jueves, 6 de agosto de 2020

UNA PROMESA QUE NO LLEGABA A CUMPLIRSE. Parte II


Nacido para administrar.
   Cuando tenemos la Biblia a través de los ojos del propósito de Dios, vemos que El es un Dios que "trabaja". A causa de mi formación profesional en materia de administración de empresas, reconozco este principio en las páginas de las Escrituras, y allí están para que todos lo veamos. Sí, Dios es un Dios que trabaja con propósito, un Dios de potencial, del dar, de principios, de amor y de autoridad, y también es un Dios de la administración. Esto significa que si vamos a andar con Dios, debemos comenzar a pensar como administradores. Si va a trabajar usted con Dios debe reorganizar su pensamiento y sus conceptos. ¿Por qué? Porque todo lo que Dios hace tiene relación con su espíritu de administración. La administración del liderazgo fue la razón por la que creó al hombre, y la clave de la plenitud de este.

   El primer hombre fue creado para que dominara, para que administrara el planeta. A Adán se le confiaron los recursos que había en la Tierra, y se le indicó que administrara, señoreara y "llenará" la Tierra. Así que empecemos a pensar como Dios, definamos qué es la administración.

   La administración es el uso eficiente y efectivo de los recursos de otro, con la intención de rendir cuentas sobre el uso de los recursos a quien le ha confiado estos recursos, para que usted los utilizara. La Biblia lo llama mayordomía. Si se detiene a pensar en la administración bajo este punto de vista, descubrirá que ha trabajado en esta tarea desde
que conoció al Señor.

  A todos se nos han confiado recursos. Estos recursos pueden incluir los hijos, la capacidad, la creatividad, las finanzas, sus activos, su casa y su jardín, para mencionar unos pocos nada más. Por ello, todos somos administradores de algo.

   Ahora, si hablamos desde una perspectiva espiritual, más elevada, la mayordomía o administración es la utilización de los recursos que Dios nos confió para el cumplimiento efectivo de sus objetivos en la Tierra. Rendimos cuentas ante Dios según este modelo -como sucedió con Adán en el comienzo- . Si el creyente ha de salir de la mentalidad opresiva de la esclavitud, entonces debe comprender este modelo de responsabilidad y rendición de cuentas.

La administración para la libertad.
    La vida en Egipto era fácil para los israelitas porque eran administrados. La parte difícil llegó cuando Dios los llamó a ser administradores, porque la mayoría de ellos no estaba a la altura de las circunstancias. El propósito original de Dios para cada ser humano es el libre albedrío y un ambiente de libertad donde pueda ejercitarse el mismo. Así que mi responsabilidad número uno ante Dios es la administración, y también lo es la suya. Nos ha dado a cada uno una tarea asignada, y no solamente a los jefes.

   La verdadera libertad debe administrarse personalmente. Pero no todos aceptamos esta responsabilidad divina. Las personas que aprenden a identificar y administrar sus recursos siempre emplearán a quienes no lo hacen. Son quienes deciden tomar un trozo de tierra y administrarlo quienes se convierten en empleadores, tanto dentro como fuera de la iglesia.

   Piense en la persona para la que usted trabaja. Hubo un punto en la vida de su empleador en que debió decidir ya no ser administrado sino administrar. Quizá este punto haya estado representado por una máquina de coser, por una imprenta o un almacén. Una vez que el negocio de su empleador creció más allá de lo que podía atender individualmente, necesitó contratar a otros para que lo ayudaran. Y así fue como se unió usted al negocio.

   Ahora piense en usted mismo. ¿Dónde estaría hoy si hubiera aceptado el llamado de Dios a administrar, hace veinte años, y hubiera administrado bien los recursos de Dios? ¿Estaría haciendo lo que hace hoy? Piénselo.

   Una de las más grandes promesas de Dios sobre la vida en el reino, está en Mateo 5:5. Invita a los humildes y mansos a heredar la Tierra.

   Jesús quiere que su pueblo sea tan eficiente cumpliendo su tarea como administrador, como para extender su capacidad e influencia a toda la Tierra. Dios quiere que su pueblo administre la Tierra. El señoreo de Adán no ha cambiado. Jesús quiere que su iglesia sea el empleador y no el empleado. Y podemos serlo si aprendemos a seguir su modelo de administración para una vida fructífera.

   Comencemos por vivir responsablemente, aprendiendo seis elementos inmutables en el principio de la administración. Funcionarán tanto en su hogar como en su lugar de trabajo.

Los elementos de la administración.

l. Autoridad.
   La libertad que le espera del otro lado del desierto requiere de cuidadosa preparación y administración. El primer elemento a comprender antes de llegar allí, es el de nuestra posición bajo la autoridad. Todo quien administre algo debe entender claramente quién es su jefe. Y también conocer su propio perímetro en la estructura de la autoridad. ¿QUé es lo que no puede hacer usted con los recursos que le ha confiado la autoridad ante quien debe responder? ¿Y qué es lo que puede o no puede hacer cuando llega el momento de hacer negocios?

