lunes, 19 de julio de 2021

¡LIBRE AL FIN..! Parte III

4. La libertad impone la necesidad de control más que la esclavitud.

   Pensamos en la esclavitud como en un estilo de vida en que alguien domina y controla a otros. Pero la libertad impone la necesidad de un control aún mayor. Hay una forma de esclavitud de la que uno puede librarse, el tipo de esclavitud como el que vivieron los israelitas en Egipto. Sin embargo, hay también una esclavitud que nos imponemos a nosotros mismos por medio de nuestras decisiones irresponsables. Así que, a causa de las implicancias eternas que nuestras decisiones pueden tener sobre nosotros y los demás, cada día, este principio de libertad declara la necesidad de que nos controlemos internamente.

   El gran apóstol Pablo, iniciador de muchas de las primeras iglesias, lo menciona en 1Corintios 6:12, al escribir: "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna". Creo que Dios nos exigirá rendir cuentas de todo lo que hagamos a partir de ahora.

  Debemos ejercitar un tipo de control en la libertad que no teníamos en la esclavitud: el autocontrol. Hoy existen demasiadas oportunidades para ser haragán, controlado por cosas externas. Hay demasiados televisores y máquinas de video que invaden y esclavizan nuestros hogares. Demasiadas redes de TV por cable y películas de Hollywood. Y demasiados sitios de recreación y playas, y autos veloces que nos llevan allí.

   Es fácil controlar a los esclavos si se utiliza el látigo. Se impone el revólver. Se imponen los perros. Se puede amenazar a la gente retaceándole la comida o quitándole privilegios.

  Pero la libertad, sin embargo, tiene aún más controles que la esclavitud, porque cuando uno es libre el control proviene de uno mismo. Uno es quien determina si va a ver TV o no. Uno es quien dice si leerá o no. Nadie puede obligarnos a hacer algo cuando somos libres. Somos nosotros quienes nos obligamos. Yeso cuesta mucho más esfuerzo que cumplir con la imposición de otros.

  Cuando somos libres, decidimos levantarnos para ir a trabajar con total libertad. Luego depende de nosotros cumplir con nuestro trabajo. Lo mismo sucede con el cálculo de nuestro presupuesto y con los gastos: elegimos no gastar en hamburguesas porque tenemos que pagar el alquiler, por ejemplo. Eso requiere de autocontrol ¿verdad?

   Es uno el que tiene la libertad de dejar pasar el segundo plato de pastas, de pollo  asado, de postres o arroz con garbanzos. ¿No sería más fácil que Dios controlará  nuestra dieta? Yo creo que lo preferiría. Odio las comidas estilo buffet, porque allí  debo poner a prueba mi responsabilidad. Cuando me encuentro frente a toda esa  comida, mi estómago grita "¡Torta, pollo, arroz!" y no hay nadie que me detenga.  Entonces, la realidad de la libertad del apetito nos impacta. Nuestro estómago dice  "Basta ya", pero nuestros ojos piden más y más.  ¿No sería bueno que Dios nos indicara qué comer y cuánto? "Basta ya, hijo. No  comas más". ¿No sería bueno eso? Volveríamos a estar en forma, como cuando  teníamos diez años menos. Bajo el opresor, es él quien controla cuánto comemos  y cuándo. No necesitamos del autocontrol.

  Esto no sucede. Y es por eso que uno de los frutos del Espíritu es el autocontrol (Gálatas 5:23). Si no nos controlamos, alguien más lo hará. El fruto no viene automáticamente, sino que crece. La instrucción sobre la Tierra Prometida de Josué, en la necesidad de meditar en la palabra de Dios y permitir que el Espíritu Santo circuncide nuestro recuerdo de la esclavitud en el pasado, es muy importante en la libertad (ver Josué 1:8).

   Así que verá, que en la libertad necesita más control que en la esclavitud, porque en la esclavitud nos dan solo una pequeña porción de comida, y nada más. Y cuando eso es todo lo que recibimos, no hay necesidad de controlarnos a nosotros mismos.

