jueves, 8 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte I

   En este capítulo veremos algunos de los principales aspectos de la administración y de la mala administración, que nos permitirán estudiar en mayor profundidad lo que presentamos en el capítulo 2. Nada enoja más al dueño de una empresa que el hecho de que un gerente piense que la compañía y sus recursos le pertenecen. Así que comenzaremos en principio con las realidades irresponsables de la mala administración. Si quiere usted que lo despidan pronto de un empleo, haga lo siguiente: compórtese como si fuera el dueño de todo. Llévese los papeles y los clips a casa cuando quiera. Llévese la computadora para que su hija haga la tarea de la escuela. "Tome prestada" la máquina de fax durante algunas semanas. Actúe como si fuera el dueño de todo y vea qué sucede. Lo despedirán tan rápido que no sabrá qué ha sucedido.

  El propietario puede llevarse lo que quiera de la oficina, en el momento en que lo desee, porque es el dueño de todo. Pero el gerente no puede hacerlo. Así que si administra mal usted los recursos del derecho de encontrar sus pertenencias en todo momento, no importa dónde los ponga usted. En esencia, el gerente responde ante el propietario. Los administradores deben ser fieles a su jefe.

Marcar el reloj de Dios.

   En el esquema integral de la vida, Dios es dueño de sus recursos, de la Tierra y de todo lo que hay en ella. Si administramos mal los recursos, Él nos despedirá y se los confiará a otro.


   Jesús nos dio un excelente ejemplo de esto en su parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). En esta enseñanza, un amo deja parte de sus recursos -en este caso, dinero llamado "talentos"- a sus sirvientes, para que los inviertan mientras él está ausente. Cuando regresa, les pide a sus sirvientes que rindan cuenta por los recursos que dejó a su cuidado. El sirviente a quien le había dado dos talentos, los multiplicó obteniendo el doble: cuatro talentos. Y el que recibió cinco, obtuvo diez. Pero el sirviente que recibió un solo talento, lo administró mal. Lo enterró y no ganó intereses por ese dinero. Su amo entonces ordenó: "Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos" (Mateo 25:28).


   El amo podía decidir qué hacer, porque los sirvientes estaban administrando sus talentos. Cuando el tercer sirviente administró mal, el amo le quitó lo que le había confiado. Veamos cuatro principios de la administración que podemos extraer de esta importante enseñanza de Cristo.


Los cuatro principios da la administración

1. Dios creó todo (la administración no implica posesión)

   "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Ante todo debemos entender que Dios creó todo, y es dueño de todo. Él tiene derecho sobre todo lo que existe y por ello puede dar o quitar, a quién quiera y cuándo quiera. Quienes lo seguimos no tenemos derecho a reclamar posesión de nada. Cuando creemos que obtenemos algo gracias a nuestro propio ingenio, Dios enseguida hace modificaciones a su plan de inversión. Dios es el dueño, y nosotros administramos. Por eso, mientras administremos mal los recursos que se nos confían Dios Creador y Dueño de todo, no nos dará sus recursos. "

2. Dios organizó antes de dar lo mejor de sí (orden y organización: los cimientos de la administración)

   "La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Génesis 1:2).

   En esta segunda oración de la revelación bíblica sobre el origen de la Tierra y del hombre, las Escrituras dicen que la Tierra estaba sin forma. La palabra hebrea tohuw, literalmente significa "confusión". Habla de desorden. La palabra indica que no había orden formal.

  La palabra hebrea para vacío es bohuw; literalmente significa "vacío". Implica caos y confusión. Así que la Tierra no tenía orden ni posición formal. Estaba en confusión, desorganizada y desordenada.

   En este versículo hay una tercera palabra: tinieblas, traducida del hebreo choshek, que significa exactamente eso. Pero también implica ausencia de conocimiento y revelación. Todo estaba en desorden y por ello reinaba la confusión.

   Al leer con atención Génesis 1, vemos que Dios no creó nada entre los versículos 3 y 26. Todo lo que se menciona ya estaba allí. El versículo 1 indica: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Y si leemos con atención, veremos que al principio el agua lo cubría todo. También vemos que cuando se agregó el suelo seco como componente de la Tierra, las nubes, que ya estaban presentes, quizá hayan caído del firmamento para formar una niebla que regara la tierra. Así que aunque la Tierra y los cielos estaban creados, había desorden y desorganización. Todavía no estaba todo en su lugar.


   Veamos un ejemplo de algo en estado caótico y desordenado. Supongamos que me invita usted a quedarme en su casa durante dos semanas mientras sale usted de vacaciones. Yo acepto, pero en realidad no me gusta cómo está arreglada su casa. Así que pongo 10 de la cocina en el dormitorio, y llevo los muebles del dormitorio al baño. Cambio su sala  de estar, y pongo la bañera allí. Cambio todo sin quitar nada de la casa. Pero mi arreglo ha quitado todo de su orden formal.


