sábado, 30 de junio de 2018

CARACTERÍSTICAS DE LA AUTORIDAD DE DIOS. Parte I



   Para utilizar la autoridad que Cristo nos delegó para ejercer su poder en la tierra, necesitamos tener conocimiento revelado de esa autoridad; de lo contrario, la podemos utilizar de manera errada. Por eso, me parece importante detallar el orden establecido por Dios en la cadena de mando, o niveles de autoridad delegada, por los cuales debemos funcionar tanto a nivel natural como espiritual.

DIOS ESTABLECE LA CADENA DE MANDO.

   “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”(1Corintios 11.3). Esa fue su intención original desde el Génesis. Dios es la cabeza, y a partir de ahí continua o extiende su cadena de mando. En cada ámbito, la cabeza es la autoridad original puesta por Dios, la que hace las leyes, recibe información del cuerpo, decide, toma la iniciativa de acción y coordina todas las actividades de los miembros del cuerpo que dirige. Es la que toma la decisión final.
   Veamos la cadena de mando establecida por Dios.

1-. El Padre es la cabeza en los cielos.
   Esto no significa que el hijo y el Espíritu Santo sean menores que el Padre; ellos son iguales en naturaleza, atributos, poder, majestad, esencia, etcétera. Pero para que haya orden, uno es la cabeza, el Padre. En todo organismo, si hay más de una cabeza, lo que se forma es un monstruo, con dos o más voluntades tratando de imponerse, una sobre la otra. En estas condiciones, cualquier uso del poder sería ilegal.

2-. Cristo es la cabeza sobre la iglesia.
   Dios el Padre”…sometió a todas las cosas bajo sus pies (de Jesús), y  lo dio por cabeza sobre todas las cosas de la iglesia”(Efesios 1.22). A partir de allí, vemos que se extienden al cuerpo de Cristo, en la iglesia local al pastor o apóstol, a quien Dios puso como cabeza.

3-. El hombre es la cabeza del hogar.
   Dios creó al hombre primero, como rey sobre la creación; y después creó a la mujer como la ayuda idónea para ese hombre (1Corintios 11.13). Así es en el hogar hasta hoy. Si la mujer toma la posición de cabeza, está fuera de orden y el hogar será caos y confusión. Recuerde que ese ambiente es el preferido de satanás, no el de Dios. Por lo tanto, si usted quiere tomar autoridad sobre Satanás y sus obras en su hogar, primero debe poner orden. La mujer es igual al hombre en todo, ambos son co-herederos, gobernadores juntos; pero aun en esa igualdad, con los mismos derechos y privilegios, la prioridad de la autoridad está sobre el hombre, que es la cabeza puesta por Dios. La única excepción es la sujeción a esta autoridad es que el esposo le pida algo a la esposa que sea contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo, que deje de congregarse. En el caso de una madre soltera o viuda, ella será la cabeza del hogar para sus hijos.

4-. El jefe es la cabeza en el trabajo, sea dueño o autoridad delegada por el dueño.
   “Exhorta a los siervos que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones”(Tito 2.9). No importa si el jefe es bueno o malo, inconverso o cristiano; él es una autoridad delegada por Dios, a la que usted debe someterse y por la cual debe orar. En todo lugar donde entre a trabajar habrá una autoridad a la cual deberá sujetarse. Fuera de ella, no tendrá trabajo por mucho tiempo. La única excepción para la obediencia a esa autoridad, es que su jefe le pida hacer algo ilegal o contrario a los principios de Dios.

5-.El presidente es la cabeza de una nación  o país.
   “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracia, por todos los hombres; por  la leyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad  y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador”(1Timoteo 2. 1-3). Cada ciudadano debe sujetarse a las leyes, estatutos y reglas de la nación que habita, y debe respetar toda autoridad delegada allí. Según cada país, la autoridad máxima puede ser un presidente, primer ministro, rey, etcétera. Recuerde que Dios es quien pone y quita reyes. Sin embargo, en el caso de gobiernos usurpados por grupos rebeldes que no se someten a la autoridad puesta por Dios; esos son gobiernos ilegales. En el mundo ha habido muchos gobiernos “de facto”, golpes militares, guerrillas, etcétera, que han tomado por la fuerza un gobierno puesto por Dios. A veces, sucede como cuando el pueblo de Israel rechazo el gobierno llevado por Jehová a través de los jueces y profetas, y quiso tener rey como el resto de los pueblos. Ellos rechazaron a Dios, se rebelaron contra su autoridad y quisieron algo diferente. La excepción para esta sujeción es cuando el gobierno manda a desobedecer la voluntad de Dios o a negar a Cristo, callar su evangelio o quebrantar sus principios.