   Todos debemos madurar como ejemplos espirituales y como líderes maduros. Las Escrituras enseñan a los líderes a controlarse a sí mismos. Al escribir a su compañero líder, Tito, Pablo dijo que el líder debe ser "... irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo" (Tito 1:7-8). A Timoteo Pablo le escribió que los líderes deben ser "sometidos a prueba primero, y entonces [ejercer] el diaconado, si son irreprensibles" (1 Timoteo 3:10).

   El autocontrol es un atributo de la libertad que la esclavitud no conoce. La mentalidad de "hazlo si te hace sentir bien", del mundo moderno, tendrá que ser purgada del ciudadano del siglo XXI si vamos a cruzar el Jordán en los días por venir. Sé que nos gustaría mucho tener un cayado santo como el que tenía Moisés, y vivir nuestras vidas siendo controlados completamente desde el cielo. Pero no es así. La libertad viene cuando permitimos que Dios nos guía fuera del desierto, hacia el trabajo fructífero de Canaán: de la dependencia a la responsabilidad. Antes de morir espero ver a millones de creyentes maduros que no temen dar la buena pelea. Hablo de personas que acepten los más grandes desafíos, sabiendo qué es lo que hace falta para ganar. Anhelo ver una generación que acepte el espíritu de la responsabilidad y la industriosidad. Una generación que pueda enfrentar efectivamente el fracaso y el éxito.

  Nunca conocí a un boxeador campeón del mundo que no haya perdido algunos   rounds. Nadie recuerda las derrotas cuando se pone el cinturón de ganador. Pero en el cuarto round, allí estaba, sangrando y lastimado, casi incapaz de caminar hasta su rincón. Su entrenador le decía: "Puedes vencerlo". Y el boxeador protestaba: "¿Estás loco? No podré. ¡Ve tú a pelear con él, a ver si te gusta! Yo ya no puedo más". Así que el entrenador le dio un masaje y le habló. Luego le dio agua, se aseguró de que el apósito sobre su ojo estuviera firme, le frotó los hombros y le dijo que volviera a enfrentar al adversario.

   Eso es lo que hace Dios cuando venimos a Él después de la pelea y sentimos que no lo lograremos. Parados allí, fielmente con disciplina y autocontrol, sentimos que el Espíritu Santo nos empapa con su balde de la Palabra y su esponja y nos dice: "Saldrás nuevamente y pelearás".  Luego nos frota los hombros y nos recuerda: "Más grande es el que está en ti, que quien está en el mundo. Todo lo puedes en Cristo que te fortalece. Ahora ve y pelea. ¡Toma esa tierra!"

   Nuestros días de correr y escondernos han quedado atrás. Tenemos que pelear para sacarle el jugo a la vida del otro lado del Jordán. La experiencia de Jesús en el desierto nos habla de grandes cosas. Después de su bautismo en el Espíritu, en el Jordán, el desierto fue su campo de pruebas y salió victorioso en la unción del poder de Dios. Desde ese día en adelante, Él trabajó en su vocación de ministerio, a veces veinticuatro horas al día, para cumplir con la voluntad de Dios.

  Su tierra de Canaán bullía con la obra de Satanás, que había esclavizado a la humanidad en la muerte. Pero Jesús lo desposeyó, del mismo modo en que estamos llamados a hacerlo en Haití, en África, en América ... o donde sea que vivamos. Para vivir nuestra verdadera libertad debemos enfrentar y vencer con éxito a los 'itas': moabitas, cananitas... y a todos los obstáculos que se presenten en el camino que Dios nos ha prometido.

¡Administrar!

   Los que tenemos oídos para oír, oímos cómo fluye el Jordán del otro lado de la colina. Estamos al final de nuestra generación. Dios nos dice: "Sus días en el desierto han quedado atrás. Así que prepárense. Digan adiós al maná. El camino fácil se cierra. Su largo camino a la nada se acaba". Preparémonos para la responsabilidad. Para el trabajo. Aceptemos la maravillosa responsabilidad de la libertad y vivamos al máximo. Jesús reparte espadas y alforjas a su pueblo en todo el mundo. Sí, los 'itas' están en la tierra prometida, y no van a ceder porque sea domingo o porque estemos armados. Pero Dios peleará con nosotros.