  Cuando regresa usted, quiere tomar una ducha. Así que va hacia donde solía estar su bañera, pero allí encuentra que están los muebles del dormitorio, apilados. Busca el refrigerador, pero ya no está en la cocina. ¿Qué sucede entonces? Está todo dentro de la casa, pero en el lugar equivocado. Este es el principio del desorden.

   El desorden causa confusión, esto es lo que significa la palabra vacío. No sabe usted dónde están las cosas, está andando a oscuras. El relato de Génesis me hace pensar en una situación como la que acabo de presentarle. Al comienzo, todo estaba allí, pero fuera de lugar, sin orden.

   Dios vio la desorganización, pero tenía algo especial en mente. Así que dijo: "Tengo este gran sueño de crear un ser a mi imagen y semejanza, que gobierne como rey sobre todo lo que yo creé. Será mi administrador sobre el planeta. Pero no puedo crear mi mejor creación antes de organizar todo lo demás".


   Así que, Dios encendió la luz para ver el desorden: "Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas" (Génesis 1:4). Si su vida está desorganizada en términos de finanzas, matrimonio, hijos o empleo, no siga tropezando en la oscuridad. Deténgase y encienda la luz. Cuando lo haga, verá problemas, y no le gustará lo que ve. Pero debe ver sus problemas a la luz para poder arreglarlos.


   Dios necesitaba que la luz brillara sobre la confusión de la creación para poder ver qué era lo que haría para ordenarlo todo. Así que, encendió la luz y miró. Luego envió a las nubes de vuelta hacia el cielo, y movió las aguas para dejar tierra seca. El agua y la tierra estaban allí luego de la creación en Génesis 1: 1, pero no estaban en el lugar correcto, así que Dios las reorganizó. Luego levantó la tierra, la sopló, y la tierra se secó. Entonces separó el agua salada del agua dulce, para formar lagos y mares.


   "Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno" (Génesis 1:6-10).

   Aprenda a administrar la libertad Dios también le habló a la tierra y al agua, porque Él sabía lo que había dentro. Dijo:

    "Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él sobre la tierra" (Génesis 1:11). 

  "Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos" (Génesis 1:20).

   "Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así" (Génesis 1:24).

   En la Tierra Dios había creado cantidad de árboles, plantas, frutos, aves, animales y toda la grandiosa creación que la humanidad hoy disfruta. DlOS reorganizó todo. Y la Biblia dice que cuando terminó: "... vio Dios que era bueno" (Génesis 1:25).

   Dios es un Dios de orden. Ama la organización y detesta la confusión (1 Corintios 14:33). Así que Dios guardó lo mejor -la creación del hombre- hasta tener todo organizado. No crearía al hombre, su máxima creación, hasta que no estuviera todo ordenado. Y cuando todo estuvo listo, Dios le dio a Adán un jardín organizado y nuevamente: "He aquí que era bueno en gran manera" (Génesis 1:31). 

3. Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra)

   Nuestro tercer principio de la administración nos habla de la acción de delegar. El hombre fue creado para administrar la Tierra. Al hombre se le dio el gobierno, y no la posesión, de la Tierra. Génesis 1:26 dice:

   "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra".

   Dios le dio al hombre dominio, y le confió los recursos que Él había puesto en la Tierra. Dios no le dio al hombre el título de propiedad de título de propiedad sobre todo lo que tenemos hoy nosotros. Así que Dios -el dueño- puede tomarlo de vuelta cuando observa que hay mala administración. Su voluntad escrita indica: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmos 24:1).

   Dios es dueño del automóvil que usted conduce. Así que si no quiere usted que Él se lo quite, lávelo, cuídelo y utilícelo para llevar a la gente a la casa de Dios. Utilícelo para bendecir a sus hijos, de manera que pueda decir: "Dios, estoy usando esto, y no dejándolo para que adorne mi garaje". Adminístrelo.

   ¿Ha perdido usted su casa? Si es así, quizá no sea el diablo quien se la quitó. El banco ha embargado su casa porque usted no pagó las cuotas de la hipoteca. ¿Por qué no las pagó? No fue el diablo quien se llevó su dinero. Lucas 16 dice que si no podemos administrar la propiedad de otro ¿Quién nos dará algo para que sea propiedad nuestra? Así que si Él le dio a usted su casa, y usted la administró mal, Dios la entregará a otro para que aprenda usted a administrar. Cuando reconozca sus problemas a la luz de esta verdad, verá nuevas oportunidades en lugar de fracasos. En el Nuevo Testamento Pablo nos da una buena enseñanza sobre el acto de delegar, en el libro de Gálatas. En 3:26 dice: "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Luego continúa en 4:1-2: "Pero también digo: Entre tanto que e! heredero es niño, en nada difiere de! esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por e! padre".

