martes, 27 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte III

Cinco principios da la mala administración
l-. El mal uso de los recursos.
   "Vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los OJOS, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomo de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella" (Génesis 3:6).


   Ante todo, observemos que en el Jardín del Edén, Adán y Eva abusaron del fruto del único árbol que Dios les había prohibido. Hicieron lo que no debían: lo comieron. Así que, fueron malos administradores. Cuando utilizamos mal los recursos, somos malos administradores.


   Si solamente comemos comida basura y metemos en nuestro cuerpo sustancias dañinas, estamos administrando mal el templo que Dios nos ha confiado. Y cuando lo hacemos, lo perdemos. La salud comienza a verse afectada, y el día en que planificamos celebrar nuestra boda, quizá nuestro prometido o prometida deba asistir a nuestro funeral. ¿Por qué? Porque el mal uso lleva a la mala administración.


2. Mala apropiación de los recursos. Descalificación y culpa.
¡Alguna vez has orado por algo que necesitaba, quizá dinero, y lo recibió? Quizás haya recibido un cheque inesperadamente, por algo que hizo hace cinco años. O quizá le dijo usted al Señor que necesitaba doscientos dólares para pagar algo, y el dinero llegó de alguna manera. Pero cuando llegó, aquello que debía usted pagar quedó en segundo plano. Repentinamente, otras cosas que usted quería hacer adquirieron Importancia, y utilizó mal el dinero. Este proceder respecto de cosas materiales -sea dinero, propiedades o personas- hace que seamos malos administradores de los recursos. Dios ya no confiará en nosotros. Y hasta tanto no pasemos el examen en Administración 1, no volverá a permitir que actuemos como malos administradores. El principio es: "Si administramos mal, perdemos". 

   Lo mismo sucede cuando pedimos prestado. ¿Alguna vez ha pedido dinero prestado para algo específico y luego lo utilizo para otras cosas, como compras o viajes? Si esto sucede, la próxima .vez que pida algo Dios recordará qué fue lo que hizo en dicha oportunidad.

   En este caso, su mal uso le pondrá en situación de soledad hasta que devuelva el dinero que pidió. 

   Cuando Adán y Eva desobedecieron el mandamiento de DIOS y utilizaron malos recursos que Dios les dio, quedaron descalificados. iLo despidieron de la empresa de Papá! Y si Papá nos despide, entonces SI que estamos en problemas.

   Cree usted que es posible que la administración efectiva sea más importante que la paternidad para Dios.? No sé qué. piensa usted, ?ero la idea está siempre dando vueltas en la cabeza. Adán fue hecho a. Imagen y semejanza de Dios. Era el "hijo" de Dios y, sin embargo, DIOS lo echó del Edén ¿Por qué? Por haber administrado mal la propiedad. de Dios. Da miedo pensarlo, pero ser hijo de Dios no significa que calificamos para recibir las bendiciones divinas. Sí somos aceptados en la familia, pero es nuestra capacidad como administradores de la casa de Dios lo que nos califica para recibir sus bendiciones. Si todo cristiano  tuviera garantía de éxito simplemente a causa de su conversión, veríamos los resultados.

   Todos tendríamos mucho y seríamos prósperos. Pero no es esto lo que sucede, y a mi entender, la clave está en la administración. No se preocupe, porque Dios le perdonará los episodios de mala administración, aunque no confiará nuevamente en usted de manera automática. Si ha pecado al administrar mal su tiempo con las personas equivocadas, o si ha dañado su cuerpo y su mente con sustancias corruptas, acérquese a Dios y pídale perdón, y El lo perdonara. pero querrá ver que usted crece en la sabiduría de lo alto antes de confiarle algo más. Si ha pecado con el dinero de Dios y lo ha gastado en ropa nueva en lugar de pagar el alquiler, Dios lo perdonará, pero no le dará mas dinero hasta tanto aprenda a pagar el alquiler como corresponde.

   Las personas que son disciplinadas en esto atraen a DIOS hacia ellos. Dios aumenta sus recursos dondequiera que vayan. ¿Por que? Les permite tener cosas porque no las usan mal. Él confía en estas personas. Jesús destacó la importancia de la administración como prerrequisito para la confianza al decir: "Los humildes heredarán la tierra". La palabra "humilde" denota autocontrol y autodisciplina. El resultado es el gobierno de la propiedad terrenal.

3. La responsabilidad de la administración no puede ser transferida.

   Este principio apunta al hecho de que porque respiramos, somos los responsables de la administración de nuestra vida. No podemos abdicar a nuestra responsabilidad y culpar a otros por lo que hacemos cada día. Cada vez que alguien intenta responsabilizar a otros por su vida, Dios literalmente le quita lo que tenía.

   Permítame mostrarle lo que quiero decir. Adán intentó transferir su responsabilidad a Eva. Nosotros hacemos lo mismo. Quizá vemos un programa de televisión y compramos lo que dicen las propagandas sobre perfumes, ropas, autos, zapatillas... La gente lo compra porque esto apela a su codicia y lujuria. Como resultado, compramos algo que no necesitamos. Cuando alguien nos pregunta por qué compramos dicho objeto, destacando su precio, respondemos: "Vi la propaganda en la TV y me pareció bueno".