6-. La autoridad de Dios es espiritual o sobrenatural.
   Esta autoridad no es de este mundo, no es algo que nos pueda dar un presidente o primer ministro. Esta autoridad está por encima y más allá de todo lo natural; suplanta y supera toda autoridad natural y humana. De hecho, también está por encima de las leyes de la naturaleza; por eso la creación debe sujetarse cuando ejercemos esa autoridad sobre ella dentro de nuestra jurisdicción espiritual.

7-. La verdadera autoridad espiritual debe ser reconocida.
   Es importante que usted discierna la posición espiritual de un creyente o líder, y lo que carga de Dios. Roma era un pueblo guerrero que tenía muy claro el asunto de la autoridad. Cada soldado conocía su rango y el alcance de su autoridad delegada; en su caso, delegada por el César. Uno de los rangos de ese ejército era el de centurión; éste era un soldado que estaba a cargo de un gran número de hombres. La cobertura del centurión era Roma; todo lo que él hacía era conforme a las leyes del gobierno de Roma, según la asignación y la autoridad delegada del mismo. Por eso, era un hombre bajo autoridad, que no hacía nada independientemente de Roma. El centurión que vino ante Jesús, a interceder por la salud de su ciervo enfermo, reconoció la autoridad de cristo y su posición. Lo vemos claro cuando le dijo: “…Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y dijo a éste: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: has esto, y lo hace” (Mateo 8. 8-9). Nótese que, al hacer su pedido, aquel soldado de alto rango se dirigió a Jesús con un nombre muy significativo. Lo llamo “Señor”. Si observamos, la mayoría de los que venían a Él lo llamaban “maestro”,” rabino,  “profeta”; pero este centurión lo llamo “Señor”. Este vocablo en su idioma original fue registrado en la biblia como kuríos y significa “Dios”, “amo”. Lo primero que hizo el centurión fue reconocer el rango de autoridad de Jesucristo. Aquel militar no era judío; no estaba bajo la ley ni tenía conocimiento de Jehová, ni del mesías prometido a Israel. Su dios era el César y su devoción era para los diferentes dioses romanos. Pero, reconoció el señorío de Jesús e identificó cuál era su reino, desde la perspectiva de la fe. Este hombre no tenía la revelación completa de quien era Cristo pero tenía una idea de su autoridad. Dentro de su entendimiento pidió algo., sabiendo que era la voluntad de Dios sanar, pues conocía la fama de Jesús. Con esto, le quitó los límites a Dios. El centurión había discernido la autoridad que Cristo tenía sobre los demonios, sobre la enfermedad y sobre los elementos de la naturaleza; tuvo la revelación de que esa autoridad funcionaba en el mundo natural sin tiempo ni distancia y que Jesús operaba desde la posición de hijo de Dios, siendo hombre. En otras palabras, el centurión supo que Cristo cargaba una autoridad de otro mundo. Por haber discernido la autoridad del hijo de Dios, su ciervo fue sano.

   Entonces, cuando reconocemos la autoridad de una persona, podemos recibir lo que ella carga y declara.

8-. La autoridad tiene la característica de ser transparente.
   Un claro ejemplo de esto es el endemoniado gadareno (Marcos 5 . 1-20), que vio a Jesús desde lejos y el demonio que lo atormentaba comenzó a manifestarse. El demonio vio a Jesús transparente; lo vio en su autoridad y la reconoció de inmediato. En nuestro caso, si no reconocemos la autoridad que alguien carga, no podemos recibir la bendición que su posición espiritual puede impartir. Como un apóstol en el Reino de Dios, ¿cómo mido la autoridad que yo cargo? Cuando la gente está a mí alrededor, los demonios comienzan a manifestarse, se ponen nerviosos, algunos maldicen o me miran espantados, llenos de odio. Eso es porque reconocen la autoridad espiritual que cargo, y desde que posición la ejerzo. Por ejemplo, cuando usted se para frente a un presidente, usted siente la autoridad que carga esa persona. No es por la persona en si, sino por la investidura de autoridad que lleva. Así es en el mundo espiritual.

