sábado, 23 de enero de 2021

GENTE EN EL DESIERTO. Parte II

La prueba del desierto.
   Cuando le pedimos a Dios que cumpla su promesa, estamos simplemente pidiéndole que nos ponga en el aula. La parte que no decimos en la oración es: "Entréname para ello". Si le pedimos a Dios algo grande, también le estamos pidiendo grandes pruebas, tribulación, experiencia y desafíos en el desierto. Todo esto nos prepara para la respuesta que vendrá después.

   Si intentamos evitar estas experiencias de maduración nos estamos convirtiendo en "presa gigante", porque Canaán solamente se inclina ante el hijo maduro de Dios (ver Números 14). Canaán -la libertad- exige carácter, y el carácter se construye a través del tiempo, las pruebas y la disciplina.

   Así que cuando ore, peregrino del desierto, asegúrese de que entiende que Dios lo preparará para la respuesta a lo que está pidiendo. Quizá quiera usted limitar su oración a "la voluntad de Dios", ya que El sabe lo que usted necesita y qué es lo que puede recibir según su preparación. No le dará las cosas para las que no esté preparado. En cambio, querrá entrenarlo, y. el entrenamiento quizá sea tan difícil que usted llegará a preferir que El olvide su pedido. Si Dios le promete algo, siempre lo preparara para que pueda recibirlo.

   Sé que quizá habría preferido que Dios olvidara el asunto en el caso de que me hiciera avanzar en ciertas áreas de mi ministerio antes de que estuviera preparado. Hoy superviso una de las únicas organizaciones cristianas representadas en las Naciones Unidas. Si Dios me hubiese dicho que avanzara en esto antes de que yo estuviera preparado, quizá le hubiera hecho pasar vergüenza y hubiera perdido mi credibilidad ante el mundo. También estamos en la TV internacional y recibimos invitaciones para dar conferencias, que no habrían llegado jamás si yo hubiera comprado mi tarjeta de presentación mientras aún estaba dando vueltas en  el desierto. Tuve que aprender a administrar mis talentos antes de que Dios abriera esas fructíferas puertas. Lo mismo sucede con usted. Recuerde que el viaje de Egipto a Canaán debiera haberle llevado a los israelitas unos cuarenta días. Cuando partieron del Monte Sinaí donde Dios llamó a Israel a adorar, y donde Moisés recibió la Ley, la gente camino en círculos por el desierto antes de llegar a Cades Barnea desde donde enviaron a un grupo de espías para que vieran la Tierra; Prometida. Pero diez de estos doce espías no estaban preparados para entrar y su informe fue malo:

. "Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros" (Números 13:31).

      El informe llenó de miedo a los que lo oyeron, y se reunieron para decir: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto" (Números 14:4). A raíz de que estos diez espías no preparados influyeran sobre la gente, les llevo cuarenta años el camino que cruzaría el río Jordán. Los diez espías -y todos aquellos influenciados por estos- debieron morir en el desierto antes de que sus hijos pudieran entrar en la Tierra Prometida. La Biblia dice que los israelitas faltaban a clase continuamente. No podían graduarse y por eso Dios seguía enseñándoles la misma lección. .Algunos de nosotros hemos vivido esta experiencia. Fracasamos. Evitamos la responsabilidad. Huimos de los desafíos. Tomamos un atajo, no aprendemos y luego estamos de vuelta en el lugar donde comenzamos, andando en círculos con esperanza en Dios, pero viviendo en rebelde derrota.

                                                                                                                                                            Todos intentamos evitar algunas pruebas. Pero Dios no permitirá 
que entremos en su tierra prometida sin que aprendamos las lecciones que las pruebas deben enseñarnos. ¿Por qué? Porque Dios quiere gente madura. La vida en el desierto nos entrena para vivir en la libertad. Dios no lo llevará a usted a Canaán hasta estar satisfecho de que ha aprendido las lecciones en Sinaí. Ahora, sé que esto entra en conflicto con algunas enseñanzas de la iglesia, pero la preparación para la verdadera libertad es la tribulación y las pruebas. Dios siempre nos llevará por el desierto para hacernos madurar. Por eso debemos aprender nuestras lecciones.                                                                                                                                                                                                                                                                                 La responsabilidad de vivir en libertad: aprender de las pruebas en el desierto
   Es en el desierto donde Dios provee y nos respalda para que podamos desarrollar la capacidad de vivir en libertad. La libertad entraña una carga de responsabilidad para la que debemos estar condicionados antes de que Dios nos permita pasar la prueba. Dios nos bendecirá durante este tiempo aunque sigamos actuando sin madurez, pero la bendición no es permanente.

