así que le dije:

_ Sube a mi automóvil. Cuando vayamos a mi oficina, quiero que laves mi auto. Si lo haces bien, te pagaré por tu trabajo.

_ ¿Qué estás diciendo? -gritó asombrado- No te pedí trabajo ¡Quiero dinero!

- No. En nombre de Jesús, NO.

Se sintió tan aturdido que ni siquiera podía insultarme. Lo miré a los ojos y dije:

_ No necesitas dinero. Necesitas trabajar.

   Claro que no quería trabajar; quería manipularme para convencerme de que le diera dinero. Se fue. Si le hubiera dado al hombre parte de los recursos que Dios me confía, por cierto habría salido corriendo para financiar su estilo de vida irresponsable. y yo habría tenido la responsabilidad de contribuir a su condición.

   Debemos cuidarnos de no dejarnos manipular por otros, que apelan a nuestras emociones, porque eso podría llevarnos a administrar mal nuestro dinero. Quizá le estemos dando fondos a un drogadicto o a otras causas humanas que a Dios le desagradan. ¡Qué desperdicio y qué vergüenza! Ese joven tenía cerebro, talento, energía, dones y fuerza -lo sé porque lo conocía- pero no administraba bien lo que tenía. Si usted apoya y financia a un mal administrador, es cómplice de su necedad y puede formar parte de su pecado de mala administración.

   Nada me atrae más que la gente que se esfuerza. Cuando las personas se esfuerzan de veras, hacen que quiera meter la mano en el bolsillo para bendecirlas. El gran rey Salomón dijo en uno de sus proverbios: "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece" (Proverbios 10:4).

   Siento compasión por los verdaderamente pobres. Siempre estoy dispuesto a ayudarlos a salir de su situación. Pero cuando alguien es haragán e intenta obtener algo por no hacer nada, mi solidaridad desaparece instantáneamente.

   Somos llamados por Dios a trabajar, así que intento dar trabajo a quienes lo necesitan. Vea los que dice Pablo en referencia a las viudas de la iglesia en 1 Timoteo 5. Pablo era más duro que yo, aunque usted no lo crea: "Honra a las viudas que en verdad lo son (. .. ) Pero viudas más jóvenes no admitas" (vv. 3,11).

   Pablo le dice a Timoteo que cuide de las viudas que no tienen a nadie. Pero les dice a las viudas jóvenes que vuelvan a casarse, que cuiden de su casa y que trabajen (ver versículos 13-15).

- Ayúdame, he perdido mi empleo -podría haberle dicho una viuda a Pablo.

- Bien, permíteme presentarte a Orfeo, que quizá conozca a alguien que pueda darte otro empleo -responde Pablo- y si eso no resulta, puedes limpiar mi casa

- ¡No soy mucama de nadie! -grita ella, y se aleja furiosa

- Entonces no querrás bendiciones -dice el apóstol para sí.

   Esto puede sonar muy duro. Pero no podemos transferir la responsabilidad de la administración a los demás, aún si nuestra situación es tan desafortunada como la de la joven viuda. Usted, y solamente usted, es responsable de administrar lo suyo. Dios le dará la oportunidad, pero usted debe recibirla. Fue creado para administrar con efectividad su intelecto, su cuerpo, mente, creatividad, tiempo y relaciones.

4. Todo lo que administremos mal, lo perderemos.

   Este principio de la mala administración es el que subyace a las palabras más tristes de las Escrituras: "Y lo sacó Jehová del huerto del Edén" (Génesis 3:23).

   Cuando Adán administró mal su trabajo en el jardín, no solo perdió su empleo, sino también su hogar. Fue echado del jardín. ¿A quién le había dado Dios el jardín? Al hombre. ¿Quién le quitó el jardín al hombre? Dios. ¿Quién lo echó? Dios. Entendamos esto. No fue el diablo quien echó a Adán del jardín, sino Dios.

    De hecho, Dios toma tan en serio la administración, que hasta puede asignar ángeles para que protejan su propiedad de los malos administradores. Es lo que hizo con Adán, así que ¿por que no habría de hacerlo con usted?

   "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3.24).

   Dios no malgasta su propiedad. Aparentemente valora tanto lo que posee, que utiliza a los ángeles para protegerla de quien haga abusos. ángeles con espadas encendidas pueden proteger negocios o ministerios mal administrados en este momento, a causa de la necedad de quienes los utilizaron mal.

