viernes, 17 de octubre de 2014

LA FIDELIDAD A DIOS

                                                                                                             LA FIDELIDAD A DIOS.

     Cuando hablamos de la fidelidad se enlazan terminos como: lealtad, nobleza, honradez. Y es que aunque abarcando una mayor riqueza de significados, algo tiene de cada uno de ellos. Ella nos evoca, por ejemplo, la actitud de quien cumple puntualmente un compromiso adquirido, o la del amigo verdadero con quien siempre se puede contar y que no nos defrauda ni en las buenas ni en las malas.
Siempre que se trata de fidelidad, se supone la existencia de un pacto, una alianza, de un compromiso contraído por dos partes. Este puede ser explícito, como es el caso de un contrato legal, por ejemplo; o implícito, como el compromiso que supone toda amistad verdadera.

Fidelidad a Dios NO es:

1. Echarle la culpa a Dios por esos problemas como si surgieran de Dios. Se trata más bien de comprender la situación de esos problemas, sus causas y las personas involucradas.

2. Tampoco se trata de aguantar en silencio humillaciones, maltratos, insultos y cosas que denigran la dignidad de la persona.

3. No se trata de orar a Dios y no poner manos a la obra pensando que Dios resolverá mágicamente esos problemas.

4. No consiste en ser indiferente a dichos problemas y permitir que crezcan, creyendo que somos ajenos a los mismos.

5. Fidelidad no es creerse como el “bueno”, pensando que los demás son los “malos” solo porque no practican los sacramentos o no piensan como yo en temas de religión u otras áreas.

Fidelidad a Dios SÍ es:

1. No dejar de orar a Dios, acudir a Él para pedir y dar gracias, pero también para ofrecer la propia vida y empeñarla a poner un granito de arena para la solución de dichos problemas.

2. Armarse de valor y tomar las decisiones necesarias que se encaminan a construir los valores del Evangelio como: la paz, la comprensión, el amor, la reconciliación, el respeto, la justicia, etc.

3. No dejar que una situación que lleva al odio y la venganza crezca y dejar que la inercia social o familiar siga sin más.

4. No evadir los problemas pensando que se resolverán solitos, y dejarnos vencer por el miedo, la apatía y la impotencia.

5. Defender la dignidad propia y la de los hijos.

6. Ser crítico y autocrítico, reconociendo los errores ajenos y los propios en equilibrio.

¿Qué esperar para ser fiel a Dios?

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