viernes, 15 de abril de 2016

MILAGROS, SEÑALES, MARAVILLAS Y EXPULSION DE DEMONIOS. Parte I


   Examinar las Escrituras es descubrir un libro lleno de milagros, señales y maravillas, que comienza en Génesis y culmina en Apocalipsis. Es sumergirse en un breve recuento de los hechos más importantes realizados por un Dios sobrenatural. En un plano más humano, Jesús, el Hijo de Dios, cuya existencia aparece plasmada en la historia, anduvo por la tierra sanando a los enfermos y liberando a los cautivos, como clara señal de Su deidad. Después de Su resurrección, el hijo de Dios delegó esta misión a Sus discípulos, entregándoles el mismo poder sobrenatural que Él ejercía. Pero esto no quedó ahí. La misión y el poder delegados se extienden hasta nosotros, los creyentes de la presente generación, para que también hagamos milagros, señales y maravillas, en Su nombre.

   Jesús no ha cambiado; Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Su concepción y nacimiento por medio de una joven virgen fue un milagro. Su conocimiento y sabiduría eran un milagro que confundía a los eruditos doctores de la ley. Su ministerio era un torrente de milagros; causaba asombro y las multitudes lo seguían. Su juicio fue un milagro, ya que siendo totalmente inocente de los cargos que le imputaban, no debió haber sido condenado. El libro de los Hechos es un compendio de milagros, señales y maravillas, llevadas a cabo por los discípulos directos de Jesús. No existe capítulo alguno que no contenga la descripción de una obra sobrenatural que ocurriera después de la resurrección de Jesús y luego que el Espíritu Santo viniera sobre los discípulos, para que le fueran testigos y proclamaran Su nombre con poder y evidencias sobrenaturales. Esto es para nosotros también.

   Jesús delegó Su ministerio de milagros a la iglesia, y esto enojó a los líderes religiosos de aquel tiempo e hizo temblar al gobierno romano. Cuando descubrieron que Cristo había resucitado y que los mismos milagros que Él hizo en vida, ahora los discípulos también los podían hacer, causó conmoción en el mundo de la época. Hoy en día, nosotros somos la continuación del ministerio de milagros de Jesús. Cuando en el cristianismo no hay milagros, nada nuevo hay que ofrecerles a los incrédulos, excepto una religión como cualquier otra, con apariencia de piedad. Sin embargo el cristianismo es vida; es la naturaleza de Jesús manifestada a través de nosotros. La Biblia es el libro que muestra los milagros, es el récord de los principales eventos milagrosos ocurridos desde la época de los patriarcas y los héroes de la fe hasta los apóstoles.

   En el Antiguo Testamento el propósito de los milagros era alejar a la gente de la adoración a dioses falsos y llevarla a adorar al único Dios verdadero. En esa época, cuando los milagros cesaban, la gente rápidamente se volvía a otros dioses. Exactamente lo mismo podemos ver en los seres humanos de hoy; nada ha cambiado. Las iglesias se llenan de gente que necesita un milagro de Dios para hoy, porque mañana quieren estar en otra cosa.

MI EXPERIENCIA CON CRISTO, EL HACEDOR DE MILAGROS.

Sin duda, tengo una gran experiencia personal con mi amado Jesús:

• Vi a Jesús haciendo milagros, señales y maravillas en la Palabra de Dios.

• Vi a Jesús vivo, resucitado, real, operando milagros, señales y maravillas a través de otros hombres, en el pasado y en la actualidad.

• Yo mismo he experimentado y sigo experimentando el ser usado para hacer milagros, señales y maravillas.

• Ahora enseño, entreno y equipo a otros para que hagan lo mismo.

   He visto y oído las señales de primera mano. No me las contaron, yo mismo he visto a los ciegos ver, a los sordos oír, a los mudos hablar, a los paralíticos caminar, el cáncer desaparecer, la gente con SIDA ser sanada y cualquier tipo de enfermedad incurable ser curada; he visto crearse carne y huesos donde no los había. He presenciado milagros creativos, poderosos, inusuales, tales como crear dientes nuevos, crecer pelo en una cabeza calva, perder peso en fracciones de segundo, y muchos otros. Y todo esto fue hecho en el poderoso nombre de Jesús. Así que, no tenemos que ir hasta el tiempo de los apóstoles para ver los milagros; podemos verlos en esta era, con nuestros propios ojos. Jesús ha resucitado y sigue obrando milagros hoy. Yo lo he experimentado en más de cuarenta países del mundo, y usted también puede vivir esa experiencia.Sabemos que Jesús está vivo, cuando lo vemos hacer los mismos milagros que hizo mientras estuvo en la tierra.