   Dios inteligentemente usa sus recursos al máximo, y espera lo mismo del hombre. ¿Qué instrucciones les dio Jesús a sus discípulos después de alimentar a los cinco mil? "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulo: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada" Juan 6:12).

   Jesús dijo: "Levanten las migas, para que no se pierda. Porque a Dios no le gusta el desperdicio ni la mala administración. Jesús tenía mentalidad de buen administrador. Detestaba el despilfarro. Si quiere usted atraer mucho, sepa administrar lo poco.

5. La mala administración puede ser "personal", pero nunca es "privada"

   Este quinto principio de la mala administración nos dicen: que cuando administramos mal, no somos los únicos afectados. Adán administró mal una sola cosa: a sí mismo. Lo hizo personalmente, pero por cierto no fue un hecho privado, porque su pecado ha afectado .a todos los hombres y las mujeres de la Tierra. A causa de Adán, Moisés nos dice: "[Dios] que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación" (Éxodo 34:7).

   y Pablo escribe: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). 

   Hay una ley muy reveladora en materia de economía, que dice que uno puede saber que hay mala administración en una nación cuando el pueblo tiene que pagar más impuestos. Cuando hay corrupción en los altos puestos, o cuando hay mala administración en el gobierno, eses el pueblo el que debe pagar por ello. Esto demuestra claramente que la gente paga públicamente por la mala administración personal y privada.

   Llevemos esto al lugar en donde vive usted. Digamos que se trae a casa una herramienta del trabajo. Es una empresa grande. No se darán cuenta. Tienen doscientas de estas abrochadoras, piensa usted. Pero si hay diez ladrones -como usted- y todos deciden robar "en privado" -como usted- faltarán diez abrochadoras. Ninguno de los diez sabe que los otros nueve hacen lo mismo.

   Bien, piensa usted que se ha salido con la suya. Ahora se lleva a casa papel, unas cien hojas en blanco. No hay problema, porque hay diez mil hojas de papel. Pero hay otros cien empleados que hacen lo mismo. y la compañía entonces ve que sus ganancias son gastadas en la desaparición no autorizada de material de trabajo.

   Así que al año siguiente, el jefe dice: "El año pasado perdimos dinero porque hubo que reponer cien abrochadoras, unas cien mil hojas de papel y unos quince mil broches. Así que este año tendremos que despedir a tres personas. Usted, usted y usted. Además, no habrá bonos este año. Y tampoco podremos dar aumentos de salario. Vamos a congelar los aumentos durante los próximos treinta años hasta que la empresa salga del rojo y vuelva a estar en la columna de las cifras positivas".

   Ahora, sus actos "privados" han dejado sin empleo a tres personas. La empresa ha redirigido su inversión y no compra material porque ahora es más pequeña. Las empresas que le proveían papel ya no ganan tanto, y por ello también deben despedir empleados. Su robo ha contribuido a que toda esa gente perdiera su empleo. 

    y llevemos esto a un extremo aún más alto. Como esta gente ha sido despedida a causa de recortes empresariales, y no puede encontrar empleo, deciden entrar a robar en su casa. Ahora hay un problema de delincuencia, gracias a que usted robó la abrochadora y el papel. El gobierno tiene que tomar más policías, y todos tienen que pagar más cajeros y empleados devenidos en ladrones, no hay lugar en la prisión, así que hace falta más dinero para construir otra prisión. ¿De dónde viene ese dinero? ¡De usted! ¿De dónde más? Cuando se construye la nueva prisión, hacen falta guardias, administradores, alimentos y cocineros para los prisioneros. Así que los impuestos deben aumentar.

   ¿Comprende lo que quiero decir? El ciclo de la mala administración que se inició con el robo de una abrochadora no termina nunca. Del mismo modo, la corrupción y malversación de dinero de uno -o de veinte- de los funcionarios del gobierno, llega a esclavizar al pueblo. El Tercer Mundo sufre a causa de estos pecados "privados". La mala administración puede ser personal, pero nunca es privada, porque afecta a todos. Puede usted malversar su propio cuerpo personalmente, durmiendo con alguien "en secreto". No hay problema. Pasó un buen momento y nadie se entera. ¿Verdad? ¡No es cierto! Porque un día de repente observa que tiene una herida en la nariz. El médico le dice que tiene una pequeña infección, así que se hace unos análisis y resulta que está infectado con VIH.


- ¿Es usted casado? -pregunta el médico-o Traiga a su esposa mañana mismo.

