jueves, 20 de agosto de 2020

LA IRRESPONSABILIDAD: EL ENEMIGO FATAL DE LA LIBERTAD. Parte I

   No hay nada más destructivo en la sociedad que la irresponsabilidad. La mala administración de Adán afectó a todas las generaciones de la humanidad desde que comió del fruto prohibido
con su esposa e intentó ocultar el hecho. Hoy, a causa de la trasgresión de Adán hace seis mil años, el mundo en que vivimos está bajo el hechizo de su espíritu irresponsable. y a causa de ello sigue en su inamovible rumbo hacia el choque y la autodestrucción.

   La razón por la que tenemos tantos conflictos y experiencias debilitantes en el mundo hoy, es porque el mundo está lleno de gente infectada con el espíritu de la irresponsabilidad. 

El Espíritu de la irresponsabilidad

   La palabra irresponsabilidad significa "que no responde a la autoridad". ¿Le suena familiar? Mucha gente hoy no quiere que le digan qué durante el tiempo que quieran hacerlo.

   La palabra irresponsabilidad también significa "carecer del sentido de la rendición de cuentas, de la capacidad o la posibilidad de responder por las consecuencias". Muchas personas no quieren rendir cuentas ante nadie, y esto incluye la actitud de negarse a responder ante Dios y ante su iglesia. Cuando desde el púlpito se habla de pecado, el mensaje por lo general se recibe como referido a la persona que está sentada al lado de nosotros, y no a nosotros mismos. Nuestra línea de pensamiento está a la defensiva: yo oró pidiendo perdón y Dios me perdona siempre, así que no me molestes más.

   Hay muchos cristianos que calientan el asiento en la iglesia, que llevan su Biblia de un lado a otro, pero que viven vidas impuras y no quieren que nadie los corrija o repruebe. Este es el espíritu de irresponsabilidad.


   La palabra irresponsabilidad también quiere decir "falta de conciencia" o "incapacidad o falta de voluntad de responder a la conciencia". Es la conciencia lo que nos permite distinguir entre el bien y el mal. Cuando nos permitimos un estilo de vida irresponsable, gradualmente acallamos la voz de la conciencia. Algunas personas hacen cosas increíbles, pero no sienten culpa ni remordimiento alguno. Se matan, hay esposos que golpean a sus esposas, padres que duermen con sus hijas, que se despiertan, toman una ducha, desayunan y salen de la casa como si nada hubiera pasado. Ha muerto la conciencia en gran parte de la sociedad, porque heredamos un espíritu de irresponsabilidad.

   Ser irresponsable también significa ser "cambiante, poco estable". La gente irresponsable puede ser volátil, descuidada de los sentimientos de los demás, apresurada, poco confiable, inestable, suelta, laxa e inmoral. Pueden tener carácter impredecible, que no merezca nuestra confianza. Y no es solo el "problema del mundo". También existe este espíritu en la iglesia cristiana de hoy. 

El juego de la culpa.

La gente irresponsable es experta en culpar a otros por su irresponsabIlidad. Recuerde la defensa de Adán: "Dios, esa mujer que me diste ... recuerda, fuiste tú quien me la dio ... ella me dio el fruto, y porque tu me diste a esta mujer, y ella me dio el fruto ... ustedes dos ....Y NO YO... son quienes me hicieron comer. Soy inocente, Dios. 'Déjame en paz! "

   Hoy todo el mundo es experto en culpar a la sociedad por nuestros problemas. La gente se ve atrapada en la mentalidad de que no hay responsabIlidad por la conducta, las decisiones y las situaciones en que nos encontramos. Todo se remite a la mala administración de Adán en el jardín.

   Al ver estas definiciones de la irresponsabilidad, vemos que muchas de nuestras comunidades viven en un floreciente desastre. Todo el mundo sufre bajo la destructiva influencia de la irresponsabilidad humana. Vivimos en una generación irresponsable que cree que el mundo le debe algo. La gente se niega a responsabilizarse por sus vidas, decisiones y acciones. ¿Pueden volverse a la iglesia, para que esta les ayude a encontrar su propósito responsable en la vida? Sí, pero la iglesia debe estar firmemente asentada en su propia responsabilidad.

El origen de la irresponsabilidad.

