viernes, 16 de febrero de 2018

CERRADA LA PUERTA

   En mi vida he tenido varias experiencias íntimas con el Señor y cada una de ellas me ha marcado profundamente. Aun hoy, al recordarlas, mi corazón se quebranta porque han sido momentos transformadores y desafiantes.

   La primera de ellas sucedió cuando tenía nueve o diez años, al verlo por primera vez. Él estaba parado frente a mi cama, suspendido en el aire, y aunque no pude ver su rostro sabía que me miraba fijamente. No recuerdo haber escuchado nada, solo estuvo parado frente a mí. Desperté a mi madre para que lo viera, pero ella no pudo verlo. Aunque el momento fue corto y no escuché ni una sola palabra, sabía que me estaba observando detenidamente, como queriéndome decir: «Tengo planes para tu vida, siempre estaré contigo». Con su presencia quería decirme: «No importa lo que acontezca, tienes que saber que existo y que soy la razón de tu vivir».

   Jamás olvidé ese momento. Su aparición en aquel dormitorio marcó mi vida entera. Era el niño extraño de la clase, porque cuando oíamos los coros de adoración a Dios, el único que lloraba era yo. Agachaba mi cabeza para que no me vieran, porque todos mis compañeros del colegio no percibían lo que yo sentía. Siempre fui el niño que pasaba a buscar a sus amigos por la casa, a las siete de la mañana, para que fuéramos a misa. Desde ese encuentro deseé servir al Señor, solo que oraba pidiéndole a Dios que me hiciera un misionero, porque también quería casarme. Ese encuentro con el Señor estableció los cimientos de mi vida. Me marcó.

EN SECRETO FUI FORMADO
   La Palabra dice en el Salmo 139: 13-15: «Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido»
 .
   Para que Dios pudiera formar cada parte de tu ser, te ocultó y allí trabajó contigo. La formación de nuestro ser es una obra maestra y perfecta, por esa razón el Señor no permitió que el vientre de la mujer fuera trasparente, para que nadie puediera ver su gran realización, por eso la oculta y no la da a conocer, ni siquiera a los padres, hasta que la obra está completa.

   Aunque la formación de un ser humano es una obra de arte, el proceso no es tan bonito como pensamos. Probablemente al verlo lo juzguemos anticipadamente, nos pondríamos nerviosos de tan solo pensar si se está formando bien cada parte del cuerpo o si tendrá los órganos completos. Sin mencionar que seguramente le haríamos todo tipo de sugerencias al Creador, incluyendo detalles sobre las facciones y características de la familia. Tal vez piensas que soy exagerado, pero no es así. Recuerda cuántos problemas tuviste con la simple decisión del nombre de tus hijos. Todo el mundo opina y sugiere. Creo que finalmente ocultar la obra durante la gestación es la mejor decisión, de lo contrario no la dejaríamos concluir.

   Dios te ha creado de una forma muy particular. Eres único. No hay feos o bonitos, solo piezas únicas. Mírate, no hay otro como tú. Incluso los gemelos tienen algo que los diferencia. Las huellas digitales, por ejemplo, no existen dos iguales. La próxima vez que te mires al espejo aprecia la obra única que se refleja en él. Además, para Dios todos somos perfectos, por eso podemos decir: «Formidables son sus obras».

   Es un buen momento para meditar en una enseñanza que puede cambiar tu vida por completo. Mucho de lo que somos tiene que ver con la forma en que fuimos concebidos.

   Durante la Segunda Guerra Mundial muchas personas fueron engendradas fuera del matrimonio. Hombres y mujeres norteamericanos viajaron a Europa como parte del ejército aliado y tuvieron romances que dejaron fruto. Miles de mujeres concibieron hijos fuera del matrimonio, y la consecuencia fue que nacieron muchos niños sin padre. Las personas que se quedaron solas en casa vivieron situaciones similares. Entonces se originó una generación huérfana y desorientada, que al crecer se rebeló contra sus padres y su vida irresponsable. La sociedad enfrentó serios problemas de identidad, se incrementó el índice de abandono del hogar, la unión libre sin compromiso y el consumo de drogas.