   Así que usted lleva a su esposa porque está embarazada, y ahora tiene una esposa y un hijo con VIH. Su pecado personal no es asunto privado.

- ¡Pero sí era algo privado, Dios' No, no lo era. Y a causa de su irresponsabilidad habrá generaciones contaminadas por su malversación privada.

   Piense en los recursos que Dios le ha dado. ¿Siguen en su posesión pero fuera de lugar? Encienda las luces de su matrimonio, de sus hijos, de su trabajo, de su casa y de su auto, y comience a pensar de manera organizada. Confiese ahora mismo: "Padre Celestial, me llama a reflexión esta realidad, así que por favor ayúdame a ser mejor administrador. Prometo administrar las cosas mejor, desde hoy en adelante".

   Avancemos en la historia de redención que la Biblia nos presenta, para aprender de los hijos de Israel. Su peregrinaje de la opresión hacia la libertad tiene muchas lecciones de las que podemos aprender. Fue su Lucha con respecto al tema de la administración lo que hizo que no pudieran llegar pronto a la Tierra Prometida.

PRINCIPIOS DE LA ADMINISTRACIÓN

1. Dios es el Creador de todo (la administración no implica posesión).

2 Dios organizó antes de efectuar su mejor creación (el orden y la organización son el cimiento de la administración).

3 Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra).

4 Dios dio indicaciones e instrucciones claras (debemos entender la tarea y las instrucciones).

PRINCIPIOS DE LA MALA ADMINISTRACIÓN

1. Malversación de recursos, que resulta en mala administración.

2. Inadecuada apropiación de recursos, que resulta en descalificación y culpa.

3. La responsabilidad de la administración es intransferible.

4. Lo que se administra mal, se pierde.

5. La malversación puede ser "personal", pero nunca es "privada".


Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 95 a la 103

domingo, 18 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte II

 El pecado es producto de la mala administración.
   Si el propósito fundamental de Dios para el hombre es la administración, el problema fundamental del hombre es la mala administración. Es así. ¿Por qué viven en la pobreza las tres cuartas partes de la población mundial? ¿Por qué le cuesta a usted tanto lograr que su salario le rinda, y por qué le es tan difícil conservar su empleo? Si es dueño de su negocio, ¿por qué son tan difíciles las cosas? ¿Por qué es que la gente no tiene el dinero como para comprar el producto que usted vende?

   La respuesta es la misma para todos los casos: mala administración. Cuando uno mira las Escrituras bajo la perspectiva de la administración, ve que el problema número uno no es el pecado, sino la mala administración. El pecado es resultado de la mala administración de Adán. Permítame mostrarle lo que digo.

   El pecado entró en la humanidad a causa de la mala administración. Porque el primer hombre recibió de Dios el encargo de cuidar del jardín, y literalmente, liquidó la empresa vendiéndosela a un postor ilegal: el diablo. Adán hizo el peor negocio. Y a causa de su mala administración el pecado y toda su destrucción llegó a la Tierra para actuar a sus anchas.

   La orden que Dios le dio a Adán era: "Domina la tierra y todo lo que hay sobre ella". Dominar significa "gobernar, controlar, cultivar, ordenar". En esencia, Dios le dio a Adán el contrato de administración sobre la Tierra. Adán era el administrador, o el mayordomo, para utilizar los términos que encontramos en las Escrituras.

   Si Adán hubiera administrado bien, la humanidad habría seguido siendo lo que era. Pero Adán no administró bien. y desde que abandonó su compromiso como administrador, la humanidad entera ha seguido sus pasos como administradores incompetentes. Hemos administrado tan mal el ambiente que tenemos lagos y ríos contaminados. El aire también está contaminado. Hemos envenenado a los peces de los ríos y mares con plomo y otras toxinas, y a veces matamos nuestro ganado con envenenamientos "accidentales". Hemos administrado tan mallas cosas que nuestras acciones nos están matando. La codicia ha obnubilado nuestro sentido común. El hombre, en su condición de caído, prefiere forrar sus bolsillos con dinero en lugar de mantener seguro su ambiente. Dios ha intentado reinstaurar su perspectiva de administración, desde que la perdimos en Génesis 3.

   La humanidad fue creada para administrar, pero hoy somos expertos en la mala administración. Es por ello que hoy nuestros países del Tercer Mundo tienen tantos problemas. Muchos líderes del Tercer Mundo están a cargo de países ricos en recursos naturales, pero la gente sigue siendo pobre a causa de la mala administración. Cuando las personas administran mal, Dios protege sus recursos.