   Cuando una persona se comporta de esta manera, está transfiriendo la responsabilidad de administrar su vida y sus recursos a una compañía que vive del mercadeo. Cuando se lo llama a rendir cuentas, la persona intenta evitar hacerse responsable de su irresponsabilidad. "Esta mujer -dice- saltó de la pantalla de la TY, me tomó del cuello, me arrastró a la tienda, me abofeteó varias veces para asegurarse de que yo quería comprar, ME OBLIGÓ a comprar y luego me llevó de vuelta a casa para decirme 'ahora, siéntete satisfecho'." Cuando la persona no está satisfecha y lamenta haber gastado el dinero, dice que no fue su culpa, sino culpa de la mujer del aviso de TV.

   Si no tenemos cuidado, los pobres -o aquellos a quienes llamamos pobres- pueden hacer que administremos irresponsablemente el dinero que Dios nos confía.

  Encontré a un hombre que mendigaba pidiendo dinero en una esquina. 

_ Oh, usted es pastor -dijo-o Sé que es un buen hombre de Dios, así que seguramente va a darme algo.

   Tenía unos veintinueve años, pero más bien parecía tener treinta y nueve, y hasta cuarenta y nueve. Lo conocía, porque habíamos estado juntos en la escuela.

_ Vamos, predicador -siguió diciendo - Eres un hombre de Dios. Sé que no puedes decir que no.

   Lo miré y pregunté:

- ¿Cuántos años tienes?

_ Me conoces, hombre. Sabes que íbamos juntos a la escuela.

_ Es cierto -dije- así que si te diera dinero, estaría empobreciéndote porque sería abusar de los recursos de Dios.

El hombre me miró, confundido, y dijo que no entendía lo que le decía. Así que le dije:

_ Sube a mi automóvil. Cuando vayamos a mi oficina, quiero que laves mi auto. Si lo haces bien, te pagaré por tu trabajo.

_ ¿Qué estás diciendo? -gritó asombrado- No te pedí trabajo ¡Quiero dinero!

- No. En nombre de Jesús, NO.

Se sintió tan aturdido que ni siquiera podía insultarme. Lo miré a los ojos y dije:

_ No necesitas dinero. Necesitas trabajar.

   Claro que no quería trabajar; quería manipularme para convencerme de que le diera dinero. Se fue. Si le hubiera dado al hombre parte de los recursos que Dios me confía, por cierto habría salido corriendo para financiar su estilo de vida irresponsable. y yo habría tenido la responsabilidad de contribuir a su condición.

   Debemos cuidarnos de no dejarnos manipular por otros, que apelan a nuestras emociones, porque eso podría llevarnos a administrar mal nuestro dinero. Quizá le estemos dando fondos a un drogadicto o a otras causas humanas que a Dios le desagradan. ¡Qué desperdicio y qué vergüenza! Ese joven tenía cerebro, talento, energía, dones y fuerza -lo sé porque lo conocía- pero no administraba bien lo que tenía. Si usted apoya y financia a un mal administrador, es cómplice de su necedad y puede formar parte de su pecado de mala administración.

   Nada me atrae más que la gente que se esfuerza. Cuando las personas se esfuerzan de veras, hacen que quiera meter la mano en el bolsillo para bendecirlas. El gran rey Salomón dijo en uno de sus proverbios: "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece" (Proverbios 10:4).

   Siento compasión por los verdaderamente pobres. Siempre estoy dispuesto a ayudarlos a salir de su situación. Pero cuando alguien es haragán e intenta obtener algo por no hacer nada, mi solidaridad desaparece instantáneamente.

   Somos llamados por Dios a trabajar, así que intento dar trabajo a quienes lo necesitan. Vea los que dice Pablo en referencia a las viudas de la iglesia en 1 Timoteo 5. Pablo era más duro que yo, aunque usted no lo crea: "Honra a las viudas que en verdad lo son (. .. ) Pero viudas más jóvenes no admitas" (vv. 3,11).

   Pablo le dice a Timoteo que cuide de las viudas que no tienen a nadie. Pero les dice a las viudas jóvenes que vuelvan a casarse, que cuiden de su casa y que trabajen (ver versículos 13-15).

- Ayúdame, he perdido mi empleo -podría haberle dicho una viuda a Pablo.

- Bien, permíteme presentarte a Orfeo, que quizá conozca a alguien que pueda darte otro empleo -responde Pablo- y si eso no resulta, puedes limpiar mi casa

- ¡No soy mucama de nadie! -grita ella, y se aleja furiosa

- Entonces no querrás bendiciones -dice el apóstol para sí.

   Esto puede sonar muy duro. Pero no podemos transferir la responsabilidad de la administración a los demás, aún si nuestra situación es tan desafortunada como la de la joven viuda. Usted, y solamente usted, es responsable de administrar lo suyo. Dios le dará la oportunidad, pero usted debe recibirla. Fue creado para administrar con efectividad su intelecto, su cuerpo, mente, creatividad, tiempo y relaciones.

4. Todo lo que administremos mal, lo perderemos.

   Este principio de la mala administración es el que subyace a las palabras más tristes de las Escrituras: "Y lo sacó Jehová del huerto del Edén" (Génesis 3:23).

