jueves, 18 de febrero de 2021

EN EL DESIERTO CON CRISTO. Parte I


   Dios nos dijo su promesa antes de que naciéramos. Su Palabra es eterna y su promesa da salud y prosperidad a quienes eligen la vida. Pero debemos estar dispuestos a trabajar. Y no hablo de "trabajar y hacer obras" en el contexto de ganamos el camino hacia el favor de Dios. Esto, como he dicho antes, es absolutamente imposible. Efesios 2:8-9 declara:

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

   Hablo de presentarnos para cumplir con nuestro deber, de ser guiados y utilizados como boca, manos y piernas de Dios. En Egipto estaba usted oprimido, y en el desierto fue milagrosamente bendecido; sin embargo, al llegar a Canaán debe servir y madurar. Egipto equivale a trabajos forzados, en tanto Canaán es trabajo que nace de la iniciativa propia, de la elección. Egipto es un castigo, pero Canaán es disciplina. Egipto es presión y Canaán es responsabilidad.

   Vida entre las aguas.

   Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, lo primero que encontraron fue el Mar Rojo. Lo cruzaron y así entraron en el desierto. Allí anduvieron hasta que todo hebreo con mentalidad de esclavo hubo desaparecido. Delante de ellos había otro espejo de agua: el no Jordán. La preparación para la libertad debe darse entre estos dos espejos de agua.

   Creo, de todo corazón, que la Iglesia de hoy vive en la orilla del segundo espejo de agua, el río Jordán. Hemos avanzado y retrocedido sobre la orilla del desierto de Sinaí, saltando las rocas pero aun sin poner los pies en el agua. Así que no hemos entrado todavía.

   No hay salvación en la historia literal de los Israelitas, pero el pueblo israelita nos sirve como tipificación. La salvación viene a través de otro caminante del desierto, el Hijo de Dios, Jesucristo. Jesús también fue tentado en el desierto y pasó todas las pruebas. Y lo hizo en los cuarenta días en que Israel habría estado en el desierto si hubieran pasado sus pruebas. La vida de Jesús sirve como prototipo para el Viaje de todo ser humano de la opresión a la libertad.

   Jesús: el mas brillante ejemplo de libertad.

   Jesús es el más sublime ejemplo de libertad responsable que pueda tener la humanidad. Como hombre, caminó sobre la Tierra con las mismas necesidades de cualquier ser humano. Nació bajo el yugo de la sujeción humana, bajo el dominio de César y la opresión de los romanos. Creció bajo esa opresión, en sabiduría y favor de DIOS. Como ejemplo para nosotros, Jesús creció intelectualmente en la sinagoga local. Y luego a los treinta años estaba listo para iniciar su ministerio. Para hacerlo, fue al primer río, el Jordán, donde fue bautizado por Juan.

  "Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó" (Mateo 3:13-15).

   Jesús sabía que tendría que pasar por el agua como todos los demás. Así que fue donde estaba Juan. Al llegar, Juan pidió ser bautizado por Él, pero Jesús le dijo al profeta que cumpliera toda justicia. Cuando Jesús salió del agua, recibió al Espíritu Santo en tanto la voz de Dios anunciaba: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (v. 17).

   Quiero que observe usted dónde fue Jesús después de esto. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre Él, no fue directamente a trabajar en su ministerio. El Espíritu no lo llevó directamente a la Tierra Prometida. En cambio, lo llevó al desierto para que pasara por sus pruebas.

"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo" (Mateo 4:1).

   Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, o puesto a prueba por el diablo. Al igual que el liberador de Israel, Moisés, llevó a los israelitas al desierto para ser probados y entrenados, Jesús se enfrentó al diablo en las calientes arenas del desierto. Y Jesús ganó, para mostrarnos cómo ganar. Si usted enfrenta su desierto de retos, recuerde que todo esto lo prepara para la libertad. Si el Espíritu Santo guio a nuestro ejemplo viviente, Jesús, a una confrontación con Satanás en el desierto, Dios también lo guiará a usted allí.

   Toda persona, comunidad, nación u organización debe pasar por el desierto de la vida como lo hizo Jesús. Agradezcamos a Dios porque todo lo que pasamos viene en su justo momento. No sintamos que el diablo está ganando o que Dios nos ha olvidado. Recuerde: usted está en el aula. Y si Jesús se inscribió y llegó a graduarse, también debe usted hacerlo hasta terminar con el curso.

