sábado, 5 de marzo de 2016

LA UNCIÒN: SEGUNDA DIMENSIÒN DE LO SOBRENATURAL.Parte II


¿Cuál es el propósito de la unción?

   Jesús enseñó primero acerca del reino a fin de que los discípulos pudieran entender el propósito del poder. Lo mismo sucede con la unción; primero tenemos que saber para qué es, de lo contrario no servirá de mucho tenerla.

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos. (Lucas 4:18)

    La palabra clave aquí es "para". ¿Para qué vino el Espíritu Santo sobre Jesús? Nótese que de todos los propósitos ninguno de ellos tiene que ver con un beneficio egoísta o personal, sino que la intención es bendecir a otros. No podemos perder de vista que la unción es para sanar a los enfermos, expulsar demonios, predicar el evangelio, hacer milagros, y que el fin último es que Jesús sea exaltado. Ésa es la razón principal por la cual fuimos consagrados y separados al ministerio. Cuando los hombres y mujeres usan su manto o unción para auto-promocionarse, para sacar ganancias deshonestas, para alcanzar fama o posesiones, entonces su carrera termina mal. Afuera hay un mundo enfermo, lleno de inseguridad, miedo, depresión, tristeza, amargura y soledad; un mundo atormentado por  espíritus inmundos, vacío, sin dirección, que necesita alguien ungido que rompa sus ataduras; alguien que Dios use para hacerlo libre y darle esperanza.

Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. (Isaías 10:27)

    Dios quiere usar su vida para romper todo yugo de esclavitud a vicios, drogas, alcoholismo y otras adicciones.

   En nuestro ministerio, cada anciano, ministro, diácono, mentor y líder de Casa de Paz ha sido entrenado y ha recibido la impartición de la unción de sanidad y milagros que está sobre mi vida. Prueba de esto son la gran cantidad de milagros que Dios hace en las reuniones de Casas de Paz y discipulados, usando a los líderes. Veamos uno de esos testimonios: Durante una reunión mensual de su discipulado personal, el ministro Alberto Fonseca, oró por una de sus discípulas que sufría de incontinencia urinaria, lo que la llevaba a orinarse sin darse cuenta ni sentirlo. Por esa razón siempre tuvo que usar pañales desechables. El problema se originó cuando al nacer tuvo que ser operada de espina bífida y durante la cirugía su vejiga resultó dañada. Los médicos que atendieron su caso le diagnosticaron que ese mal no tenía cura y que toda su vida debía usar pañales desechables. De acuerdo con su testimonio, la mujer no sitió nada especial cuando se oró por ella, excepto un simple cosquilleo que le bajó por su vientre y por primera vez en 25 años sintió deseos de ir al baño a orinar. En los días siguientes, cuando se quitaba el pañal notó que estos estaban secos. Entonces se dio cuenta que había sido sanada. Así terminaron años de oprobio y extrema tristeza que incluso la llevaron a la depresión. Dios hizo el milagro completo. ¡Dios la sanó! 

   Existen dos diferentes clases de unciones o mantos que están operando en la tierra sobre ciertos individuos:
• Mantos generacionales.
  Esos mantos son transferidos de padre a hijos espirituales o naturales. Cuando se ha desarrollado una relación padrehijo o mentor-discípulo, en su tiempo, el manto es transferido de una generación a otra, como ocurrió en el caso de Moisés y Josué o Elías y Elíseo.
 • Mantos especiales.
   Estos mantos son dados por Dios a ciertos hombres con el fin de llevar a cabo un mandato específico, para una generación específica. Una vez cumplido el propósito, el manto no se puede duplicar. Lo podemos ver en el caso de David, de quien Dios dice que tiene un corazón conforme al corazón de ÉL En toda la Biblia no hay otro hombre con un corazón semejante, excepto Jesús. David, siendo un rey disfuncional -a quien seguramente la iglesia de hoy  descalificaría-, recibió un manto especial para la alabanza, la adoración y la guerra.

¿Cómo sabemos que tenemos un manto especial?
   Cuando se trata de un manto especial, a menudo Dios le da un anticipo de lo que sucederá en su ministerio, siempre que persevere y sea fiel. En mi caso, hace quince años, Dios me mostró lo que iba a suceder. La primera vez fue mientras predicaba en Cuba; vi todos los enfermos sanarse en un instante. También en Argentina, el Señor me mostró los milagros creativos más poderosos que hasta ese momento había visto. Después de eso no volví a verlos sino hasta el año 2000. Dios me dio, en aquel tiempo,  un anticipo de lo que iba a hacer conmigo, para que fuera en pos de ello. En la actualidad, camino con ese manto especial y :veo la gloria de Dios manifestarse en todo lugar donde predico.

Un manto o unciòn especial a menudo vendrá acompañado de una muestra de lo que sucederá en el futuro.

