martes, 27 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte III

Cinco principios da la mala administración
l-. El mal uso de los recursos.
   "Vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los OJOS, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomo de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella" (Génesis 3:6).


   Ante todo, observemos que en el Jardín del Edén, Adán y Eva abusaron del fruto del único árbol que Dios les había prohibido. Hicieron lo que no debían: lo comieron. Así que, fueron malos administradores. Cuando utilizamos mal los recursos, somos malos administradores.


   Si solamente comemos comida basura y metemos en nuestro cuerpo sustancias dañinas, estamos administrando mal el templo que Dios nos ha confiado. Y cuando lo hacemos, lo perdemos. La salud comienza a verse afectada, y el día en que planificamos celebrar nuestra boda, quizá nuestro prometido o prometida deba asistir a nuestro funeral. ¿Por qué? Porque el mal uso lleva a la mala administración.


2. Mala apropiación de los recursos. Descalificación y culpa.
¡Alguna vez has orado por algo que necesitaba, quizá dinero, y lo recibió? Quizás haya recibido un cheque inesperadamente, por algo que hizo hace cinco años. O quizá le dijo usted al Señor que necesitaba doscientos dólares para pagar algo, y el dinero llegó de alguna manera. Pero cuando llegó, aquello que debía usted pagar quedó en segundo plano. Repentinamente, otras cosas que usted quería hacer adquirieron Importancia, y utilizó mal el dinero. Este proceder respecto de cosas materiales -sea dinero, propiedades o personas- hace que seamos malos administradores de los recursos. Dios ya no confiará en nosotros. Y hasta tanto no pasemos el examen en Administración 1, no volverá a permitir que actuemos como malos administradores. El principio es: "Si administramos mal, perdemos". 

   Lo mismo sucede cuando pedimos prestado. ¿Alguna vez ha pedido dinero prestado para algo específico y luego lo utilizo para otras cosas, como compras o viajes? Si esto sucede, la próxima .vez que pida algo Dios recordará qué fue lo que hizo en dicha oportunidad.

   En este caso, su mal uso le pondrá en situación de soledad hasta que devuelva el dinero que pidió. 

   Cuando Adán y Eva desobedecieron el mandamiento de DIOS y utilizaron malos recursos que Dios les dio, quedaron descalificados. iLo despidieron de la empresa de Papá! Y si Papá nos despide, entonces SI que estamos en problemas.

   Cree usted que es posible que la administración efectiva sea más importante que la paternidad para Dios.? No sé qué. piensa usted, ?ero la idea está siempre dando vueltas en la cabeza. Adán fue hecho a. Imagen y semejanza de Dios. Era el "hijo" de Dios y, sin embargo, DIOS lo echó del Edén ¿Por qué? Por haber administrado mal la propiedad. de Dios. Da miedo pensarlo, pero ser hijo de Dios no significa que calificamos para recibir las bendiciones divinas. Sí somos aceptados en la familia, pero es nuestra capacidad como administradores de la casa de Dios lo que nos califica para recibir sus bendiciones. Si todo cristiano  tuviera garantía de éxito simplemente a causa de su conversión, veríamos los resultados.

   Todos tendríamos mucho y seríamos prósperos. Pero no es esto lo que sucede, y a mi entender, la clave está en la administración. No se preocupe, porque Dios le perdonará los episodios de mala administración, aunque no confiará nuevamente en usted de manera automática. Si ha pecado al administrar mal su tiempo con las personas equivocadas, o si ha dañado su cuerpo y su mente con sustancias corruptas, acérquese a Dios y pídale perdón, y El lo perdonara. pero querrá ver que usted crece en la sabiduría de lo alto antes de confiarle algo más. Si ha pecado con el dinero de Dios y lo ha gastado en ropa nueva en lugar de pagar el alquiler, Dios lo perdonará, pero no le dará mas dinero hasta tanto aprenda a pagar el alquiler como corresponde.

   Las personas que son disciplinadas en esto atraen a DIOS hacia ellos. Dios aumenta sus recursos dondequiera que vayan. ¿Por que? Les permite tener cosas porque no las usan mal. Él confía en estas personas. Jesús destacó la importancia de la administración como prerrequisito para la confianza al decir: "Los humildes heredarán la tierra". La palabra "humilde" denota autocontrol y autodisciplina. El resultado es el gobierno de la propiedad terrenal.