2. El propósito de la autoridad.
   No solo deberá entender a quién le ha confiado sus recursos, sino también por qué se los ha confiado. ¿En qué pensaba su Creador o su empleador cuando le confió estos recursos? Cuando llegué a comprender esto, la clave que le servirá de criterio para tomar decisiones será el propósito. Si su jefe le confía un millón de dólares y le instruye ganar un retorno del veinte por ciento durante un año, sabrá cuál es su propósito al entregarle los fondos para que usted los administre. No solo le ha dado los recursos, sino también el propósito de confiarle los recursos. Esta información guiará su criterio al hacer inversiones. Conocer el propósito de la autoridad que ha confiado en usted es esencial para el éxito.

3. Los recursos a administrar.
   En el proceso de llegar a ser un administrador efectivo también deberá conocer muy bien los recursos o bienes sobre los que se le ha confiado autoridad. No hay nada peor que quien no entiende lo que posee. El hombre que vende su casa y recién allí se entera de que estuvo sentado durante años sobre un pozo de petróleo, no se había tomado el trabajo ni el tiempo de enterarse sobre lo que poseía.

   Lo mismo sucede con las personas. Si no conocemos y entendemos el valor de nuestros propios talentos y recursos, habrá quien intente compramos a menor precio. Nos harán quedar trabajando hasta muy tarde y nos pagarán poco. Su creatividad será de provecho para el otro, mientras usted no gana nada. Funciona de la misma manera para quien está al frente de un departamento, porque si es usted un gerente honesto y no conoce la capacidad de quien trabaja para usted, no llegará a aprovechar su máximo potencial. Debemos conocer tanto nuestro propio potencial como el de quienes trabajan bajo nuestra autoridad.

4. El valor de los recursos.
El cuarto elemento de la administración efectiva es el conocimiento del verdadero valor de los recursos disponibles. Uno podrá administrar efectivamente solo si conoce el valor real de los recursos con que cuenta. Jesús, el sumo administrador de la historia, comprendió el valor real y la utilización de los pájaros y las flores, un valor que pocos podrían entender. 

Dijo: "Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (. ..) Y por el vestido, ¿por qué os afanéis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos" (Mateo 6:26, 28-29).

   Jesús, el Creador manifiesto que había fabricado los pájaros y las flores, utilizó este ejemplo para enseñar a sus seguidores que uno de los aspectos de su valor intrínseco era el de no afanarse y confiar en Dios siempre. ¿Cuántos seres humanos se toman el tiempo de pensar en los pájaros? Todos los días corremos alocadamente, tras las horas, semanas y meses, sin siquiera pensar en una flor. Pasamos junto a ellas y ni las miramos. ¿Por qué? Porque no reconocemos el valor de lo que pueden enseñarnos.

   Nunca debiéramos permitir que nuestras vidas se tomaran tan alocadas o miopes como para que ignoremos el valor de los recursos que nos rodean, especialmente el de las personas. En general la gente no valora a la gente. Jesús hacía pausas en sus enseñanzas ante la multitud solo para bendecir a los niños, para sanar al sirviente de un hombre, para resucitar a la hija de un líder de la sinagoga o para hablar con dos ciegos a quienes la multitud quería silenciar (ver Mateo 8:5-19; 20:29-34; Marcos 5:35-43; 10:13-16). Jesús entendía el valor de los recursos que había a su alrededor, y gracias a su percepción administraba todo eficientemente.

5. La responsabilidad viene con la tarea asignada.
   El quinto elemento de la administración que debemos entender es la responsabilidad que viene con la tarea que nos asignan. Seremos buenos administradores si sabemos qué se espera de nosotros y por qué responderemos. Vea el ejemplo de los israelitas. Israel podría haber llegado a Canaán en un mes, a causa de la promesa de Dios, de sus recursos y su poder para cumplirla. Pero despilfarraron los recursos y todos los adultos, excepto Moisés, Caleb y Josué, murieron en la arena.

  Jesús enseñó una parábola paradigmática con respecto a la negligencia en la administración de nuestros asuntos. La encontrará en Lucas 16, bajo el título "El mayordomo infiel".

   El mayordomo infiel en la parábola de Cristo era haragán e inescrupuloso. Cuando su empleador descubrió esto, le dio dos semanas -alegóricamente- para dejar su lugar de trabajo. El mayordomo irresponsable respondió diciendo: "Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas" (Lucas 16:4). Entonces utilizó la autorización legal que tenía para borrar parte de la deuda de algunos deudores, como favor personal. Aunque el hombre sabía exactamente cuál era su responsabilidad, no cumplió con sus obligaciones y utilizó sus privilegios para provecho personal.

   La acusación de Jesús en el versículo 8 es la conclusión de la parábola: "Porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz".

