BALANCEANDO EL PODER SOBRENATURAL.
1-. Poder y carácter.
En muchas congregaciones, hay una tendencia negativa hacia cualquier cosa que colinde con lo sobrenatural. Hay gente que mira las imperfecciones de los líderes y dice: "Yo no creo en los milagros ni en la sanidad ni en el poder de Dios, porque el hombre que hace los milagros tiene un carácter terrible". Y si bien el carácter no es condición para tener un don, sí lo es para permanecer y honrar al dador del don y Su evangelio. Si le decimos a alguien: "Tú tienes lo sobrenatural pero te falta el carácter", también podemos preguntarle a otro: "Si tienes el carácter, ¿dónde están los milagros?". Jesús, con el carácter más santo, manifestaba los milagros por doquier. Pero en la Escritura también podemos encontrar hombres sin carácter que tenían habilidades sobrenaturales y fueron usados por Dios. Por ejemplo, Sansón, cuyo final es bien conocido, y sin embargo está incluido entre los héroes de la fe. (Vea Jueces 13-16). Nuestro carácter debe ser formado para estar a la altura del nivel de poder que recibimos. Sólo así tendremos equilibrio y éxito. De allí la importancia del discipulado personal, de tener un mentor -un padre o madre espiritual-, que nos equipe, nos adiestre en el poder sobrenatural de Dios y además, nos ayude a formar y mantener nuestro carácter.
Si le damos al carácter mayor importancia que al poder, convertimos los dones del Espíritu Santo en una recompensa. En otras palabras, los dones ya no serían un regalo de Dios sino un pago por nuestro buen carácter. Como hombre comprometido a mostrar el carácter y el poder de Dios, no puedo decir que uno es menos importante que el otro, pero es un error pensar que podemos ser más efectivos si dedicamos y consagramos tiempo a moldear el carácter, y hacemos a un lado la manifestación del poder.
2-. Poder y autoridad.
Poder es el vocablo griego dúnamis, que significa poderío explosivo; mientras que el vocablo griego exusía, significa autoridad delegada.
He aquí os doy potestad [exusía) .... (Lucas 10:19)
Cuando una persona tiene dúnamis (poder) pero le falta exusía (autoridad) puede encontrarse en graves problemas, porque hay desequilibrio. La duración de su poder siempre será directamente proporcional al nivel de autoridad en el que usted camine. Si usted no vive bajo autoridad puede hacer milagros, maravillas y señales, pero su falta de sumisión comenzará a manifestarse, porque el poder expone la carne. Es un arma de doble filo.
Cuando viajaba como evangelista, conocí fuera de nuestras fronteras a un pastor que tenía una iglesia de miles de personas. Dios lo usaba poderosamente para hacer milagros, sanidades y maravillas, pero su carácter dejaba mucho que desear. No se sometía a autoridad alguna ni acostumbraba recibir consejo de nadie. En una época en que la iglesia se encontraba en su mayor apogeo fue hallado en adulterio con una mujer de su equipo; más tarde descubrieron otras cosas peores. Como consecuencia del pecado, su ministerio se derrumbó y fue destruido en un momento. Lamentablemente, éste es un vivo y claro ejemplo del desequilibrio que muchas veces ocurre entre poder y autoridad.
Autoridad es la habilidad de ejercitar el poder, que nos lleva a actuar como Dios.
3-. Palabra y Espíritu.
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. (1 Juan 5:7)
Siempre que predicamos y enseñamos la palabra de Dios debemos esperar la manifestación del Espíritu. En mi caso, tomo el mismo tiempo para enseñar que para ministrar lo que el Espíritu Santo tenga para Su pueblo en cada servicio, y así demostrar el poder de la Palabra predicada. El desequilibrio ocurre cuando las personas sólo se enfocan en la Palabra y no dan lugar al Espíritu; o sólo se enfocan en las manifestaciones del poder y le quitan prioridad a la Palabra. Pero si mantenemos las dos -la Palabra y el Espíritu- en perfecto equilibrio, entonces experimentaremos la completa bendición de Dios.