3. La responsabilidad de la administración no puede ser transferida.

   Este principio apunta al hecho de que porque respiramos, somos los responsables de la administración de nuestra vida. No podemos abdicar a nuestra responsabilidad y culpar a otros por lo que hacemos cada día. Cada vez que alguien intenta responsabilizar a otros por su vida, Dios literalmente le quita lo que tenía.

   Permítame mostrarle lo que quiero decir. Adán intentó transferir su responsabilidad a Eva. Nosotros hacemos lo mismo. Quizá vemos un programa de televisión y compramos lo que dicen las propagandas sobre perfumes, ropas, autos, zapatillas... La gente lo compra porque esto apela a su codicia y lujuria. Como resultado, compramos algo que no necesitamos. Cuando alguien nos pregunta por qué compramos dicho objeto, destacando su precio, respondemos: "Vi la propaganda en la TV y me pareció bueno".

   Cuando una persona se comporta de esta manera, está transfiriendo la responsabilidad de administrar su vida y sus recursos a una compañía que vive del mercadeo. Cuando se lo llama a rendir cuentas, la persona intenta evitar hacerse responsable de su irresponsabilidad. "Esta mujer -dice- saltó de la pantalla de la TY, me tomó del cuello, me arrastró a la tienda, me abofeteó varias veces para asegurarse de que yo quería comprar, ME OBLIGÓ a comprar y luego me llevó de vuelta a casa para decirme 'ahora, siéntete satisfecho'." Cuando la persona no está satisfecha y lamenta haber gastado el dinero, dice que no fue su culpa, sino culpa de la mujer del aviso de TV.

   Si no tenemos cuidado, los pobres -o aquellos a quienes llamamos pobres- pueden hacer que administremos irresponsablemente el dinero que Dios nos confía.

  Encontré a un hombre que mendigaba pidiendo dinero en una esquina. 

_ Oh, usted es pastor -dijo-o Sé que es un buen hombre de Dios, así que seguramente va a darme algo.

   Tenía unos veintinueve años, pero más bien parecía tener treinta y nueve, y hasta cuarenta y nueve. Lo conocía, porque habíamos estado juntos en la escuela.

_ Vamos, predicador -siguió diciendo - Eres un hombre de Dios. Sé que no puedes decir que no.

   Lo miré y pregunté:

- ¿Cuántos años tienes?

_ Me conoces, hombre. Sabes que íbamos juntos a la escuela.

_ Es cierto -dije- así que si te diera dinero, estaría empobreciéndote porque sería abusar de los recursos de Dios.

El hombre me miró, confundido, y dijo que no entendía lo que le decía. Así que le dije:

_ Sube a mi automóvil. Cuando vayamos a mi oficina, quiero que laves mi auto. Si lo haces bien, te pagaré por tu trabajo.

_ ¿Qué estás diciendo? -gritó asombrado- No te pedí trabajo ¡Quiero dinero!

- No. En nombre de Jesús, NO.

Se sintió tan aturdido que ni siquiera podía insultarme. Lo miré a los ojos y dije:

_ No necesitas dinero. Necesitas trabajar.

   Claro que no quería trabajar; quería manipularme para convencerme de que le diera dinero. Se fue. Si le hubiera dado al hombre parte de los recursos que Dios me confía, por cierto habría salido corriendo para financiar su estilo de vida irresponsable. y yo habría tenido la responsabilidad de contribuir a su condición.

   Debemos cuidarnos de no dejarnos manipular por otros, que apelan a nuestras emociones, porque eso podría llevarnos a administrar mal nuestro dinero. Quizá le estemos dando fondos a un drogadicto o a otras causas humanas que a Dios le desagradan. ¡Qué desperdicio y qué vergüenza! Ese joven tenía cerebro, talento, energía, dones y fuerza -lo sé porque lo conocía- pero no administraba bien lo que tenía. Si usted apoya y financia a un mal administrador, es cómplice de su necedad y puede formar parte de su pecado de mala administración.

   Nada me atrae más que la gente que se esfuerza. Cuando las personas se esfuerzan de veras, hacen que quiera meter la mano en el bolsillo para bendecirlas. El gran rey Salomón dijo en uno de sus proverbios: "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece" (Proverbios 10:4).

   Siento compasión por los verdaderamente pobres. Siempre estoy dispuesto a ayudarlos a salir de su situación. Pero cuando alguien es haragán e intenta obtener algo por no hacer nada, mi solidaridad desaparece instantáneamente.