   ¿Cuándo entró en la sociedad este espíritu de la irresponsabilidad? Una vez más, la respuesta es simple. Este espíritu destructivo fue liberado en el jardín del Edén. En Génesis encontramos que el primer hombre -que llevaba a todos los hombres en sus espermatozoides- violó su mandato de mayordomía. Se le confió a Adán la responsabilidad sobre toda la Tierra. Tenía la responsabilidad de mantener los parámetros santos y Justos del DIOS Creador en este planeta, por medio de la obediencia. "y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:28) .

   La palabra "señorear" literalmente significa "liderar, administrar, controlar, mantener y administrar". La orden de Dios a Adán deja en claro que la humanidad fue creada para administrar la Tierra. Se nos dio la responsabilidad de administrar, desde el comienzo mismo. Así que debemos mirar lo que sucedió en el jardín del Edén para entender dónde comenzó el problema. Cada una de las instrucciones que Dios le dio a Adán tenía un propósito específico para la humanidad. Veamos cada una de ellas.

 Fructificar por medio del trabajo

 Cuando Dios le dio a Adán el jardín del Edén, lo primero que le dijo que debía hacer era trabajar. "Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase" (Génesis 2: 15).

   Dios no le dijo a Adán exactamente lo que tenía que hacer. Solo le dijo que fuera productivo. Cuando Dios le hablaba a Adán, le hablaba a cada una de las generaciones humanas que él llevaba en sus espermatozoides. Cuando Dios dijo: "Adán, trabaja", nos decía a todos que debíamos trabajar. Esto indica que el trabajo es resultado natural de la responsabilidad que Dios nos confía. 

   El trabajo no es una maldición. Existía ya en el jardín cuando el hombre estaba en perfecta relación con Dios. Por eso, si a usted no le gusta trabajar, está resistiéndose a la voluntad natural de Dios para su vida.

   Cuando Eva conoció a Adán, él ya tenía un empleo. Así que lo primero que necesita un hombre no es una esposa, sino un trabajo. y una mujer no debería casarse con un hombre que no quiere trabajar.

   La palabra fructífero significa "producir resultados, ser redituable". Para ser fructífero uno debe tomar lo que está escondido en la semilla y hacer que florezca y crezca. La instrucción de Dios a ser fructíferos no se limita a tener hijos. Dios quería que Adán y Eva fueran fructíferos en todo. Puso "fruto" en la semilla del planeta y les ordenó obtener el "fruto". Lo mismo vale para nosotros: "Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos" (Génesis 1:28).

   Es por esto que Dios nunca hizo una silla para Adán. En cambio, escondió la silla en el árbol. Nunca hizo una mesa para Adán, sino que la puso dentro del árbol. Nunca hizo un automóvil para Adán, sino que lo escondió dentro de las vetas de metal en las montañas y dejó todo lo demás librado al hombre. Dios le dio a Adán la materia prima, y con su ingenio y productividad, Adán debía ser productivo y dar fruto a partir de esta materia.

   Luego Dios le dijo a Adán que diera nombre a los animales (Génesis 2: 19). Sabía que esto activaría la capacidad mental de Adán. Adán tenía un cerebro que jamás había usado, así que Dios quiso que Adán lo pusiera a prueba dando nombre a todos los animales. ¿Puede imaginar esto? Hay millones de animales, y el cerebro de Adán les ha dado nombres a todos. No pasó mucho tiempo antes de que el primer hombre se diera cuenta de que tenía un potencial que aún no estaba desarrollado. Esto es la administración: maximizar los recursos que debemos administrar.

   Es por esto que Dios siempre nos da algo para hacer: para que descubramos todo lo que podemos llegar a hacer. La responsabilidad de la "capacidad de responder" ante las habilidades y potencial que Dios nos dio. Así que la única manera de descubrir todo lo que puede usted hacer, es buscando algo que hacer.

 Multiplicarse.

   Para ser fructíferos y llenar la Tierra, había que reproducirse. Así que Dios puso a Adán a dormir. 

"Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre" (Génesis 2:21-22). 

   Entonces Dios tomó a Eva del costado de Adán, y les dijo que se multiplicaran y llenaran la Tierra. 

   Multiplicarse significa "tomar lo que uno produce y duplicarlo para que pueda diseminarse". Y llenar es "lograr la plenitud". También significa "distribuir". Para hacer esto, Adán debía tomar lo que producía en el Jardín y reproducirlo en otros lugares. Ese era el plan de Dios. Dios puso a Adán y Eva en el Edén. La palabra Edén significa "lugar". Dios eligió un lugar en la Tierra y lo hizo perfecto. También puso su presencia allí, y todo lo que había allí era perfecto. Entonces le dijo a Adán que duplicará este lugar en todo el planeta hasta que todo el mundo se viera como este. Si el hombre hubiera logrado esto con éxito, habría dominado la Tierra. Es lo que Dios tenía en mente. Dios quería que el hombre llenará la Tierra con todo lo que le había sido confiado. Dios quería que Adán multiplicará el Jardín para que llenara la Tierra. 