   Si el cristianismo que usted practica no produce ni se basa en milagros, sólo se ha unido a una religión muerta. El mundo necesita saber que Jesús resucitó de los muertos, que está vivo y hace milagros como muestra de Su amor. Uno de los mayores problemas de la religión es que no puede traer a Cristo al presente, al ahora; siempre habla del pasado y del futuro, pero no del presente. Si Cristo no puede hacer milagros hoy, ¿por qué llamarlo Dios? Y si Dios no puede hacer milagros, ¿cómo podríamos decir que Él es amor? Yo oro al Señor que mientras
usted lee este capítulo, todas las experiencias sobrenaturales que he vivido y que he plasmado aquí ocurran igualmente en su vida; pido que usted reciba un milagro creativo, una sanidad, y que luego vaya a llevarles a otros lo mismo que recibió. La fe genuina es traer a Jesús al ahora.

   Dios está desatando los más extraordinarios milagros, señales y maravillas que jamás la tierra haya visto. Cada uno de esos milagros va a impactar una ciudad, una nación e incluso continentes, tal como ocurrió en el libro de los Hechos. Esto causará que la gente doble sus rodillas ante Jesucristo y crea que Él es el Señor. Con el fin de entender mejor algunos puntos acerca de lo sobrenatural, definamos ciertas palabras que resultan fundamentales; además, veamos la diferencia que existe entre ellas.

                                                          ¿QUÉ ES SANIDAD?

   En el griego del Nuevo Testamento existen varias palabras para describir sanidad, aunque tres son las principales. La primera es iasis que se refiere al acto de sanar o curar.
 
He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones (iasis] hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra. (Lucas 13:32)
 
   La segunda es therapeúo, que significa curar, pero también honrar y adorar -de aquí deriva la voz en español terapia-.
 
Y cuando la gente lo supo, le siguió; y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados [therapeúo]. (Lucas 9:11)

   La tercera palabra es iáomai que es un término mucho más completo, pues no sólo significa curar o sanar físicamente, sino que incluye ser libre de pecados o ser salvo; ése era  el ministerio de Jesús, tal como lo podemos ver en el verso de abajo.

Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando [iáomai] a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10:38)

   El siguiente es un testimonio de la obra completa de Dios: Durante una jornada de testimonios en nuestra iglesia, pasó al altar una mujer a quien los médicos le habían diagnosticado una enfermedad autoinmune que atacaba todo su sistema, especialmente el hígado. La mujer sufría sangrados espontáneos y el médico le había dicho que corría riesgo de muerte, que la diabetes y las diálisis formarían parte de su rutina de por vida. Como parte del tratamiento, llegaron a hacerle transfusiones de hasta trescientas bolsas de sangre. Cuando oramos por ella en la iglesia, Dios hizo un milagro extraordinario. Pronto la mujer empezó a mejorar, a los pocos días comenzó a caminar y hoy cuenta entre sonrisas que volvió a nacer. Cuando vino a dar su testimonio, trajo los documentos médicos que demuestran que estuvo enferma y sin esperanza, hasta que el poder de Dios la sanó de forma sobrenatural. Hoy recuerda que los pronósticos médicos le decían que de esa enfermedad nadie se salva. "¡Pero yo estoy viva!", afirma sonriendo. "¡Dios me sanó!".
Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. (Marcos 16:18)

   Conozco creyentes que saben mucho acerca del aguijón de Pablo (vea 2 Corintios 12:7), la sarna de Job (vea Job 2:7), el dolor de estómago de Timoteo (vea Timoteo 5:23) y mucho más. Algunos piensan que la enfermedad es un castigo de Dios o que sufrir una enfermedad es para glorificar a Dios -lo cual no es bíblico-; muy pocos, sin embargo, pueden citar versículos bíblicos que hablen de sanidad. Esto se debe a que nosotros los predicadores no hemos enseñado acerca del tema. Otros usan la Palabra para justificar una enfermedad. Hermanos, si no enseñamos acerca de lo sobrenatural de Dios, no habrá fe en el pueblo para creer en milagros y los incrédulos no serán persuadidos.

   Conforme a la Escritura, todo poder de la enfermedad fue roto por Cristo hace más de dos mil años atrás, en la cruz. Si esto es así, ¿por qué hay tanta gente enferma? Realmente, la enfermedad expiró el día que Jesús pagó por completo por nuestras iniquidades en la cruz del Calvario; por tanto, es ilegal que esté en nuestro organismo. La sanidad no es sólo un don divino, también es un derecho legal; sin embargo, la iglesia busca más el don que el derecho.
La sanidad es un derecho legal del creyente para él y para impartirselo a otros.

