viernes, 13 de febrero de 2015

EL RECHAZO

 

   Las necesidades básicas de una persona se satisfacen por medio del amor, el respeto, la aceptación y la seguridad. La raíz de rechazo provoca que el individuo no pueda recibir ninguna de estas virtudes, ya que se crea en la persona un gran vacío de amor.

El rechazo es el plan maestro del enemigo

   El rechazo es usado por el enemigo para destruir gran parte del cuerpo de Cristo. También, nos roba la posibilidad de ser usados por Dios y de recibir sus bendiciones. Toda persona, en alguna etapa de su vida, ha experimentado el rechazo en un nivel u otro.

El rechazo es el menos tratado y diagnosticado.

  Casi todas las personas, sin importar país, raza o condición social, han tenido algún problema de rechazo. En muchos casos, la causa principal de los problemas en esas personas es haber pasado por una amarga experiencia. Al ser un problema tan común no se le da la debida importancia que merece, por esta razón, es el menos tratado y diagnosticado.

¿Cuáles son las diferentes etapas del desarrollo del individuo donde se genera el rechazo?

1. Rechazo en la edad prenatal.
   Los niños pueden sufrir rechazo cuando aún están en el vientre. Ellos son seres espirituales y pueden percibir todos los problemas emocionales de su madre. Hay mujeres que quedaron embarazadas por diferentes motivos: violaciones, actos de incesto, adulterio, fornicación o sexo no deseado. Cualquiera de estas circunstancias genera en la madre un rechazo al embarazo, y esto repercute directamente en las emociones de ese bebé.

   Las circunstancias que rodean a la mujer embarazada y su actitud hacia la criatura traen influencia al útero donde está el niño o la niña. Este rechazo se crea, particularmente, si hay una preferencia de parte de los padres por un determinado género en el bebé (femenino o masculino). Un parto difícil también causa sentimiento de rechazo.

2. Rechazo en la edad de la niñez.
   La proyección de la seguridad de un niño se va adquiriendo durante los primeros seis años. En estas edades, se van a formar los valores, la seguridad y la identidad. Éstas son las posibles causas de rechazo en la niñez:

• Falta de atención y cuidado de parte de los padres, especialmente de la madre
• Adopciones
• Impedimentos físicos
• Comparación entre hermanos
• Palabras hirientes y crítica constante de parte de sus padres y de su familia
• Abuso físico, sexual y emocional
• Falta de interés (no es escuchado ni protegido)
• Sobreprotección
• Falta de amor, caricias y halagos
• Control y dominio excesivo
• Abandono de los padres
• Sustitución de amor por regalos
• Hogares destruidos, divorcios, entre otros

3. Rechazo en la edad de la adolescencia
   A medida que el niño crece, puede experimentar diferentes tipos de rechazo durante la edad de la adolescencia. Algunas causas de rechazo en la edad de la adolescencia pueden ser:
• Exceso de disciplina
• Abuso mental, físico o sexual
• Presión por medio de sobornos para que sea mejor en la escuela
• Avergonzarle delante de la gente
• Pobreza en la familia
• Sobrecarga en los trabajos de la casa
• Padres dominantes
• Presionar más allá de su habilidad y control
4. Rechazo en la edad adulta
• Culpabilidad por un embarazo no deseado
• Un aborto planificado o no planificado
• Inhabilidad para lidiar con el menosprecio
• Vergüenza por un complejo físico
• Desastres financieros
• Ser aislado de la familia o ser enviado a un convento
• La inhabilidad para comunicarse de forma efectiva

5. Rechazo en el matrimonio.
• Muerte de uno de los cónyuges
• Divorcio
• Infidelidad por parte de uno de los cónyuges
• Crueldad mental, física o sexual
• Inhabilidad para tener hijos

   Cualquier causa de rechazo, va a afectar nuestra relación con Dios, con nuestra familia, con nuestros hermanos (as) y con todas aquellas personas con las cuales nos relacionamos.

   Algunas veces, la imagen que percibimos de nuestros padres es la imagen que tenemos de Dios. En muchas ocasiones, no nos sentimos dignos de acercarnos a nuestro Padre porque creemos que Él nos va a rechazar, ya que eso es lo que hemos recibido en nuestro hogar.