   Cada vez que gastamos un dólar sin tomar conciencia del valor de ese dólar, Dios nos quitará el control de otro dólar. Creo que Dios es austero y que cada vez que gastamos dinero en algo por lo que no hay valor justificado ante Dios, le estamos dando el derecho de quitarnos ese dinero. Lo sé por experiencia propia.

   Y le diré que Dios lo bendecirá financieramente si está usted en el centro de su voluntad, administrando con sabiduría los recursos que Él  le da. La gente se sorprende ante las instalaciones multimillonarias que Él nos ha permitido construir en Nassau, Bahamas. Si yo utilizara mal la provisión designada para el edificio, la televisión o el uso, seguramente Él encontraría a alguien más a quien bendecir. Nos quitaría los dólares de nuestro ministerio para dárselos a otra persona. Por eso es que la gente que administra mal siempre sigue siendo pobre.

   Muchos gobiernos y las naciones gobernadas por ellos, viven en la pobreza a causa de la mala administración. Haití es la república más antigua en el Caribe, y fue el primer país en independizarse. Sin embargo, sigue siendo el país más pobre de la región.

   Trinidad tiene petróleo, Jamaica tiene bauxita y Guyana y Nigeria son ricos en oro. Sin embargo, cada uno de estos países pide dinero prestado y es víctima del Fondo Monetario Internacional. ¿Por qué? A causa de la codicia, las prioridades equivocadas, la mala administración, la ambición distorsionada y personal.

   Dios creó todo y no quiere que lo administremos mal. Preservará su creación de la gente que no administra con sabiduría los recursos que les confía.

   Algunas personas tienen tanto dinero que jamás llegarán a gastarlo mientras vivan. Supe de un jugador de béisbol que recibió un contrato de noventa y un millones de dólares por jugar durante cinco años pegándole a una pelota con un palo de madera. No podría yo festejar ese anuncio porque pienso en los millones de personas que necesitan esos millones. Y estoy seguro de que a Dios tampoco le entusiasma la idea. No es de extrañar que Dios permita que la Tierra sufra tribulación. No es de extrañar que haya tanta tensión, crimen y dificultades. Es porque la Tierra y sus recursos son mal administrados.

   Los pobres de esta Tierra merecen una vida mejor. Pero Dios solo le dará a la gente lo que no sea malgastado. La gente que tiene mucho, obtiene más porque administra bien, y el pobre que es pobre por haraganería o mala administración, probablemente siempre sienta celos o envidia. Estos principios de mala administración son eternos. Si no los aprendemos, los resultados y las consecuencias serán evidentes.

   Siempre seguiremos en la pobreza y la depresión. Siempre viviremos como mendigos, por debajo de nuestros privilegios.

    Ahora que hemos definido el problema, veamos en mayor detalle algunos de los principios de la mala administración que aparecen en Génesis. Toda persona con mentalidad de buen administrador querrá evitar estos principios.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 92 a la 95

jueves, 8 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte I

   En este capítulo veremos algunos de los principales aspectos de la administración y de la mala administración, que nos permitirán estudiar en mayor profundidad lo que presentamos en el capítulo 2. Nada enoja más al dueño de una empresa que el hecho de que un gerente piense que la compañía y sus recursos le pertenecen. Así que comenzaremos en principio con las realidades irresponsables de la mala administración. Si quiere usted que lo despidan pronto de un empleo, haga lo siguiente: compórtese como si fuera el dueño de todo. Llévese los papeles y los clips a casa cuando quiera. Llévese la computadora para que su hija haga la tarea de la escuela. "Tome prestada" la máquina de fax durante algunas semanas. Actúe como si fuera el dueño de todo y vea qué sucede. Lo despedirán tan rápido que no sabrá qué ha sucedido.

  El propietario puede llevarse lo que quiera de la oficina, en el momento en que lo desee, porque es el dueño de todo. Pero el gerente no puede hacerlo. Así que si administra mal usted los recursos del derecho de encontrar sus pertenencias en todo momento, no importa dónde los ponga usted. En esencia, el gerente responde ante el propietario. Los administradores deben ser fieles a su jefe.

Marcar el reloj de Dios.

   En el esquema integral de la vida, Dios es dueño de sus recursos, de la Tierra y de todo lo que hay en ella. Si administramos mal los recursos, Él nos despedirá y se los confiará a otro.


