sábado, 22 de octubre de 2016

LA REVELACIÓN DE QUIEN ES EL PADRE CELESTIAL. Parte III

¿Qué efectos genera el conocer la revelación del Padre?

a-.  La revelación de la paternidad de Dios nos lleva a desarrollar una relación íntima con el Padre.
 
   Al tener la revelación de que Dios es nuestro Padre podemos acudir a su presencia con confianza, sabiendo que él nos oye y contesta nuestras peticiones. Comenzamos a desarrollar esa relación íntima, la cual lo más seguro es que no la hayamos tenido ni siquiera con nuestro padre terrenal.
«La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto». —Salmo 25:14
 
b-. La revelación del Padre nos lleva a ser verdaderos adoradores.
 

«Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren». —Juan 4:23
 
   Los verdaderos adoradores son aquellos que tienen la revelación de que son hijos y un corazón sincero hacia su Padre celestial. El hijo adora a Dios por deleite y gozo, y su anhelo es honrar a su Padre. La última tentación de Jesús tenía que ver con la adoración. Si usted logra superar las tentaciones que tienen que ver con su identidad, y la tentación con relación a la adoración, llegará a vencer al enemigo como lo hizo Jesús; vencerá la prueba del desierto para después recibir el poder de Dios.

c-. La revelación del padre nos satisface y llena por completo todo nuestro ser.
   

   Recuerde el nombre propio de Dios Padre: «EL GRAN YO SOY». Él tiene la capacidad y el deseo de convertirse en lo que usted necesita como hijo. Si necesita sanidad, entonces él es Jehová «RAFA»: «Yo soy tu sanador». Si necesita provisión, es Jehová «YIREH»: «Yo soy tu proveedor». Si necesita la victoria, es Jehová «NISSI»: «Yo soy tu bandera, tu victoria». Si necesita justicia, es Jehová «TSIDKENOU»: «Yo soy tu justicia». Si necesita paz, es Jehová «SHALOM»: «Yo soy tu paz». Dios Padre se convierte en todo lo que usted necesita. ¡Amén!

   A veces nosotros como hijos demandamos mucho de nuestros padres biológicos y espirituales, esperando que nos den amor, afirmación, un abrazo o provisión. Pero ellos no siempre pueden satisfacer todas nuestras necesidades como lo esperamos. Es ahí donde se generan los disgustos, las ofensas y las decepciones, sin entender que ellos también necesitan de lo mismo que les estamos solicitando. Es por eso que no lo pueden proveer, porque no lo tienen. Solo nuestro Padre celestial puede llenar todas nuestras expectativas de amor, pero tal cosa solo sucede cuando tenemos la revelación de que Dios es nuestro Padre celestial y de que él lo llena todo en todo. Dios Padre quiere ser su protector, quiere nutrir su alma, ser el proveedor de sus finanzas, el autor de su salvación y la de su familia, el que adiestra sus manos para la batalla, su sustentador en momentos de crisis, su defensor cuando lo atacan, su mentor en el ministerio, el que lleva la carga cuando usted ya no puede más, el que le apoya y da valor a su vida, el animador que le da palabras de aliento cuando está débil; el estabilizador de su hogar, de su vida, de su negocio; el líder, el pastor que lo lleva a delicados pastos, el que le bendice, el que le ama y cree en usted a pesar de sus defectos. El Padre celestial quiere y puede ser la única fuente de su felicidad.


¿Cuál es el clamor en el mundo hoy en día?


