domingo, 2 de noviembre de 2014

LA HUMILDAD FINGIDA

                                                                                                 LA HUMILDAD FINGIDA


    En la biblia podemos observar  en Colosenses 2.18 como hay algo que parece ser la humildad, pero en verdad no lo es. Esta es la humildad fingida y la debemos evitar. 

    Algunos hermanos en cristo, al darse cuenta de los méritos de la humildad, la codician por su excelencia o por la exaltación que buscan. Buscar la humildad por razones egoístas trae como resultado la humildad fingida. Los que se sienten orgullosos por su humildad algún día se darán cuenta de que era una humildad fingida la que tenían, eso fractura la relación intima que tienes con Dios ya que al Padre lo que le interesa de tí es tú corazón: "No trates ni siquiera de pensar que podrás engañarlo"


    Es la voluntad de Dios que seamos exaltados. Pero su camino a la exaltación es distinto que el camino que llevan los que quieren exaltarse a sí mismos. Su rumbo es distinto; su destino también lo es. La exaltación a la que aspira el hombre siempre exalta su propia voluntad carnal, mientras que Dios desea exaltar al hombre según su imagen y propósito. Para esto, la carne tiene que estar muerta de tal manera que no responda a los deseos carnales. Algunos piensan que los dones espirituales exaltan a la persona que los posee y por eso los buscan con empeño. Pero la verdad es que el que recibe dones espirituales auténticos tiene que humillarse más, crucificar más la carne y entregarse más a Dios. Dios no da dones espirituales para promover nuestras propias metas y aspiraciones. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5.6).

    Pero cuando la humildad no es auténtica sino un disfraz para ganarnos a la audiencia que aplaude esta virtud, entonces pierde todo su valor. Y es que todo lo que no lleva el sello de la autenticidad huele y además se nota. Eres quien eres para bien y para mal, con lo bueno y con lo malo que ello conlleva.

    Personalmente Yo prefiero la vanidad sincera a la humildad fingida. Hay mucha pose fingida, mucha postura forzada. mucha modestia postiza en todos los ámbitos (empresa, medios de comunicación, mundo artístico e inclusive infiltrada en nuestras iglesias) y que no es más que una manifestación de cinismo, de pensar una cosa pero decir otra, de ser lo políticamente correcto, de hacer lo aceptable socialmente aunque poco se corresponda con la realidad.
    Lo invito pues a que practique la humildad por convencimiento, le irá bien, pero no intente aparentarla porque se nota que lo que uno siente internamente y lo que manifiesta externamente no cuadran. Y ya se sabe que el inconsciente manda.  ¡Busca el camino con sabiduria!

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