   Somos llamados por Dios a trabajar, así que intento dar trabajo a quienes lo necesitan. Vea los que dice Pablo en referencia a las viudas de la iglesia en 1 Timoteo 5. Pablo era más duro que yo, aunque usted no lo crea: "Honra a las viudas que en verdad lo son (. .. ) Pero viudas más jóvenes no admitas" (vv. 3,11).

   Pablo le dice a Timoteo que cuide de las viudas que no tienen a nadie. Pero les dice a las viudas jóvenes que vuelvan a casarse, que cuiden de su casa y que trabajen (ver versículos 13-15).

- Ayúdame, he perdido mi empleo -podría haberle dicho una viuda a Pablo.

- Bien, permíteme presentarte a Orfeo, que quizá conozca a alguien que pueda darte otro empleo -responde Pablo- y si eso no resulta, puedes limpiar mi casa

- ¡No soy mucama de nadie! -grita ella, y se aleja furiosa

- Entonces no querrás bendiciones -dice el apóstol para sí.

   Esto puede sonar muy duro. Pero no podemos transferir la responsabilidad de la administración a los demás, aún si nuestra situación es tan desafortunada como la de la joven viuda. Usted, y solamente usted, es responsable de administrar lo suyo. Dios le dará la oportunidad, pero usted debe recibirla. Fue creado para administrar con efectividad su intelecto, su cuerpo, mente, creatividad, tiempo y relaciones.

4. Todo lo que administremos mal, lo perderemos.

   Este principio de la mala administración es el que subyace a las palabras más tristes de las Escrituras: "Y lo sacó Jehová del huerto del Edén" (Génesis 3:23).

   Cuando Adán administró mal su trabajo en el jardín, no solo perdió su empleo, sino también su hogar. Fue echado del jardín. ¿A quién le había dado Dios el jardín? Al hombre. ¿Quién le quitó el jardín al hombre? Dios. ¿Quién lo echó? Dios. Entendamos esto. No fue el diablo quien echó a Adán del jardín, sino Dios.

    De hecho, Dios toma tan en serio la administración, que hasta puede asignar ángeles para que protejan su propiedad de los malos administradores. Es lo que hizo con Adán, así que ¿por que no habría de hacerlo con usted?

   "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3.24).

   Dios no malgasta su propiedad. Aparentemente valora tanto lo que posee, que utiliza a los ángeles para protegerla de quien haga abusos. ángeles con espadas encendidas pueden proteger negocios o ministerios mal administrados en este momento, a causa de la necedad de quienes los utilizaron mal.

   Dios inteligentemente usa sus recursos al máximo, y espera lo mismo del hombre. ¿Qué instrucciones les dio Jesús a sus discípulos después de alimentar a los cinco mil? "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulo: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada" Juan 6:12).

   Jesús dijo: "Levanten las migas, para que no se pierda. Porque a Dios no le gusta el desperdicio ni la mala administración. Jesús tenía mentalidad de buen administrador. Detestaba el despilfarro. Si quiere usted atraer mucho, sepa administrar lo poco.

5. La mala administración puede ser "personal", pero nunca es "privada"

   Este quinto principio de la mala administración nos dicen: que cuando administramos mal, no somos los únicos afectados. Adán administró mal una sola cosa: a sí mismo. Lo hizo personalmente, pero por cierto no fue un hecho privado, porque su pecado ha afectado .a todos los hombres y las mujeres de la Tierra. A causa de Adán, Moisés nos dice: "[Dios] que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación" (Éxodo 34:7).

   y Pablo escribe: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). 

   Hay una ley muy reveladora en materia de economía, que dice que uno puede saber que hay mala administración en una nación cuando el pueblo tiene que pagar más impuestos. Cuando hay corrupción en los altos puestos, o cuando hay mala administración en el gobierno, eses el pueblo el que debe pagar por ello. Esto demuestra claramente que la gente paga públicamente por la mala administración personal y privada.

   Llevemos esto al lugar en donde vive usted. Digamos que se trae a casa una herramienta del trabajo. Es una empresa grande. No se darán cuenta. Tienen doscientas de estas abrochadoras, piensa usted. Pero si hay diez ladrones -como usted- y todos deciden robar "en privado" -como usted- faltarán diez abrochadoras. Ninguno de los diez sabe que los otros nueve hacen lo mismo.