Mientras marchamos subiendo la colina. ¿Qué recursos le ha confiado Dios? ¿Qué hará mañana usted para descubar y mejorar los talentos que Elle ha dado? Los milagros fáciles son para los bebés.

Los milagros en colaboración son para los hijos. Así que avancemos en este siglo XXI como hijos e hijas de la tierra prometida, competentes en los asuntos de Dios. Estamos hechos de la suma total de las decisiones que tomamos cada día. ¡Administrar, administrar, administrar! ¡Es hora de avanzar!

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 227a la 231.

 

lunes, 5 de julio de 2021

¡LIBRE AL FIN..! Parte II

2. La libertad exige más trabajo que la esclavitud.

   Otra notable diferencia entre la libertad y la esclavitud es que la libertad exige más trabajo que la esclavitud. No parece tener sentido ¿verdad? El faraón oprimía a los israelitas. Los obligaba a trabajar, a levantarse temprano, a trabajar duro e ir a dormir tarde. Se les pegaba si trabajaban lentamente, se les pateaba y escupía si se rebelaban. Era un trabajo duro y cruel.

  Pero cuando nos detenemos a pensar en ello, la libertad exige más trabajo que la esclavitud. ¿Por qué? Porque jamás calificaremos para la libertad si no somos industriosos. Cuando buscamos la voluntad de Dios en el desierto, Él administrará nuestros talentos y nos enviará a utilizarlos frente a los habitantes de la tierra prometida. Debemos tomar la tierra, y eso implica TRABAJO. Ya no hay milagros instantáneos en Canaán. Del otro lado del Jordán debemos aprender cómo ayunar y orar para ser parte del milagro. Debemos ordeñar la vaca y recoger la miel para disfrutar de la leche y la miel de Canaán. Es allí donde Cristo nos dará la alforja y la capacidad de trabajar para llenarla con dinero. Debemos trabajar duro y quizá hasta fracasar alguna vez antes de lograr el éxito. Administración. Administración.

   Jamás olvidaré la porción de las Escrituras que cambió mi vida hace muchos años. Está en el libro de Proverbios: "El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza" (28:19).

 Cuando leí ese versículo por primera vez, me asustó. Pero pronto descubrí que si como pueblo no tomamos posesión de nuestro territorio, vendrá otro y trabajará nuestra tierra. Si como iglesia no tomamos la responsabilidad de nuestra liberación y libertad, pronto nos encontraremos retrocediendo nuevamente hacia Egipto.

   La iglesia vive hoy en una nueva era de responsabilidad. Dios deja de enviar maná y nos dice que nos arremanguemos. Será mejor que aprendamos a cavar y cultivar, porque Dios ya no nos enviará agua y comida gratis. Aprendamos a coser, porque a partir de ahora nuestros vestidos se gastarán.

  El tiempo de jugar juegos religiosos ya ha pasado en el desierto. Pero los días son más cortos ahora, y Dios necesita que haya muchos "Josués" que llenen la tierra antes de que termine la hora. No hay más tiempo para jugar con los juguetes de Egipto. Cuando Dios nos libera del desierto, nos lleva hacia la responsabilidad. Debemos obtener el conocimiento, la sabiduría y la fe para trabajar con Dios, o terminaremos siendo esclavos de nuevo mientras los que están dispuestos a aprender tomar la tierra.

    Oh, si se ha convertido usted por el Espíritu Santo de Dios, llegará al cielo, claro. No digo que retrocederá y caerá en el infierno. Cuando muera en el desierto, los ángeles llevarán su alma al paraíso. Lo que digo es que si no aprendemos a llevar sobre los hombros el peso de la libertad en esta nueva era de responsabilidad, permaneceremos en la ignorancia. Bajo el yugo de nuestro opresor mientras los "Josués" de Dios toman la tierra.

