domingo, 9 de octubre de 2016

LA REVELACIÓN DE QUIEN ES EL PADRE CELESTIAL. Parte I




   La revelación del Padre es una promesa de Dios a su pueblo, cumplida por medio del Espíritu Santo, como uno de sus mayores ministerios para el ser humano. Esta revelación fue el clamor del apóstol Pablo para la iglesia de Éfeso. Fue el clamor del apóstol Juan, no solo para los valientes que conocían la Palabra de Dios, sino también para que los padres conocieran en verdad al Padre celestial; y ahora, sigue siendo una necesidad imperante para cada hijo de Dios. 

   No obstante, parte del plan de Dios es la restauración de todas las cosas, dentro de las cuales está el devolver la paternidad a su lugar original y apropiado, tanto en la iglesia como en las naciones; este es el sentir del corazón del Padre celestial. En Dios, encontramos todo lo que es masculino y femenino, pues en él está la plenitud de ambos. No obstante, él ha escogido expresarse a sí mismo en función del Padre como cabeza. Dios es un Dios trino, compuesto por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; y aunque los tres son uno, se manifiestan de modo diferente y tienen funciones distintas.

¿Qué significa ser padre?
 
   Para entender mejor lo que significa ser un padre, vamos a ir primero al origen de la palabra «padre». En el idioma arameo existe la palabra abba, que se traduce como papito; dando la idea de un hijo que clama: «¡Papito, papito!» en las piernas de su padre, lo cual se usa para expresar una relación cercana e íntima entre el padre y el hijo. Por eso Jesús llamó a Dios: «Abba». En el idioma griego la palabra equivalente es pater, de donde proviene el término en español patria, que significa padre. No obstante, esta es una palabra que denota respeto a la autoridad, a la cabeza de la familia. Partiendo de estos dos términos, hay dos conceptos grandes acerca del padre que debemos tener en cuenta para saber qué significa ser un padre, y son los siguientes:
-.  El concepto de intimidad
-.  El concepto de reverencia y respeto.

   La palabra pater tiene muchos significados, los cuales revelan cada faceta de la naturaleza de Dios Padre hacia su pueblo. Estos son: fuente, protector, uno que nutre, proveedor, progenitor, iniciador, fundador, autor, creador, maestro, líder, cultivador, generador, transmisor, adiestrador, sustentador, patriarca, organizador, defensor, uno que lleva la carga, estabilizador, uno que endosa, animador, gobernador, mentor y modelo. Cada uno de estos significados denota las cualidades y las funciones que existen en Dios como Padre de su creación y de todos sus hijos. Por tal motivo, él espera que todo hombre que sea padre siga su ejemplo dentro de su familia.

 Dios Padre de la creación.

   Dios escogió ser padre; por ello engendró toda la creación y decidió que existieran los cielos, los ángeles, los animales, los mares, los seres humanos, etcétera. Dios es el padre de Jesús porque este salió de él, pero tal hecho no hace a Jesús menor que el Padre. La Biblia enseña que el padre es un productor, así como el Padre celestial es un productor.

«Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros». —Isaías 64:8

¿Cómo se manifestó Dios Padre en el Antiguo Testamento?
 
«Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros». —Éxodo 3:14

   Cuando Moisés le pregunta a Dios en nombre de quién va a presentarse ante Faraón para sacar a su pueblo de Egipto, Dios le da su nombre propio: «YO SOY EL QUE SOY», el cual traducido al hebreo es «YAHWH», que significa: uno que existe por su propio deseo de vida. Se trata del verbo «ser», que implica las conjugaciones en pasado, presente y futuro. Dios dice: «Yo soy el que era, yo soy el que soy, y yo soy el que será siempre».

¿Quién es Dios Padre?

 
   Dios Padre es el ser que tiene vida en sí mismo y existe por su propio deseo de ser; no necesita de nada ni de nadie para sostenerse, por eso es que puede dar vida y sustentar a todo ser humano. El hombre sí necesita a Dios para existir y vivir, porque él es el
que le da aliento de vida; sin Dios el hombre no puede existir.

    Cuando alguien usa los recursos de otro para subsistir, entonces ya no puede ser Dios. Si hay alguien que se llame Dios en esta generación, tiene que ser capaz de subsistir por sí mismo; y usted y yo sabemos que no existe ningún ser humano en este mundo ni tampoco un dios que subsista por sí mismo, solo nuestro Padre celestial. Él es el único Dios verdadero, creador de los cielos y la tierra. En el Antiguo Testamento, Dios se manifestó al prometer desde antes de la fundación del mundo que, cumplido el tiempo, mandaría a su Hijo Jesús para que manifestara su paternidad. La razón por la cual enviaría a Jesús es que, para hacer legal esta promesa en la tierra, tenía que llevarla a cabo por medio de un hombre con un cuerpo físico, pero limpio de todo pecado: una figura exacta de él como Padre, en el cuerpo de un hombre. 

