sábado, 31 de enero de 2015

SANIDAD INTERIOR Y LIBERACIÒN

   
   Cuando alguien conoce a Jesús como Señor y Salvador personal, viene a ser un hijo de Dios, lavado con su sangre, y que si muere, irá directamente al cielo. Este hecho no significa que el creyente ya es totalmente libre y que todos sus problemas se hayan terminado. Hay creyentes que tienen muchas ataduras del pasado, tales como: heridas, amarguras y complejos. La primera pregunta que viene a la mente es, ¿por qué si somos creyentes aún arrastramos con cosas del pasado? La razón es, que lo que nació de nuevo fue nuestro espíritu, pero nuestra alma tiene que ser renovada y transformada; por tanto, es en esta área donde necesitamos liberación y sanidad interior.

¿Cuál es el proceso?
   El proceso consiste en exteriorizar situaciones, confesar pecados personales y de nuestros antepasados, renunciar y romper los poderes ocultos y reafirmar la fe en Dios y en su poder para liberarnos. En este proceso, se reclama la restauración del alma, sanidad espiritual, bienestar y paz interna. En muchos casos, la sanidad de los padecimientos físicos que se originan en el espíritu son también sanados.

La tricotomía del hombre
   El hombre es un espíritu que tiene un alma y está dentro de un cuerpo físico. Cada una de estas partes tiene divisiones, las cuales vamos a estudiar muy cuidadosamente.
   Espíritu: Es el hombre interior, es la parte inmaterial o invisible del ser humano; y es la naturaleza espiritual del hombre la que le da la capacidad de comunicarse con Dios y que, a su vez, se divide en tres partes: comunión, intuición y conciencia.
«Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón». Proverbios 20.27
Comunión: es el medio por el cual nos comunicamos con Dios y desarrollamos relación íntima con Él.
Intuición: Es el testimonio interior por medio del cual el Espíritu Santo nos guía y nos habla. Es el conocimiento inmediato de una verdad sin la participación del razonamiento.
«Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
 recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios».
Romanos 8.14-16
Conciencia: Es el medio que nos permite distinguir entre el bien y el mal. La conciencia es el instrumento que Dios utiliza para guiarnos y para que podamos escoger correctamente.
«Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo». Romanos 9.1
Alma: Es el asiento de la voluntad, de las emociones y de la mente. Ésta es la parte del creyente que no nace de nuevo, sino que necesita ser renovada y transformada. Más adelante, en este capítulo, estudiaremos detalladamente la voluntad, las emociones y la mente, pero antes es necesario conocer a fondo cómo opera nuestra alma.
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos». Santiago 1.22
   Cuando nacemos de nuevo, la obra de Cristo en nuestro espíritu es perfecta. Somos hijos de Dios, vamos al cielo, nuestro nombre está escrito en el libro de la vida, pero nuestra alma no es cambiada. Ahora bien, como nuestra alma (voluntad, emociones y mente) no nació de nuevo, surge una pregunta: ¿Qué hacemos con el alma? El alma necesita dos cosas: ser renovada y ser transformada.
 «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno». Romanos 12.1-3 
   Por esa razón, hay muchos creyentes que todavía tienen heridas emocionales, malos pensamientos y deseos de no hacer la voluntad de Dios; esta última viene siendo rebeldía.
Muchas personas se confunden porque no saben con certeza si han nacido de nuevo, porque aún arrastran cosas del pasado que no han podido vencer. Realmente, lo que necesitan es renovar su alma, y esto se logra a través de la Palabra de Dios, la sanidad interior y la liberación. La mayor parte de los problemas de un creyente están en su alma, es decir, en su voluntad, en sus emociones y en su mente.
El nuevo nacimiento
«Le respondió Jesús: - De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó: - ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús - De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo"». Juan 3.3-7
   Hay creyentes que no han entendido lo que es el nuevo nacimiento. La palabra de Dios nos enseña que cuando un cristiano recibe a Jesús como su Señor y Salvador, su espíritu nace de Nuevo, pero su alma no. La palabra de Dios enseña que el espíritu y el alma son diferentes.
«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo». 1 Tesalonicenses 5.23
«La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón». Hebreos 4.12
¿Qué hace el nuevo nacimiento en nuestro espíritu?
«Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne». Ezequiel 36.26
• Nos da la posibilidad de comunicarnos con Dios.
• Nos permite conocerlo a Él y Su voluntad.
«Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual». Colosenses 1.9
• Nos da la habilidad de ser verdaderos adoradores.
«Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren». Juan 4.23
  En conclusión, hay muchos creyentes que tienen que pasar por ese proceso con la profunda convicción de que la redención perfecta, efectuada por Jesucristo en la cruz, fue más que suficiente para libertarlos y sanarlos de las heridas del pasado.
Características del alma
  Las características del alma se comparan a las del asno. El asno es: desobediente, testarudo, voluntarioso, egoísta, jactancioso, ególatra, inseguro, rudo, exhibicionista, rebelde, orgulloso y arrogante.
   Esta naturaleza necesita ser renovada y transformada. Hay dos tipos de vida: La vida del Espíritu, que en el griego original es la palabra "zoe" y la vida del alma que es "psuke". El alma necesita ser cambiada o no vamos a poder disfrutar la vida abundante de Dios. Tenemos que aprender a tener control sobre nuestra alma. El salmista dijo:
«Bendice, alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias». Salmos 103.1 3
   El alma debe estar bajo el control del espíritu renovado en Cristo.
Voluntad: es la faceta de una persona donde reside la capacidad de decidir. El ser humano es un agente moral, libre de escoger entre el bien o el mal. La Voluntad es la fuerza que abre y cierra todo acto de elección en nuestra vida, incluyendo los pensamientos, las pasiones y las emociones.
   La voluntad del hombre es el área que trabaja en conjunto con nuestra mente y emociones. Es donde se nos da la capacidad de decidir lo que queremos ser y hacer. El ser salvo o condenado no depende de Dios, sino de la persona porque es un acto de voluntad propia recibir a Cristo o rechazarlo. Es con la voluntad que el hombre decide rechazar, recibir, escoger o desechar algo, y esto incluye los pensamientos, las pasiones y las emociones.
    El hombre tiene una voluntad soberana para escoger hacer lo bueno o lo malo. El hombre decide servir a Dios o al diablo. Dios no tiene prisiones en el cielo; por eso, es tan importante tratar con nuestra vieja voluntad para hacer lo que a Dios le agrada.
    Con la voluntad, el hombre se va formando según lo que piensa y según su vivencia en el ambiente donde se desarrolla, emocional y culturalmente. Todo esto determina lo que el hombre será. El hombre no regenerado, siempre se inclinará a pecar contra Dios.
Por ejemplo, la desobediencia es un acto de nuestra propia voluntad. La palabra de Dios dice: "el alma que pecare ciertamente morirá". ¿Por qué muchas veces nos cuesta dejar de hacer algo si somos dueños de nuestra propia voluntad? Porque la mente no renovada envía constantemente pensamientos a las emociones que no están sujetas al espíritu.            Entonces, la mente y las emociones tratan de seducir la voluntad humana. Por esta razón, el hombre no puede parar de hacer las cosas que sabe que son desagradables ante Dios.
   Dios ha puesto en la vida del hombre una barrera que Él mismo no traspasa; ésta se llama voluntad. Esta barrera tampoco la puede atravesar el enemigo. Si éste gana terreno en nuestras vidas, es porque nosotros con nuestra soberana voluntad se lo hemos permitido.