   Cuando Adán administró mal su trabajo en el jardín, no solo perdió su empleo, sino también su hogar. Fue echado del jardín. ¿A quién le había dado Dios el jardín? Al hombre. ¿Quién le quitó el jardín al hombre? Dios. ¿Quién lo echó? Dios. Entendamos esto. No fue el diablo quien echó a Adán del jardín, sino Dios.

    De hecho, Dios toma tan en serio la administración, que hasta puede asignar ángeles para que protejan su propiedad de los malos administradores. Es lo que hizo con Adán, así que ¿por que no habría de hacerlo con usted?

   "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3.24).

   Dios no malgasta su propiedad. Aparentemente valora tanto lo que posee, que utiliza a los ángeles para protegerla de quien haga abusos. ángeles con espadas encendidas pueden proteger negocios o ministerios mal administrados en este momento, a causa de la necedad de quienes los utilizaron mal.

   Dios inteligentemente usa sus recursos al máximo, y espera lo mismo del hombre. ¿Qué instrucciones les dio Jesús a sus discípulos después de alimentar a los cinco mil? "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulo: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada" Juan 6:12).

   Jesús dijo: "Levanten las migas, para que no se pierda. Porque a Dios no le gusta el desperdicio ni la mala administración. Jesús tenía mentalidad de buen administrador. Detestaba el despilfarro. Si quiere usted atraer mucho, sepa administrar lo poco.

5. La mala administración puede ser "personal", pero nunca es "privada"

   Este quinto principio de la mala administración nos dicen: que cuando administramos mal, no somos los únicos afectados. Adán administró mal una sola cosa: a sí mismo. Lo hizo personalmente, pero por cierto no fue un hecho privado, porque su pecado ha afectado .a todos los hombres y las mujeres de la Tierra. A causa de Adán, Moisés nos dice: "[Dios] que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación" (Éxodo 34:7).

   y Pablo escribe: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). 

   Hay una ley muy reveladora en materia de economía, que dice que uno puede saber que hay mala administración en una nación cuando el pueblo tiene que pagar más impuestos. Cuando hay corrupción en los altos puestos, o cuando hay mala administración en el gobierno, eses el pueblo el que debe pagar por ello. Esto demuestra claramente que la gente paga públicamente por la mala administración personal y privada.

   Llevemos esto al lugar en donde vive usted. Digamos que se trae a casa una herramienta del trabajo. Es una empresa grande. No se darán cuenta. Tienen doscientas de estas abrochadoras, piensa usted. Pero si hay diez ladrones -como usted- y todos deciden robar "en privado" -como usted- faltarán diez abrochadoras. Ninguno de los diez sabe que los otros nueve hacen lo mismo.

   Bien, piensa usted que se ha salido con la suya. Ahora se lleva a casa papel, unas cien hojas en blanco. No hay problema, porque hay diez mil hojas de papel. Pero hay otros cien empleados que hacen lo mismo. y la compañía entonces ve que sus ganancias son gastadas en la desaparición no autorizada de material de trabajo.

   Así que al año siguiente, el jefe dice: "El año pasado perdimos dinero porque hubo que reponer cien abrochadoras, unas cien mil hojas de papel y unos quince mil broches. Así que este año tendremos que despedir a tres personas. Usted, usted y usted. Además, no habrá bonos este año. Y tampoco podremos dar aumentos de salario. Vamos a congelar los aumentos durante los próximos treinta años hasta que la empresa salga del rojo y vuelva a estar en la columna de las cifras positivas".

   Ahora, sus actos "privados" han dejado sin empleo a tres personas. La empresa ha redirigido su inversión y no compra material porque ahora es más pequeña. Las empresas que le proveían papel ya no ganan tanto, y por ello también deben despedir empleados. Su robo ha contribuido a que toda esa gente perdiera su empleo. 

    y llevemos esto a un extremo aún más alto. Como esta gente ha sido despedida a causa de recortes empresariales, y no puede encontrar empleo, deciden entrar a robar en su casa. Ahora hay un problema de delincuencia, gracias a que usted robó la abrochadora y el papel. El gobierno tiene que tomar más policías, y todos tienen que pagar más cajeros y empleados devenidos en ladrones, no hay lugar en la prisión, así que hace falta más dinero para construir otra prisión. ¿De dónde viene ese dinero? ¡De usted! ¿De dónde más? Cuando se construye la nueva prisión, hacen falta guardias, administradores, alimentos y cocineros para los prisioneros. Así que los impuestos deben aumentar.

   ¿Comprende lo que quiero decir? El ciclo de la mala administración que se inició con el robo de una abrochadora no termina nunca. Del mismo modo, la corrupción y malversación de dinero de uno -o de veinte- de los funcionarios del gobierno, llega a esclavizar al pueblo. El Tercer Mundo sufre a causa de estos pecados "privados". La mala administración puede ser personal, pero nunca es privada, porque afecta a todos. Puede usted malversar su propio cuerpo personalmente, durmiendo con alguien "en secreto". No hay problema. Pasó un buen momento y nadie se entera. ¿Verdad? ¡No es cierto! Porque un día de repente observa que tiene una herida en la nariz. El médico le dice que tiene una pequeña infección, así que se hace unos análisis y resulta que está infectado con VIH.


- ¿Es usted casado? -pregunta el médico-o Traiga a su esposa mañana mismo.

   Así que usted lleva a su esposa porque está embarazada, y ahora tiene una esposa y un hijo con VIH. Su pecado personal no es asunto privado.