   Jesús nos dio un excelente ejemplo de esto en su parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). En esta enseñanza, un amo deja parte de sus recursos -en este caso, dinero llamado "talentos"- a sus sirvientes, para que los inviertan mientras él está ausente. Cuando regresa, les pide a sus sirvientes que rindan cuenta por los recursos que dejó a su cuidado. El sirviente a quien le había dado dos talentos, los multiplicó obteniendo el doble: cuatro talentos. Y el que recibió cinco, obtuvo diez. Pero el sirviente que recibió un solo talento, lo administró mal. Lo enterró y no ganó intereses por ese dinero. Su amo entonces ordenó: "Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos" (Mateo 25:28).


   El amo podía decidir qué hacer, porque los sirvientes estaban administrando sus talentos. Cuando el tercer sirviente administró mal, el amo le quitó lo que le había confiado. Veamos cuatro principios de la administración que podemos extraer de esta importante enseñanza de Cristo.


Los cuatro principios da la administración

1. Dios creó todo (la administración no implica posesión)

   "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Ante todo debemos entender que Dios creó todo, y es dueño de todo. Él tiene derecho sobre todo lo que existe y por ello puede dar o quitar, a quién quiera y cuándo quiera. Quienes lo seguimos no tenemos derecho a reclamar posesión de nada. Cuando creemos que obtenemos algo gracias a nuestro propio ingenio, Dios enseguida hace modificaciones a su plan de inversión. Dios es el dueño, y nosotros administramos. Por eso, mientras administremos mal los recursos que se nos confían Dios Creador y Dueño de todo, no nos dará sus recursos. "

2. Dios organizó antes de dar lo mejor de sí (orden y organización: los cimientos de la administración)

   "La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Génesis 1:2).

   En esta segunda oración de la revelación bíblica sobre el origen de la Tierra y del hombre, las Escrituras dicen que la Tierra estaba sin forma. La palabra hebrea tohuw, literalmente significa "confusión". Habla de desorden. La palabra indica que no había orden formal.

  La palabra hebrea para vacío es bohuw; literalmente significa "vacío". Implica caos y confusión. Así que la Tierra no tenía orden ni posición formal. Estaba en confusión, desorganizada y desordenada.

   En este versículo hay una tercera palabra: tinieblas, traducida del hebreo choshek, que significa exactamente eso. Pero también implica ausencia de conocimiento y revelación. Todo estaba en desorden y por ello reinaba la confusión.

   Al leer con atención Génesis 1, vemos que Dios no creó nada entre los versículos 3 y 26. Todo lo que se menciona ya estaba allí. El versículo 1 indica: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Y si leemos con atención, veremos que al principio el agua lo cubría todo. También vemos que cuando se agregó el suelo seco como componente de la Tierra, las nubes, que ya estaban presentes, quizá hayan caído del firmamento para formar una niebla que regara la tierra. Así que aunque la Tierra y los cielos estaban creados, había desorden y desorganización. Todavía no estaba todo en su lugar.


   Veamos un ejemplo de algo en estado caótico y desordenado. Supongamos que me invita usted a quedarme en su casa durante dos semanas mientras sale usted de vacaciones. Yo acepto, pero en realidad no me gusta cómo está arreglada su casa. Así que pongo 10 de la cocina en el dormitorio, y llevo los muebles del dormitorio al baño. Cambio su sala  de estar, y pongo la bañera allí. Cambio todo sin quitar nada de la casa. Pero mi arreglo ha quitado todo de su orden formal.


  Cuando regresa usted, quiere tomar una ducha. Así que va hacia donde solía estar su bañera, pero allí encuentra que están los muebles del dormitorio, apilados. Busca el refrigerador, pero ya no está en la cocina. ¿Qué sucede entonces? Está todo dentro de la casa, pero en el lugar equivocado. Este es el principio del desorden.

   El desorden causa confusión, esto es lo que significa la palabra vacío. No sabe usted dónde están las cosas, está andando a oscuras. El relato de Génesis me hace pensar en una situación como la que acabo de presentarle. Al comienzo, todo estaba allí, pero fuera de lugar, sin orden.

   Dios vio la desorganización, pero tenía algo especial en mente. Así que dijo: "Tengo este gran sueño de crear un ser a mi imagen y semejanza, que gobierne como rey sobre todo lo que yo creé. Será mi administrador sobre el planeta. Pero no puedo crear mi mejor creación antes de organizar todo lo demás".