    La voluntad del hombre se divide en: decisión, intención, propósito, elección y deseo. Es allí donde se originan las decisiones, las intenciones, los propósitos, y los deseos. Hacer siempre lo que queremos es la esencia de la rebelión. Cuando un creyente no renueva su voluntad, siempre va a querer satisfacer los deseos de la carne.
¿Cómo lidiamos con nuestra voluntad?
• Rindiéndola
• Quebrantándola
• Vaciándola y llenándola con la voluntad de Dios
¿Cómo rendimos nuestra voluntad?
   La palabra de Dios habla de ciertos términos que nos enseñan que el rendir nuestra voluntad es un acto de elección. La Escritura usa términos, tales como:
Renunciar - Esta palabra significa: "estar muerto a"
Despojarse - Esto alude a deshacerse de algo malo, como lo es el viejo hombre.
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestios del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad». Efesios 4.22-24
Quitarse

«Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, y maledicencia, y toda malicia». Efesios 4.31
• Hacer morir
«Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría». Colosenses 3.5
   Recuerde que Dios no nos obliga a hacer ninguna de estas cosas. Somos nosotros los que tenemos que tomar la iniciativa de renunciar a las áreas de nuestra vida que no le agradan a Dios. Tenemos que hacer morir lo malo, quitar de nosotros todo aquello que nos impide el crecimiento espiritual.
   Desde hoy, empiece a renunciar a la amargura, a la ira, al pasado y a los deseos de la carne. Cuando el ser humano está decidido a hacer la voluntad perfecta de Dios, todas sus promesas serán un sí y ¡amén!
¿Cómo se quebranta la voluntad?
   Nuestra voluntad es quebrantada cuando Dios nos disciplina y nos castiga como un Padre a su hijo en su amor. A esto, también le podemos llamar el método de "la trituración".