   Te preguntarás qué hace esta historia en este libro que trata sobre el Espíritu Santo, su persona y su poder. Pero también deberías preguntarte qué pasaría si el poder de Dios, capaz de resucitar muertos, descansara sobre una persona cuyo corazón todavía tiene heridas del pasado y no ha perdonado el hecho de cómo fue engendrado o por quién. El Señor está interesado en que tu corazón esté sano, en vez de que andes por allí, de un lado al otro, con el poder de Dios sobre tu vida, pero lastimado. Él quiere ungirte, transformarte, pero también quiere sanarte. Es tiempo de meditar en esto y comprender que Dios te ama y que dio a su Hijo por ti sin importar de dónde vienes. Dios tiene un futuro para tu vida.

   Quizás eres hijo de una madre soltera, producto de un embarazo no deseado que obligó a la formación de un matrimonio. Tal vez eres fruto de una violación. O quizás no conoces a uno de tus padres o sabes que tiene otra familia. Cualquiera que sea el caso podrías cuestionar la razón de tu vida e incluso renegar diciendo que no pediste nacer. Todo esto podría detener tu potencial y limitar tus logros, pero déjame aclararte que la circunstancia de tu nacimiento es irrelevante, lo importante es convencerte de que Dios te dio la vida porque eres valioso para él. Por eso metió su mano dentro del vientre de tu madre y con mucho amor y delicadeza te formó, sin tomar en cuenta quién te engendró, dónde o cómo.
De ahora en adelante no te lamentes más, aprecia tu vida, porque eres único. No puedes hacer nada por tu pasado, pero sí por tu futuro. Naciste porque Dios tiene hermosos planes para ti.

UN VIENTRE ESPIRITUAL
   También existe una especie de vientre espiritual para quienes son formados espiritualmente. Cuando el Señor nos recomienda orar, dice que entremos a nuestro aposento y cerremos la puerta porque en lo oculto nos va a formar. Ese huerto de oración es como el vientre de nuestra madre, donde el Señor trabaja con nosotros. Él descubre nuestro corazón y nos revela lo que desea cambiar.

   Un día el Señor me preguntó: «¿Sabes por qué pido que cierres la puerta cuando oras?». Esa misma pregunta puede rondar la cabeza de muchos, y la respuesta es sencilla. Él quiere formarte a solas, desea hablarte sobre todo lo bueno que haces y lo que debes mejorar. No acepta intervención o las sugerencias de nadie, porque es un asunto privado entre el Creador y su criatura, entre un Padre y su hijo a quien desea corregir sin avergonzar, tal como hacemos nosotros con los nuestros.

   En el libro del Apocalipsis, cuando le habla a cada una de las iglesias, las alaba por las cosas buenas que tienen y luego las reprende diciendo: «Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio» (2:4-5). Algo así sucede cuando te llama a estar en secreto con él. De una manera muy dulce te corrige y te forma, sin dejar de reconocer lo bueno que tienes.

   Recuerdo una ocasión cuando llamé a uno de mis hijos para que viniera a mi habitación a fin de corregirlo y dejé abierta la puerta. Mi otro hijo apareció para ver qué tipo de castigo le iba a dar. En ese momento me di cuenta que no era un asunto del hermano, sino uno entre padre e hijo. Entonces le dije al que estaba observando: «No es asunto tuyo. Cierra la puerta, vete de aquí. Voy hablar con tu hermano.

   Sin embargo, no siempre que cerramos la puerta es para corregir a alguien. Las cosas más hermosas entre esposo y esposa suceden a puertas cerradas. Es cuando podemos tener intimidad. Y aunque eso no implica ningún pecado, y a través de ese acto hemos engendrado a nuestros hijos, tampoco quiere decir que podemos invitarlos a ellos para que lo presencien. De igual forma las cosas más hermosas entre Dios Padre y sus hijos ocurren a puerta cerrada. Recuerda, cuando Dios te llama para que estés en secreto con él, no necesariamente es para reprendernos, sino también para formarnos y amarnos.