   El mensaje de estos versículos nos indica que los niños de la herencia son tratados como empleados con respecto a su herencia mientras son menores. ¿Por qué? Porque los niños no saben administrar. Si le da usted a un niño un tarro de dulce, en minutos verá que tiene dulce en las manos, en la cara y en el cabello. No sabe administrar el dulce, y lo pone donde no corresponde. Dé a su hijo un hermoso anillo de diamantes, y probablemente lo mastique. Luego lo escupirá o lo echará por la ventana, donde el perro lo levantará y lo llevará a cualquier parte. El niño no sabe administrar. Así que, aunque Jesucristo es Señor y nosotros somos sus hijos por medio de la recreación de nuestros espíritus en la fe, Dios no nos confía su propiedad hasta tanto seamos maduros. Dios le dará lo que usted sea capaz de administrar; y no lo que le pida.

 ¿Cuál es la clave para que Él le dé más? Veamos lo que hacen los padres con sus hijos: no renuncian a la autoridad hasta tanto vean que sus hijos pueden administrarla.

   La Tierra es del Señor, y el Señor es su Padre. Y como usted es su hijo, heredará el oro, la plata, los árboles ... todo. Pero no puede caminar por allí nada más, esperando que Dios le eche todo sobre la falda. Debemos aprender c6mo administrar para poder recibir de parte de Dios.

   Una de las áreas peor administradas en la vida de los creyentes que necesitan hoy la luz de Dios, es la de las finanzas personales. Muchos cristianos piden dinero prestado continuamente, y nunca se detienen a pensar que ya no poseen nada. La próxima vez que alguien venga a pedirle dinero, pregúntele a quién más le debe. ¿Por qué? Porque la gente nunca le pide a quien ya le debe. Crean más problemas, yendo a nuevas personas con el mismo problema. Siguen perpetuando su oscuridad, tropezando y no se detienen a encender la luz.

   Si está usted muy endeudado, no se ponga nervioso por los miles que debe. Deténgase. Mire su situación con atención. No tema ver que debe dinero a la mitad de su familia, a su iglesia o a su comunidad. Vea por qué evita usted a las personas a quienes les debe dinero. Sea sincero con ellos. Encienda la luz y confiese sus obligaciones. Esto iniciará el proceso de capacitación mediante el cual Dios puede hacerlo madurar. La integridad es la clave de todo lo que hacemos.


   Primero, declárese responsable ante Dios, que es quien delega todo. Luego, ponga en claro cuánto debe. Tome un papel y sume todos los montos que debe. Luego, como la deuda no desaparecerá evitándola o esperando que sus acreedores no lo llamen, hágase responsable y llame a cada acreedor para revisar las cuentas. Hágales saber que es sincero en su intención de devolver cada centavo. 

   ¿Ha observado que no puede usted orar porque dejen de existir las cuentas de luz o de teléfono? Estar lleno del Espíritu Santo no hace que  pueda cancelar sus deudas. A menos que suceda un milagro, sigue debiendo este dinero.

   La prosperidad no depende de los recursos que Dios nos da, sino de la administración de aquello que se nos confió. Así que nunca ore por cosas que no esté dispuesto a administrar. Si no se siente preparado o calificado para administrar algo, no malgaste sus oraciones, porque Dios no le dará lo que no sepa administrar.

   Cuando un niño hereda dinero, este se pone bajo la administración de un tutor, hasta tanto el niño sea lo suficientemente maduro como para administrarlo con sabiduría. Lo mismo sucede con nuestra heredad en la Tierra. Dios nos dio el gobierno y no la posesión, así que siempre podrá tomar de nuevo lo que administremos mal. El problema es que cuando Dios nos quita recursos, por lo general se los da a personas que no viven muy lejos de nosotros. Y muchas veces esta gente puede no estar necesariamente comprometida con el reino de Dios, aunque son buenos administradores.

   Tenemos esta idea extraña en la iglesia de que todo es para los justos. Proverbios 13:22 sí dice que" .. . la riqueza del pecador está guardada para el justo", pero permítame decirle que si usted administra mal, Dios lo dará al injusto. "¿Qué dice, Dr. Munroe?", me parece oírle decir. Pero escuche: Dios permitió que el diablo se adueñara de la Tierra. Lo vemos en Lucas 4 cuando Satanás le ofreció a Jesús los reinos de la Tierra con sus riquezas si Jesús se inclinaba ante él y lo adoraba. ".. . porque a mí me ha sido entregada, ya quien quiero la doy" (Lucas 4:6).

   Jesús no se inclinó ante el diablo, claro, pero tampoco le disputó le hecho de que le hubieran sido entregados sus reinos.