9-. La autoridad espiritual es progresiva.
   David fue ungido rey a las 17 años, pero siguió peleando batallas y formando su carácter por varios años antes de llegar a funcionar como tal. Es decir que, al ir ganando las batallas y madurando, su autoridad fue progresando de nivel en nivel, hasta que finalmente llegó el día en que se convirtió rey de todo Israel y comenzó a ejercer una autoridad de rey. Se requiere un príncipe para reprender a otro príncipe. Satanás es el príncipe de la potestad del aire; y Jesús es el príncipe de la paz.

   Puedo narrar el testimonio de como ocurrió en mi propia vida. Hace veinte años atrás, cuando comencé a orar por los enfermos de asma, artritis, depresión y otras enfermedades solo unos cuantos se sanaban; pero a medida que continuaba orando por los mismos casos, con cada milagro que sucedía, mi autoridad aumentaba. Ya el número de gente sanada era mayor. Si en el principio veía uno o dos sanos, ahora veo veinte, cincuenta, cien personas sanarse; realmente, hay ocasiones en que los milagros son incontables porque el poder de Dios se expande de forma masiva cuando la autoridad aumenta. Cuando comencé la expulsión de demonios, también, me tomaba mucho tiempo. En un viaje misionero a Latinoamérica, recuerdo que en una ocasión, tuve que echar fuera un demonio que me opuso mucha resistencia; me tomo como tres horas. Terminé tarde y muy cansado, y le pregunté al señor si siempre iba hacer así. Él me respondió que no, porque iría ganando autoridad frente a los demonios a medida que madurara en mi ministerio. Cristo operó en una autoridad en obediencia y sumisión, como hombre; pero, al final, ganó toda autoridad al resucitar de entre los muertos. Hoy a mí, me toma segundos echar fuera demonios porque he ganado autoridad espiritual tanto sobre enfermedades como sobre espíritus malos. Es por eso que mi presencia agita la atmósfera espiritual donde me encuentro. Agita todo lo que hay en ese lugar que no es de Dios y también atrae su presencia. Cuando entro en un lugar, yo espero que las enfermedades desaparezcan; que se vaya la depresión, que si hay demonios en las personas, ¡se vayan!, y que Dios sea glorificado.

   Yo he visto personas en sillas de ruedas levantarse sanas al yo entrar en un lugar porque hoy camino en una autoridad que ha progresado de menor a mayor. Pero es importante que quede claro que esto no es de mi propia humanidad, sino la autoridad espiritual delegada por Dios que aumenta en mi vida a medida que voy haciendo la obra que Él me envió hacer.

   Recuerdo el testimonio de un muchacho llamado Daniel Shearis, que visitó nuestra iglesia un par de veces. Él es de Mobile, Alabama. Durante un servicio de milagros, él pasó a dar su testimonio y nos contó lo siguiente: “Yo vine a Miami a visitar a mí hermana y así conocí está iglesia. De vuelta en Alabama, donde trabajo en un centro de niños, tuve un serio accidente,. Mientras llegaba en mí moto al centro, uno de los niños agitó su mano para saludarme y yo me distraje; en un instante, perdí el control de la motocicleta y uno de mis pies quedó debajo de la rueda y se quebró a la mitad. Me lo reconstruyeron con cirugía, la cual incluyo el implante de tres clavos y tres tornillos. Los médicos me dijeron que, a pesar de la operación, viviría con las secuelas el resto de mi vida. Yo no recibí sus palabras y solo esperaba la hora de poder volver a El Rey Jesús, porque sabía que aquí fluye el poder de Dios y la autoridad sobre toda enfermedad e imposible. Al recuperarme de la cirugía pude caminar pero raro, porque para dar cada paso mi pies se agitaba de un lado a otro, hasta poder volver a apoyarlo, no podía estar de pies mucho rato, y algo que era imposible hacer en esas condiciones era correr. Unos meses después, pude volver a este ministerio. Entré al templo con una gran expectativa de que Dios haría un milagro en mi pie. A mitad del servicio, el apóstol oró por milagros y llamó a los que habían llegado buscando un milagro. Yo fui el primero en ponerme de pies, pues estaba dispuesto a recibir mi milagro. Lo primero que hice al subir al altar fue lo que llevaba todo este tiempo sin poder hacer, ¡correr! Esa noche corrí alrededor de toda la iglesia. Realmente, era algo que no podía hacer antes, de ninguna manera. ¡Era humanamente imposible! Ahí recordé que Jesús había dicho que estas señales seguirían a los que creen. ¡Yo creí y recibí mí milagro!
Guillermo Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo. Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 41- 48

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