¡Abba! ¡Abba! ¡Abba! ¡Abba! ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi! Lo cual significa: ¡Necesito un padre! Dios, el Padre celestial, quiere ser su padre; y lo será si tan solo abre su corazón y clama a él. La Biblia Amplificada lo expresa de esta manera:

 «Y por cuanto son verdaderamente sus hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba!, [¡Papito!] ¡Padre! Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, entonces se entiende que eres heredero con la ayuda de Dios por medio de Cristo». —Gálatas 4:6,7
 
   Como lo mencionamos antes, este clamor lo escuchamos en todas las esferas de nuestra sociedad; en las escuelas, en las universidades, en la política, en la iglesia, en los mercados industriales, en los concilios, en las distintas denominaciones eclesiásticas, en los hogares, en todas partes. Pero, ¿por qué este clamor? Porque hay hijos buscando un padre que nunca conocieron, o buscando a un padre que estuvo en la casa, aunque ausente de sus funciones como progenitor, como si no hubiera estado. Algunos están buscando una dirección a seguir, porque no saben de dónde vienen ni hacia dónde van. Hay otros hijos que recibieron un mal ejemplo de sus padres, y ahora nos preguntamos el porqué de sus vicios. Hay hijas indefensas, abusadas por individuos con un mal corazón, hijos rechazados por la sociedad debido al color de su piel o raza. Necesitamos padres, tanto biológicos como espirituales, ya que en el ministerio también encontramos personas enceguecidas porque nunca han tenido un padre espiritual, hijos huérfanos, sin identidad, buscando un lugar donde se les reciba y se les dé un sentido de pertenencia. Todo esto nos muestra con claridad que hay un clamor: ¡Abba, Abba! ¡Necesito un padre!


¿Cuál es la solución?


  Conocer y tener una revelación del Padre celestial, al que podemos llegar por medio de su Hijo Jesús con la ayuda de su Espíritu Santo. Clame: «¡Abba!» «¡Papito!», y háblele a su Padre celestial. Cuando lo haga, él responderá y llenará todo vacío que su padre biológico haya dejado y toda necesidad en su alma. ¡El Padre lo ama, así que reciba su amor! Puesto que usted es su hijo, él será la fuente de su amor, será el que lleve su carga. Será el que le dé valor a su vida, el que le sostenga en medio del problema, el que le provea para suplir todas sus necesidades... ¡Amén! Si usted va al Padre con un corazón humilde, él no lo rechazará, no lo dejará como tal vez lo hizo su padre terrenal, porque su fidelidad y amor son eternos e inmutables.


Mi testimonio.

 
   Yo crecí la mayor parte de mi vida solo. Aunque mi padre biológico era un excelente proveedor y gracias a él nunca me faltó nada material, no supo demostrarme su amor de forma verbal ni física. Nunca supe lo que era ir al parque con él, ni lo que era sentir su abrazo de padre; y no porque él no quisiera, sino porque tampoco había recibido amor y no sabía cómo expresarlo. Me crié con un gran vacío en el área de la paternidad, inseguro, con temor a ser rechazado por la sociedad. Conocí a Jesús, y aun después de este hecho tan maravilloso, había muchas áreas de inseguridad en mi vida, hasta que tuve la revelación de quién es el Padre celestial.


   En cierta ocasión estuve invitado a un congreso en Bogotá, Colombia, y estando en la habitación del hotel mientras me preparaba en oración y ayuno, sentí que el cuarto se inundó de la presencia de Dios. Me postré y comencé a llorar como un niño. Luego de un rato, escuché con claridad su voz que me dijo: «Hijo, mi pueblo no sabe ser hijo. Yo quiero darles mi amor, pero ellos no lo reciben porque no tienen la revelación del Padre, incluyéndote a ti». En ese momento tuve una revelación divina de quién era el Padre, de que él me ama y de que soy su hijo. Dios Padre se reveló a mi vida y fui transformado por el poder del Espíritu Santo, y ahora mi ser está por completo satisfecho. Estoy seguro de mi identidad como hijo, seguro en el ministerio y seguro de mi propósito en Dios.


   Quiero hacer una oración ahora mismo mientras escribo este libro para pedirle al Espíritu Santo que le traiga una revelación acerca del Padre celestial, de su amor y de que usted es su hijo. Si recibe esta revelación, habrá cambios grandes y positivos en su vida, como los ha habido en la mía. ¡Reciba esta revelación ahora mismo! Si usted ya es un creyente, haga esta oración en voz alta: «Espíritu Santo, revélame al Padre; tengo sed de conocerlo. Me humillo y reconozco que necesito a mi Padre celestial ahora mismo. ¡Amén!»