   Padres rechazados producirán hijos rechazados. Los padres que han sufrido rechazo hereditario antes de casarse, no van a poder dar amor a sus hijos.

   La persona que se siente rechazada tiende a:

• Rehusar ser confortada. No le gusta ser tocada físicamente ni tampoco le gusta dar amor físico.

• Rechazo de otros. La gente que se siente rechazada necesita tiempo y espacio para ventilar sus sentimientos, si no tienen ese tiempo, sus actitudes logran que otros los rechacen.

• Presentar señales de dureza emocional.
Cuando la persona ha sido rechazada, puede ser fría, insensible, introspectiva y egoísta. Además, tiende a usar mucho su arma más poderosa: la lengua.

• Ser escéptica e incrédula. Cuando una persona se siente rechazada, pierde su confianza en la familia, los amigos y la gente en general; pierde la fe en los buenos motivos de las personas y sospecha de todo el mundo.

  Ser testaruda. Usualmente, esta persona tiende a decir: "éste es el único camino", y nadie la hace cambiar; es una persona de dura cerviz. Tiene la certeza de que lo que hace y piensa es lo correcto, sin tomar en cuenta otra opinión.

Mostrar actitudes agresivas. Actúa con ira para defenderse del rechazo.

Concebir pensamientos de venganza. Las personas que son víctimas de rechazo pueden volverse tan resentidas que pueden llegar a planificar vengarse, sintiéndose después culpables.

Jurar y usar un lenguaje sucio. Un sinnúmero de personas que sufren rechazo hablan palabras obscenas y sucias cuando están bajo presión.

Argumentar. Argumentan sin sentido y sin fundamento porque necesitan sentir que están en lo correcto. Cuando pierden, se sienten más rechazados.

Comportarse con necedad. Por ejemplo, una madre que le ordena a su niño que se siente. Como es un niño, obedece y se sienta, pero, en su corazón rebelde se dice a sí mismo: "yo estoy de pie".

La rebelión. Éste es un síntoma muy común en una persona rechazada; le es difícil someterse;siempre está argumentando y razonando el porqué tiene que obedecer.

Síntomas de rechazo a uno mismo

   Ésta es la segunda parte del rechazo, y tiene que ver con la persona en su intimidad, con respecto a sí misma, y se refleja en el concepto que tiene esta persona de sí misma.

• Baja autoestima. La persona rechazada se considera insignificante y sin ningún valor; se subestima constantemente.

• Complejo de inferioridad e inseguridad. Algunas veces, busca seguridad en las personas, en las cosas, en los animales o en el dinero.

• Se siente inadecuada. Le da mucho temor emprender proyectos por pequeños que puedan ser, y siempre está pensando que no puede.

• Tristeza o luto. Éstas son manifestaciones externas de una persona que tiene un espíritu herido; siempre está triste y deprimida.

• La auto condenación. La persona se siente por el piso constantemente, culpándose a sí misma por las cosas malas que ocurren a su alrededor. Tiene un temperamento débil, y por lo tanto, es manipulada y controlada fácilmente.

• Inhabilidad para comunicarse. Se le hace muy difícil abrir su corazón a las personas porque no puede comunicar lo que siente. No confía en nadie y cree que si es sincera para decir lo que siente, la van a rechazar.

• Temores de toda clase. Le teme a todo, siente temor a fracasar, temor a cumplir con sus responsabilidades y temor a estar sola.

• Ansiedad, preocupación y depresión. Es muy común ver estos tres síntomas en una persona con raíz de rechazo, debido a la inseguridad de su corazón. Tiene temor y se preocupa de cosas que todavía no han sucedido.

• Negatividad, pesimismo y soledad. Constantemente, la persona rechazada habla de una manera negativa; es pesimista y se siente sola aunque esté con mucha gente a su alrededor.

• Pérdida de identidad. Como resultado de la pérdida de identidad, se puede observar que muchas personas están tratando de encontrar su identidad en la profesión, en las pandillas, en el deporte, en la escuela, en la iglesia y en cualquier lugar donde puedan sentirse aceptados.

Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Sanidad Interior y Liberación. Sexta edición 2006.

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