- ¡Pero sí era algo privado, Dios' No, no lo era. Y a causa de su irresponsabilidad habrá generaciones contaminadas por su malversación privada.

   Piense en los recursos que Dios le ha dado. ¿Siguen en su posesión pero fuera de lugar? Encienda las luces de su matrimonio, de sus hijos, de su trabajo, de su casa y de su auto, y comience a pensar de manera organizada. Confiese ahora mismo: "Padre Celestial, me llama a reflexión esta realidad, así que por favor ayúdame a ser mejor administrador. Prometo administrar las cosas mejor, desde hoy en adelante".

   Avancemos en la historia de redención que la Biblia nos presenta, para aprender de los hijos de Israel. Su peregrinaje de la opresión hacia la libertad tiene muchas lecciones de las que podemos aprender. Fue su Lucha con respecto al tema de la administración lo que hizo que no pudieran llegar pronto a la Tierra Prometida.

PRINCIPIOS DE LA ADMINISTRACIÓN

1. Dios es el Creador de todo (la administración no implica posesión).

2 Dios organizó antes de efectuar su mejor creación (el orden y la organización son el cimiento de la administración).

3 Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra).

4 Dios dio indicaciones e instrucciones claras (debemos entender la tarea y las instrucciones).

PRINCIPIOS DE LA MALA ADMINISTRACIÓN

1. Malversación de recursos, que resulta en mala administración.

2. Inadecuada apropiación de recursos, que resulta en descalificación y culpa.

3. La responsabilidad de la administración es intransferible.

4. Lo que se administra mal, se pierde.

5. La malversación puede ser "personal", pero nunca es "privada".


Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 95 a la 103

domingo, 18 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte II

 El pecado es producto de la mala administración.
   Si el propósito fundamental de Dios para el hombre es la administración, el problema fundamental del hombre es la mala administración. Es así. ¿Por qué viven en la pobreza las tres cuartas partes de la población mundial? ¿Por qué le cuesta a usted tanto lograr que su salario le rinda, y por qué le es tan difícil conservar su empleo? Si es dueño de su negocio, ¿por qué son tan difíciles las cosas? ¿Por qué es que la gente no tiene el dinero como para comprar el producto que usted vende?

   La respuesta es la misma para todos los casos: mala administración. Cuando uno mira las Escrituras bajo la perspectiva de la administración, ve que el problema número uno no es el pecado, sino la mala administración. El pecado es resultado de la mala administración de Adán. Permítame mostrarle lo que digo.

   El pecado entró en la humanidad a causa de la mala administración. Porque el primer hombre recibió de Dios el encargo de cuidar del jardín, y literalmente, liquidó la empresa vendiéndosela a un postor ilegal: el diablo. Adán hizo el peor negocio. Y a causa de su mala administración el pecado y toda su destrucción llegó a la Tierra para actuar a sus anchas.

   La orden que Dios le dio a Adán era: "Domina la tierra y todo lo que hay sobre ella". Dominar significa "gobernar, controlar, cultivar, ordenar". En esencia, Dios le dio a Adán el contrato de administración sobre la Tierra. Adán era el administrador, o el mayordomo, para utilizar los términos que encontramos en las Escrituras.

   Si Adán hubiera administrado bien, la humanidad habría seguido siendo lo que era. Pero Adán no administró bien. y desde que abandonó su compromiso como administrador, la humanidad entera ha seguido sus pasos como administradores incompetentes. Hemos administrado tan mal el ambiente que tenemos lagos y ríos contaminados. El aire también está contaminado. Hemos envenenado a los peces de los ríos y mares con plomo y otras toxinas, y a veces matamos nuestro ganado con envenenamientos "accidentales". Hemos administrado tan mallas cosas que nuestras acciones nos están matando. La codicia ha obnubilado nuestro sentido común. El hombre, en su condición de caído, prefiere forrar sus bolsillos con dinero en lugar de mantener seguro su ambiente. Dios ha intentado reinstaurar su perspectiva de administración, desde que la perdimos en Génesis 3.

   La humanidad fue creada para administrar, pero hoy somos expertos en la mala administración. Es por ello que hoy nuestros países del Tercer Mundo tienen tantos problemas. Muchos líderes del Tercer Mundo están a cargo de países ricos en recursos naturales, pero la gente sigue siendo pobre a causa de la mala administración. Cuando las personas administran mal, Dios protege sus recursos.

   Cada vez que gastamos un dólar sin tomar conciencia del valor de ese dólar, Dios nos quitará el control de otro dólar. Creo que Dios es austero y que cada vez que gastamos dinero en algo por lo que no hay valor justificado ante Dios, le estamos dando el derecho de quitarnos ese dinero. Lo sé por experiencia propia.

   Y le diré que Dios lo bendecirá financieramente si está usted en el centro de su voluntad, administrando con sabiduría los recursos que Él  le da. La gente se sorprende ante las instalaciones multimillonarias que Él nos ha permitido construir en Nassau, Bahamas. Si yo utilizara mal la provisión designada para el edificio, la televisión o el uso, seguramente Él encontraría a alguien más a quien bendecir. Nos quitaría los dólares de nuestro ministerio para dárselos a otra persona. Por eso es que la gente que administra mal siempre sigue siendo pobre.