   Dios está llamando a los "Josués" de todas las comunidades y naciones a vivir vidas productivas, libres y enfocadas en la administración. La libertad implica más trabajo que la esclavitud, porque el trabajo comienza desde adentro. En la libertad no hay nadie que nos grite: "¡Levántate esclavo!" No hay nadie que nos golpee para sometemos cuando nuestra mente no quiere cumplir. En la libertad tenemos que levantarnos solos. No podemos enterrar nuestro talento en el suelo y esperar que el gobierno nos pague. Tenemos que salir de la casa, ir a trabajar y quedamos allí hasta la hora de salida a mediodía.

   Tenemos que volver del almuerzo y seguir trabajando hasta las cinco o más tarde.  No podemos irnos, trabajar menos o escondernos. Cuando tenemos que trabajar  horas extras, quizá nos paguen más si trabajamos bajo relación de dependencia. Pero no hay paga extra cuando utilizamos nuestros talentos en el lugar donde  trabajamos por cuenta propia. La libertad es trabajo duro.

 Jamás olvidaré el primer día que asistí a la universidad. Crecí en las Bahamas, bajo el sistema británico en el que todo está planificado y preparado. Pero cuando entré en la clase de la universidad ese primer día, y entró el profesor y dijo: "Lean los capítulos uno a cinco. Dios los bendiga y hagan uno de los papeles durante la mañana", para salir del aula enseguida, miré hacia la puerta y sentí terror. ¿Dónde va? ¿Dónde va el maestro? Corrí para alcanzarlo en el pasillo, con mi grueso libro de historia en la mano.

- Disculpe, profesor. Acaba de dar una tarea ¿No nos va a enseñar la lección?

- ¿De dónde eres?

Supe por el tono de su voz que recibiría una reprimenda.

- De las Bahamas -respondí.

- Es un lindo lugar. Pero esta es una universidad, y en la universidad, aprendes por tu cuenta.

Bien, permítame decirle que al oír esto sentí que mi cuerpo se estremecía.

Así que sostuve mi libro de historia y pregunté:

- ¿Quiere decir que debo estudiar todo este libro por mi cuenta?

- Sí -respondió- yo soy solamente un recurso de ayuda.

¿Un recurso de ayuda? ¿Qué? Pensé, sintiendo lástima de mí mismo.

 Bueno, me repuse y asumí la responsabilidad de organizarme rápidamente. Tenía que organizar mi horario para leer, estudiar y hacer ejercicio. Dejé de ver TV y no salía a comer pizza con los demás. De repente me encontré haciendo mis propios planes y esto requería de más responsabilidad de la que jamás había tenido. Pero me entrenó y me enseñó en lo que es la libertad.

Nuestros hijos tienen una vida fácil cuando mi esposa y yo les recordamos:

- Es hora de hacer la tarea escolar.

   Pero cuando crecemos y vamos a la universidad, no hay nadie que nos lo "recuerde". La libertad es dura. Hay que trabajar extra duro, mucho más de lo que se trabajaba en la esclavitud, porque ahora hay que ser responsable desde adentro.

3. La libertad requiere de más responsabilidad que la esclavitud.

   Los errores que cometemos en el desierto pueden llegar a destruirnos si los cometemos en Canaán. Los requisitos de la responsabilidad son mucho más altos en Canaán.

   Después de que la generación más joven fuera circuncidada del otro lado del Jordán, probaron su entrenamiento disciplinado marchando silenciosamente alrededor de Jericó. ¿Puede imaginarlo? Ni una palabra, ni una queja de parte de los que marchaban continuamente. Eso sí es disciplina y entrenamiento. Sus padres se habían quejado a cada paso en el desierto. Luego, a la séptima vuelta, esta generación más joven gritó como Dios lo había ordenado, y las murallas de Jericó se derrumbaron. Dios ha dicho que Israel sería invencible. ¡Y ahora lo sabían! Su siguiente objetivo militar era la pequeña ciudad de Hai. Pero nadie sabía que entre sus filas había un hombre que había desobedecido el mandamiento de Dios registrado en Josué 6:18:

   "Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis".

 Jericó fue una victoria aplastante, así que Israel envió espías para determinar la   cantidad de tropas que harían falta para destruir Hai. Cuando avanzaron para atacar, "Subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres" (Josué 7:4-5).