Jesús vino a manifestar a Dios Padre

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». —Isaías 9:6

   Más adelante, Malaquías, esperando por el Espíritu Santo, clamó por la restauración de la paternidad. El profeta hablaba la voluntad de Dios y la establecía en la tierra.

«Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición». —Malaquías 4:6

   Dios cerró el Antiguo Testamento con esta profecía que estuvo latente durante más de cuatrocientos años sin cumplirse. Al comenzar el Nuevo Testamento, vemos que el libro de Lucas se inicia con lo mismo: Dios, una vez más, está hablando de la restauración de la paternidad. Jesús comienza su ministerio manifestando la naturaleza del Padre en toda su plenitud, y cumpliendo la profecía de restaurar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. Aquel, era un tiempo donde había millones de hijos huérfanos, solos, sin identidad, sin dirección y sin propósito en la vida. Entonces, Jesús comienza a manifestar esa paternidad sanando, consolando, liberando, trayendo paz y gozo a todos los que lo recibían, dando a conocer el corazón del Padre a través de estas acciones.

«Ningún hombre ha visto a Dios jamás; el Hijo único o el Hijo unigénito, que está en el seno [en la presencia íntima] del Padre, él lo ha declarado [él lo ha revelado y puesto en un lugar donde se puede ver; él lo ha interpretado y lo ha dado a conocer] ». —Juan 1:18, Biblia Amplificada.

   Sin embargo, después de haber realizado todas las obras que ponían de manifiesto la paternidad del Padre celestial, Felipe, uno de sus discípulos, le pide a Jesús que les muestre al Padre. De una forma muy sincera, Jesús les hace caer en cuenta de que, a pesar de tenerlo a él frente a sus ojos, ellos no tenían aún la revelación del Padre.

«Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?» —Juan 14:7-9

   Después de que Jesús manifestó al Padre aquí en la tierra, siendo para todos los que le recibieron un protector, sanador, defensor, liberador y un padre para sus discípulos, les enseñó dos cosas muy importantes antes de ser crucificado. Estas cosas  no habían podido ser comunicadas aun durante los tres años que estuvieron con él, debido a que Jesús sabía que los discípulos tenían un impedimento en la oración, porque no habían recibido la revelación de lo que significaba decirle al Padre: «Abba». Los discípulos no entendían cómo ni por qué Jesús tenía la audacia de llamar a su Padre «Abba», «Papito». Para los fariseos, e incluso para los discípulos, esto era un insulto, una falta absoluta de temor y respeto ante el Dios todopoderoso y temible que ellos habían conocido hasta entonces. En ese momento, los fariseos se molestaron y dijeron que Jesús era un blasfemo porque se dirigía al Padre como a un amigo íntimo. De todas maneras, a última hora Jesús comunicó dos sucesos importantes, que eran:

«Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré». —Juan 16:7

Al hablar con sus discípulos, Jesús les enseñó que era más conveniente, más beneficioso para ellos que él se fuera. Porque Jesús estaba limitado a un cuerpo físico, mientras que el Consolador, que vendría después de su partida, estaría en todas partes: entre ellos, en ellos y sobre ellos (al igual que lo está con nosotros ahora). Y también, les enseñó que sería precisamente el Espíritu Santo el que les traería la revelación de la paternidad de Dios.

2. La revelación del Padre
 
«Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre». —Juan 16:25

   Este verso nos muestra que, aunque ya Jesús había tratado de explicar la paternidad de Dios a sus discípulos en un lenguaje figurativo, no les había dado una revelación completa. Porque es el Espíritu Santo el encargado de revelar al Padre. Esta revelación fue lo que causó una total transformación en la actitud de sus discípulos frente al mundo y a sus enemigos.

   El problema con la mayor parte de las personas de esta generación es que han tenido una mala experiencia con su padre natural, y esto ha venido a ser una tragedia emocional y espiritual para ellas. Si un gran número de personas no tienen una idea de lo que es un padre natural, mucho menos pueden entender lo que es Dios como Padre. El mal concepto de lo que es un padre natural ha impedido que muchos conozcan la paternidad de Dios, la cual es mejor que cualquier experiencia humana. La revelación de la paternidad no se puede comprender sino hasta que el Espíritu Santo la revela.
Guillermo Maldonado. NECESITO UN PADRE. edición 2007.Editorial vida . Miami FL. Pag. 7  a la 15

1 comentario:

  1. Hermoso y cierto
    Seamos buenos padres para que oos hijos amen al padre celestial.

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