   Muchos gobiernos y las naciones gobernadas por ellos, viven en la pobreza a causa de la mala administración. Haití es la república más antigua en el Caribe, y fue el primer país en independizarse. Sin embargo, sigue siendo el país más pobre de la región.

   Trinidad tiene petróleo, Jamaica tiene bauxita y Guyana y Nigeria son ricos en oro. Sin embargo, cada uno de estos países pide dinero prestado y es víctima del Fondo Monetario Internacional. ¿Por qué? A causa de la codicia, las prioridades equivocadas, la mala administración, la ambición distorsionada y personal.

   Dios creó todo y no quiere que lo administremos mal. Preservará su creación de la gente que no administra con sabiduría los recursos que les confía.

   Algunas personas tienen tanto dinero que jamás llegarán a gastarlo mientras vivan. Supe de un jugador de béisbol que recibió un contrato de noventa y un millones de dólares por jugar durante cinco años pegándole a una pelota con un palo de madera. No podría yo festejar ese anuncio porque pienso en los millones de personas que necesitan esos millones. Y estoy seguro de que a Dios tampoco le entusiasma la idea. No es de extrañar que Dios permita que la Tierra sufra tribulación. No es de extrañar que haya tanta tensión, crimen y dificultades. Es porque la Tierra y sus recursos son mal administrados.

   Los pobres de esta Tierra merecen una vida mejor. Pero Dios solo le dará a la gente lo que no sea malgastado. La gente que tiene mucho, obtiene más porque administra bien, y el pobre que es pobre por haraganería o mala administración, probablemente siempre sienta celos o envidia. Estos principios de mala administración son eternos. Si no los aprendemos, los resultados y las consecuencias serán evidentes.

   Siempre seguiremos en la pobreza y la depresión. Siempre viviremos como mendigos, por debajo de nuestros privilegios.

    Ahora que hemos definido el problema, veamos en mayor detalle algunos de los principios de la mala administración que aparecen en Génesis. Toda persona con mentalidad de buen administrador querrá evitar estos principios.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 92 a la 95

jueves, 8 de octubre de 2020

APRENDA A ADMINISTRAR LA LIBERTAD. Parte I

   En este capítulo veremos algunos de los principales aspectos de la administración y de la mala administración, que nos permitirán estudiar en mayor profundidad lo que presentamos en el capítulo 2. Nada enoja más al dueño de una empresa que el hecho de que un gerente piense que la compañía y sus recursos le pertenecen. Así que comenzaremos en principio con las realidades irresponsables de la mala administración. Si quiere usted que lo despidan pronto de un empleo, haga lo siguiente: compórtese como si fuera el dueño de todo. Llévese los papeles y los clips a casa cuando quiera. Llévese la computadora para que su hija haga la tarea de la escuela. "Tome prestada" la máquina de fax durante algunas semanas. Actúe como si fuera el dueño de todo y vea qué sucede. Lo despedirán tan rápido que no sabrá qué ha sucedido.

  El propietario puede llevarse lo que quiera de la oficina, en el momento en que lo desee, porque es el dueño de todo. Pero el gerente no puede hacerlo. Así que si administra mal usted los recursos del derecho de encontrar sus pertenencias en todo momento, no importa dónde los ponga usted. En esencia, el gerente responde ante el propietario. Los administradores deben ser fieles a su jefe.

Marcar el reloj de Dios.

   En el esquema integral de la vida, Dios es dueño de sus recursos, de la Tierra y de todo lo que hay en ella. Si administramos mal los recursos, Él nos despedirá y se los confiará a otro.


   Jesús nos dio un excelente ejemplo de esto en su parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). En esta enseñanza, un amo deja parte de sus recursos -en este caso, dinero llamado "talentos"- a sus sirvientes, para que los inviertan mientras él está ausente. Cuando regresa, les pide a sus sirvientes que rindan cuenta por los recursos que dejó a su cuidado. El sirviente a quien le había dado dos talentos, los multiplicó obteniendo el doble: cuatro talentos. Y el que recibió cinco, obtuvo diez. Pero el sirviente que recibió un solo talento, lo administró mal. Lo enterró y no ganó intereses por ese dinero. Su amo entonces ordenó: "Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos" (Mateo 25:28).


   El amo podía decidir qué hacer, porque los sirvientes estaban administrando sus talentos. Cuando el tercer sirviente administró mal, el amo le quitó lo que le había confiado. Veamos cuatro principios de la administración que podemos extraer de esta importante enseñanza de Cristo.


Los cuatro principios da la administración

1. Dios creó todo (la administración no implica posesión)

   "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Ante todo debemos entender que Dios creó todo, y es dueño de todo. Él tiene derecho sobre todo lo que existe y por ello puede dar o quitar, a quién quiera y cuándo quiera. Quienes lo seguimos no tenemos derecho a reclamar posesión de nada. Cuando creemos que obtenemos algo gracias a nuestro propio ingenio, Dios enseguida hace modificaciones a su plan de inversión. Dios es el dueño, y nosotros administramos. Por eso, mientras administremos mal los recursos que se nos confían Dios Creador y Dueño de todo, no nos dará sus recursos. "

2. Dios organizó antes de dar lo mejor de sí (orden y organización: los cimientos de la administración)

   "La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Génesis 1:2).

