LA DEFINICIÓN DE FE EN EL AHORA.
Si tomamos esta definición de fe, comenzaremos a ver las cosas como Dios las ve.
Yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho. (Isaías 46:9-10)
Dios declara el final en el principio. Entonces, ¿cómo llegamos al ahora? En nuestra cultura estamos acostumbrados a ver las cosas desde la lógica humana. Quiero decir que nosotros, para llegar al final debemos comenzar por el principio. No obstante, Dios primero termina algo antes de mostrarles a los hombres el comienzo. En otras palabras, nada es en este mundo si antes no ha sido terminado por Dios.
Cuando la fe toca las cosas que no se ven, hace que tengamos convicción y nos persuade a esperarlas; la fe nos lleva a convertir las cosas que no se ven, en algo cierto -algo que es real para nosotros-; y todo esto sucede, no en el futuro, sino en el ahora. Si leemos la definición de fe, de manera lógica, todavía hay algo que está por pasar, hay algo que no ha sucedido, hay algo que espera por el futuro. Pero en la eternidad, Dios ya lo hizo; ya formó órganos nuevos, huesos nuevos, ya sanó enfermedades que para nosotros son incurables, ya hizo milagros creativos. ¿Qué nos corresponde hacer? Solamente apropiarnos de ese milagro, por fe, ahora.
En este instante lo reto a que active su fe para creer por sanidades y milagros que parecen imposibles que puedan pasar; sin embargo, le recuerdo que no hay nada imposible para Dios. Lea por favor este testimonio que impulsará su fe: Este milagro ocurrió en medio de un servicio normal, mientras enseñaba a la congregación acerca de la fe y les explicaba que "la fe es ahora", siempre en tiempo presente. Entre los asistentes estaba una mujer que tenía 15 años enferma de sus dos rodillas. Los médicos le habían diagnosticado que los ligamentos y cartílagos se habían destruido; eso hacía que los dolores fueran insoportables y que requiriera una operación completa a la brevedad posible. Ese domingo, la mujer se aferró a su fe, decidió creerle a Dios, a Sus promesas irrefutables escritas en la Biblia. Ella dijo: "Siempre me habían dicho que la fe es para mañana, pero yo la tomo ahora. Hoy, Dios me crea dos rodillas nuevas". Entonces el poder de Dios para crear vino sobre ella. Nadie la tocó. De repente sintió el impulso de salir corriendo hacia el altar. No sintió dolor alguno ni se quejó; simplemente corrió. ¡Tenía dos rodillas nuevas! Lo que aquí ocurrió no fue una reparación de sus gastadas rodillas. Lo que sucedió fue una milagrosa creación. Dios le puso un par de rodillas nuevas. ¡Así opera el poder sobrenatural de Dios!
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. (Filipenses 1:6)
Dios nos comenzó en la eternidad y nos terminó antes de darnos la forma actual que tenemos en este mundo. Llegamos al ahora a través de la fe de Dios. Por lo tanto, usted no tiene que andar buscando fe porque Dios ya le dio Su fe para que reciba todo lo que Él le prometió. Usted creerá lo que no ve, solamente si lo mira a través de la fe del que ve, y Dios sí ve. Él ve su sanidad, su prosperidad y su felicidad, porque Él ya lo hizo.
• La fe se alimenta de lo imposible.
Un creyente lleno de la fe sobrenatural de Dios tiene una pasión ardiente por lo imposible y su fe se alimenta cuando enfrenta situaciones imposibles. Cuando Dios nos dio a cada uno nuestra medida de fe, un apetito por lo imposible viene a nuestro espíritu. Fuimos hechos para tener apetito por lo imposible.
• La fe percibe como un hecho real aquello que aun no es revelado a los sentidos.
La naturaleza de la fe no es para que sea revelada a los sentidos. Por eso es que cuando Dios nos manda a hacer algo, nunca le hallamos sentido, porque si tuviera sentido no sería sobrenatural. La mente carnal no puede ver lo invisible, por eso es como si no existiera.
• Dios nos ha dado una medida de fe a cada uno.
Conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3)
¿Todos los creyentes tienen fe? Sí, pero en diferentes medidas. La Palabra nos confirma que todos tenemos fe, pero no todos tenemos la misma medida. Dios llevará a un nivel de fe más grande a aquellos que hayan creído por cosas mayores y hayan hecho crecer su fe. Cuando llevamos nuestra medida de fe hasta el límite, entonces Él nos impulsa a un nivel mayor. Cuando elegimos permanecer confortables en un lugar donde nuestra fe no es retada, es posible que la medida de fe que tenemos se pierda, en lugar de aumentar. Si somos buenos mayordomos de la medida de fe que tenemos, Dios nos dará más.