   Dios le dijo a Israel en el desierto que ganarían todas las guerras de la Tierra Prometida. Dijo que estaría con ellos y que conquistarían la tierra. Pero ahora, por culpa de un solo hombre llamado Acán, toda la nación debió pagar el precio. Un hombre violó la ley. La Biblia dice, empero: "Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema".

   Acán aparece señalado en la siguiente oración, pero la nación de Israel en su totalidad fue culpada por su ofensa: "porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de judá, tomó del anatema; y la ira de jehová se encendió contra los hijos de Israel" (Josué 7:0.

   Bien, Josué estaba totalmente confundido por esta situación y cayó de bruces ante Dios: "¿Qué es lo que está mal?", preguntó. Así que Dios le dijo que alguien había violado su ley del anatema de Jericó. Y luego, sin informarlo quién era el que había violado el anatema, Dios le dijo a Josué que se ocupara del tema, trayendo ante sí a cada persona. "Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que Jehová tomare, se acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones; y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová, y ha cometido maldad en Israel" (Josué 7:14-15). Acán fue apedreado y quemado, pero antes hubo treinta y seis hombres inocentes que pagaron por su ofensa.

   Una vez que Israel hubo cruzado el río para entrar en Canaán, Dios no quería que los israelitas pensaran nuevamente en lo que Acán había hecho. Así que el Señor hizo que apedrearan y quemaran todo lo que Acán poseía y amaba.

"Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos" (Josué 7:25).

   En este nuevo siglo no será como en los días de nuestra infancia, con los milagros instantáneos de los reavivamientos. No podremos salirnos con la nuestra, con los pecados infantiles del desierto cuando hayamos cruzado el Jordán y entrado en la tierra de madurez que nos preparó Dios. Dios nos da una responsabilidad muy grande, y por eso debemos cuidarnos los unos a los otros.

   Todo esto no es solo cosa del Antiguo Testamento. Creo que estamos avanzando nuevamente hacia los días que vivió la iglesia temprana en el libro de los Hechos. Hechos 5 nos habla de un matrimonio, Ananías y Safira, que fueron muertos porque habían mentido sobre la cantidad de dinero que habían puesto en el plato de la ofrenda. El versículo 11 nos dice: "Y vino gran temor sobre toda. la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas".

   La cantidad de dinero no era el tema; era la mentira de Ananías y Safira lo que les mereció pena de muerte. Al igual que Acán, este matrimonio perdió la vida para que su pecado no se expandiera y matara a otros en la comunidad de la iglesia.

   Un hombre llamado Acán robó y ocultó lo que Dios había indicado a Israel que no debía tocarse. Y a causa de su acción individual, toda la nación debió responder. En la libertad, todo lo que hagamos afecta a los demás. Si no cumplimos con nuestro deber en el ministerio, en nuestro compromiso y en nuestra promesa a otros o en  nuestro negocio, ya no se trata de una cuestión personal. No podemos decir "Hoy no iré". En la libertad, cuando no vamos o no cumplimos con nuestras obligaciones, dañamos a otros. La verdadera libertad no supone el derecho de actuar sin tomar en consideración el efecto que las decisiones personales pueden tener sobre la libertad de otros. La verdadera libertad protege la libertad de los demás y actúa con responsabilidad por el bien de los demás.

 Si conoce a alguien que administra mal su vida y comete pecado por ello, véalo personalmente. Asuma la responsabilidad. Diga: "Oye, estoy preocupado/a por ti. Has vivido mal y quiero que dejes de hacerlo, porque estás dañando a tu familia, a la comunidad y a la iglesia". No hay mucho espacio para el error cuando peleamos en la trinchera. Es hora de comenzar a hacernos responsables, mutuamente. Ha llegado la hora de la responsabilidad.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 222 a la 227.