«Porque así dijo el alto y sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados». Isaías 57.15
La voluntad de Dios la podemos conocer y cumplir de tres maneras:
• Por iluminación. La entendemos y la hacemos.
• Por revelación. Nos es dada a conocer y la cumplimos.
• Por trituración. La trituración tiene que ver con las circunstancias dolorosas que Dios permite en nuestras vidas, las cuales utiliza para enseñarnos a cambiar.
Recuerde que el mayor obstáculo en nuestra vida para hacer la voluntad de Dios es nuestra propia voluntad, nuestro "yo".
¿Cómo vaciar nuestra voluntad?
   La renovación de nuestra mente por medio de la Palabra de Dios va a producir un deseo, y como ya sabemos, los deseos se encuentran en la voluntad. Cuando nuestra mente empieza a ser renovada, comenzamos a sentirnos bien haciendo la voluntad de Dios.
«Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo». Filipenses 1.6

Cuando esto ocurre, podemos decir lo que dijeron los apóstoles Juan y Pablo:
«Es necesario que Él crezca y que yo mengüe». Juan 3.30
«Y no vivo yo, mas Cristo vive en mí». Gálatas 2.20
   El sometimiento de nuestra voluntad va a ser un sacrificio a Dios y, entonces, podremos comprobar o experimentar personalmente la transformación continua en nuestra vida.
«Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día». 2 Corintios 4.16
   Busquemos a Dios con responsabilidad y automáticamente encontraremos su voluntad en nuestra vida. Las emociones son la parte del hombre, donde se envuelven los sentimientos y afectos.
   Hay varias emociones negativas, tales como: tristeza, ira, vergüenza, dolor, miedo, celo, confusión y odio. De la misma manera, hay emociones positivas y éstas son: amor y gozo. Las emociones están en la vista, el gusto, el tacto, el olfato y el oído.
   La realidad de las emociones.
    Jesucristo, realmente enfrentó todas las emociones y los sentimientos de la vida humana y lo hizo para proveernos de recursos con el fin de que pudiéramos controlarlas.
   La persona que vive motivada solamente por sus sentimientos restará valor e importancia a todos los principios bíblicos.
«Pero pida con fe, no dudando nada; porque él que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra». Santiago 1.6
   Una tristeza intensa va seguida de un gran gozo y júbilo. Una depresión viene después de un gran entusiasmo. En el caso de Elias, fue así: él se sintió desanimado después de cortarle la cabeza a los profetas de Baal. Es posible que el ascenso y el descenso
de las emociones no sólo descalifiquen a un creyente para andar en el espíritu, sino que también lo empujen a andar en la carne. Cuando el espíritu comience a dirigir la vida del
hombre, las emociones se controlarán. Como consecuencia, el silencio total de las emociones es una condición para poder caminar en el espíritu.
Inspiración y emoción
   La inspiración es impartida por el Espíritu Santo y no necesita ningún estímulo externo para funcionar. La inspiración nace de nuestro interior. Las emociones son impartidas por circunstancias externas y se marchitan sin la ayuda de éstas.
   Un creyente, que en un momento se siente en el tercer cielo por algo que le ocurrió y en otro momento se deprime, está siendo controlado por sus emociones.
¿Cómo las emociones afectan nuestra vida?
1. Influyen en nuestras relaciones con otros. Nosotros somos el producto de nuestras experiencias pasadas, y nuestras reacciones surgen de acuerdo a las heridas que hemos experimentado en el pasado.
   Por ejemplo, una mujer que fue abusada por su esposo va a estar siempre a la defensiva en cualquier otra relación. Otro caso sería el de una persona que tiene raíz de rechazo que le impide manifestar sus emociones y, como consecuencia, se crea una baja estima.
2. Serán un obstáculo para nuestra fe.
   Si nos dejamos guiar por las emociones, será muy difícil creer la palabra de Dios. Siempre vamos a querer ver primero para después creer. Los creyentes debemos caminar por convicción y no por emoción. Las heridas emocionales impiden entregarse al cuerpo de Cristo efectivamente y convivir en amor sin temor a ser rechazado. Las heridas del pasado están dañando su presente y su felicidad.

«Porque por fe andamos, no por vista». 2 Corintios 5.7
«Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré». Juan 20.24, 25
Mecanismos de defensa que utilizamos cuando estamos heridos.
Muchos creyentes que han sido heridos, esconden el dolor en lo profundo y evitan por todos los medios hablar de ello. Otros usan mecanismos de defensa, tales como:
• Proyectar rechazo: Este caso se da cuando la persona siente y muestra un rechazo a reconocer que ha sido herida, prefiere negarlo (rechazar la idea) antes que enfrentarse con ella y hacer algo para sanarse.
• Autojustificación: Es un mecanismo de defensa utilizado por la persona herida cuando se siente incapaz de aceptar la responsabilidad que le corresponde sobre sus actos. Prefiere poner cualquier excusa, por más inverosímil que sea, antes que reconocer que algo no está bien en su vida.