   Muchos han ido directamente al ministerio o a un negocio exitoso. Quieren esas tarjetas elegantes con su nombre impreso, sin aprender primero las verdades de la responsabilidad, el entrenamiento y las pruebas. No están listos ni a la altura de las palabras de la TIerra Prometida de Josué, que nos exhortan a meditar en la Palabra y actuar de acuerdo a ella. No quieren aprender cómo disciplinarse o desarrollar carácter. Prefieren llamar a una reunión de oración o a un ayuno colectivo para poder mostrarse como el "líder". Entonces, cuando llega el tentador para destruir todo lo que hacen y humillar sus esfuerzos _y él siempre viene- vuelven corriendo al desierto, porque no estaban preparados para la prueba de responsabilidad.

  Tres pruebas.
   Para llegar a madurar, a desarrollar carácter, autodisciplina e integridad, todos debemos pasar por tres pruebas, comunes a toda la humanidad. Porque Dios quiere que seamos internamente controlados, nos llama mientras estamos en el desierto para pasar estas tres pruebas de responsabilidad. La prueba no dura por siempre. Jesús pasó cuarenta
días, y cuando terminó había pasado las tres pruebas perfectamente para servir de ejemplo para nosotros.

   Estas tres pruebas incluyen las áreas de disciplina física, motivación y codicia. Estas son las áreas que Dios pone a prueba en el desierto para prepararnos antes del cruce del Jordán. Una vez que pasamos las tres, estamos listos para mojarnos los pies.

   Las categorías de estas pruebas pueden denominarse de la siguiente manera:
1. Pruebas de apetito.
2. Pruebas de motivo, orgullo y fama.
3. Pruebas de codicia y poder.

   Estas pruebas son necesarias porque quien no está acostumbrado al poder, es peligroso. Lo mismo vale para quien es orgulloso, o para quien no puede tomar posesión de su propio cuerpo, porque no es capaz de controlar sus apetitos. Estas personas son irresponsables y peligrosas, y no son dignas de confianza. 

1. Prueba de apetito
"Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (Mateo 4:3).

   Esta primera prueba era la tentación de la auto gratificación y tiene que ver con nuestros tres apetitos básicos: alimento, bebida y sexo. Nadie es verdaderamente libre hasta que se ha disciplinado en las tres áreas. Permítame señalar que también fue la primera área de prueba para Israel en el desierto. Comenzaron a clamar por alimento: la auto gratificación. Muy pronto olvidaron el milagro de las plagas y del Mar Rojo, para concentrarse en su propia gratificación.

   ."Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y Vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no" (Éxodo 16:1-4).

   "Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y al terco el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matamos de sed a nosotros, a nuestros hijos ya nuestros ganados?" (Éxodo 17:1-3).

   Una de las mayores responsabilidades de la libertad es la disciplina auto impuesta que debemos tener en el área de nuestros apetitos: comida, bebida y sexo. La libertad exige autocontrol.

2. Prueba de motivo, orgullo y fama
   "Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra" (Mateo 4:5-6).

   Esta prueba era la tentación de la fama instantánea y el éxito repentino. Si Jesús hubiera hecho esto habría sido famoso inmediatamente, Y miles de personas en el patio del templo habrían visto este milagro, y habrían creído en Él. Sin embargo, habría cancelado y obviado el proceso de formación de carácter y de crecimiento, necesarios para llegar a ser responsable para la libertad que Él poseía con el propósito de liberar a otros.

   La nación de Israel quería ir inmediatamente a su Tierra prometida de Canaán y la libertad, pero Dios requería el proceso de entrenamiento y desarrollo para la transformación mental.

"Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados" (Éxodo 13:17-18).

   Para ser verdaderamente libre, usted -y la nación- deben pasar por un proceso de desarrollo de carácter. El verdadero éxito nunca es inmediato ni instantáneo.