   Cuando usted vea suceder algo extraordinario en su vida, una o dos veces, no de manera frecuente, es muy posible que eso sea un anticipo de lo que está por venir. En este momento hay mantos o unciones que están siendo desatados en la tierra; incluso mantos que nunca han estado sobre alguien antes. Si lo cree, mantenga los ojos abiertos. ¿Cuántos hombres de Dios han dejado un manto abandonado? ¿Cuántos nunca lo tomaron? ¿Cuántos mantos para la música y la enseñanza; mantos de apóstol y de profeta; mantos para la política, la adoración y la guerra espiritual están disponibles, esperando que el pueblo de Dios los tome? ¿Cuántos hombres y mujeres, ungidos con mantos poderosos, hay sobre la tierra; y cuántos de ellos no tienen hijos espirituales que sirvan ese manto para luego heredado?

   Dicho esto, bueno es aclarar que usted nunca podrá tomar ni ponerse un manto nuevo, si antes no se despoja de la vieja capa de la religión y las tradiciones. Si no está preparado para deshacerse de lo viejo, tampoco lo estará para recibir un manto nuevo.

Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. (1 Samuel 17:39)

   Saúl puso a David su armadura para que enfrentara al gigante, pero a David no le funcionó, le resultó muy pesada y no podía moverse con aquel peso. La armadura de Saúl es una figura de lo viejo, tradicional y religioso, con lo que muchos de nosotros acostumbramos caminar; pero al contrario de David, quien de inmediato se quitó el armatoste, nosotros pretendemos caminar con eso aunque no nos guste y nos incomode. El manto viejo no le funcionó a David porque él era odre nuevo. La vieja armadura o manto viejo simboliza la religión y el esfuerzo propio; todo aquello que no produce vida ni da fruto.

   A veces Dios permite que pasemos una temporada de cansancio donde no sucede nada, para que nos despojemos de ese manto viejo, porque quiere darnos uno nuevo. Percibimos en nuestro espíritu que hay algo más pero no sabemos cómo recibirlo. Otras veces nos produce frustración, desesperación, insatisfacción, para que busquemos Su rostro y pueda darnos un manto nuevo. No es tarea fácil; primeramente, porque Dios no nos ha llamado a nada fácil. Así que tenemos que prepararnos para pagar el precio.

¿Cuáles son las consecuencias de juzgar y rechazar un manto?

   La Palabra dice que de la manera que recibimos un don así también recibimos un manto. Si usted no lo respeta, si lo critica, lo juzga y lo rechaza, no podrá recibir de ese manto.

 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá. (Mateo 10:41)
 
   ¿Qué sucedió con Pablo? El apóstol permaneció tres años y medio en Corinto; enseñó, impartió y dio su vida por entero, sin embargo los corintios no crecieron ni maduraron; es decir, se quedaron niños, espiritualmente hablando. La razón fue que ellos no recibieron el manto de Dios que estaba sobre Pablo. Sin embargo, el mismo apóstol estuvo en Tesalónica tres semanas y ahí lo recibieron como el hombre de Dios y su mensaje lo acogieron como la palabra de Dios; por eso, los tesalonicenses sí crecieron, maduraron y evangelizaron toda Macedonia.

¿Qué ha sucedido con los cinco ministerios?

Y él mismo [JesúsJ constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. (Efesios 4:11)

   Cuando rechazamos el ministerio del pastor no tenemos buen cuidado de las ovejas y se pierden. Si rechazamos el manto del maestro perecemos por falta de conocimiento. (Vea Oseas 4:6). Cuando rechazamos el del evangelista no hay salvación de almas en la iglesia. Cuando rechazamos el ministerio del profeta, la iglesia no tiene visión ni dirección acerca de lo que Dios está haciendo y diciendo. Si rechazamos el manto del apóstol, la iglesia no tiene dirección, visión, edificación, impartición, revelación, avance del reino ni poder sobrenatural para hacer milagros. Cada vez que rechazamos uno de los cinco ministerios, la iglesia sufre porque el puño de Dios no opera a plenitud. Cuando los recibimos, no significa que nos convirtamos en ellos, sino que somos partícipes de la unción que opera en ellos. Aunque no seamos apóstoles, al recibir a un apóstol la unción apostólica fluirá sobre nosotros. Algunos han rechazado mantos porque las personas que los llevaban se fueron a un extremo negativo, pero eso no es excusa; para eso Dios nos da discernimiento.

 Hay mantos que no han sido usados porque fueron rechazados. El manto que usted rechaza es el mismo que le juzgará.
 
   Durante mis frecuentes viajes a las naciones he podido notar que, los países que me han recibido como lo que soy, han recibido mi manto de milagros, poder sobrenatural, señales, liberación, liderazgo, evangelismo, enseñanza, unción gubernamental y revelación de la Palabra. Es decir, allí la unción se ha manifestado a plenitud. Sin embargo, en los lugares donde no han recibido por completo mi manto, han experimentado las  manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios, sólo en las áreas en que lo recibieron.