   En esta segunda oración de la revelación bíblica sobre el origen de la Tierra y del hombre, las Escrituras dicen que la Tierra estaba sin forma. La palabra hebrea tohuw, literalmente significa "confusión". Habla de desorden. La palabra indica que no había orden formal.

  La palabra hebrea para vacío es bohuw; literalmente significa "vacío". Implica caos y confusión. Así que la Tierra no tenía orden ni posición formal. Estaba en confusión, desorganizada y desordenada.

   En este versículo hay una tercera palabra: tinieblas, traducida del hebreo choshek, que significa exactamente eso. Pero también implica ausencia de conocimiento y revelación. Todo estaba en desorden y por ello reinaba la confusión.

   Al leer con atención Génesis 1, vemos que Dios no creó nada entre los versículos 3 y 26. Todo lo que se menciona ya estaba allí. El versículo 1 indica: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Y si leemos con atención, veremos que al principio el agua lo cubría todo. También vemos que cuando se agregó el suelo seco como componente de la Tierra, las nubes, que ya estaban presentes, quizá hayan caído del firmamento para formar una niebla que regara la tierra. Así que aunque la Tierra y los cielos estaban creados, había desorden y desorganización. Todavía no estaba todo en su lugar.


   Veamos un ejemplo de algo en estado caótico y desordenado. Supongamos que me invita usted a quedarme en su casa durante dos semanas mientras sale usted de vacaciones. Yo acepto, pero en realidad no me gusta cómo está arreglada su casa. Así que pongo 10 de la cocina en el dormitorio, y llevo los muebles del dormitorio al baño. Cambio su sala  de estar, y pongo la bañera allí. Cambio todo sin quitar nada de la casa. Pero mi arreglo ha quitado todo de su orden formal.


  Cuando regresa usted, quiere tomar una ducha. Así que va hacia donde solía estar su bañera, pero allí encuentra que están los muebles del dormitorio, apilados. Busca el refrigerador, pero ya no está en la cocina. ¿Qué sucede entonces? Está todo dentro de la casa, pero en el lugar equivocado. Este es el principio del desorden.

   El desorden causa confusión, esto es lo que significa la palabra vacío. No sabe usted dónde están las cosas, está andando a oscuras. El relato de Génesis me hace pensar en una situación como la que acabo de presentarle. Al comienzo, todo estaba allí, pero fuera de lugar, sin orden.

   Dios vio la desorganización, pero tenía algo especial en mente. Así que dijo: "Tengo este gran sueño de crear un ser a mi imagen y semejanza, que gobierne como rey sobre todo lo que yo creé. Será mi administrador sobre el planeta. Pero no puedo crear mi mejor creación antes de organizar todo lo demás".


   Así que, Dios encendió la luz para ver el desorden: "Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas" (Génesis 1:4). Si su vida está desorganizada en términos de finanzas, matrimonio, hijos o empleo, no siga tropezando en la oscuridad. Deténgase y encienda la luz. Cuando lo haga, verá problemas, y no le gustará lo que ve. Pero debe ver sus problemas a la luz para poder arreglarlos.


   Dios necesitaba que la luz brillara sobre la confusión de la creación para poder ver qué era lo que haría para ordenarlo todo. Así que, encendió la luz y miró. Luego envió a las nubes de vuelta hacia el cielo, y movió las aguas para dejar tierra seca. El agua y la tierra estaban allí luego de la creación en Génesis 1: 1, pero no estaban en el lugar correcto, así que Dios las reorganizó. Luego levantó la tierra, la sopló, y la tierra se secó. Entonces separó el agua salada del agua dulce, para formar lagos y mares.


   "Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno" (Génesis 1:6-10).

   Aprenda a administrar la libertad Dios también le habló a la tierra y al agua, porque Él sabía lo que había dentro. Dijo:

    "Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él sobre la tierra" (Génesis 1:11). 

  "Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos" (Génesis 1:20).

   "Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así" (Génesis 1:24).

   En la Tierra Dios había creado cantidad de árboles, plantas, frutos, aves, animales y toda la grandiosa creación que la humanidad hoy disfruta. DlOS reorganizó todo. Y la Biblia dice que cuando terminó: "... vio Dios que era bueno" (Génesis 1:25).

   Dios es un Dios de orden. Ama la organización y detesta la confusión (1 Corintios 14:33). Así que Dios guardó lo mejor -la creación del hombre- hasta tener todo organizado. No crearía al hombre, su máxima creación, hasta que no estuviera todo ordenado. Y cuando todo estuvo listo, Dios le dio a Adán un jardín organizado y nuevamente: "He aquí que era bueno en gran manera" (Génesis 1:31). 

3. Dios delegó la administración de la Tierra en el hombre (el hombre fue creado para administrar la Tierra)

   Nuestro tercer principio de la administración nos habla de la acción de delegar. El hombre fue creado para administrar la Tierra. Al hombre se le dio el gobierno, y no la posesión, de la Tierra. Génesis 1:26 dice:

   "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra".

   Dios le dio al hombre dominio, y le confió los recursos que Él había puesto en la Tierra. Dios no le dio al hombre el título de propiedad de título de propiedad sobre todo lo que tenemos hoy nosotros. Así que Dios -el dueño- puede tomarlo de vuelta cuando observa que hay mala administración. Su voluntad escrita indica: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmos 24:1).