   La oración en grupo es muy buena, pero nunca sustituirá a la oración individual e íntima, porque ese es el momento de comunión con tu Padre. Su enseñanza sobre la oración nos indica que debemos cerrar la puerta y disponernos a hablar cara a cara con él. Es similar a las situaciones dentro del matrimonio. Cuando estás convesando con tu esposa no permites que tus hijos interrumpan. Les pides que los dejen a solas para resolver asuntos pendientes. A puerta cerrada arreglas cuentas y dejas que el Señor transforme tu corazón.

   Mi esposa Sonia y yo tenemos muchos años de casados y nuestra relación es magnífica. Hemos respetado mutuamente nuestro espacio y tiempo con Dios. Cada quien ora a solas porque sabemos que nuestra comunicación con el Señor es íntima y personal. Las veces que más quebrantada la he visto han sido cuando oraba a solas con su Padre Celestial.

   La primera opción de Dios nunca será enviarte a un profeta que te reprenda y avergüence frente a otros. incluso para corregir a alguien en la iglesia, la última opción que recomienda el apóstol Pablo es la reprensión pública. No temas ser formado por Dios. Él te ama y sabe muy bien cómo formarte.

LA TRANSFORMACiÓN SIGUE A LA CONFRONTACiÓN
   Las revelaciones más importantes de mi vida han ocurrido en la intimidad de la oración. Es allí donde he recibido la Palabra que ha producido los resultados que hoy ves en el ministerio. Mucha de esa Palabra se inició con una confrontación. Allí fue donde el Señor cuestionó mi fe incapaz de comprar un buen par de zapatos sin afán. Si no podía creer para algo tan sencillo como lo material, menos tendría fe para ver algo más grande como su gloria.

   Cuando le pedí que me llevara a un mover de milagros le dije: «Señor, si hubiera estado vivo durante tu ministerio en la tierra y hubiera presenciado tus milagros, sería más fácil creer en ellos». Entonces, allí en lo secreto, dulcemente me respondió: «Carlos, si hubieras vivido en esos tiempos te hubieras perdido, porque tienes muy buenos modales para seguir a un hombre que escupe a otros».

   Su respuesta me impactó y medité mucho al respecto. Tuve que reconocer que en ocasiones Jesús hizo cosas como escupir en el suelo y hacer lodo para poner en los ojos de un ciego, escupir en los ojos de otros, o poner saliva en la boca de un sordo y tartamudo. Si no hubiera escapado corriendo escandalizado, seguro mi madre me hubiera pedido que no me relacionara con un carpintero que escupía a la gente. Mis buenos modales hubieran competido con mi fe, incluso en ese momento sucedió, pero el Espíritu Santo estuvo allí para corregirme en lo secreto de mi oración.

   También en lo oculto me enseñó que debía anular mi presencia para ver la suya. Fue precisamente en esos momentos en la soledad de la alcoba cuando Dios ha trasformando mi vida para poder hacer reposar su preciosa unción sobre mí. Así fue como comprendí que antes de la unción se experimenta la confrontación.

   El Salmo 51:6 dice: «Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría». Él tiene intimidad con los que le temen, es decir, con los que lo respetan. Es cierto que en la multitud de consejeros hay sabiduría, pero, ¿cómo acudir  a ellos si antes no buscamos a Dios en lo secreto para que nos haga comprender su sabiduría?Solo delante del Señor puedes convertirte en sabio.

   En otra ocasión estaba en la sala de mi casa adorándole y buscando su voluntad para la iglesia que pastoreo, cuando de pronto vi una silueta frente a mí y sentí su presencia. Me habló y me ordenó que comprara el terreno donde construimos el primer templo propio. De inmediato desapareció. ¡Cómo hubiera deseado que se quedara un momento más para explicarle que no tenía dinero y que me estaba pidiendo algo imposible! En ese momento no comprendí, pero le dije que obedecería. Este fue un desafío que personalmente me cambió y llevó a nuestro ministerio a otro nivel.