   El diablo se aferrará a lo que usted posea, hasta que Dios le enseñe cómo administrarlo. Como verá en los capítulos que siguen, debemos criar a las vacas para obtener la leche, y entrar en la colmena para recoger la miel en la tierra que Dios nos ha prometido. Y hasta tanto sepamos cómo quitárselo, el diablo se aferrará a todo lo que sea nuestro.

   Utilizando esta alegoría de la tierra prometida, los pecadores son guardianes que se aferran a las riquezas de los justos, hasta que estos están listos y saben cómo administrarlas. Han sido puestos en esta posición por Dios, pero lo que tienen no les pertenece, nos pertenece a nosotros. Recuerde las Escrituras: ".. . la riqueza del pecador está guardada para el justo (Proverbios 13:22). Ahora ¿cómo es que el pecador logra tener la riqueza? ¿Y sabe Dios que la tiene?

   Algunas personas sienten rencor hacia los ricos. Odian "a los ricos". Cuando pasan por sus mansiones sienten celos porque piensan en su propia casa, pequeña, apretada. Deje de sentir celos. Esa gente aprendió a administrar y se ganó la casa de sus sueños. Usted ha intentado ayunar y orar para quitarles lo que tienen, pero esto no conmueve a Dios porque El no mueve los recursos como resultado de la oración. Los mueve como resultado de la administración eficiente. Cuando prueba usted que es el en lo poco, El hará administrar lo mucho (vea Mateo25:23). La administración atrae recursos.

4. Dios dio instrucciones y asignaciones claras (debemos entender la asignación y las instrucciones)

  El cuarto principio de la administración que trataremos aquí tiene que ver con la comprensión de la voluntad y los objetivos de aquel para quien estamos administrando. Dios le dijo a Adán claramente cuál era su asignación: debía trabajar, cultivar y proteger (Génesis 1:28). Luego le dio las instrucciones: no podía comer el fruto de un árbol en particular (Génesis 2: 17). Adán no cuestionó la asignación ni las instrucciones. Le habían dicho que administrara la Tierra, y que debía obedecer a Dios.

   El árbol prohibido no fue una trampa para atrapar al hombre. Con las instrucciones que Dios dio sabía que debía evitar ese árbol. Dios estaba instituyendo un punto de apoyo, una palanca en la que la conciencia y la voluntad del hombre se activarían para llegar a ser obediencia. Adán no era un robot sino una criatura con voluntad y libre albedrío. Era un agente libre. El poder de la voluntad se activa con el poder de la decisión. Por eso se le prohibió el árbol para activar su voluntad, y no para destruirla.

   Dios era el Creador, el Padre y el Jefe de Adán. Es imposible ser buen administrador si no se obedece al jefe. Uno no puede administrar la compañía como tenga ganas. Debe mantenerse en contacto con la visión del jefe y la de la compañía. Si administra usted un local de Kentuky Fried Chicken (Pollo frito Kentucky), no puede decidir que quiere vender hamburguesas. No puede administrar sin obedecer a la autoridad de la compañía. Cada vez que administre mal, su reputación de incompetente lo seguirá. Si lo despiden de un empleo porque ha administrado mal los recursos de la compañía y se presenta como candidato para otro empleo, lo primero que le preguntarán es quién fue su empleador anterior. Así que no crea que puede hacer mal las cosas y luego empezar desde cero. Dios siempre lo llevará de nuevo al lugar donde tropezó, hasta que aprenda a administrar bien.

   Hace poco estaba hablando con un joven que había administrado mal su negocio y pasaba por estrechez financiera. Le dije que aceptara cualquier empleo que le ofrecieran, aunque la paga fuera poca. Había tenido su propio negocio, pero ahora a causa de su mal criterio tenía que volver a empezar desde abajo para recuperar su credibilidad y volver a escalar. Le dije que empezara de nuevo para que su empleador Viera coherencia, fidelidad y capacidad de reconstrucción. Luego le dije que cuando Dios viera su nueva disposición le confiaría más cosas. El joven estaba dispuesto a aprender, así que sé que le irá bien. .

   Otras personas a quienes les aconsejé volver a empezar desde abajo, no han estado tan dispuestas a aprender. Quieren empezar desde donde se equivocaron, pero la restauración no funciona de ese modo. Todo creyente cristiano tiene una clara responsabilidad de administrar bien los recursos de Dios. La gente que anda a los saltos de problema en problema, nunca recibirá mucho. Dios sabe quiénes son. Cada vez que aparecen, Él está allí, esperándolos. Cuando piden algo, DIOS les dice que no. ¿Por qué? Porque Dios protege sus recursos de la mala administración, incluyendo a los malos administradores que están llenos del Espíritu, que hablan en lenguas y que conocen la Biblia.


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