sábado, 1 de noviembre de 2014

¡QUÉ ES LA HUMILDAD!

LA HUMILDAD.

    La humildad la podemos definir como  toda aquella cualidad que revela el completo concepto de lo que es el ser humano. la humildad no es sinónimo de pobreza, es sinonino de calidad de persona. La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilitas.

    La biblia dice: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22.4).

ORGULLO & HUMILDAD.
 
    El orgullo es un sustantivo masculino con origen en el término catalán "orgull", que a su vez viene del término francés "orgueil", y es la característica de alguien que tiene un concepto exagerado de sí mismo pudiéndolo llevar a la soberbia, un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. También puede significar altivez, arrogancia, brío, pundonor, soberbia, vanidad y dignidad.

    En pocas palabras orgullo es contrario a humildad. En tal sentido, no se llevan de la mano por eso querido hermano (a) cuando andamos en la búsqueda de la humildad tenemos que morir en la cruz las veces que sean necesarias para lograr el fín.

La Biblia muchas veces contrasta el orgullo con la humildad:
  • “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.6).
  • “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14.11).
  • “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29.23).
  • “Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios” (Proverbios 16.19).
  • “Jehová asolará la casa de los soberbios” (Proverbios 15.25). “Pero los mansos heredarán la tierra; y se recrearán con abundancia de paz” (Salmo 37.11).
  • “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16.18). “Cualquiera que se humille (...) ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18.4).
  • “Y tú (...) que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida” (Mateo 11.23). “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4.10).
    Otro contraste entre el orgullo (considerarse uno superior a los demás) y la humildad (reconocer uno que es indigno) se presenta en Lucas 18.9–14. El fariseo que se exaltó a sí mismo no logró favor de Dios, mientras que el publicano quien confesó ser pecador alcanzó misericordia. Dios siempre condena el orgullo, mas siempre aprueba la humildad.

¿PORQUÉ SER HUMILDE?

1. Dios así lo ordena en su palabra.
Dios manda que los santos se humillen “bajo la poderosa mano de Dios” (1 Pedro 5.6), que se vistan de humildad (Colosenses 3.12), que se revistan de humildad (1 Pedro 5.5) y que anden con toda humildad (Efesios 4.1–2).

2. Dios se satisface con la humildad y la bendice.
( Proverbios 16.19; Mateo 5.3, 5.) Dios da gracia a los que son humildes (Santiago 4.6). Los que poseen la humildad son los mayores en el reino de Dios. “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad” (Proverbios 22.4).

3. La humildad es la precursora de la exaltación verdadera.
¿Ha notado usted que la Biblia con frecuencia habla de la exaltación junto con la humildad? Sin embargo, no debemos tratar de humillarnos con la esperanza de ser exaltados. Es importante saber que la senda del orgullo siempre lleva al desastre, mientras que la senda de la humildad siempre lleva a la exaltación. Pero no debemos preocuparnos de cuándo y cómo seremos exaltados. Dios se encargará de todo eso. Lo que nos toca a nosotros es seguir en la humildad, confiar en Dios, obedecer su palabra, mantenernos al pie de la cruz y recordar que las promesas de Dios a los humildes son seguras.

4. Dios escucha las oraciones de los humildes.


“No se olvidó del clamor de los afligidos” (Salmo 9.12). Los ninivitas se vistieron de cilicio y ceniza ante Dios. Ezequías se humilló ante Dios y oró que fuera librado del poder de Senaquerib. El publicano rogó a Dios por misericordia. Todos estos acudieron a Dios en humildad, y él oyó sus oraciones. A nuestro Dios Todopoderoso le place contestar las oraciones de los mansos y humildes que vienen a él con súplicas y oraciones.

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