   Cuando llegue al río Jordán, serán necesarios algunos cambios. Dios querrá que usted responda de manera nueva. Querrá que usted le muestre lo que es capaz de hacer con respecto a la responsabilidad. Le exigirá responsabilidad. En esencia, el propósito del desierto es el de condicionamos para Canaán. De hecho, la liberación no es libertad. En cambio, sí nos prepara para la libertad. Dios dirá: "O mueres de este lado del desierto, o cambias antes de cruzar el río. Cambia ahora, o morirás en este desierto".

  "Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá" (Números14:11,21-23).

   Dios le dijo a Moisés que su pueblo era tozudo. No habían cambiado, y por ello los hizo permanecer en el desierto para que murieran, durante cuarenta años. Suena horrible ¿verdad? La Biblia dice que murieron en el desierto porque no habían pasado la prueba que los habilitaba para cruzar el río (ver Josué 5:4-6).

   Si muere usted en el desierto jamás llegará a vivir lo que Dios tiene planeado para usted. Entrará al cielo, pero su vida en la Tierra será dura, seca, miserable y sedienta. Aprendamos nuestras lecciones en el desierto ? Para poder enfrentar la responsabilidad de Canaán. El principio es el siguiente: la transformación es más importante que el cambio de lugar. La libertad mental es más importante que la libertad física.

Preparándose para entrar en Ganaán
   Canaán representa nuestra promesa, sueño, visión, destino y deseo. Canaán es nuestro futuro preferido. Todo ser humano, toda nación tiene su Canaán. Canaán es el propósito predeterminado de Dios para nuestra vida. En esencia, Canaán representa la voluntad de Dios. Cuando llega el momento de entrar a Canaán, Dios hará algunas cosas. Pnmero, nos circuncidará.

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a Circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel" Josué 5:2).

    La circuncisión es un "tipo" que representa una distinción y una partida. Distingue la singularidad de uno con respecto a los demás, el dejar atrás una vieja forma de vida para adoptar un nuevo estilo de vida. La circuncisión significa que Dios cortará las últimas ataduras, el viejo  pensamiento o recuerdo del desierto o de Egipto. No quiere que llevemos nada que nuestro pasado a nuestro nuevo futuro. Esos hábitos que uno adopto en Egipto o en el desierto, tendrán que desaparecer antes de poder entrar. Pablo nos dice en Romanos 2:29 que la circuncisión del Nuevo Testamento no es el corte de la carne humana, literalmente sino del corazón. En Colosenses 2: 11 dice: "Fuisteis circuncidados con 'circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso camal, en la circuncisión de Cristo".

   Es esencial observar que la palabra corazón aquí significa "mente subconsciente". Se refiere al condicionamiento mental.

   Sin embargo, Dios no pudo circuncidar los recuerdos  y hábitos de los padres  rebeldes de Israel, así que hizo que fueran sus hijos quienes lograran llegar a Canaán. Toda persona, comunidad o nación que no pase por la transformación mental, no llegará a V1V1r la plantad de su potencial y destino ¿Por qué? Porque el destino exige una Cierta mentalidad.

   "Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová. por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual ]Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran circuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino" Josué 5:6-7).

    Ni siquiera uno de los hebreos quejosos que seguían con Egipto en su corazón logró entrar en la Tierra Prometida de Abraham. La promesa estaba dicha pero no pudieron cumplirla hasta el final. Solo quienes no tenían memoria de la esclavitud pudieron entrar. Josué y Cale~ .fueron las únicas excepciones, porque comprendieron su responsabilidad y las oportunidades que les esperaban del otro lado del Jordán.

    No hay nada en el mundo que pueda corromper a Canaán más que el pensamiento de esclavitud propio de los hebreos que sallan de Egipto Es que Dios quería que Israel tuviera una v1da nueva, una nueva actitud y nuevos hábitos. Quería que en su nueva tierra todo fuera nuevo. y lo mismo quiere de nosotros. Canaán exige conversón.

   Es en el desierto cuando nos acercamos a Dios para agradecer por nuestra liberación. Él espera que renovemos nuestra mente cada vez más a las realidades de su nueva vida. Es allí donde Dios  Circuncidar  nuestro apetito de Egipto. Si sentimos nostalgia por nuestra antigua vida, Dios no nos llevará a su tierra de leche y m1el. AS1 que la responsabilidad de nuestra libertad depende enteramente de nosotros.

   En  esencia, el enemigo de Canaán es Egipto. El enemigo de la verdadera libertad es la mentalidad de esclavo.

Dios nunca permitirá que lleguemos a ser todo lo que podemos llegar a ser, hasta tanto no estemos hartos de ser lo que éramos. Jamás avanzaremos hacia el sueño de Dios para nuestra vida, hasta tanto odiemos la pesadilla que solíamos vivir. Tenemos que detestar lo que solíamos ser y abandonar completamente nuestro pasado, antes de que Dios pueda hacer de nosotros lo que Él quiere que seamos. Recuerde: la transformación mental es más importante que la reubicación física.