   Si usted no ha recibido o experimentado el amor del Padre en su corazón y desea conocerlo y ser parte del mover de Dios aquí en la tierra, lo puede hacer ahora mismo. Por favor, acompáñeme en esta oración repitiéndola en voz alta.


«Padre celestial, reconozco que soy un pecador y que mi pecado me separa de ti. Me arrepiento de todos mis pecados. Voluntariamente, confieso a Jesús como mi Señor y Salvador, y creo que él murió por mis pecados. Yo creo, con todo mi corazón, que Dios el Padre lo resucitó de los muertos. Jesús, te pido que entres a mi corazón y cambies mi vida. Renuncio a todo pacto con el enemigo, con el mundo y conmigo mismo. Espíritu Santo, revélame al Padre celestial; quiero ser su hijo y sentir su amor. ¡Amén!»


   Si esta oración expresa el deseo sincero de su corazón, observe lo que Jesús dice acerca de la decisión que acaba de tomar: «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree.


para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación ». —Romanos 10:9,10

 «De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna». —Juan 6:47

Conclusión acerca de la revelación del Padre celestial.


-. Hoy en día, el clamor en el mundo entero es: ¡Necesito un padre!

-.  La necesidad más grande de los seres humanos en toda la tierra, después de la salvación, es la de un padre.


-.  Hay dos conceptos que debemos tener en cuenta con relación a nuestro Padre celestial, que son la intimidad y la reverencia.


-.  La razón por la cual Dios es Padre es que él engendró toda la creación y decidió darla a luz. Él es la fuente de origen de todo lo creado.


-.  El Padre celestial es «EL GRAN YO SOY», «YAHWH», que tiene vida en sí mismo y no necesita nada ni a nadie para existir.


-.  En el Nuevo Testamento, Dios manifestó su paternidad por medio de su Hijo Jesús.


-.  Los dos sucesos más importantes que Jesús les enseñó a sus discípulos antes de morir fueron la venida del Espíritu Santo y la revelación del Padre.


-.  La revelación que debemos recibir es que Dios es nuestro Padre, que somos sus hijos y que él nos ama.


-.  Los efectos que produce la revelación del Padre en nuestra vida son: seguridad, identidad, comunión íntima con él, verdadera adoración y una completa satisfacción en todo nuestro ser.
 Oremos al Espíritu Santo para que nos dé la revelación del Padre celestial.
Guillermo Maldonado. NECESITO UN PADRE. edición 2007.Editorial vida . Miami FL. Pag. 20  a la 28

martes, 18 de octubre de 2016

LA REVELACIÓN DE QUIEN ES EL PADRE CELESTIAL.Parte II



¿Cuál es la revelación que debemos tener acerca del Padre?

-.  La revelación de que él es nuestro Padre.

-.  La revelación de que nos ama.

-.  La revelación de que somos sus hijos.

   Cuando leemos lo que es la revelación del Padre, pensamos que es sencilla y simple, pero hay una gran profundidad en ella. El reino de Dios funciona basándose en la paternidad, pero hay muchos hombres y mujeres que necesitan la gloriosa revelación de lo que esto es en realidad para poder ser parte funcional del reino. La paternidad de Dios es el fundamento sobre el cual Dios ha escogido edificar toda la sociedad; sin ella, todo se convierte en un caos, ya que se afecta el debido funcionamiento de la familia, núcleo principal de toda sociedad. Por tal motivo, hay que trabajar para restaurar la paternidad. Así como la palabra padre en griego es pater y se traduce en español como patria, la palabra familia se traduce patria en el griego, que significa esfera de paternidad; desde el punto de vista bíblico, no hay familia si no hay paternidad.

«Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra». —Efesios 3:14,15

La necesidad más grande de la raza humana, después de la salvación, es la de un padre.
 