• Aislamiento: Esto sucede cuando la persona herida decide apartarse del resto, rechazando toda posibilidad de ayuda, y prefiriendo de esta manera, permanecer aferrado a sus heridas.
¿Cómo lidiar con las emociones heridas?
1. Enfrentando la verdad.
   Muchas veces, confrontar la verdad es muy doloroso; pero recuerde que la puerta por donde entró el dolor, es la misma puerta por donde debe salir.
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Juan 8.32
   Las heridas escondidas, los traumas, la falta de perdón, los abusos de todo tipo y los pecados, son como una comida podrida en un refrigerador. Muchas veces, percibimos el mal olor y no sabemos de dónde viene; pero más tarde, encontramos que hay algo podrido en el refrigerador que lo está contaminando todo.
Cuando nos escondemos detrás de una puerta de dolor, tenemos que regresar por la misma puerta para ser libres; tenemos que enfrentarnos con la verdad.
2. Confesando que nos duele.

«Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho». Santiago 5.16
3. Perdonando y olvidando.
   El perdón no es un sentimiento, es una decisión. Tenemos que perdonar a aquellos que nos han ofendido.
«Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas». Marcos 11.25
4. Desarrollando dominio propio.
Tomemos una decisión firme de caminar de acuerdo al espíritu y no por emociones. "Y sobre todas las cosas, desarrollemos dominio propio".
«Digo, pues: Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne». Gálatas 5.16
5. Haciendo un compromiso.
Hacer un compromiso verdadero de no vivir por emociones sino por los principios de la palabra de Dios.
6. Dando prioridad a la intuición del Espíritu Santo.

Conocimiento inmediato de la verdad que nos ofrece el Espíritu Santo sin necesidad de razonarla.
«No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas". He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz. ¿No la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad». Isaías 43.18, 19
¿Qué es la mente?
   La mente es la parte del hombre donde se encuentra la habilidad de razonar, y donde radica la habilidad de escoger. Tanto razonar como escoger son las dos características que nos diferencian de los demás seres
creados.
¿Qué hacemos con la mente?
   La mente necesita ser renovada por medio de la palabra de Dios. Antes de ser creyentes, teníamos un sinnúmero de patrones, ideologías, argumentos y formas de pensar diferentes y contrarios a la voluntad de Dios. Mas ahora que estamos en Cristo, necesitamos renovar y quitar de nuestra mente esas ideas viejas para poner los nuevos conceptos de la palabra
de Dios.
¿Cómo renovamos nuestra mente?
• Poniendo repetidamente la palabra de Dios en nuestra mente. Leyendo la Biblia, escuchando predicaciones,etcétera.
• Meditando en la palabra de Dios. Es hora de que nuestra mente se concentre sólo en esta verdad «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento».Romanos 12.2
   La palabra renovar se compone de dos vocablos: re significa repetir; novar significa nuevo. En otras palabras, lo que está diciendo es que quiten lo viejo y repetidamente pongan algo nuevo en su mente: la palabra de Dios.
   Cuando la mente es renovada, la voluntad rendida y las emociones controladas por el Espíritu Santo, habrá una cooperación para la unificación en el ser total y, entonces, Dios hará algo nuevo.
¿Qué es el cuerpo?
   El cuerpo es el asiento de los deseos y las pasiones naturales. Es el medio que usan el espíritu y el alma para proyectarse hacia el mundo. Entonces, podemos decir que el hombre es un espíritu, que tiene un alma y que vive dentro de un cuerpo físico.
   Al haber estudiado las divisiones del hombre total: espíritu, alma y cuerpo, y habiendo reconocido que es el espíritu el que nace de nuevo, y que el alma (voluntad, emociones y mente) necesita ser renovada, entenderemos el porqué de la sanidad interior.
   Nuestra voluntad debe rendirse, vaciarse y quebrantarse para hacer la voluntad de Dios.
• Las emociones deben ser restauradas y sanadas para que no queden indefinidamente las heridas del pasado.
• La mente debe ser renovada repetidamente colocando la palabra de Dios en ella. De esta
manera, se logra efectivamente el crecimiento espiritual del ser total, alcanzando la estatura de la plenitud de Cristo a un hombre perfecto.
   En fin, los creyentes deben pasar por este proceso con la seguridad y profunda convicción de que la redención perfecta, efectuada por Jesucristo en la cruz fue más que suficiente para libertarlos y sanarlos de las heridas del pasado.

Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Sanidad Interior y Liberación. Sexta edición 2006.
                    

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