                                               ¿QUÉ ES UN MILAGRO?

   El término milagro proviene de la palabra griega dúnamis, que traducida literalmente significa "obras de poder"; es decir, hechos que manifiestan el poder sobrenatural de Dios. Los milagros son visibles, instantáneos y suceden de repente. Un milagro es la intervención repentina de Dios en el curso normal de la vida de una persona, que interrumpe las leyes naturales del tiempo, el espacio y la materia.
Con todo, Zas señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. (2 Corintios 12:12)

   El testimonio que aparece a continuación muestra irrefutablemente las obras de poder que hace Dios: Estaba ministrando en El Salvador frente a unos 1.500 líderes, cuando de repente, la gloria de Dios cayó y varias personas vieron la nube de Su gloria dentro del auditorio. Cuando la gloria de Dios se manifiesta, milagros suceden aún sin necesidad de oración; estos ocurren no por la unción, sino porque Dios mismo está obrando los milagros a Su completa voluntad. Había entre los presentes, una doctora a la cual unos años antes le habían
extirpado un oído por completo, incluyendo todo el aparato auditivo; más aún, le habían cerrado el orificio de la oreja. Bajo ese cuadro, es clínicamente imposible que ella pudiera escuchar por ese lado. Sin embargo, en medio de la gloria de Dios, la mujer subió al altar llorando de gozo para testificar la grandeza del poder de Dios. ¡Puedo oír por el oído extirpado! ¡Sin aparato auditivo! Nadie mejor que ella, como médico, para dar fe que había ocurrido un milagro, ya que científicamente era imposible que estuviera oyendo. ¡Dios le creó un órgano auditivo nuevo! Todo ocurrió en medio de Su presencia de gloria. ¡Qué grande es nuestro Dios! 


                                    ¿Cuál es la diferencia entre sanidad y milagro?

   Un milagro toma lugar instantáneamente, es notorio a los sentidos; en cambio, la sanidad es progresiva. Por eso, el milagro produce un cambio que va más allá de la sanidad. En los testimonios previos pudimos ver por ejemplo, que Dios restauró el funcionamiento del sistema sanguíneo, eso es sanidad; en cambio en el milagro, Dios creó algo que no existía físicamenteen el cuerpo de una persona. ¿Quién necesita un milagro? Todo el mundo quiere un milagro porque la humanidad clama por un Dios vivo. El deseo por los milagros no es una señal de ignorancia, sino que revela el intenso deseo de tocar al Dios invisible y verlo en acción. Hay quienes aseguran que la educación tomará el lugar de los milagros, que no los vamos a necesitar. Sin embargo, la educación, por buena que sea, nunca podrá eliminar el deseo por lo sobrenatural. Un milagro hecho en el nombre de Jesús es más valioso que un año de teoría académica.

 Éste es un poderoso testimonio que muestra la milagrosa intervención de Dios: Éste es un caso sucedido en México. Subió al altar a testificar un niño de 15 años acompañado de su madre. Había llegado al auditorio en silla de ruedas porque no podía caminar. Los doctores lo habían desahuciado debido a una insuficiencia renal crónica, que es una condición que hace que los riñones dejen de funcionar. Clínicamente, el niño tenía su corazém demasiado grande, su hígado muy pequeño, sus riñones completamente afectados, y su crecimiento se había detenido a causa de la enfermedad. Cuando el niño subió al altar no cesaba de llorar, y cuando le pregunté, "Hijo ¿por qué lloras?", su respuesta fue: "Lloro de felicidad, porque antes iba a morir y Dios me sanó". Él y su madre habían venido de un pequeño pueblo ubicado a dos horas de camino, gracias a la ayuda de amigos que oraban para que Dios hiciera un milagro. Y allí estaba el niño, dando su testimonio al mundo. Lloraba de felicidad al saber que Dios había hecho un milagro poderoso en su vida. ¡Lo había sanado! Ya no tendría que usar más la silla de ruedas. ¡Tenía vida! Su corazón latía normal y sus riñones fueron creados nuevos. Cuando le pregunté a la mamá lo que sentía, ella contesto: "El mejor doctor sanó a mi hijo que estaba desahuciado". ¡Dios lo sanó!
 Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Como caminar en el poder sobrenatural de Dios. Editorial Whitaker House. Miami 2011. Pag. 169 a la 176.

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