   Dios diseñó la sociedad, la política, el gobierno, la iglesia y la familia para manifestar su paternidad; pero esto ha estado muy alejado de la realidad. En este momento, nosotros no necesitamos más políticos que solo sean profesionales, sino que además cumplan el papel de padres, que conozcan a Dios y que tengan una revelación del Padre celestial.

   En la actualidad tenemos una sociedad con millones de hombres y mujeres huérfanos que están clamando por un padre que sea su protector, que los defienda de la injusticia y que los alimente material y espiritualmente. Debido a esta carencia, hoy más que nunca hay hijos rebeldes que se fueron de la casa y ahora están en las gangas, porque no encontraron en el hogar, en la iglesia ni en el gobierno un padre que los amara, que los afirmara. También encontramos altos índices de prostitución en mujeres que lo único que están buscando es el abrazo de un hombre, porque papá no se lo dio en casa. Esta es una necesidad que no permite más tiempo de espera; por lo tanto, tenemos que reintegrar los valores de la paternidad a nuestra sociedad.

   Hay preguntas que quisiera que usted se contestara a sí mismo, para que pueda ver qué tanta revelación tiene de la paternidad  de Dios: ¿Tiene usted una revelación del Padre? ¿Tiene la revelación de que él le ama? ¿Tiene la revelación de que usted es hijo o hija del Padre celestial? Si su respuesta a cualquiera de estas preguntas es negativa, recurra al Espíritu Santo en oración y pídale la revelación que necesita, y su vida será transformada. La única manera de entender los misterios del reino es recibiendo la revelación divina, aunque para esto primero es necesario conocer qué es un misterio.

¿Qué es un misterio?
 
   Un misterio es una revelación escondida en el corazón de Dios, la cual se revelará a nuestro espíritu por medio de su Espíritu Santo cuando cumplamos ciertas condiciones que veremos más adelante.

«Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley». —Deuteronomio 29:29

¿Por qué Dios esconde las cosas de la gente?
 
   Dios no le revela sus misterios a los que no tienen interés en ellos; muchas personas no entienden las cosas secretas de Dios porque no tienen el anhelo de conocerlas. Jesús explicó que a nosotros se nos han revelado los misterios del reino, pero a aquellos que no quieren conocerlos no les es dada la revelación.

«Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado». —Mateo 13:11

 ¿Qué requiere Dios de nosotros para darnos la revelación del Padre celestial?
 
-.  Estar hambrientos de conocer al Padre celestial.
-.  Ser humildes y enseñables. Debemos dejar a un lado las ideas y formas de pensar antiguas, y recibir las verdades presentes.
-.  Demostrar obediencia y hacer lo que se nos pide. Dar un paso de fe al respecto y no que quede solo como un conocimiento en nuestra mente.
-.  Valorar la revelación que recibimos.

¿Qué efectos genera el conocer la revelación del Padre?
 
a-. Nuestra identidad como hijos e hijas es afirmada.
   Cuando tenemos la revelación de que Dios es nuestro padre, de que nosotros somos sus hijos y de que él nos ama, obtenemos un convencimiento sobrenatural, una certeza de que no somos uno más del montón, sino que somos especiales. Además, al recibir nuestra identidad comienza a morir en nuestro interior el espíritu de competencia; ya no envidiamos el éxito de otro, ni nos importa si los hombres nos toman en cuenta o no. Comenzamos a orar como hijos y no como peticionarios ni mendigos, en fin, nuestra actitud frente al hombre, frente al diablo y frente al mundo cambia por completo.

   En Jesús podemos ver el comportamiento de un verdadero Hijo de Dios. El Hijo de Dios fue tentado por el diablo tres veces, y dos de esas tentaciones tuvieron que ver con su identidad como Hijo del Dios Padre. Sin embargo, Jesús no se dejó embaucar por las mentiras de Satanás, pues conocía su identidad, sabía de quién era hijo, y aplastó al diablo con las palabras de su Padre. Si el diablo logra hacerle dudar de  su identidad, le habrá ganado la batalla y no podrá atravesar la tentación del desierto; he ahí la importancia de esta revelación. El diablo quiso que Jesús demostrara que en verdad era el Hijo de Dios; pero en realidad Jesús no tenía que hacer nada para probarlo, ya que los hijos no hacen nada para ser hijos, simplemente son engendrados. Jesús era hijo, no importa lo que hiciera o dejara de hacer; y él lo sabía muy bien.

