domingo, 18 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte II

 El pecado es producto de la mala administración.
   Si el propósito fundamental de Dios para el hombre es la administración, el problema fundamental del hombre es la mala administración. Es así. ¿Por qué viven en la pobreza las tres cuartas partes de la población mundial? ¿Por qué le cuesta a usted tanto lograr que su salario le rinda, y por qué le es tan difícil conservar su empleo? Si es dueño de su negocio, ¿por qué son tan difíciles las cosas? ¿Por qué es que la gente no tiene el dinero como para comprar el producto que usted vende?

   La respuesta es la misma para todos los casos: mala administración. Cuando uno mira las Escrituras bajo la perspectiva de la administración, ve que el problema número uno no es el pecado, sino la mala administración. El pecado es resultado de la mala administración de Adán. Permítame mostrarle lo que digo.

   El pecado entró en la humanidad a causa de la mala administración. Porque el primer hombre recibió de Dios el encargo de cuidar del jardín, y literalmente, liquidó la empresa vendiéndosela a un postor ilegal: el diablo. Adán hizo el peor negocio. Y a causa de su mala administración el pecado y toda su destrucción llegó a la Tierra para actuar a sus anchas.

   La orden que Dios le dio a Adán era: "Domina la tierra y todo lo que hay sobre ella". Dominar significa "gobernar, controlar, cultivar, ordenar". En esencia, Dios le dio a Adán el contrato de administración sobre la Tierra. Adán era el administrador, o el mayordomo, para utilizar los términos que encontramos en las Escrituras.

   Si Adán hubiera administrado bien, la humanidad habría seguido siendo lo que era. Pero Adán no administró bien. y desde que abandonó su compromiso como administrador, la humanidad entera ha seguido sus pasos como administradores incompetentes. Hemos administrado tan mal el ambiente que tenemos lagos y ríos contaminados. El aire también está contaminado. Hemos envenenado a los peces de los ríos y mares con plomo y otras toxinas, y a veces matamos nuestro ganado con envenenamientos "accidentales". Hemos administrado tan mallas cosas que nuestras acciones nos están matando. La codicia ha obnubilado nuestro sentido común. El hombre, en su condición de caído, prefiere forrar sus bolsillos con dinero en lugar de mantener seguro su ambiente. Dios ha intentado reinstaurar su perspectiva de administración, desde que la perdimos en Génesis 3.

   La humanidad fue creada para administrar, pero hoy somos expertos en la mala administración. Es por ello que hoy nuestros países del Tercer Mundo tienen tantos problemas. Muchos líderes del Tercer Mundo están a cargo de países ricos en recursos naturales, pero la gente sigue siendo pobre a causa de la mala administración. Cuando las personas administran mal, Dios protege sus recursos.

   Cada vez que gastamos un dólar sin tomar conciencia del valor de ese dólar, Dios nos quitará el control de otro dólar. Creo que Dios es austero y que cada vez que gastamos dinero en algo por lo que no hay valor justificado ante Dios, le estamos dando el derecho de quitarnos ese dinero. Lo sé por experiencia propia.

   Y le diré que Dios lo bendecirá financieramente si está usted en el centro de su voluntad, administrando con sabiduría los recursos que Él  le da. La gente se sorprende ante las instalaciones multimillonarias que Él nos ha permitido construir en Nassau, Bahamas. Si yo utilizara mal la provisión designada para el edificio, la televisión o el uso, seguramente Él encontraría a alguien más a quien bendecir. Nos quitaría los dólares de nuestro ministerio para dárselos a otra persona. Por eso es que la gente que administra mal siempre sigue siendo pobre.

   Muchos gobiernos y las naciones gobernadas por ellos, viven en la pobreza a causa de la mala administración. Haití es la república más antigua en el Caribe, y fue el primer país en independizarse. Sin embargo, sigue siendo el país más pobre de la región.

   Trinidad tiene petróleo, Jamaica tiene bauxita y Guyana y Nigeria son ricos en oro. Sin embargo, cada uno de estos países pide dinero prestado y es víctima del Fondo Monetario Internacional. ¿Por qué? A causa de la codicia, las prioridades equivocadas, la mala administración, la ambición distorsionada y personal.

   Dios creó todo y no quiere que lo administremos mal. Preservará su creación de la gente que no administra con sabiduría los recursos que les confía.

   Algunas personas tienen tanto dinero que jamás llegarán a gastarlo mientras vivan. Supe de un jugador de béisbol que recibió un contrato de noventa y un millones de dólares por jugar durante cinco años pegándole a una pelota con un palo de madera. No podría yo festejar ese anuncio porque pienso en los millones de personas que necesitan esos millones. Y estoy seguro de que a Dios tampoco le entusiasma la idea. No es de extrañar que Dios permita que la Tierra sufra tribulación. No es de extrañar que haya tanta tensión, crimen y dificultades. Es porque la Tierra y sus recursos son mal administrados.

   Los pobres de esta Tierra merecen una vida mejor. Pero Dios solo le dará a la gente lo que no sea malgastado. La gente que tiene mucho, obtiene más porque administra bien, y el pobre que es pobre por haraganería o mala administración, probablemente siempre sienta celos o envidia. Estos principios de mala administración son eternos. Si no los aprendemos, los resultados y las consecuencias serán evidentes.

   Siempre seguiremos en la pobreza y la depresión. Siempre viviremos como mendigos, por debajo de nuestros privilegios.

    Ahora que hemos definido el problema, veamos en mayor detalle algunos de los principios de la mala administración que aparecen en Génesis. Toda persona con mentalidad de buen administrador querrá evitar estos principios.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 92 a la 95

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