Es posible tener una experiencia y ser engañado; pero el no tener una experiencia ya es un engaño.
4-. Poder y cosecha.
Tenemos que discernir la relación que hay entre avivamiento y cosecha. El avivamiento es recibir el poder para salir a recoger la cosecha de almas; si no recogemos la cosecha, la experiencia del avivamiento es vana. Usted es escogido, capacitado y ungido para ir al mundo a buscar las almas, para hacer milagros y maravillas. Mucha gente se queda en la experiencia de aposento alto (vea Hechos 2:1-4) y no sale a recoger la cosecha, mientras miles de familias continúan yendo al infierno. Por mucho tiempo hemos estado llenándonos de poder, pero permanecemos sentados en la iglesia sin hacer nada. Como resultado nos hemos enfriado. Pero Dios no nos ungió para sentarnos y calentar bancas, sino para ir y recoger la cosecha fuera. Si no entendemos para qué es el avivamiento, entonces éste será en vano.
5-. Las palabras y las obras
De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo. (Lucas 24:19)
El poder completo del reino sólo se puede manifestar cuando las palabras y las obras van juntas.
Jesús se movió en palabras y hechos. Hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. (Hechos 1:1)
La Palabra de Dios siempre muestra a Jesús:
• Haciendo y
• Enseñando
Sin fe el reino no tiene el impacto completo.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. (Juan 14:11)
La teologfa sin obras es una ciencia muerta.
Las multitudes seguían a Jesús, no para añadirse a la iglesia sino para oír la palabra del reino y ver las maravillas que Él obraba. Luego de mostrarles el poder, Jesús las llevaba al reino. Este concepto aparece una y otra vez en los Evangelios.
A mí me ha sucedido esto en países en que la gente es renuente al evangelio, donde la única forma que su corazón se ablande es mostrándoles el poder de Dios. Oro por los enfermos primero o hago una demostración con una persona a la que le falta un hueso, que tiene un quiste, que está sorda, ciega o necesita algún milagro físico; y cuando la gente ve el milagro, se sensibiliza y entonces llega el tiempo de hacer el llamado de salvación. La gente pasa al altar y es salva. Hay dos cosas que debemos evitar en nuestra relación con el Espíritu Santo si deseamos obtener un balance en nuestro carácter: contristar al Espíritu Santo y apagarlo.
6-. No contristar al Espíritu Santo.
Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. (Efesios 4:30)
¿Qué es contristar? Es la palabra griega lupeo que significa afligir, angustiar, causar molestia, entristecer. ¿Cómo se contrista al Espíritu Santo? Por medio de malas actitudes; con pensamientos, conversaciones y acciones de maldad; con iras, contiendas, amargura, gritería y maledicencia. También contristamos al Espíritu Santo cuando deliberadamente hacemos cosas que sabemos que son pecado. Cuando vivimos con ira, rabia, intriga y pecado, no dejamos que el Espíritu Santo fluya en nosotros; por tanto, lo contristamos.
7-. No apagar el Espíritu Santo.
No apaguéis al Espíritu. (1 Tesalonicenses 5:19)
¿Qué significa apagar al Espíritu Santo? Apagar, en el griego, es la palabra sbennume que significa extinguir o sofocar, como cuando se apaga una llama de fuego. Apagar también da la idea de obstruir el fluir de algo; es ahogar, matar o taponar una fuente. Jesús dijo, "El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:38). Jesús no habla aquí de una gota ni de un chorrito sino de "ríos". Apagar al Espíritu Santo es cortar Su fluir o secar el manantial. Cuando experimentamos ira, amargura, calumnia y otros pecados, bloqueamos el fluir del Espíritu Santo en nuestra vida. Es semejante a tomar una manguera y doblarla para evitar que siga corriendo el agua. Cuando hacemos eso, estamos apagando Su poder.
