LA AUTORIDAD ORIGINAL Y LA
AUTORIDAD DELEGADA EN EL REINO.
Dios es la autoridad suprema del universo.
Luego, Él establece una cabeza para cada ámbito, para formar nuevas cadenas de
mando basadas en la cadena de mando original de Dios. Una vez que Él pone o
establece la autoridad sobre la cabeza, esta última puede y debe delegar
autoridad al cuerpo que dirige, según las áreas, tareas, asignaciones,
propósitos que se deban cumplir.
La autoridad original está sobre la persona
que dios pone por cabeza; esa será la autoridad principal, la que establezca
las leyes e imparta la personalidad o ADN a todo organismo. Por ejemplo, Cristo
es la autoridad principal de la iglesia, y delegó su autoridad sobre sus
apóstoles; los cuales, a su vez, delegan autoridad a los distintos líderes del
cuerpo para llevar adelante la comisión que Cristo nos dejó a todos. La
autoridad delegada siempre debe referirse a dar cuentas a la autoridad
original, porque esa autoridad-cabeza es responsable ante Dios. Además, una
autoridad delegada, no puede asignarse o ponerse a sí misma. La autoridad
delegada es la que se pone en cumplimiento o ejercicio las leyes establecida
por la autoridad original. En el caso de la autoridad delegada por Cristo
dentro de la iglesia, sobre apóstoles y pastores, viene a ser una autoridad
original en la tierra. A partir de allí, la autoridad delegada no puede juzgar
al hombre puesto por Dios, en quien descansa la autoridad original.
Sin embargo, para mantener el equilibrio y
que todo ser humano esté sujeto a
autoridad y rinda cuenta de sus actos, esa autoridad original tampoco se
pone a sí misma, sino que esta puesta por dios a través de otro hombre de Dios
asignado para eso en la tierra. Y tampoco hace liberalmente lo que quiere, sino
que somete todos sus asuntos a su cobertura espiritual. La cabeza o autoridad original
de una casa o iglesia es una autoridad delegada por Cristo, pero original en
función de su jurisdicción de operaciones. La autoridad original sí puede
juzgar la autoridad delegada. Veamos algunas diferencias entre la autoridad
original y la autoridad delegada.
1-.
La autoridad delegada no hace la ley, soló hace que la ley se cumpla.
Por ejemplo, en mi caso, como cabeza del
Ministerio que Dios me ha puesto a gobernar, establezco diferentes leyes o
mandatos para funcionar en orden y bajo su voluntad; no es mi esposa, por
ejemplo, soy yo como cabeza. De igual manera, yo no soy quien se ocupa de la
implementación de los mismos; lo hacen los líderes sobre quienes he delegado un
área de autoridad. Siendo así, si yo digo que todo creyente que va hacer enviado
como líder de una Casa de Paz, debe pasar por un curso y una liberación, los
líderes encargados de esa área, se ocuparán de cumplir esa ley. Pero a la vez,
yo rindo cuenta de todo lo que hago a mi cobertura o padre espiritual aquí en
la tierra, y a Dios, por supuesto; “…porque sobre el alto vigila otro más alto,
y uno más alto está sobre ellos”(Eclesiastés 5.8). Todos estamos llamados a dar
cuentas. Cuando no lo hacemos nos volvemos nuestra propia autoridad y ese es el
camino que nos lleva a caer.
2-.
La autoridad original descansa en la persona que fue primero (la cabeza).
Nosotros somos hijos del padre, pero Cristo es el primogénito entre muchos hermanos
(Romanos 8 . 29). Por la ley de la primogenitura, la doble porción de la
herencia es suya y la plenitud de la autoridad descansa sobre Él, porque es el
primero. El padre le hizo la cabeza de la iglesia en todo el mundo; por tanto,
todos nosotros estamos sujeto a su autoridad original y le debemos cuentas y
obediencia.
3-.
La autoridad original siempre debe endosar la autoridad delegada públicamente.
Para que las personas que deberán sujetarse,
respetar y obedecer esa autoridad delegada lo hagan, la autoridad original debe
endosar en público al delegado. Yo siempre afirmo públicamente a las personas a
quienes delego autoridad. Si ordeno un pastor, un anciano o diácono, tengo que
decírselo a la iglesia, para que no lo resistan. Ese ejemplo lo recibimos de
Cristo que se sujetó a Juan el Bautista para ser bautizado y el Padre le delegó la autoridad en el
Jordán hablando desde el cielo y diciendo: “Este es mi hijo amado, en quien
tengo complacencia” (Mateo 3 . 17)
4-.
