jueves, 5 de julio de 2018

CARACTERÍSTICAS DE LA AUTORIDAD DE DIOS. Parte II

LA AUTORIDAD ORIGINAL Y LA AUTORIDAD DELEGADA EN EL REINO.

   Dios es la autoridad suprema del universo. Luego, Él establece una cabeza para cada ámbito, para formar nuevas cadenas de mando basadas en la cadena de mando original de Dios. Una vez que Él pone o establece la autoridad sobre la cabeza, esta última puede y debe delegar autoridad al cuerpo que dirige, según las áreas, tareas, asignaciones, propósitos que se deban cumplir.


   La autoridad original está sobre la persona que dios pone por cabeza; esa será la autoridad principal, la que establezca las leyes e imparta la personalidad o ADN a todo organismo. Por ejemplo, Cristo es la autoridad principal de la iglesia, y delegó su autoridad sobre sus apóstoles; los cuales, a su vez, delegan autoridad a los distintos líderes del cuerpo para llevar adelante la comisión que Cristo nos dejó a todos. La autoridad delegada siempre debe referirse a dar cuentas a la autoridad original, porque esa autoridad-cabeza es responsable ante Dios. Además, una autoridad delegada, no puede asignarse o ponerse a sí misma. La autoridad delegada es la que se pone en cumplimiento o ejercicio las leyes establecida por la autoridad original. En el caso de la autoridad delegada por Cristo dentro de la iglesia, sobre apóstoles y pastores, viene a ser una autoridad original en la tierra. A partir de allí, la autoridad delegada no puede juzgar al hombre puesto por Dios, en quien descansa la autoridad original.


   Sin embargo, para mantener el equilibrio y que todo ser humano esté sujeto a  autoridad y rinda cuenta de sus actos, esa autoridad original tampoco se pone a sí misma, sino que esta puesta por dios a través de otro hombre de Dios asignado para eso en la tierra. Y tampoco hace liberalmente lo que quiere, sino que somete todos sus asuntos a su cobertura espiritual. La cabeza o autoridad original de una casa o iglesia es una autoridad delegada por Cristo, pero original en función de su jurisdicción de operaciones. La autoridad original sí puede juzgar la autoridad delegada. Veamos algunas diferencias entre la autoridad original y la autoridad delegada.


1-. La autoridad delegada no hace la ley, soló hace que la ley se cumpla.

   Por ejemplo, en mi caso, como cabeza del Ministerio que Dios me ha puesto a gobernar, establezco diferentes leyes o mandatos para funcionar en orden y bajo su voluntad; no es mi esposa, por ejemplo, soy yo como cabeza. De igual manera, yo no soy quien se ocupa de la implementación de los mismos; lo hacen los líderes sobre quienes he delegado un área de autoridad. Siendo así, si yo digo que todo creyente que va hacer enviado como líder de una Casa de Paz, debe pasar por un curso y una liberación, los líderes encargados de esa área, se ocuparán de cumplir esa ley. Pero a la vez, yo rindo cuenta de todo lo que hago a mi cobertura o padre espiritual aquí en la tierra, y a Dios, por supuesto; “…porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos”(Eclesiastés 5.8). Todos estamos llamados a dar cuentas. Cuando no lo hacemos nos volvemos nuestra propia autoridad y ese es el camino que nos lleva a caer.


2-. La autoridad original descansa en la persona que fue primero (la cabeza).

   Nosotros somos hijos del padre, pero Cristo es el primogénito entre muchos hermanos (Romanos 8 . 29). Por la ley de la primogenitura, la doble porción de la herencia es suya y la plenitud de la autoridad descansa sobre Él, porque es el primero. El padre le hizo la cabeza de la iglesia en todo el mundo; por tanto, todos nosotros estamos sujeto a su autoridad original y le debemos cuentas y obediencia.


3-. La autoridad original siempre debe endosar la autoridad delegada públicamente.

   Para que las personas que deberán sujetarse, respetar y obedecer esa autoridad delegada lo hagan, la autoridad original debe endosar en público al delegado. Yo siempre afirmo públicamente a las personas a quienes delego autoridad. Si ordeno un pastor, un anciano o diácono, tengo que decírselo a la iglesia, para que no lo resistan. Ese ejemplo lo recibimos de Cristo que se sujetó a Juan el Bautista para ser bautizado  y el Padre le delegó la autoridad en el Jordán hablando desde el cielo y diciendo: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3 . 17)


4-. La autoridad original delega esferas de autoridad, establece los límites, y asigna una tarea específica al delegado.