   El problema más grande hoy en día en el gobierno, en la iglesia y en la sociedad es la inseguridad de sus líderes; estos no están seguros de su identidad ni de su propósito en este mundo, ni de para qué hacen lo que hacen. Volvemos entonces al mismo punto, tal cosa es producto de la falta de revelación del Padre celestial. Cuando no tenemos esta revelación nos convertimos en esclavos del miedo. Conocer nuestra identidad es el equivalente a haber alcanzado la madurez, ya que una de las definiciones de madurez es la habilidad de conocer nuestra identidad en Dios, sin sentirnos inseguros u ofendidos porque otros tengan mayor
éxito, más diplomas, más dinero, más unción, más talento, más habilidades, o porque piensen diferente a nosotros. Si alcanzamos la madurez en este punto, el miedo ya no nos puede controlar.

«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios»—Romanos 8:15,16

   La persona que tiene la revelación de que es un hijo o hija de Dios ya no es presa o esclava del miedo al fracaso, a la muerte o a ser rechazada, porque sabe que su Padre le ama y le sustenta, y que no permitirá que nada malo le suceda. El  verso anterior nos habla de la esclavitud y de cómo esta nos conduce a tener temor cuando no hemos recibido el espíritu de adopción o la revelación de que somos hijos del Padre celestial. Cuando recibimos la revelación del amor que nos tiene nuestro Padre, todo tipo de temor es quitado de nuestra vida, porque «el perfecto amor echa fuera el temor».

«En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor». —1 Juan 4:18
 
Veamos cómo se expresa este versículo en la Biblia Amplificada:
«¡No hay temor en el amor [el pavor o el terror no existe], solo el amor completo, perfecto y maduro, puede echar el temor fuera de las puertas y expulsar todo rasgo de terror! Pues el temor trae consigo el pensamiento de castigo. Entonces, aquel que siente temor no ha alcanzado la completa madurez del amor [todavía no ha crecido a la completa perfección del amor]».
 
   La sustancia de la fe son las promesas de Dios expresadas a través de su Palabra; en cambio, el miedo no tiene sustancia, pues no hay promesas de miedo en la Palabra que lo respalden. Lo opuesto al temor es la fe. La única sustancia que el miedo tiene es la que le damos al enemigo cuando nos preocupamos de antemano en nuestra mente.
Guillermo Maldonado. NECESITO UN PADRE. edición 2007.Editorial vida . Miami FL. Pag. 15  a la 19

domingo, 9 de octubre de 2016

LA REVELACIÓN DE QUIEN ES EL PADRE CELESTIAL. Parte I




   La revelación del Padre es una promesa de Dios a su pueblo, cumplida por medio del Espíritu Santo, como uno de sus mayores ministerios para el ser humano. Esta revelación fue el clamor del apóstol Pablo para la iglesia de Éfeso. Fue el clamor del apóstol Juan, no solo para los valientes que conocían la Palabra de Dios, sino también para que los padres conocieran en verdad al Padre celestial; y ahora, sigue siendo una necesidad imperante para cada hijo de Dios. 

   No obstante, parte del plan de Dios es la restauración de todas las cosas, dentro de las cuales está el devolver la paternidad a su lugar original y apropiado, tanto en la iglesia como en las naciones; este es el sentir del corazón del Padre celestial. En Dios, encontramos todo lo que es masculino y femenino, pues en él está la plenitud de ambos. No obstante, él ha escogido expresarse a sí mismo en función del Padre como cabeza. Dios es un Dios trino, compuesto por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; y aunque los tres son uno, se manifiestan de modo diferente y tienen funciones distintas.

¿Qué significa ser padre?
 