   Recuerdo que también fue en lo íntimo y secreto que el Señor me hizo la siguiente pregunta: «¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por mostrar mi gloria a las naciones?». Le respondí: «Lo que fuera necesario». De inmediato comencé a buscar la mejor forma de preguntarle a mi esposa Sonia si podíamos vender la que en aquel tiempo era nuestra nueva casa. Nos había costado once años de ahorros, absteniéndonos de cualquier gasto para poder construirla. Cuando me casé le había prometido a Sonia que si tenía paciencia le construiría una casa libre de deudas. Pero ahora quería proponerle que la vendiéramos para invertir en realizar Noches de Gloria en otros países. Una noche me armé de valor y se lo propuse, y su respuesta fue una sorpresa para mí: «Si es para que más gente sea bendecida, puedes venderla)). De esta forma comenzaron nuestras reuniones internacionales de milagros en estadios y coliseos. Fue entonces cuando el Señor me reveló que él usa a quienes están dispuestos a pagar, ya que son los que tienen el carácter semejante al suyo.

   El ministerio por televisión comenzó de forma similar. Yo sabía que el Espíritu Santo quería hablarme al respecto, pero lo evadía por razones personales. La verdad es que no quería hacer televisión, porque no soy de las personas a las que les gusta salir en todas partes, pues soy más tímido de lo que parezco. También sabía que salir en televisión me haría una persona pública, y esto tiene sus implicaciones y sus incomodidades, con las cuales, por amor a Dios y a la gente, hemos aprendido a convivir. Me negaba a hacer televisión y por lo tanto no quería hablarle, sabía que iba a tocar el tema. Aunque no lo creas, dejé de orar por un tiempo, tratando de evadir la voz del Espíritu Santo.

   De pronto sucedió lo que me sospechaba pero no ocurrió como imaginaba que pasaría. Recibí una invitación para predicar en la ciudad de Laredo, Texas, en Estados Unidos. No era una reunión grande, sino pequeña, y el Señor me guió a aceptar la invitación. Preparé junto a mi esposa todas las cosas para nuestro viaje, pero el avión que tomamos nos dejó en otra ciudad. Una colaboradora de la iglesia que nos invitó nos fue a recoger y nos transportó en su auto desde el aeropuerto hasta la ciudad de Laredo. Yo me sentía muy cansado, y mi esposa, muy amablemente, me cedió el lugar de adelante para que pudiera recostarme. Entonces esta mujer encendió el equipo de sonido y puso música instrumental de fondo, queriendo colaborar con mi descanso. Para mi sorpresa empezó a sonar el himno Pescador de hombres, que solía cantar cuando era niño. La letra dice más o menos así: «Señor, me has mirado a los ojos. Sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi barca. Junto a ti, buscaré otro mar>.

   En ese momento empecé a llorar como un niño y su voz me dijo: «Carlos, quiero que entres a la televisión, Levanté mis manos y le dije que estaba bien. Inmediatamente me dijo: ¿Ves que solo necesito unos segundos para seducirte?, y llorando respondí: Así es Señor, por eso no quería hablar contigo. Tal vez todas estas cosas te parezcan imposibles o extrañas, pero los resultados de lo que cuento son visibles y pueden comprobarse. Somos formados en lo secreto, durante los momentos de intimidad con Dios, cuando conversa con aquellos que le buscan con un corazón sincero y puro. Él se revela a quien le anhela. No te rindas, insiste delante de su trono, quizás nunca le vayas a ver físicamente u oír, pero estoy seguro que hablará a tu espíritu y te transformará.

EL PODER DE LA TRANSFORMACIÓN
   El Salmo 51 :7-11 continúa alimentándonos: «Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu».