¿Qué es una medida de fe? ¿A qué se refiere la Escritura cuando habla de medida? Una medida, es la esfera de influencia y el nivel de autoridad donde usted pone su fe a producir. El ser humano es capaz de influenciar -para bien o para mal un promedio de 10.000 personas durante su vida. En el mundo espiritual, todo opera de acuerdo a niveles de autoridad. Por ejemplo, cada uno de nosotros ha recibido una medida de autoridad en la iglesia. La medida de fe que Dios le ha dado a cada uno de nosotros es para ser usada de manera efectiva conforme a su nivel de autoridad. Recuerde que si su medida de fe es suficiente para mover montañas o derribar fortalezas, en la misma proporción debería ser su nivel de autoridad.
Debido a que a cada uno se le ha dado una medida de fe, nunca habrá una excusa para no creerle a Dios.
¿CÓMO RECIBIR LA FE DE DIOS?
Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. (Marcos 11:22)
En el versículo anterior la traducción correcta es, "Tened la fe de Dios". En el griego, el verbo aparece en voz pasiva, lo cual significa que la acción viene desde afuera. En otras palabras, Jesús no nos pide que tengamos fe en Dios, sino que Dios nos da la fe que a Él le pertenece. Más sencillo: nuestra naturaleza humana es incapaz de producir fe por sí misma, por eso debemos tomar la fe de Dios. Jesús le dijo a Pedro: "Pedro recibe la fe de Dios para que bendigas a otros"; y en el libro de los Hechos vemos a Pedro haciéndolo.
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. (Hechos 3:6)
La naturaleza humana sólo puede dudar, no puede creer; pero la naturaleza divina sólo puede creer, no puede dudar.
Todo miembro de nuestra iglesia ha sido entrenado a través de los grupos de discipulado y del Instituto de Liderazgo, para que ejercite la medida de fe que Dios le ha dado. Esto incluye a quienes apenas se inician en el evangelio. Veamos este testimonio que ilustra lo que digo:
A la Casa de Paz que era liderada por un joven matrimonio que apenas llevaba seis meses atendiendo nuestra iglesia, llegó un miércoles por la noche una pareja a la cual le habían diagnosticado SIDA. La esposa del líder se paró con autoridad y oró con fe por ellos, pidiéndole a Dios que los sanara. ¡Y Dios se glorificó en medio de la congregación de sus santos! Pues cuando la pareja fue a hacerse nuevos exámenes, estos resultaron negativos. Aunque médicamente el SIDA sigue siendo una enfermedad incurable, que ataca el sistema inmunológico, baja las defensas, y provoca mutaciones de células en el organismo; para Dios ya esa enfermedad ha sido abolida de la faz de la tierra. ¡Lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios!
El poder de Dios, en el ámbito de los milagros, se le llama fe.
Estudiemos esto en detalle:
• Abraham fue dinamitado con fe.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. (Romanos 4:20)
La fe de Abraham tuvo que ser fortalecida; tuvo que venir sobre él el "dúnamis", o dinamita de Dios. El Señor tuvo que soplar fuerte sobre su incredulidad y llenarlo con Su habilidad para creer lo que Él le había prometido. Humanamente, Abraham no tenía la fe que necesitaba, por eso Dios tuvo que colmarlo con Su fe, para que esperara el hijo de la promesa. Cuando Dios terminó con Abraham, él estaba persuadido y convencido para esperar la certeza de su ahora. Lo mismo Dios quiere hacer con nosotros; quiere dinamitarnos y soplar nuestra incredulidad; quiere llenarnos con Su fe para que recibamos el milagro que nos tiene listo.
[Abraham] plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. (Romanos 4:21)
Cuando usted está totalmente convencido y persuadido, nada lo hace dudar; no importa lo que diga la gente, los síntomas o las circunstancias. Usted sabe que eso no hace la diferencia. Algunos dudan de las promesas de Dios porque no están convencidos o persuadidos plenamente. Porque no se puede estar convencido y dudando al mismo tiempo.
La Palabra de Dios en nuestra boca es tal como es en la boca de Dios, cuando tenemos Su fe.
• Dios dinamitó el vientre de Sara.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. (Hebreos 11:11)
Sara necesitó recibir el "dúnamis", o la dinamita de Dios para que su vientre fuera fructífero. Cuando Dios le dijo que iba tener un hijo, a su edad, ella se rió, pero cuando la dinamitó con Su fe, la infertilidad fue transformada en fruto. De la misma manera, hoy en día hay muchas personas estériles, gente que no sabe dar fruto en su vida personal, matrimonial o en sus finanzas. Existen también ministerios estancados, que no crecen, que no dan el fruto deseado, y necesitan ser dinamitados con la fe de Dios.
Bibliografia.Guillermo Maldonado. Como caminar en el poder sobrenatural de Dios. Editorial Whitaker House. Miami 2011. Pag. 106 a la 112.
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