 

jueves, 1 de julio de 2021

¡LIBRE AL FIN!. Parte I

 
  Libre al fin ... libre al fin ... gracias, Dios Todopoderoso, soy libre al fin!" Estas poderosas  palabras del gran liberador de los derechos civiles en los Estados Unidos, Martin Luther King, Jr., asombraron al mundo cuando millones de Personas las oyeron por la radio y la TV en la década de 1960. El Dr. King, al igual que Nelson Mandela en Sudáfrica, Mahatma Gandhi en la India y otros luchadores sociales menos conocidos en todo el mundo, dio su vida y su futuro para que las comunidades con desventajas pudieran disfrutar de derechos civiles. Pero estos hombres, y todo su enorme esfuerzo, fueron solamente los que brindaron liberación, porque la libertad es cosa de la mente. Un líder podrá liberarnos, pero somos nosotros únicamente lo que podemos lograr la libertad a través de lo que sabemos.

  Hoy millones de seguidores de estos grandes líderes siguen siendo prisioneros en sus mentes. La verdadera libertad es cuestión de la mente, y no de la ley humana. Y la verdadera libertad Implica mucho más trabajo que la esclavitud, porque la libertad in1pone mayores restricciones que esta.

La esencia de la Libertad.

   La libertad es el descubrimiento de la verdad acerca de nosotros mismos. La verdad trae libertad. La verdadera libertad nos libera para llegar a ser todo aquello para lo que fuimos creados. Nos da libertad para trabajar dentro de las leyes de la vida. Bajo la esclavitud estamos bajo la ley de otro. El látigo se utiliza para hacer cumplir la ley. Pero cuando uno entra en la libertad, debe obedecer leyes Internas. La presión consiste en mantener estas leyes por sí mismo. La libertad es disciplina autoimpuesta.

   Si fuera usted mi esclavo en una plantación de algodón del siglo XIX, podría yo poner diez carteles en la pared de la casa de esclavos, que debería usted cumplir diariamente. Al levantarse por la mañana usted sabría exactamente qué hacer durante todo el día. No tendría que pensar ni planificar nada. En todo momento sabría qué hacer porque yo lo habría planificado.

   Si un día eligiera dejarlo en libertad, tendría usted su propia casa, dentro de su propia comunidad, pero al ganar la libertad perdería mis diez reglas. Repentinamente estaría en un mundo que le presenta miles de alternativas y tendría que elegir qué hacer y qué le conviene más. Tendría que vivir sin que nadie lo supervise. Recuerde: la disciplina es recordar lo que uno quiere.

   Esta es la verdad de la vida en libertad. Elegir libremente nuestras propias leyes para la vida, y vivir con las consecuencias de nuestras decisiones. La libertad consiste en hacerse responsable de la propia vida. Diseñar nuestro destino y decidir nuestras consecuencias.

Los principios de la libertad.

1. En la libertad es uno el jefe, trabaje o no para otros.

   En la libertad no podemos culpar a nadie por nuestras victorias o errores, más que a nosotros mismos. Quizá hayan pasado tres generaciones desde que nuestra familia obtuvo la libertad de la esclavitud, pero si seguimos culpando a nuestra cultura por los problemas, todavía no somos verdaderamente libres. Esto es lo que dice Santiago: "Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad" (2: 12). La ley que da libertad, dice Santiago, es la ley de Dios para el libre albedrío. Santiago nos instruye a conocer y vivir la verdad de Dios, que puede cambiar nuestra mente y mejorar nuestra conducta. La libertad es cuestión de la mente.

    Cuando una persona entiende su libertad en relación a Dios, honrará las leyes de la Tierra que no violen la ley de Dios. Las leyes humanas nunca fueron diseñadas para ser permanentes. Los estatutos legales se han establecido como principios regulatorios para permitir que las personas sigan viviendo en sociedad y sean productivas. "Si no haces esto -dice la ley del hombre- te permitiremos vivir en libertad fuera de la cárcel, para que hagas lo que quieras dentro de los límites de la ley".

En su primera carta a Timoteo, Pablo escribe:

"Pero sabemos que la leyes buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado" (l Timoteo 1:8-11).

  Pablo nos dice que le ley siempre será necesaria para el que actúa Irresponsablemente. Cuantos menos responsables somos, más leyes necesitamos. y cuanto más responsables somos menos leyes hacen falta, porque las leyes tienen por objetivo alejarnos de los requerimientos para que nos acerquemos a la productividad de la libertad personal.