   El escritor primero habla sobre la intimidad y lo secreto para luego clamar por una trasformación. David comprendió el balance, ya que cargando su pecado le pide al Señor que cambie su vida y le haga oír gozo y alegría. Dios no quería confrontarlo para condenarlo, sino para sacarlo adelante. Lo mismo hace contigo, te exhorta, saca a la luz tus pecados para liberarte de ellos. David tampoco se condena a sí mismo. Pedía que el Señor apartara el rostro de sus pecados, pero sin quitarle la bendición de su Santo Espíritu, porque sin él estaba perdido.

   El Salmo 51: 12-13 sigue diciendo: «Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti».

   Este texto habla de ser usado para hacer volver a las personas a Dios. El hombre que no
quiere entrar en la presencia de Dios para ser descubierto, corregido y transformado, no podrá ser usado para transformar a otros. Quien desea alcanzar el balance que guardaba David es el que puede hablarle a otros para que corrijan su vida, porque la suya ya ha sido corregida.

   Si ese es tu deseo, ora conmigo: <<Señor, cambia mi corazón. Dame un espíritu noble que me sustente. Dame un corazón nuevo, un espíritu recto, ven a renovarme para que pueda ayudar a otros a que te conozcan».

   La transformación de tu familia empieza por la transformación de tu vida. Alguien sabiamente dijo que nadie puede hablarle de Dios a la gente sin antes hablarle de la gente a Dios. Debemos entrar al trono de la gracia para que Dios nos transforme y nos renueve. Debemos ir delante de su presencia y decirle: <<Señor, tú conoces mis pensamientos, sabes que soy un hombre inmaduro, que reniego, me autojustifico y busco excusas para todo. Cámbiame, transfórmame»
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   No es posible que cristianos nacidos de nuevo y con edad suficiente para comportarse como es debido, actúen en forma inmadura y caprichosa. Hay algunos que desean posiciones de liderazgo y lloran como bebés cuando no obtienen reconocimiento. Ese tipo de comportamiento debe cambiar, pero solamente Dios y su santa presencia pueden lograrlo. Si vas delante de él a contemplar su gloria, seguramente tratará el tema contigo con tanto amor y cuidado que hasta se sentirá agradable cuando te dé una palabra dura.

   Déjame decirte que todo eso que sientes dentro de ti no es sino sed de Dios. Tu alma tiene sed del Dios vivo, no de una liturgia religiosa, de un determinado orden de culto o de un estudio sobre teología. Lo que en verdad tienes es una intensa sed de Dios. Acércate a él y bebe todo lo que necesitas.

   Las mejores Noches de Gloria se viven delante del Dios vivo. No dependas de un gran evento con un grupo musical o de un adorador. No esperes que te convoquen a una vigilia de oración. Vive tus propios momentos ante el Señor. Siempre recuerda que la clave de la vida pública es la vida privada. Si deseas éxito en público, busca primero el éxito privado delante de Dios. Si puedes escoger dónde ser conocido, pide que sea delante del trono de su gracia.

   Como anteriormente dijimos, cuando la puerta de la habitación se cierra es para tener intimidad matrimonial. No es pecado que así sea, sin embargo, cierras la puerta porque algo íntimo va a ocurrir. Sabes que es tiempo de miradas profundas, suaves y tiernas caricias, palabras silenciosas pero cargadas de amor.

   Los consejeros matrimoniales aseguran que las parejas con una vida íntima feliz reflejan esa satisfacción en público. Lo mismo sucede con Dios y la oración en secreto. Cuando te pide que cierres la puerta es porque espiritualmente están por suceder momentos gloriosos. Contemplarás la hermosura de su santidad, concebirás el llamado de tu vida y tendrás la visión exacta de lo que Dios desea que hagas. Tu corazón será quebrantado. Tu ser se llenará de gozo. La unción reposará sobre ti. Oirás su voz dulce pero firme, y lo más importante, saldrás de esa habitación más enamorado y comprometido que nunca.
Cash Luna. En honor al Espíritu Santo. Editorial vida.Miami, Florida 2010 pag. 53 a la 66

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