miércoles, 20 de diciembre de 2017

EL PROPÓSITO DE LAS RIQUEZAS.

El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.Efesios 4:28
 
   Algunos creen que eso significa ser humilde, pero no lo es. ¡Es egoísmo! No lo ven así, pero en realidad están diciendo: "Lo único que me preocupa es poder cubrir mis necesidades. No tengo deseos de ayudar a satisfacer las necesidades de otros".


   Bien, esas personas podrían pedirle a Dios un millón de euros, dolares, un kilo de oro, dejarse lo suficiente para cubrir sus necesidades y donar el resto. Pero eso ni siquiera se les ocurre porque cuando se trata de dinero, el mundo les ha lavado el cerebro con la idea de que si uno tiene dinero, debe dejárselo porque es de uno.


   Esa creencia ha sido un obstáculo para el ministerio de Jesucristo en el mundo porque ha hecho que Cristianos dejen su llamado para buscar otro tipo de trabajo para poder subsistir; ha perjudicado también a las iglesias y paralizado el crecimiento de ministerios que hubieran podido alcanzar a miles de nuevos creyentes más para el Señor.


   No hay duda de que se necesita dinero para ir a las naciones y predicar el Evangelio. Jesús lo sabía, y contrario a lo que piensa mucha gente, el ministerio de Jesús no carecía de fondos. Había tanto dinero circulando por su ministerio que tuvo que nombrar un tesorero, su nombre era Judas.


   Pero Jesús no se dejó ese dinero, sino que lo dio para cubrir las necesidades de los que le rodeaban. Tal era su fama de ser generoso que en la noche de la última pascua, cuando Judas salió repentinamente de la habitación, los discípulos dieron por sentado que Jesús lo había enviado a que diese a los pobres. ¿Puede imaginarse lo mucho y las muchas veces que Jesús dio a los pobres para que los discípulos dieran por sentado tal hecho?


   Jesús nunca fundó ningún imperio mundano para sí, pero eso no significa que era pobre. Lo que significa es que era la persona más generosa que jamás haya andado sobre la faz de la tierra, y ya es hora de que comencemos a seguir sus pasos.


   No rechace la riqueza que Dios quiere darle solo porque cree que no la necesita. Atrévase a aceptarla, luego pásela a los que sí la necesitan. Deje de trabajar para vivir y empiece a trabajar para dar, y descubrirá el verdadero propósito de las riquezas.

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