Señorear.

   Dios bendijo a nuestros padres humanos y dijo: "Señoreen". Les dio la responsabilidad de gobernar la Tierra: "Llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:28).

   Este es el proceso de Dios, y no es diferente este proceso en usted ni en mí. En la perspectiva de administración de Dios uno no puede señorear hasta haber sido fructífero y productivo. Después de ser fructífero, uno tiene que reproducir o multiplicar lo que produce. Y entonces, después de multiplicar hay que duplicar o distribuir hasta llenar el hogar, el pueblo y la región, hasta llenar toda la Tierra. Y entonces tiene dominio y gobierno sobre ello.

   La mejor forma de mantener a la gente en la pobreza es restringiendo su productividad, asegurándose de que no puedan duplicar lo que producen. El espíritu de la pobreza hace que la gente de despoje del poder que Dios les dio para multiplicarse y llenar la Tierra con sus dones. La gente codiciosa intentará robarle a usted su idea para impedir que usted la multiplique. Y cuando usted no es fructífero, productivo y multiplicador, será pobre. Recuerde: cuando los israelitas estaban en Egipto producían únicamente lo que los egipcios les permitían producir. Todo don creativo que tuvieran estaba oprimido.

El hombre, cimiento del hogar.

   El hombre es el cimiento del hogar porque Dios inició la raza humana con el hombre. Él vino primero, y fue creado con todo ser humano de su descendencia en sus espermatozoides. Es por esto que Dios no recurrió al polvo para crear a la mujer; la mujer ya estaba hecha dentro del ser de Adán. Dios hizo un hombre del polvo, y nunca volvió a recurrir al polvo para crear.

   Cuando Adán estaba ya formado, Dios le instruyó acerca del árbol. El cartel de "No pasar", fue puesto allí para sus ojos solamente. Así que, prepárense hombres, porque aquí viene una enorme verdad: Dios nunca le habló a Eva acerca del árbol. Cuando llegó la orden sobre el árbol, Eva ni siquiera estaba formada de la costilla de Adán. Dios instruyó al macho, lo cual significa que formó el cimiento de la familia en el macho. El macho sería responsable de mantener a su familia alejada de ese árbol, y de enseñarles sobre los mandamientos de Dios.

   Si quiere uno derribar un edificio, ¿romperá las ventanas? No. Puede romper las ventanas, claro, pero el edificio seguirá en pie. ¿Puede uno derribar un edificio quitando un tablón de la pared? No. ¿Y rompiendo el techo? Tampoco. El único método efectivo para destruir un edificio es romper sus cimientos, y el cimiento de la familia humana fue el primer ser humano, el hombre, un macho.

   Así que si el cimiento falla, el resto de la casa caerá. Millones de mujeres han sufrido porque Satanás siempre ha sabido que el macho era el secreto del hogar. Es por eso que el diablo intentará apartar al esposo de su esposa. Lo tentará a que abandone a su esposa y su familia. ¿Por qué? Porque si falta el macho, la casa sufre. La mala administración del factor masculino es la raíz de nuestra crisis familiar.

   A lo largo de los años he sido consejero de familias, y aprendí que si uno quiere sanar a una familia, debe llegar al hombre. Las mujeres suelen ser las primeras en comunicar sus problemas de familia. Pero la respuesta para la sanación está en el hombre de la casa, porque él es el cimiento de la familia.

   Dios le dio al hombre todas sus instrucciones, porque quería que este fuera el administrador responsable, la cabeza del hogar. Cabeza no significa "jefe", sino "el que es responsable". Cuando uno está a cargo de algo, no significa que lo haya creado; significa que uno es responsable de administrarlo. Si su hogar se derrumba, como hombre es usted responsable por esto. Es esta la responsabilidad que Adán tenía sobre su familia. Sin embargo, allí estaba Adán, viendo cómo Eva caía en las garras del tentador. Él debiera haber cumplido con su función, ordenándole a la serpiente que se alejara.

   El hombre es responsable de sostener lo que produce. Es por esto que la Biblia nunca dice que la esposa debe mantener y sostener al esposo. Por el contrario, indica siempre que es el marido que mantiene y sostiene a la esposa.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 67 a 74

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