   Jesús le rendía cuentas al Padre; por eso lo encontramos orando en Juan 17.12 “… a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la escritura se cumpliese”. Desde el momento que se delega autoridad, el receptor de la misma pasa a ser segundo en la cadena de mando en esa área; por lo tanto, debe dar cuenta de su accionar y de sus decisiones a su autoridad original. En el instante en que el segundo al mando se rebela contra su autoridad original o contra su asignación, también se rebela contra la autoridad suprema, Dios.


5-. La autoridad delegada no puede actuar independientemente de la cabeza.

   Por ejemplo, en la iglesia, el hecho de que usted reciba autoridad sobre un área de la visión- porque tiene un don que beneficia el desarrollo de la misma-, no significa que puede independizarse de su pastor. Él sigue siendo su autoridad espiritual y a quien Dios reveló y encargó la visión completa; y es también quien la extiende a usted protección espiritual para realizar la tarea asignada. Cuando usted actúa independientemente de la cabeza y de la visión establecida en la casa,, no está bajo cobertura. En otras palabras, su autoridad le da protección; pero si usted se independiza, la pierde y entonces, todo poder que desarrolle será ilegal, bajo brujería. Además, el enemigo tendrá lugar en su vida.


6-. La fidelidad o lealtad de una persona siempre es primero para la autoridad original o la persona que es la cabeza, y segundo para la autoridad delegada.

   En la iglesia de Cristo, nuestra fidelidad es primero para Dios, luego para la autoridad original puesta por Él en cada congregación, y después para todas las autoridades que hayan sido delegadas para cada área.

   Este principio de la autoridad delegada es un ministerio de Dios que funciona para extender su Reino y activar a los cristianos alrededor del mundo. En nuestro ministerio, somos testigos, constantemente de cómo opera la autoridad delegada en los hijos espirituales que el Señor nos ha dado. El siguiente testimonio es de un grupo de jóvenes de la iglesia. “Una noche, durante una reunión de casa de paz, uno de mis mentores y sus discípulos salieron a evangelizar y ganar almas. Le pidieron a Dios que los guiara a donde ir y que les diera palabra de ciencia específica para la gente. Salieron y bajo la guía de Dios llegaron a la sala de emergencia de un hospital. Al entrar, vieron a una joven pareja sentada en la sala de espera. Él tenía un protector en su brazo porque se lo había quebrado en un accidente. Cuando aquellos jóvenes se acercaron a esa pareja, supieron que ella llevaba tiempo orando para que él fuera a la iglesia, pero él no quería. Mi grupo de jóvenes le dio al muchacho una palabra de ciencia y  oraron por él; al instante, el poder de Dios vino sobre él y sanó su brazo. El muchacho se quitó el protector y comprobó que no sentía más dolor. De inmediato, recibió al Señor en su corazón, y una semana más tarde, estaba en la iglesia comprometiéndose a servir al Dios vivo.


   Luego, durante un viaje misionero a Colombia, envié a parte de este mismo grupo a predicar en una conferencia de jóvenes. Le delegué la autoridad para que fueran e hicieran lo mismo que me han visto hacer a mí. Cuando entraron a aquella iglesia, sintieron al espíritu de religiosidad muy fuerte; la gente estaba dura y con el corazón frío. Allí supieron que la única manera de operar sería manifestando el poder sobrenatural de Dios. Desataron una palabra de ciencia acerca de una persona con dolor de espalda, y un joven respondió al llamado. La líder de mis jóvenes sintió que el muchacho tenía una pierna más corta que la otra; así que lo sentó en una silla y comprobó que su pierna derecha era unos centímetros más corta que la izquierda, y esto le provocaba del dolor de espalda. Oraron por él, y le ordenaron a su pierna derecha que creciera en el nombre de Jesús. En cuestión de segundos, el poder de Dios operó sobre su pierna y está creció a la vista de toda la congregación. El dolor de espalda desapareció luego de muchos meses de intenso dolor. Aquel joven recibió el fuego de Dios por las almas y la presencia manifestada de Dios; además, toda la dureza de la congregación se disipó y los corazones se abrieron a experimentar lo sobrenatural.


   Estos jóvenes, operaron bajo una autoridad delegada, pueden hacer más que muchos pastores, obispos y altos líderes de la iglesia que no saben cómo funciona la autoridad delegada de Dios sobre la enfermedad y los demonios.

Guillermo Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo. Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 41- 48

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