   Así que, Dios encendió la luz para ver el desorden: "Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas" (Génesis 1:4). Si su vida está desorganizada en términos de finanzas, matrimonio, hijos o empleo, no siga tropezando en la oscuridad. Deténgase y encienda la luz. Cuando lo haga, verá problemas, y no le gustará lo que ve. Pero debe ver sus problemas a la luz para poder arreglarlos.


   Dios necesitaba que la luz brillara sobre la confusión de la creación para poder ver qué era lo que haría para ordenarlo todo. Así que, encendió la luz y miró. Luego envió a las nubes de vuelta hacia el cielo, y movió las aguas para dejar tierra seca. El agua y la tierra estaban allí luego de la creación en Génesis 1: 1, pero no estaban en el lugar correcto, así que Dios las reorganizó. Luego levantó la tierra, la sopló, y la tierra se secó. Entonces separó el agua salada del agua dulce, para formar lagos y mares.


   "Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno" (Génesis 1:6-10).

   Aprenda a administrar la libertad Dios también le habló a la tierra y al agua, porque Él sabía lo que había dentro. Dijo:

    "Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él sobre la tierra" (Génesis 1:11). 

  "Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos" (Génesis 1:20).

   "Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así" (Génesis 1:24).

   En la Tierra Dios había creado cantidad de árboles, plantas, frutos, aves, animales y toda la grandiosa creación que la humanidad hoy disfruta. DlOS reorganizó todo. Y la Biblia dice que cuando terminó: "... vio Dios que era bueno" (Génesis 1:25).

   Dios es un Dios de orden. Ama la organización y detesta la confusión (1 Corintios 14:33). Así que Dios guardó lo mejor -la creación del hombre- hasta tener todo organizado. No crearía al hombre, su máxima creación, hasta que no estuviera todo ordenado. Y cuando todo estuvo listo, Dios le dio a Adán un jardín organizado y nuevamente: "He aquí que era bueno en gran manera" (Génesis 1:31). 

3. Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra)

   Nuestro tercer principio de la administración nos habla de la acción de delegar. El hombre fue creado para administrar la Tierra. Al hombre se le dio el gobierno, y no la posesión, de la Tierra. Génesis 1:26 dice:

   "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra".

   Dios le dio al hombre dominio, y le confió los recursos que Él había puesto en la Tierra. Dios no le dio al hombre el título de propiedad de título de propiedad sobre todo lo que tenemos hoy nosotros. Así que Dios -el dueño- puede tomarlo de vuelta cuando observa que hay mala administración. Su voluntad escrita indica: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmos 24:1).

   Dios es dueño del automóvil que usted conduce. Así que si no quiere usted que Él se lo quite, lávelo, cuídelo y utilícelo para llevar a la gente a la casa de Dios. Utilícelo para bendecir a sus hijos, de manera que pueda decir: "Dios, estoy usando esto, y no dejándolo para que adorne mi garaje". Adminístrelo.

   ¿Ha perdido usted su casa? Si es así, quizá no sea el diablo quien se la quitó. El banco ha embargado su casa porque usted no pagó las cuotas de la hipoteca. ¿Por qué no las pagó? No fue el diablo quien se llevó su dinero. Lucas 16 dice que si no podemos administrar la propiedad de otro ¿Quién nos dará algo para que sea propiedad nuestra? Así que si Él le dio a usted su casa, y usted la administró mal, Dios la entregará a otro para que aprenda usted a administrar. Cuando reconozca sus problemas a la luz de esta verdad, verá nuevas oportunidades en lugar de fracasos. En el Nuevo Testamento Pablo nos da una buena enseñanza sobre el acto de delegar, en el libro de Gálatas. En 3:26 dice: "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Luego continúa en 4:1-2: "Pero también digo: Entre tanto que e! heredero es niño, en nada difiere de! esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por e! padre".

   El mensaje de estos versículos nos indica que los niños de la herencia son tratados como empleados con respecto a su herencia mientras son menores. ¿Por qué? Porque los niños no saben administrar. Si le da usted a un niño un tarro de dulce, en minutos verá que tiene dulce en las manos, en la cara y en el cabello. No sabe administrar el dulce, y lo pone donde no corresponde. Dé a su hijo un hermoso anillo de diamantes, y probablemente lo mastique. Luego lo escupirá o lo echará por la ventana, donde el perro lo levantará y lo llevará a cualquier parte. El niño no sabe administrar. Así que, aunque Jesucristo es Señor y nosotros somos sus hijos por medio de la recreación de nuestros espíritus en la fe, Dios no nos confía su propiedad hasta tanto seamos maduros. Dios le dará lo que usted sea capaz de administrar; y no lo que le pida.

