sábado, 6 de mayo de 2017

¿CÓMO COMIENZA LA FALTA DE PERDÓN?. Parte II




¿CUALES SON LAS SEÑALES DE QUE HAY FALTA DE PERDÓN?

   La persona que alberga rencor en su corazón proyecta señales manifiesta de la atadura que la atormenta.Las siguientes son algunas de ellas:

a-. Pensamientos de venganza.
   Cuando una persona está herida, sale juicio e ira de su boca y maquina continuos pensamientos de venganza. A menudo, tiene pensamientos malos contra la persona que la hirió. También, vienen a su mente, imágenes de cómo sería su venganza y de los males que quisiera la persona sufriera. La palabra de Dios es muy clara conrespecto a esto.


30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. Hebreo 10.30

   Debemos aprender a dejar que Dios sea quien tome venganza y cobre por nosotros.

b-. Se alegra cuando algo malo le sucede a quien la ofendió.
   Tal vez, no lo decimos con nuestra boca, pero nos alegramos en nuestro corazón por el mal del otro. Ésta es una señal de que hay falta de perdón, rencor en nuestro interior.

c-. Siente dolor en el corazón.
   Cuando recuerda a la persona y lo que le hizo, sufrecomo si la ofensa fuera reciente. Vuelve a sentir el dolor y revive  la angustia, la impotencia, el enojo y la ira.

d-. Le cuenta a todo el  mundo lo que le hicieron.
   La persona que no ha perdonado la ofensa, sigue enganchada al anzuelo, y en cualquier conversación, saca a relucir el problema. Por lo general, arruina las reuniones familiares o deja a la gente de su vida. Nadie quiere estar cerca de una persona que sólo despide odio y amargura.

e-. Tiene síntomas fisiológicos.
   Por ejemplo, cuando se menciona el nombre de la persona que la hirió, le dan mareos; la ve y no puede respirar; ve pasar su automóvil le dan dolores en el pecho. Cualquiera de estos síntomas es señal de la falta de perdón.

f-. Piensa que su oponente no tiene ninguna cualidad.
   En ocasiones llegamos a pensar que las personas son cien por ciento malas, y que no merecen la confianza de nadie más. En la mayoría de los casos, las personas no tenían la intención de herirla; lo hicieron, ya sea por distracción o ignorancia. Esto no significa que sean malas o que vayan a herir a todo el mundo.

   Con frecuencia, el celo, la envidia, la ira y el juicio son parte de la falta de perdón. Estas cosas se esconden sutilmente,y, a veces, son muy difíciles de detectar.

¿QUÉ DEBEMOS HACER CUANDO SOMOS OFENDIDOS?

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.Efesios 4.26

   Sino lidiamos con la ofensa en el momento de la ira, continuará creciendo hasta convertirse en odio, haciendose más dificil para perdonar a la persona.

El triste Ejemplo de Absalón.
   Absalón, hijo del rey David, guardó una ofensa en su corazón, por largo tiempo. esto lo llevó a matar a su hermano Amnon y después a traicionar a su padre.

 22 Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana.  28 Y Absalón había dado orden a sus criados, diciendo: Os ruego que miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Herid a Amnón, entonces matadle, y no temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes.2Samuel 13. 22, 28

   Absalón se ofendió porque su padre no hizo nada cuando Amnón violó a su hermana. Esperó dos años y llevó a cabo su propia venganza.Una ofensa lo llevó a matar a su hermano y,luego, a traicionar a su padre.

Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.2Samuel 15. 5, 6

  A muchos líderes y creyentes en la iglesia, les ocurre lo mismo. Es decir, existe algunos hogares donde los padres e hijos se juzgan y se critican el uno al otro por las ofensas mutuas y los conflictos irresueltos. Llegan a actitudes más graves que la misma ofensa.Por eso, es común escuchar en los noticieros, que un hijo mató a su padre, que un hombre mató a su esposa, etcétera.
Guillermo Maldonado. Los Peligros de no Perdonar. Editorial Nuestra visión. Miami 2009. Pag.21 a la 25

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