   Dios es dueño del automóvil que usted conduce. Así que si no quiere usted que Él se lo quite, lávelo, cuídelo y utilícelo para llevar a la gente a la casa de Dios. Utilícelo para bendecir a sus hijos, de manera que pueda decir: "Dios, estoy usando esto, y no dejándolo para que adorne mi garaje". Adminístrelo.

   ¿Ha perdido usted su casa? Si es así, quizá no sea el diablo quien se la quitó. El banco ha embargado su casa porque usted no pagó las cuotas de la hipoteca. ¿Por qué no las pagó? No fue el diablo quien se llevó su dinero. Lucas 16 dice que si no podemos administrar la propiedad de otro ¿Quién nos dará algo para que sea propiedad nuestra? Así que si Él le dio a usted su casa, y usted la administró mal, Dios la entregará a otro para que aprenda usted a administrar. Cuando reconozca sus problemas a la luz de esta verdad, verá nuevas oportunidades en lugar de fracasos. En el Nuevo Testamento Pablo nos da una buena enseñanza sobre el acto de delegar, en el libro de Gálatas. En 3:26 dice: "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Luego continúa en 4:1-2: "Pero también digo: Entre tanto que e! heredero es niño, en nada difiere de! esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por e! padre".

   El mensaje de estos versículos nos indica que los niños de la herencia son tratados como empleados con respecto a su herencia mientras son menores. ¿Por qué? Porque los niños no saben administrar. Si le da usted a un niño un tarro de dulce, en minutos verá que tiene dulce en las manos, en la cara y en el cabello. No sabe administrar el dulce, y lo pone donde no corresponde. Dé a su hijo un hermoso anillo de diamantes, y probablemente lo mastique. Luego lo escupirá o lo echará por la ventana, donde el perro lo levantará y lo llevará a cualquier parte. El niño no sabe administrar. Así que, aunque Jesucristo es Señor y nosotros somos sus hijos por medio de la recreación de nuestros espíritus en la fe, Dios no nos confía su propiedad hasta tanto seamos maduros. Dios le dará lo que usted sea capaz de administrar; y no lo que le pida.

 ¿Cuál es la clave para que Él le dé más? Veamos lo que hacen los padres con sus hijos: no renuncian a la autoridad hasta tanto vean que sus hijos pueden administrarla.

   La Tierra es del Señor, y el Señor es su Padre. Y como usted es su hijo, heredará el oro, la plata, los árboles ... todo. Pero no puede caminar por allí nada más, esperando que Dios le eche todo sobre la falda. Debemos aprender c6mo administrar para poder recibir de parte de Dios.

   Una de las áreas peor administradas en la vida de los creyentes que necesitan hoy la luz de Dios, es la de las finanzas personales. Muchos cristianos piden dinero prestado continuamente, y nunca se detienen a pensar que ya no poseen nada. La próxima vez que alguien venga a pedirle dinero, pregúntele a quién más le debe. ¿Por qué? Porque la gente nunca le pide a quien ya le debe. Crean más problemas, yendo a nuevas personas con el mismo problema. Siguen perpetuando su oscuridad, tropezando y no se detienen a encender la luz.

   Si está usted muy endeudado, no se ponga nervioso por los miles que debe. Deténgase. Mire su situación con atención. No tema ver que debe dinero a la mitad de su familia, a su iglesia o a su comunidad. Vea por qué evita usted a las personas a quienes les debe dinero. Sea sincero con ellos. Encienda la luz y confiese sus obligaciones. Esto iniciará el proceso de capacitación mediante el cual Dios puede hacerlo madurar. La integridad es la clave de todo lo que hacemos.


   Primero, declárese responsable ante Dios, que es quien delega todo. Luego, ponga en claro cuánto debe. Tome un papel y sume todos los montos que debe. Luego, como la deuda no desaparecerá evitándola o esperando que sus acreedores no lo llamen, hágase responsable y llame a cada acreedor para revisar las cuentas. Hágales saber que es sincero en su intención de devolver cada centavo. 

   ¿Ha observado que no puede usted orar porque dejen de existir las cuentas de luz o de teléfono? Estar lleno del Espíritu Santo no hace que  pueda cancelar sus deudas. A menos que suceda un milagro, sigue debiendo este dinero.

   La prosperidad no depende de los recursos que Dios nos da, sino de la administración de aquello que se nos confió. Así que nunca ore por cosas que no esté dispuesto a administrar. Si no se siente preparado o calificado para administrar algo, no malgaste sus oraciones, porque Dios no le dará lo que no sepa administrar.

   Cuando un niño hereda dinero, este se pone bajo la administración de un tutor, hasta tanto el niño sea lo suficientemente maduro como para administrarlo con sabiduría. Lo mismo sucede con nuestra heredad en la Tierra. Dios nos dio el gobierno y no la posesión, así que siempre podrá tomar de nuevo lo que administremos mal. El problema es que cuando Dios nos quita recursos, por lo general se los da a personas que no viven muy lejos de nosotros. Y muchas veces esta gente puede no estar necesariamente comprometida con el reino de Dios, aunque son buenos administradores.