La autoridad original delega esferas de autoridad, establece los límites, y
asigna una tarea específica al delegado.
Jesús le rendía cuentas al Padre; por eso lo
encontramos orando en Juan 17.12 “… a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la escritura se
cumpliese”. Desde el momento que se delega autoridad, el receptor de la misma
pasa a ser segundo en la cadena de mando en esa área; por lo tanto, debe dar
cuenta de su accionar y de sus decisiones a su autoridad original. En el
instante en que el segundo al mando se rebela contra su autoridad original o
contra su asignación, también se rebela contra la autoridad suprema, Dios.
5-.
La autoridad delegada no puede actuar independientemente de la cabeza.
Por ejemplo, en la iglesia, el hecho de que
usted reciba autoridad sobre un área de la visión- porque tiene un don que
beneficia el desarrollo de la misma-, no significa que puede independizarse de
su pastor. Él sigue siendo su autoridad espiritual y a quien Dios reveló y
encargó la visión completa; y es también quien la extiende a usted protección
espiritual para realizar la tarea asignada. Cuando usted actúa
independientemente de la cabeza y de la visión establecida en la casa,, no está
bajo cobertura. En otras palabras, su autoridad le da protección; pero si usted
se independiza, la pierde y entonces, todo poder que desarrolle será ilegal,
bajo brujería. Además, el enemigo tendrá lugar en su vida.
6-.
La fidelidad o lealtad de una persona siempre es primero para la autoridad
original o la persona que es la cabeza, y segundo para la autoridad delegada.
En la iglesia de Cristo, nuestra fidelidad
es primero para Dios, luego para la autoridad original puesta por Él en cada
congregación, y después para todas las autoridades que hayan sido delegadas
para cada área.
Este principio de la autoridad delegada es
un ministerio de Dios que funciona para extender su Reino y activar a los
cristianos alrededor del mundo. En nuestro ministerio, somos testigos,
constantemente de cómo opera la autoridad delegada en los hijos espirituales
que el Señor nos ha dado. El siguiente testimonio es de un grupo de jóvenes de
la iglesia. “Una noche, durante una reunión de casa de paz, uno de mis mentores
y sus discípulos salieron a evangelizar y ganar almas. Le pidieron a Dios que
los guiara a donde ir y que les diera palabra de ciencia específica para la gente.
Salieron y bajo la guía de Dios llegaron a la sala de emergencia de un
hospital. Al entrar, vieron a una joven pareja sentada en la sala de espera. Él
tenía un protector en su brazo porque se lo había quebrado en un accidente.
Cuando aquellos jóvenes se acercaron a esa pareja, supieron que ella llevaba
tiempo orando para que él fuera a la iglesia, pero él no quería. Mi grupo de
jóvenes le dio al muchacho una palabra de ciencia y oraron por él; al instante, el poder de Dios
vino sobre él y sanó su brazo. El muchacho se quitó el protector y comprobó que
no sentía más dolor. De inmediato, recibió al Señor en su corazón, y una semana
más tarde, estaba en la iglesia comprometiéndose a servir al Dios vivo.
Luego, durante un viaje misionero a
Colombia, envié a parte de este mismo grupo a predicar en una conferencia de
jóvenes. Le delegué la autoridad para que fueran e hicieran lo mismo que me han
visto hacer a mí. Cuando entraron a aquella iglesia, sintieron al espíritu de
religiosidad muy fuerte; la gente estaba dura y con el corazón frío. Allí
supieron que la única manera de operar sería manifestando el poder sobrenatural
de Dios. Desataron una palabra de ciencia acerca de una persona con dolor de
espalda, y un joven respondió al llamado. La líder de mis jóvenes sintió que el
muchacho tenía una pierna más corta que la otra; así que lo sentó en una silla
y comprobó que su pierna derecha era unos centímetros más corta que la
izquierda, y esto le provocaba del dolor de espalda. Oraron por él, y le
ordenaron a su pierna derecha que creciera en el nombre de Jesús. En cuestión
de segundos, el poder de Dios operó sobre su pierna y está creció a la vista de
toda la congregación. El dolor de espalda desapareció luego de muchos meses de
intenso dolor. Aquel joven recibió el fuego de Dios por las almas y la
presencia manifestada de Dios; además, toda la dureza de la congregación se
disipó y los corazones se abrieron a experimentar lo sobrenatural.
Estos jóvenes, operaron bajo una autoridad
delegada, pueden hacer más que muchos pastores, obispos y altos líderes de la
iglesia que no saben cómo funciona la autoridad delegada de Dios sobre la
enfermedad y los demonios.
Guillermo
Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo.
Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 41- 48
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