   Bien, piensa usted que se ha salido con la suya. Ahora se lleva a casa papel, unas cien hojas en blanco. No hay problema, porque hay diez mil hojas de papel. Pero hay otros cien empleados que hacen lo mismo. y la compañía entonces ve que sus ganancias son gastadas en la desaparición no autorizada de material de trabajo.

   Así que al año siguiente, el jefe dice: "El año pasado perdimos dinero porque hubo que reponer cien abrochadoras, unas cien mil hojas de papel y unos quince mil broches. Así que este año tendremos que despedir a tres personas. Usted, usted y usted. Además, no habrá bonos este año. Y tampoco podremos dar aumentos de salario. Vamos a congelar los aumentos durante los próximos treinta años hasta que la empresa salga del rojo y vuelva a estar en la columna de las cifras positivas".

   Ahora, sus actos "privados" han dejado sin empleo a tres personas. La empresa ha redirigido su inversión y no compra material porque ahora es más pequeña. Las empresas que le proveían papel ya no ganan tanto, y por ello también deben despedir empleados. Su robo ha contribuido a que toda esa gente perdiera su empleo. 

    y llevemos esto a un extremo aún más alto. Como esta gente ha sido despedida a causa de recortes empresariales, y no puede encontrar empleo, deciden entrar a robar en su casa. Ahora hay un problema de delincuencia, gracias a que usted robó la abrochadora y el papel. El gobierno tiene que tomar más policías, y todos tienen que pagar más cajeros y empleados devenidos en ladrones, no hay lugar en la prisión, así que hace falta más dinero para construir otra prisión. ¿De dónde viene ese dinero? ¡De usted! ¿De dónde más? Cuando se construye la nueva prisión, hacen falta guardias, administradores, alimentos y cocineros para los prisioneros. Así que los impuestos deben aumentar.

   ¿Comprende lo que quiero decir? El ciclo de la mala administración que se inició con el robo de una abrochadora no termina nunca. Del mismo modo, la corrupción y malversación de dinero de uno -o de veinte- de los funcionarios del gobierno, llega a esclavizar al pueblo. El Tercer Mundo sufre a causa de estos pecados "privados". La mala administración puede ser personal, pero nunca es privada, porque afecta a todos. Puede usted malversar su propio cuerpo personalmente, durmiendo con alguien "en secreto". No hay problema. Pasó un buen momento y nadie se entera. ¿Verdad? ¡No es cierto! Porque un día de repente observa que tiene una herida en la nariz. El médico le dice que tiene una pequeña infección, así que se hace unos análisis y resulta que está infectado con VIH.


- ¿Es usted casado? -pregunta el médico-o Traiga a su esposa mañana mismo.

   Así que usted lleva a su esposa porque está embarazada, y ahora tiene una esposa y un hijo con VIH. Su pecado personal no es asunto privado.

- ¡Pero sí era algo privado, Dios' No, no lo era. Y a causa de su irresponsabilidad habrá generaciones contaminadas por su malversación privada.

   Piense en los recursos que Dios le ha dado. ¿Siguen en su posesión pero fuera de lugar? Encienda las luces de su matrimonio, de sus hijos, de su trabajo, de su casa y de su auto, y comience a pensar de manera organizada. Confiese ahora mismo: "Padre Celestial, me llama a reflexión esta realidad, así que por favor ayúdame a ser mejor administrador. Prometo administrar las cosas mejor, desde hoy en adelante".

   Avancemos en la historia de redención que la Biblia nos presenta, para aprender de los hijos de Israel. Su peregrinaje de la opresión hacia la libertad tiene muchas lecciones de las que podemos aprender. Fue su Lucha con respecto al tema de la administración lo que hizo que no pudieran llegar pronto a la Tierra Prometida.

PRINCIPIOS DE LA ADMINISTRACIÓN

1. Dios es el Creador de todo (la administración no implica posesión).

2 Dios organizó antes de efectuar su mejor creación (el orden y la organización son el cimiento de la administración).

3 Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra).

4 Dios dio indicaciones e instrucciones claras (debemos entender la tarea y las instrucciones).

PRINCIPIOS DE LA MALA ADMINISTRACIÓN

1. Malversación de recursos, que resulta en mala administración.

2. Inadecuada apropiación de recursos, que resulta en descalificación y culpa.

3. La responsabilidad de la administración es intransferible.

4. Lo que se administra mal, se pierde.

5. La malversación puede ser "personal", pero nunca es "privada".


Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 95 a la 103

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