   Tenemos esta idea extraña en la iglesia de que todo es para los justos. Proverbios 13:22 sí dice que" .. . la riqueza del pecador está guardada para el justo", pero permítame decirle que si usted administra mal, Dios lo dará al injusto. "¿Qué dice, Dr. Munroe?", me parece oírle decir. Pero escuche: Dios permitió que el diablo se adueñara de la Tierra. Lo vemos en Lucas 4 cuando Satanás le ofreció a Jesús los reinos de la Tierra con sus riquezas si Jesús se inclinaba ante él y lo adoraba. ".. . porque a mí me ha sido entregada, ya quien quiero la doy" (Lucas 4:6).

   Jesús no se inclinó ante el diablo, claro, pero tampoco le disputó le hecho de que le hubieran sido entregados sus reinos.

   El diablo se aferrará a lo que usted posea, hasta que Dios le enseñe cómo administrarlo. Como verá en los capítulos que siguen, debemos criar a las vacas para obtener la leche, y entrar en la colmena para recoger la miel en la tierra que Dios nos ha prometido. Y hasta tanto sepamos cómo quitárselo, el diablo se aferrará a todo lo que sea nuestro.

   Utilizando esta alegoría de la tierra prometida, los pecadores son guardianes que se aferran a las riquezas de los justos, hasta que estos están listos y saben cómo administrarlas. Han sido puestos en esta posición por Dios, pero lo que tienen no les pertenece, nos pertenece a nosotros. Recuerde las Escrituras: ".. . la riqueza del pecador está guardada para el justo (Proverbios 13:22). Ahora ¿cómo es que el pecador logra tener la riqueza? ¿Y sabe Dios que la tiene?

   Algunas personas sienten rencor hacia los ricos. Odian "a los ricos". Cuando pasan por sus mansiones sienten celos porque piensan en su propia casa, pequeña, apretada. Deje de sentir celos. Esa gente aprendió a administrar y se ganó la casa de sus sueños. Usted ha intentado ayunar y orar para quitarles lo que tienen, pero esto no conmueve a Dios porque El no mueve los recursos como resultado de la oración. Los mueve como resultado de la administración eficiente. Cuando prueba usted que es el en lo poco, El hará administrar lo mucho (vea Mateo25:23). La administración atrae recursos.

4. Dios dio instrucciones y asignaciones claras (debemos entender la asignación y las instrucciones)

  El cuarto principio de la administración que trataremos aquí tiene que ver con la comprensión de la voluntad y los objetivos de aquel para quien estamos administrando. Dios le dijo a Adán claramente cuál era su asignación: debía trabajar, cultivar y proteger (Génesis 1:28). Luego le dio las instrucciones: no podía comer el fruto de un árbol en particular (Génesis 2: 17). Adán no cuestionó la asignación ni las instrucciones. Le habían dicho que administrara la Tierra, y que debía obedecer a Dios.

   El árbol prohibido no fue una trampa para atrapar al hombre. Con las instrucciones que Dios dio sabía que debía evitar ese árbol. Dios estaba instituyendo un punto de apoyo, una palanca en la que la conciencia y la voluntad del hombre se activarían para llegar a ser obediencia. Adán no era un robot sino una criatura con voluntad y libre albedrío. Era un agente libre. El poder de la voluntad se activa con el poder de la decisión. Por eso se le prohibió el árbol para activar su voluntad, y no para destruirla.

   Dios era el Creador, el Padre y el Jefe de Adán. Es imposible ser buen administrador si no se obedece al jefe. Uno no puede administrar la compañía como tenga ganas. Debe mantenerse en contacto con la visión del jefe y la de la compañía. Si administra usted un local de Kentuky Fried Chicken (Pollo frito Kentucky), no puede decidir que quiere vender hamburguesas. No puede administrar sin obedecer a la autoridad de la compañía. Cada vez que administre mal, su reputación de incompetente lo seguirá. Si lo despiden de un empleo porque ha administrado mal los recursos de la compañía y se presenta como candidato para otro empleo, lo primero que le preguntarán es quién fue su empleador anterior. Así que no crea que puede hacer mal las cosas y luego empezar desde cero. Dios siempre lo llevará de nuevo al lugar donde tropezó, hasta que aprenda a administrar bien.

   Hace poco estaba hablando con un joven que había administrado mal su negocio y pasaba por estrechez financiera. Le dije que aceptara cualquier empleo que le ofrecieran, aunque la paga fuera poca. Había tenido su propio negocio, pero ahora a causa de su mal criterio tenía que volver a empezar desde abajo para recuperar su credibilidad y volver a escalar. Le dije que empezara de nuevo para que su empleador Viera coherencia, fidelidad y capacidad de reconstrucción. Luego le dije que cuando Dios viera su nueva disposición le confiaría más cosas. El joven estaba dispuesto a aprender, así que sé que le irá bien. .

   Otras personas a quienes les aconsejé volver a empezar desde abajo, no han estado tan dispuestas a aprender. Quieren empezar desde donde se equivocaron, pero la restauración no funciona de ese modo. Todo creyente cristiano tiene una clara responsabilidad de administrar bien los recursos de Dios. La gente que anda a los saltos de problema en problema, nunca recibirá mucho. Dios sabe quiénes son. Cada vez que aparecen, Él está allí, esperándolos. Cuando piden algo, DIOS les dice que no. ¿Por qué? Porque Dios protege sus recursos de la mala administración, incluyendo a los malos administradores que están llenos del Espíritu, que hablan en lenguas y que conocen la Biblia.