    Algunas personas siguen soñando con lo que solían ser. Siguen haciendo las mismas cosas que hacían con sus amigos egipcios. Siguen pasando por los lugares donde se reunían con los egipcios y se detienen, deseando comer la comida egipcia. Nada cambia a menos que cambie la mente. Es por eso que el Creador no puede confiarnos a muchos el sueño que nos tiene preparado. Porque la mayoría de nosotros seguimos pensando en Egipto, y entonces   Dios seguirá manteniéndonos en el desierto, veinte, treinta o cuarenta años, si nos negamos a cambiar. Muchos se sientan el domingo por la mañana en la iglesia, con arena del Sinaí en las suelas de sus zapatos, mientras el ministro predica acerca de Canaán. Van a casa después del servicio y murmuran sobre el mensaje, porque eso es lo que hacemos cuando vivimos en el desierto.

   Los israelitas querían volver a Egipto, a sus potes de carne, cebollas y ajo (ver Números 11:5). Los gustos conocidos de Egipto que les habían satisfecho durante cuatrocientos años seguían impidiéndoles adquirir el nuevo gusto por la leche y la miel de Canaán.

Salgan de en me dio da ellos
   "Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso"(2 Corintios 6:17-18)
.
     El modo en que Dios trató a Israel es el mismo en que nos tratará a nosotros. Si queremos vivir plenamente la vida que Dios quiere para nosotros, tendremos que cambiar nuestra dieta. Tendremos que salir de Egipto y apartarnos. Tendrán que cambiar nuestras papilas gustativas. ¿Qué es lo que hace que su vida sea excitante? ¿Siguen gustándole las drogas y el alcohol? ¿Sigue frecuentando las discos y los bares del Faraón? ¿Sigue pensando en la fornicación Y la pornografía? ¿Sueña con la leche y la miel mientras come cebolla y ajo? Si es así, tendrá que cambiar su dieta, porque el destino determina la dieta, y uno come
aquello en lo que desea convertirse.

   Cuando cambian nuestras papilas, también cambia nuestra dieta. ¿Cuál es su deseo respecto de la Palabra de Dios? ¿Le entusias.ma la verdad de la Biblia? ¿Se levanta por la mañana pensando: "Lo primero que quiero hacer es leer la Biblia?" Si es así, sus papilas gustativas están cambiando y el desierto se está esfumando. Canaán está del otro lado del] Jordán y sus pies están casi listos para cruzar. ¿Qué hay de los libros que lee, las películas que ve, los clubes que frecuenta y los amigos que tiene? ¿Están en conocimiento de Canaán?

   Si sigue pareciéndole aburrido ir a una reunión de oración -si el Espíritu Santo tiene que reprenderlo, y hacen falta ángeles para llevarlo hasta la puerta- entonces todavía no ha adquirido el gusto por las cosas de Dios.

   Si sigue pensando en la cebolla y el ajo, no podrá comer leche y miel. Aquí hay una extraña combinación de alimentos. Porque si come cebolla y ajo con miel y leche, sus papilas se rebelarán y su estómago enfermará. Esto es lo que sucede cuando uno conserva el gusto por la comida de Egipto y quiere comer la de Canaán: se enferma. ¡Nuevo deseo, nuevo destino!

   Dios prefiere que esté usted en Egipto o en Canaán, porque cuando está en Canaán, Jesús exigirá total compromiso de su iglesia. "¡Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente! ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:15-16), es lo que le dijo a la iglesia de Laodicea. y la palabra a Laodicea es la misma que nos dice hoy en nuestra iglesia moderna.

   Dios rechaza el gusto mezclado de la leche y el ajo. Así que debe decidir dónde vivir: en Egipto o en Canaán, en la esclavitud o en la libertad. Dios no quiere que nada de lo que vivió mientras era esclavo le impida avanzar cuando cruce el río Jordán. Quiere que todo lo que tenga que ver  con la opresión sea cortado en la circuncisión, para que pueda usted cruzar, con una mentalidad diferente. Recuerde: no se puede avanzar al futuro mirando el espejo retrovisor.

   Los adultos de Israel que habían sido liberados de Egipto no llegaron jamás a la Tierra Prometida. Fueron los hijos de ellos, los nacidos en el desierto, quienes recibieron el entrenamiento para poder entrar en Canaán. Hizo falta una generación entera para borrar de sus mentes la influencia de Egipto. Dios no permitió que los padres entraran en Canaán, porque llevaban a Egipto en su mente. Habían sido condicionados mentalmente durante cuatrocientos treinta años de esclavitud. No querían la transformación mental. Así es que, aunque parezca duro, una de las mejores cosas que Dios podía hacer para que su plan avanzara, era asegurarse de que permanecieran y murieran en el desierto de Sinaí.
Recuerde: llevar la corona puesta no implica que uno piense como rey. El desierto es el aula de Dios, donde nos entrena para Canaán. La libertad
exige preparación
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 128a la 135

No hay comentarios:

Publicar un comentario