3. Prueba de codicia y poder
"Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mateo 4:8-10).

   Cuando un hombre está libre de la necesidad de poder, califica para ejercer la autoridad. Así que esta tentación de poder y codicia era para probarlo, exigiendo el sacrificio de la integridad de Jesús y exigiendo su carácter, tentándolo con el poder. La comunidad israelita fracasó en esta prueba del desierto porque no lograron comprender la autoridad ni someterse a ella. Se rebelaron contra la autoridad, y por ello no calificaban para poseerla. Lo que sacrifiquemos para poder ganar, será lo que perdamos.

   Jesús pasó las tres pruebas en solo cuarenta días, uno por cada año que pasó Israel fracasando en sus pruebas del desierto. Y cuando hubo pasado los tres exámenes, los ángeles ministraron para Él. Recuerde: cuando uno es libre de la necesidad de poder, está listo para recibirlo. "El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían" (Mateo 4:11).

   Cuando Jesús salió del desierto fue ungido con el poder del Espíritu Santo. Había cumplido la voluntad de Dios en la tentación del desierto y con éxito pasó las pruebas de Dios. Jesús venció al diablo para darnos a usted y a mí el poder de vencerlo también. Este fue el cruce del segundo río, del que el Espíritu Santo dice: "El que cree en mí, como dlce la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" Juan 7:38).

"Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor" (Lucas 4: 14).

   Si no ha habido ángeles en su vida durante mucho tiempo, quizá sea porque no ha pasado pruebas últimamente. Los ángeles son enviados a ministrar a quienes han pasado con éxito una prueba del desierto. Acompañaron a Josué y al ejército de Israel en su entrada a Jericó,
y acompañaron el ministerio de Jesús donde quiera que Él fuese. La unción de Dios también fue con ellos, con milagros que acompañaban sus obras y servicio.

   Observará que la liberación total del Espíritu sucedió después de la experiencia del desierto. Ese río de unción fue el .segundo ría. que nos lleva a la tierra de la libertad. Las personas, comunidades y naciones deben parar la prueba del desierto que lleva primero a la independencia, y en última instancia a la libertad.

   Según el proceso de Dios uno recibe la unción después de calificar para ese nivel de ministerio. Pero la mayoría de los cristianos  quieren a los ángeles de Dios y su unción sin pasar por la prueba. La unción depositada en nosotros es un talento, un don personal en el área en la que nacimos para servir (ver Mateo 25: 14-30). Pero no se desarrollará hacia el propósito de Dios de dárnoslo, hasta tanto califiquemos, pasando la prueba que construye nuestro carácter de confiablidad. La unción es la capacidad o la "licencia" divina para cumplir una tarea asignada. Todo ser humano tiene una unción para su único propósito y asignación. ".

   La unción no viene porque uno la pida. No Importa cuan grande sea su sueño, no podrá cumplirlo si no pasa la prueba que lo califica para administrarlo. Recuerde: la administración es la clave. Dios no otorga el titulo de administrador a quienes no pasan sus pruebas. La verdadera libertad consiste en poder dominar y utilizar nuestro talento para trabajar. Sin embargo, nuestra capacidad plena o nuestra unción no podrán ser maximizadas hasta haber completado el aprendizaje en la escuela de autodisciplina y motivación pura que presenta el desierto. El desierto de milagros nos prepara para nuestro trabajo.

   Después de ser ungido, Jesús fue directamente a la sinagoga, abrio el rollo y leyó la profecía de Isaac con respecto a sí mismo:

"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19).

   Fue entonces, después del desierto, que Jesús volvió a cruzar el Jordán para comenzar su ministerio en la unción del poder de Dios. Echó demonios, curó a los enfermos, resucitó a los muertos y limpio a los leprosos. Luego murió por nuestros pecados y nos redimió. Y cuando venimos a Él, nos lleva por el mismo tipo de pruebas del desierto, para liberar nuestra unción para las responsabilidades de Canaán. Recuerde: Canaán es el lugar donde nos arremangamos y hacemos el trabajo de nuestro llamado en la vida, en el poder del Espíritu Santo de Dios. Es en Canaán donde no solo vemos milagros, sino que somos parte del milagro, en lugar de ser solamente inmaduros receptores. Antes de estar listos para entrar debemos poseer nuestro cuerpo, orgullo y necios deseos de poder. Este es el propósito del desierto: la preparación previa a la posesión.

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 145 a la 153

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