 ¿Cuál es la clave para que Él le dé más? Veamos lo que hacen los padres con sus hijos: no renuncian a la autoridad hasta tanto vean que sus hijos pueden administrarla.

   La Tierra es del Señor, y el Señor es su Padre. Y como usted es su hijo, heredará el oro, la plata, los árboles ... todo. Pero no puede caminar por allí nada más, esperando que Dios le eche todo sobre la falda. Debemos aprender c6mo administrar para poder recibir de parte de Dios.

   Una de las áreas peor administradas en la vida de los creyentes que necesitan hoy la luz de Dios, es la de las finanzas personales. Muchos cristianos piden dinero prestado continuamente, y nunca se detienen a pensar que ya no poseen nada. La próxima vez que alguien venga a pedirle dinero, pregúntele a quién más le debe. ¿Por qué? Porque la gente nunca le pide a quien ya le debe. Crean más problemas, yendo a nuevas personas con el mismo problema. Siguen perpetuando su oscuridad, tropezando y no se detienen a encender la luz.

   Si está usted muy endeudado, no se ponga nervioso por los miles que debe. Deténgase. Mire su situación con atención. No tema ver que debe dinero a la mitad de su familia, a su iglesia o a su comunidad. Vea por qué evita usted a las personas a quienes les debe dinero. Sea sincero con ellos. Encienda la luz y confiese sus obligaciones. Esto iniciará el proceso de capacitación mediante el cual Dios puede hacerlo madurar. La integridad es la clave de todo lo que hacemos.


   Primero, declárese responsable ante Dios, que es quien delega todo. Luego, ponga en claro cuánto debe. Tome un papel y sume todos los montos que debe. Luego, como la deuda no desaparecerá evitándola o esperando que sus acreedores no lo llamen, hágase responsable y llame a cada acreedor para revisar las cuentas. Hágales saber que es sincero en su intención de devolver cada centavo. 

   ¿Ha observado que no puede usted orar porque dejen de existir las cuentas de luz o de teléfono? Estar lleno del Espíritu Santo no hace que  pueda cancelar sus deudas. A menos que suceda un milagro, sigue debiendo este dinero.

   La prosperidad no depende de los recursos que Dios nos da, sino de la administración de aquello que se nos confió. Así que nunca ore por cosas que no esté dispuesto a administrar. Si no se siente preparado o calificado para administrar algo, no malgaste sus oraciones, porque Dios no le dará lo que no sepa administrar.

   Cuando un niño hereda dinero, este se pone bajo la administración de un tutor, hasta tanto el niño sea lo suficientemente maduro como para administrarlo con sabiduría. Lo mismo sucede con nuestra heredad en la Tierra. Dios nos dio el gobierno y no la posesión, así que siempre podrá tomar de nuevo lo que administremos mal. El problema es que cuando Dios nos quita recursos, por lo general se los da a personas que no viven muy lejos de nosotros. Y muchas veces esta gente puede no estar necesariamente comprometida con el reino de Dios, aunque son buenos administradores.

   Tenemos esta idea extraña en la iglesia de que todo es para los justos. Proverbios 13:22 sí dice que" .. . la riqueza del pecador está guardada para el justo", pero permítame decirle que si usted administra mal, Dios lo dará al injusto. "¿Qué dice, Dr. Munroe?", me parece oírle decir. Pero escuche: Dios permitió que el diablo se adueñara de la Tierra. Lo vemos en Lucas 4 cuando Satanás le ofreció a Jesús los reinos de la Tierra con sus riquezas si Jesús se inclinaba ante él y lo adoraba. ".. . porque a mí me ha sido entregada, ya quien quiero la doy" (Lucas 4:6).

   Jesús no se inclinó ante el diablo, claro, pero tampoco le disputó le hecho de que le hubieran sido entregados sus reinos.

   El diablo se aferrará a lo que usted posea, hasta que Dios le enseñe cómo administrarlo. Como verá en los capítulos que siguen, debemos criar a las vacas para obtener la leche, y entrar en la colmena para recoger la miel en la tierra que Dios nos ha prometido. Y hasta tanto sepamos cómo quitárselo, el diablo se aferrará a todo lo que sea nuestro.