   La gente del mundo sabe cómo hacer dinero, de manera escrupulosa y de manera ilegal. Es un hecho histórico. Pero la acusación de Jesús sobre la iglesia en esta parábola indica que demasiados "hijos de luz" son negligentes con respecto a su responsabilidad en la vida. Permiten que el mundo los atropelle a causa de su ignorancia e irresponsabilidad en el área comercial y social. Jesús dijo que sus seguidores estarían en el mundo, pero que no pertenecerían al mundo. Esto significa que su iglesia debería hacer las cosas de manera más grande, más inteligente y mejor que quienes no han aceptado el principio del reino de Dios. Para hacerlo debemos ser disciplinados y estar sagazmente entrenados en la realidad de la organización de nuestros días.

6. Los parámetros de expectativa.
   El sexto elemento clave para la administración efectiva es la necesidad de comprender los parámetros de expectativa. Toda asignación viene con una expectativa. La persona que lo nombra a usted gerente de un departamento, espera de usted calidad en el servicio. Espera ciertas cosas porque le está confiando recursos.

   Lo mismo sucede en nuestra relación con Dios. Dios nos ha confiado la administración del planeta, y tiene parámetros que espera que cumplamos. A diferencia de la mayoría de las empresas comerciales, lo que Dios más espera de nosotros es la integridad. Quiere que todos los que nos conozcan sepan que hemos conocido al Dios viviente. Y cuando administremos los recursos que Él nos ha confiado de acuerdo a sus parámetros de expectativa, todos se beneficiarán, y no solamente unos pocos.

La administración es lo primero.
   Como la administración comienza en nuestra vida personal, cada uno de estos elementos comienza y termina en casa, donde nadie nos observa. Si no tiene usted mentalidad de administrador, su conducta producirá la clase de experiencia de mala administración que produjo Israel en el desierto. Proverbios 23:7 nos dice: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". Los israelitas, como muchos otros pueblos de hoy, pensaban como esclavos. Y su patrón de pensamiento les impidió llegar a la tierra prometida. La administración es ante todo una decisión mental y espiritual. La administración comienza en la mente. Uno de los puntos en la parábola de Jesús sobre el mayordomo irresponsable tiene que ver con la confianza: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y e! que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto" (Lucas 16:10). Nuestra capacidad para administrar determina cuánto más tiene Dios, que puede no darnos. Dios nos dará tanto de su más, como se nos pueda confiar.

La administración eficiente le permite a Dios aumentar el más. Le aconsejo a los jóvenes que estudian, que aprendan sobre administración, aún si su vocación es el seminario. Aún si saben qué es lo que quieren estudiar -biología, enfermería, ingeniería o lo que fuere- les aliento a tomar también un curso de administración ¿Por qué? Porque el administrador entiende las responsabilidades de la libertad, y por eso empleará a los empleados y liderará a los seguidores en los asuntos de la sociedad.

   Cuando estudiaba en la universidad para mi maestría, decidí que no estudiaría teología. En cambio, estudié administración. Fue ese curso de administración de empresas lo que marcó una diferencia en mi capacidad para organizar las relaciones en mi vida, entre los negocios y el ministerio. Me dio conocimiento que me permitió reconocer la dinámica de la administración, del liderazgo, de la comunicación y del valor de las cosas.

   Si está usted en el ministerio profesional, quizá atesore su puesto, pero probablemente haya dejado de lado la administración de su hogar. Quizá le guste el título "Reverendo" o "Doctor", y se vea absorbido totalmente por sus deberes en el ministerio. Sin embargo, a Dios no le importa su título; le importa ante todo la administración. Pablo escribe:

   "[El supervisor] que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)" (l Timoteo 3:4-5).

   Así que, la administración es la clave para la vida. Si un pastor no puede manejar a sus propios hijos, Pablo dice que será incapaz de manejar a los hijos de Dios. Algunos líderes cristianos ganan el mundo, pero pierden su mundo personal. Y a nivel administrativo, si un líder cristiano no sabe administrar su cuenta bancaria, ¿cómo podría Dios confiarle la administración de una cuenta de dos millones de dólares perteneciente a una organización?

   Si en su vida personal actual, lo único que lo separa de un viaje de un mes, con respecto a otro de cuarenta años, es la voluntad de cambiar, ¿cuán exitoso ha sido su viaje? ¿Vive usted en la tierra prometida de Dios, del éxito y el bienestar en su vida? ¿O sigue dando vueltas en el desierto de la mediocridad, sin visión de éxito? Cuando se es mal administrador, se pierde 

   Espero que para este momento haya podido ubicarse en relación a su condición presente con respecto al llamado de Dios, para que seamos administradores. Dios tiene un plan para el futuro de su vida -más allá del río Jordán- . Jesús quiere que conozca los recursos que están al alcance de sus manos.

Recuerde:
1. La autoridad.
2. El propósito de la autoridad.
3. Los recursos a administrar.
4. El valor de los recursos.
5. La responsabilidad que viene con la tarea asignada.
6. Los parámetros de expectativa.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 57 a 65

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