He aquí un ejemplo de lo que estoy diciendo. A lo largo de mi vida ministerial, muchas veces el servicio ha tomado más tiempo que el habitual; esto ha sucedido porque el Espíritu de Dios se está moviendo: sanando, liberando y salvando. Sin embargo, cuando en alguna oportunidad me he visto presionado a cortar el servicio por razones de tiempo, de inmediato he me dado cuenta que he apagado el fluir del Espíritu Santo, lo cual ha traído como consecuencia que el poder de Dios deje de operar en la iglesia en ese momento.
Jesús nos modela cómo vivir con el Espíritu Santo, sin contrístarlo ni apagarlo.
Antes yo no entendía, por ejemplo, por qué existen muchos pastores, que aman a Dios, aman la gente, pero que sus iglesias carecen del poder de Dios; la razón es que, aunque ellos no tienen contristado al Espíritu, porque viven una vida recta, sí tienen apagado al Espíritu Santo, porque no dan libertad para profetizar, moverse en Sus dones, orar por los enfermos ni danzar. Cada vez que el Espíritu de Dios pone ese deseo o impulso en ellos, lo apagan. Esa es la causa que sus iglesias no tienen poder. Yo tuve que arrepentirme delante de Dios por la cantidad de veces que contristé y apagué al Espíritu de Dios al no darle libertad para fluir.
Como cristianos, debemos esforzarnos, a diario, de no contristar o apagar al Espíritu Santo para poder mantener una buena relación con Él.
Contristar al Espfritu Santo tiene que ver con el carácter. Apagar al Espfritu Santo tiene que ver con el poder.
Permítame que le muestre un ejemplo. En cierta ocasión uno de los evangelistas de nuestra iglesia iba camino a la Florida International University (FIU) cuando Dios le mostró en una visión a estudiantes con camisas rojas. Cuando entró a la librería de la universidad vio a un estudiante que salía con una camisa roja. Enseguida lo alcanzó y le empezó a hablar de Jesús; por toda respuesta, el joven le dijo que era ateo. Entonces le preguntó al evangelista: "Cómo sabes quién es el verdadero Dios, porque para mí puede ser Alá, Buda, o Jesús". Entonces el evangelista por palabra de ciencia le dijo: "Sabes, tú has pasado por situaciones de riesgo, donde tu vida ha estado en grave peligro y has podido morir, pero no has muerto por la infinita misericordia de Dios". El joven no alcanzaba a comprender lo que estaba escuchando, sin embargo dijo: "Es verdad, he visto mucha gente morir en la guerra de Iraq, pero yo no he muerto, y me he preguntado muchas veces, ¿por qué yo no morí?". En ese momento, el poder de Dios se derramó en el joven y sus piernas comenzaron a temblar. Entonces le preguntó al evangelista, "¿Cómo sabes esto?". El hombre de Dios le contestó: "Bueno, tú me preguntaste, ¿cómo es que yo sé quién es el Dios verdadero? Ahora yo te digo que quien me lo reveló no fue Alá ni Buda, sino Jesús, ¡el único Dios verdadero!".
De inmediato el muchacho dijo, "¡Ahora sí creo!". En ese mismo instante recibió a Jesús como su único Señor y Salvador.
Un ministerio que fluye en milagros pero falla en recoger la cosecha de almas, no está operando en la voluntad de Dios.
La conclusión de esta sección es que el poder sin balance destruirá a quien lo opera y a los que están a su alrededor. Pero si se usa con sabiduría y equilibrio impactará a miles de vidas para bien, y Cristo será glorificado; pero sobre todo, recogeremos la gran cosecha de almas.
Guillermo Maldonado. Como caminar en el poder sobrenatural de Dios. Editorial Whitaker House. Miami 2011. Pag. 47 a la 54.