   Utilizando esta alegoría de la tierra prometida, los pecadores son guardianes que se aferran a las riquezas de los justos, hasta que estos están listos y saben cómo administrarlas. Han sido puestos en esta posición por Dios, pero lo que tienen no les pertenece, nos pertenece a nosotros. Recuerde las Escrituras: ".. . la riqueza del pecador está guardada para el justo (Proverbios 13:22). Ahora ¿cómo es que el pecador logra tener la riqueza? ¿Y sabe Dios que la tiene?

   Algunas personas sienten rencor hacia los ricos. Odian "a los ricos". Cuando pasan por sus mansiones sienten celos porque piensan en su propia casa, pequeña, apretada. Deje de sentir celos. Esa gente aprendió a administrar y se ganó la casa de sus sueños. Usted ha intentado ayunar y orar para quitarles lo que tienen, pero esto no conmueve a Dios porque El no mueve los recursos como resultado de la oración. Los mueve como resultado de la administración eficiente. Cuando prueba usted que es el en lo poco, El hará administrar lo mucho (vea Mateo25:23). La administración atrae recursos.

4. Dios dio instrucciones y asignaciones claras (debemos entender la asignación y las instrucciones)

  El cuarto principio de la administración que trataremos aquí tiene que ver con la comprensión de la voluntad y los objetivos de aquel para quien estamos administrando. Dios le dijo a Adán claramente cuál era su asignación: debía trabajar, cultivar y proteger (Génesis 1:28). Luego le dio las instrucciones: no podía comer el fruto de un árbol en particular (Génesis 2: 17). Adán no cuestionó la asignación ni las instrucciones. Le habían dicho que administrara la Tierra, y que debía obedecer a Dios.

   El árbol prohibido no fue una trampa para atrapar al hombre. Con las instrucciones que Dios dio sabía que debía evitar ese árbol. Dios estaba instituyendo un punto de apoyo, una palanca en la que la conciencia y la voluntad del hombre se activarían para llegar a ser obediencia. Adán no era un robot sino una criatura con voluntad y libre albedrío. Era un agente libre. El poder de la voluntad se activa con el poder de la decisión. Por eso se le prohibió el árbol para activar su voluntad, y no para destruirla.

   Dios era el Creador, el Padre y el Jefe de Adán. Es imposible ser buen administrador si no se obedece al jefe. Uno no puede administrar la compañía como tenga ganas. Debe mantenerse en contacto con la visión del jefe y la de la compañía. Si administra usted un local de Kentuky Fried Chicken (Pollo frito Kentucky), no puede decidir que quiere vender hamburguesas. No puede administrar sin obedecer a la autoridad de la compañía. Cada vez que administre mal, su reputación de incompetente lo seguirá. Si lo despiden de un empleo porque ha administrado mal los recursos de la compañía y se presenta como candidato para otro empleo, lo primero que le preguntarán es quién fue su empleador anterior. Así que no crea que puede hacer mal las cosas y luego empezar desde cero. Dios siempre lo llevará de nuevo al lugar donde tropezó, hasta que aprenda a administrar bien.

   Hace poco estaba hablando con un joven que había administrado mal su negocio y pasaba por estrechez financiera. Le dije que aceptara cualquier empleo que le ofrecieran, aunque la paga fuera poca. Había tenido su propio negocio, pero ahora a causa de su mal criterio tenía que volver a empezar desde abajo para recuperar su credibilidad y volver a escalar. Le dije que empezara de nuevo para que su empleador Viera coherencia, fidelidad y capacidad de reconstrucción. Luego le dije que cuando Dios viera su nueva disposición le confiaría más cosas. El joven estaba dispuesto a aprender, así que sé que le irá bien. .

   Otras personas a quienes les aconsejé volver a empezar desde abajo, no han estado tan dispuestas a aprender. Quieren empezar desde donde se equivocaron, pero la restauración no funciona de ese modo. Todo creyente cristiano tiene una clara responsabilidad de administrar bien los recursos de Dios. La gente que anda a los saltos de problema en problema, nunca recibirá mucho. Dios sabe quiénes son. Cada vez que aparecen, Él está allí, esperándolos. Cuando piden algo, DIOS les dice que no. ¿Por qué? Porque Dios protege sus recursos de la mala administración, incluyendo a los malos administradores que están llenos del Espíritu, que hablan en lenguas y que conocen la Biblia.