   Por ejemplo, cuando viajé a Venezuela el pueblo me recibió como un apóstol de Dios y mí mensaje como la palabra de Dios. Esto trajo como consecuencia que allí  Dios obrara a través de mí, sanidades, milagros y señales extraordinarias. Sordos, ciegos y mudos fueron sanados; los paralíticos fueron levantados de sus sillas de ruedas y muchas otras personas que sufrían enfermedades terminales fueron sanadas y liberadas al instante.

¡No toquen a mis ungidos! ¡No maltraten a mis profetas! (1 Crónicas 16:22, NVI)

   En este versículo, la palabra "toquen" tiene una connotación negativa; implica ir en contra de alguien, criticarlo, maldecido, obstaculizar su operación o matar su influencia. Entonces, tocar a un ungido de Dios es tocar a Dios mismo. No se puede tocar al ungido sin tocar el manto divino que está sobre él.

Consecuencias de tocar el manto.

• Aarón y Maria tocaron el manto de Moisés.
Maria y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado. (Números 12:1)

 • El juicio viene a Maria.
¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? ... He aqui que Maria estaba leprosa como la nieve. (Números 12:8, 10)
 
• El juicio viene a Aarón.
Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor, y desnuda a Aarón de sus vestiduras. (Números 20:25-26)
 
   Quiero ilustrar esta parte con un testimonio: En cierta oportunidad, una persona se fue de la iglesia disgustada conmigo y con el liderazgo. No conforme con eso, se tomó el trabajo de ir a varios medios de comunicación de la ciudad con el fin de difamarme. Se unió además a otros pastores con el propósito de criticarme y juzgarme. Poco tiempo después me enteré que repentinamente, le había sobrevenido cáncer. Oré por esa persona, pero sentí en mi corazón que la razón por la que tan terrible enfermedad la había atacado repentinamente era porque había tocado el manto de Dios que está sobre mí. Así que un día le mandé decir que quería hablar con ella para que pudiera sanar su corazón, pero no quiso venir. Dos años más tarde el cáncer la mató.

   Mientras escribo, el Señor pone en mi corazón que la verdad expresada en este capítulo va a salvar muchas vidas de la muerte espiritual, financiera, familiar y física; porque hay quienes han estado maltratando el manto de los ungidos de Dios sin conocer lo delicado del asunto. Si no se arrepienten vendrá juicio sobre sus vidas; en cambio, si se arrepienten Dios los restaurará y recibirán los beneficios de esos mantos.

El principal enemigo de la unción.

   El principal enemigo de la unción es la familiaridad; es tomar livianamente -no respetar- el manto que está sobre un hombre o mujer de Dios. La incapacidad para recibir que tienen que han desarrollado hacia el siervo y hacia su unción. Comenzaron a tomar livianamente el manto; ya no se sientan a recibir o a tomar notas; ya no oyen la Palabra con reverencia, con la intención de obedecer. Comienzan a darle prioridad a otras cosas y el estar sentados bajo ese manto ya no les trae gozo; no tienen expectativa para recibir como antes.

Cuando una persona se familiariza con el hombre de Dios no podrá jalar nada de su manto.

 ¿Cómo ponemos demanda sobre el manto o la unción de un hombre?
    La demanda se manifiesta por medio de la fe. A veces, cuando un pastor está predicando y en medio del sermón se detiene para llamar a alguien con una condición específica -puede ser una persona enferma o deprimida- y orar por ella, es porque por fe se le puso una demanda. Algunos predicadores luchamos al ministrar y enseñar por causa de la familiaridad y el conformismo. Una vez que la gente se conforma ya no ejerce la misma demanda sobre la unción del hombre de Dios; por eso ya no se manifiesta en ellos. La familiaridad produce conformismo y la falta de respeto lleva a que la gente no pueda tomar su porción de ese manto. En mi caso, hay personas que están cerca de mí, cerca del manto o de la unción de milagros, sanidades y liberación, pero prefieren ir al médico en vez de pedirme que ore por ellas. Yo creo que Dios usa los médicos y es correcto ir a ellos, sino muchos hubieran muerto; sin embargo, como creyentes, primero tenemos que ir a Dios. ¿Qué pasó? Se familiarizaron y ya no tienen fe en el poder que fluye de ese manto. Otras veces es por vergüenza o miedo que no van al hombre de Dios, lo cual también es familiaridad.

Si una persona no puede tomar de lo que hay en mi manto significa que no está lista para recibirlo.
 Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Como caminar en el poder sobrenatural de Dios. Editorial Whitaker House. Miami 2011. Pag. 129 a la 137.

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