   Las leyes de Dios fueron entregadas para liderar a los hombres a la libertad. Pero ¿cree usted que a Dios le gustan las leyes como "No robarás", o "No darás falso testimonio" o "No cometerás adulterio"? Creo que Dios detesta estas leyes, pero tuvo que establecerlas después de que Adán desobedeciera y robara el fruto ilegal del árbol ilegal. La sociedad hoy está tan corrupta que no puede administrar la libertad de que haya una última lata de atún sobre el estante del supermercado, porque alguien la tomará si nadie vigila. Deje una radio en la mesa del parque público y vaya a caminar por la playa. Seguramente alguien le quitará de encima el peso de la radio. ¿Por qué? Porque como norma, los seres humanos no sabemos administrar la libertad. Por eso Dios impone la ley.

   Los jóvenes de hoy no tienen ley porque son irresponsables. Es por eso que los niños necesitan leyes y no negociaciones, conversaciones, compromisos. No saben administrar la libertad. Pero aún así, en muchos lugares del mundo la sociedad ha permitido su falta de ley al darles derechos a los delincuentes jóvenes, que los libran de la penalidad de la ley o de la disciplina impuesta por sus padres.

    Dios sabe que los descendientes de Abraham no pueden quitar sus manos de los cinco mil dólares que alguien dejó sobre la mesa. Sabe que los seres humanos necesitamos carteles que digan "Prohibido pasar", para mantenernos fuera de la cárcel. Y los cristianos no somos inmunes. Usted lo sabe ¿verdad? Si no piensa que los cristianos nacidos de nuevo y llenos del Espíritu rompen los Diez Mandamientos a cada rato, no sabe usted qué es lo que sucede a diario en el mundo cristiano.

   La iglesia ha recibido el don del Espíritu Santo y la palabra de Dios, que nos permite guardar los Diez Mandamientos. Pablo escribe: "Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Romanos 8:3-4).

   Sin embargo, si descuidamos el consejo y consuelo de Dios, podemos  desobedecer los carteles de Dios que dicen "Prohibido", como si no fuéramos conversos.

   Se sorprendería ante la cantidad de cristianos que robarían una abrochadora o papel de la copiadora, solo porque "todos los demás lo hacen". Como los demás, creen que "son libres de hacerlo", aunque estén quebrando la ley. La tasa de divorcios dentro de la iglesia es hoy tan alta como la de los que pertenecen al mundo. Y sí, hay cristianos que beben y hasta se drogan, en este proceso de fracasar en las pruebas del desierto.

   Dios quiere que todos vivamos libres, por encima de la ley, sujetos a un conjunto de principios más elevados. Es por eso que vino Jesús –para todos- para salvar a todos. La verdadera libertad requiere de ley porque la libertad sin leyes anarquía. La verdadera libertad opera fuera de las leyes internalizadas, se basa en los principios de Dios. En esencia, entonces, el autocontrol y la autodisciplina son ambos atributos de la verdadera libertad, porque la disciplina es la ley autoimpuesta. Esto es la libertad.

"Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud" (Gálatas 5:1).

   La libertad que vino a trae nuestro Liberador, Jesús, no tiene nada que ver con la ley impuesta externamente. La libertad dice "robar no es mi principio de vida". Si veo diez centavos o diez mil dólares son la misma cosa para mí, porque aplico el mismo principio: no robo porque creo que está mal. La verdadera libertad no tiene nada que ver con mantenerse fuera de la cárcel mediante el cumplimiento de un conjunto de leyes. Hay criminales detrás de las rejas, que han encontrado la libertad de Cristo en la capilla de la prisión, y son más libres que los guardias  que pasan frente a sus celdas como ciudadanos libres.

   La verdadera libertad viene de entrar en la responsabilidad de cruzar el Jordán para entrar en la relación personal con Dios y su Palabra, y rendirle cuentas a Él. Jesús lo ha proclamado y ha abierto nuestras puertas de prisión, pero debemos aceptar la responsabilidad de salir de la celda y ser libres. La decisión se toma en la mente. La diferencia más grade que se observa entre la libertad y la esclavitud, es que la libertad es más difícil de aceptar porque tiene que ver con la decisión y la responsabilidad personal.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 217 a la 221.