   Para entender mejor lo que significa ser un padre, vamos a ir primero al origen de la palabra «padre». En el idioma arameo existe la palabra abba, que se traduce como papito; dando la idea de un hijo que clama: «¡Papito, papito!» en las piernas de su padre, lo cual se usa para expresar una relación cercana e íntima entre el padre y el hijo. Por eso Jesús llamó a Dios: «Abba». En el idioma griego la palabra equivalente es pater, de donde proviene el término en español patria, que significa padre. No obstante, esta es una palabra que denota respeto a la autoridad, a la cabeza de la familia. Partiendo de estos dos términos, hay dos conceptos grandes acerca del padre que debemos tener en cuenta para saber qué significa ser un padre, y son los siguientes:
-.  El concepto de intimidad
-.  El concepto de reverencia y respeto.

   La palabra pater tiene muchos significados, los cuales revelan cada faceta de la naturaleza de Dios Padre hacia su pueblo. Estos son: fuente, protector, uno que nutre, proveedor, progenitor, iniciador, fundador, autor, creador, maestro, líder, cultivador, generador, transmisor, adiestrador, sustentador, patriarca, organizador, defensor, uno que lleva la carga, estabilizador, uno que endosa, animador, gobernador, mentor y modelo. Cada uno de estos significados denota las cualidades y las funciones que existen en Dios como Padre de su creación y de todos sus hijos. Por tal motivo, él espera que todo hombre que sea padre siga su ejemplo dentro de su familia.

 Dios Padre de la creación.

   Dios escogió ser padre; por ello engendró toda la creación y decidió que existieran los cielos, los ángeles, los animales, los mares, los seres humanos, etcétera. Dios es el padre de Jesús porque este salió de él, pero tal hecho no hace a Jesús menor que el Padre. La Biblia enseña que el padre es un productor, así como el Padre celestial es un productor.

«Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros». —Isaías 64:8

¿Cómo se manifestó Dios Padre en el Antiguo Testamento?
 
«Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros». —Éxodo 3:14

   Cuando Moisés le pregunta a Dios en nombre de quién va a presentarse ante Faraón para sacar a su pueblo de Egipto, Dios le da su nombre propio: «YO SOY EL QUE SOY», el cual traducido al hebreo es «YAHWH», que significa: uno que existe por su propio deseo de vida. Se trata del verbo «ser», que implica las conjugaciones en pasado, presente y futuro. Dios dice: «Yo soy el que era, yo soy el que soy, y yo soy el que será siempre».

¿Quién es Dios Padre?

 
   Dios Padre es el ser que tiene vida en sí mismo y existe por su propio deseo de ser; no necesita de nada ni de nadie para sostenerse, por eso es que puede dar vida y sustentar a todo ser humano. El hombre sí necesita a Dios para existir y vivir, porque él es el
que le da aliento de vida; sin Dios el hombre no puede existir.

    Cuando alguien usa los recursos de otro para subsistir, entonces ya no puede ser Dios. Si hay alguien que se llame Dios en esta generación, tiene que ser capaz de subsistir por sí mismo; y usted y yo sabemos que no existe ningún ser humano en este mundo ni tampoco un dios que subsista por sí mismo, solo nuestro Padre celestial. Él es el único Dios verdadero, creador de los cielos y la tierra. En el Antiguo Testamento, Dios se manifestó al prometer desde antes de la fundación del mundo que, cumplido el tiempo, mandaría a su Hijo Jesús para que manifestara su paternidad. La razón por la cual enviaría a Jesús es que, para hacer legal esta promesa en la tierra, tenía que llevarla a cabo por medio de un hombre con un cuerpo físico, pero limpio de todo pecado: una figura exacta de él como Padre, en el cuerpo de un hombre. 

Jesús vino a manifestar a Dios Padre

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». —Isaías 9:6

   Más adelante, Malaquías, esperando por el Espíritu Santo, clamó por la restauración de la paternidad. El profeta hablaba la voluntad de Dios y la establecía en la tierra.

«Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición». —Malaquías 4:6

   Dios cerró el Antiguo Testamento con esta profecía que estuvo latente durante más de cuatrocientos años sin cumplirse. Al comenzar el Nuevo Testamento, vemos que el libro de Lucas se inicia con lo mismo: Dios, una vez más, está hablando de la restauración de la paternidad. Jesús comienza su ministerio manifestando la naturaleza del Padre en toda su plenitud, y cumpliendo la profecía de restaurar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. Aquel, era un tiempo donde había millones de hijos huérfanos, solos, sin identidad, sin dirección y sin propósito en la vida. Entonces, Jesús comienza a manifestar esa paternidad sanando, consolando, liberando, trayendo paz y gozo a todos los que lo recibían, dando a conocer el corazón del Padre a través de estas acciones.

«Ningún hombre ha visto a Dios jamás; el Hijo único o el Hijo unigénito, que está en el seno [en la presencia íntima] del Padre, él lo ha declarado [él lo ha revelado y puesto en un lugar donde se puede ver; él lo ha interpretado y lo ha dado a conocer] ». —Juan 1:18, Biblia Amplificada.

   Sin embargo, después de haber realizado todas las obras que ponían de manifiesto la paternidad del Padre celestial, Felipe, uno de sus discípulos, le pide a Jesús que les muestre al Padre. De una forma muy sincera, Jesús les hace caer en cuenta de que, a pesar de tenerlo a él frente a sus ojos, ellos no tenían aún la revelación del Padre.

«Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?» —Juan 14:7-9

   Después de que Jesús manifestó al Padre aquí en la tierra, siendo para todos los que le recibieron un protector, sanador, defensor, liberador y un padre para sus discípulos, les enseñó dos cosas muy importantes antes de ser crucificado. Estas cosas  no habían podido ser comunicadas aun durante los tres años que estuvieron con él, debido a que Jesús sabía que los discípulos tenían un impedimento en la oración, porque no habían recibido la revelación de lo que significaba decirle al Padre: «Abba». Los discípulos no entendían cómo ni por qué Jesús tenía la audacia de llamar a su Padre «Abba», «Papito». Para los fariseos, e incluso para los discípulos, esto era un insulto, una falta absoluta de temor y respeto ante el Dios todopoderoso y temible que ellos habían conocido hasta entonces. En ese momento, los fariseos se molestaron y dijeron que Jesús era un blasfemo porque se dirigía al Padre como a un amigo íntimo. De todas maneras, a última hora Jesús comunicó dos sucesos importantes, que eran:

«Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré». —Juan 16:7

Al hablar con sus discípulos, Jesús les enseñó que era más conveniente, más beneficioso para ellos que él se fuera. Porque Jesús estaba limitado a un cuerpo físico, mientras que el Consolador, que vendría después de su partida, estaría en todas partes: entre ellos, en ellos y sobre ellos (al igual que lo está con nosotros ahora). Y también, les enseñó que sería precisamente el Espíritu Santo el que les traería la revelación de la paternidad de Dios.

2. La revelación del Padre
 
«Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre». —Juan 16:25

   Este verso nos muestra que, aunque ya Jesús había tratado de explicar la paternidad de Dios a sus discípulos en un lenguaje figurativo, no les había dado una revelación completa. Porque es el Espíritu Santo el encargado de revelar al Padre. Esta revelación fue lo que causó una total transformación en la actitud de sus discípulos frente al mundo y a sus enemigos.

   El problema con la mayor parte de las personas de esta generación es que han tenido una mala experiencia con su padre natural, y esto ha venido a ser una tragedia emocional y espiritual para ellas. Si un gran número de personas no tienen una idea de lo que es un padre natural, mucho menos pueden entender lo que es Dios como Padre. El mal concepto de lo que es un padre natural ha impedido que muchos conozcan la paternidad de Dios, la cual es mejor que cualquier experiencia humana. La revelación de la paternidad no se puede comprender sino hasta que el Espíritu Santo la revela.
Guillermo Maldonado. NECESITO UN PADRE. edición 2007.Editorial vida . Miami FL. Pag. 7  a la 15