domingo, 23 de mayo de 2021

LA RESPUESTA AL LLAMADO DE LIBERTAD. Parte I

   Desde que Ruth y yo volamos desde Israel a El Cairo por sobre el desierto de Sinaí, me han impactado los cuarenta años que Israel pasó en ese pequeño pedazo de tierra. ¡Qué corta era la distancia que atravesaría Moisés liderando a la comunidad de Israel! ¡Y qué drástico resultó ser todo! La libertad estaba a su alrededor, pero nunca llegó a  tocar sus corazones. "Queremos volver a Egipto donde comíamos tres veces al día y donde todos sabíamos qué se esperaba de nosotros -clamaban-¿Qué es todo esto ... las aventuras, las cosas inesperadas? ¡Queremos volver a casa!" Esta era la gente cuyos lamentos contra la esclavitud habían llegado a los oídos de Dios.

   Los mismos gritos por liberación surgen de muchos rincones del mundo hoy, a comienzos del siglo XXI. "¿Qué pasó con los milagros? ¿Por qué no no respondes a mis oraciones como lo hacías antes? ¿Dónde esta lo que me dabas gratuitamente?" 

   A pesar de que Dios envió a Moisés para que liderara a Israel en su camino hacia la liberación, la mente del pueblo estaba demasiado oprimida como para oír el grito de la libertad. Así que bailaron durante un tiempo y luego clamaron por regresar al yugo egipcio. y murieron en el desierto sin herencia ni hogar. Pero no terminó allí la historia. Con la generación siguiente, después de la muerte de Josué, los hijos que Dios había criado para que entraran en Canaán malgastaron su herencia y abandonaron su hogar. ¿Por qué? Porque la libertad es cara. A menos que todas las generaciones sean entrenadas en la disciplina de la rectitud de Dios, las pruebas de la vida nos derrotarán y moriremos en el desierto en las arenas del dolor y la penuria.

   Nuestra generación en la iglesia de hoy ha clamado, recibido liberación y, en algunos casos, cruzado el Jordán, tomando posesión de la tierra prometida de Dios. Muchos han pasado de recibir milagro: en el desierto a cargar la pesada responsabilidad de la libertad que exige Canaán. Tenemos hoy muchos más creyentes en la iglesia, con corazones circuncidados y siguiendo a Dios en Canaán, de lo que hubo en cualquier otra generación moderna.

   Para muchos de nosotros la gran enseñanza que nos trajeron los apóstoles del movimiento carismático, como Oral Roberts, Kenneth Hagin, R. W. Shambach y muchos otros, ha causado un gran impacto en nuestra vida. Vimos cuando se secó el maná. Y entonces nos dedicamos a la oración y el estudio, y seguimos avanzando. Sin embargo, hay miles de otros que siguen dando vueltas en las arenas del Sinaí, sin saber quiénes son de verdad, sin conocer la promesa que Dios les ha dado. Siguen queriendo asistir a reuniones de Milagros y recibir todo lo que necesitan con un movimiento de la mano y nada más.

   A causa de que malinterpretan sus responsabilidades en la libertad, quieren sentarse en la sala y enviar un regalo de amor por televisión, que cure su cuerpo enfermo y haga llegar dinero a sus manos. Quizá haya funcionado inmediatamente después de que Jesús salvó sus Vidas y milagrosamente los llevó del otro lado del Mar Rojo. Pero ahora se preguntan por qué hace tanto calor en el desierto, y por qué se han detenido los milagros.

   Quiero dejarle lo que he descubierto a lo largo de muchos años de ministerio con respecto a las malas interpretaciones de la libertad, que sostienen tanto el mundo como a la Iglesia. Las ofrezco como revelación informada que le servirá para efectuar el cambio. En este capítulo examinaremos las malas interpretaciones con respecto a la libertad. Yen el capítulo final analizaremos una vez más las verdades de la libertad. Al comprometerse a una nueva era de estudio de la Biblia y recordar todo esto, tengo la esperanza de que le sirva como sabiduría disciplinada de Dios, que lo libre de la mano del opresor y le ayude a entrar en la tierra de la verdadera libertad.

La Libertad es cara.

   Cuando mudamos nuestra organización en las Bahamas al nuevo Ambassador Center, en la isla de Nassau, entramos en Canaán. Durante quince años nos habíamos mudado, alquilando siempre, y ahora ocupábamos un edificio totalmente nuevo. Una vez allí nos preguntábamos cuándo "terminarían los techos", y cuándo "pondrían las baldosas" en el piso. Había tierra y polvo en todas partes. Las ventanas estaban sucias y los ventiladores hacían ruido. También necesitábamos muebles, cortadoras de césped, tractores, lámparas, papel higiénico, agua, electricidad y teléfono. "¡Ayuda, Dios, auxilio!", gritábamos.

   Estábamos siendo circuncidados. El último espíritu de queja se estaba yendo de nuestros corazones. Dios quitaba el último recuerdo de Egipto y su esclavitud. Hoy tenemos nuestros pozos de agua y hemos cultivado la tierra durante unos años, y esto es la maravillosa confirmación de que la fe es lo que nos trajo aquí. Dios nos ha bendecido.

   Estamos llegando al Tercer Mundo, a Norteamérica y a Europa, en un relámpago de entusiasmo. Pero todo esto jamás habría sucedido si no hubiéramos aprendido a cavar nuestros pozos de agua.

   Cuando leemos el libro de jueces, vemos cómo volvió a instalarse en la mente del pueblo el viejo pensamiento de Egipto, y cómo se perdió la tierra. La responsabilidad de la libertad es algo que debemos cargar continuamente.

   Permítame recordarle que la libertad es cara. No es barata y debemos protegerla a toda costa. La gente clama por la libertad hoy en todo el mundo. Los países del Tercer Mundo han clamado por la libertad durante siglos. Muchos la han recibido. El colonialismo del Caribe se derrumbó en el siglo XX porque la gente clamaba que llegara a su fin. Mi país en las Bahamas fue uno de los que obtuvo la liberación. ,

   Pero cuando decimos que queremos la libertad, debemos saber que es lo que pedimos: RESPONSABILIDAD. Así que debemos pensar en los principios de la libertad antes de pedirla. El costo y la dinámica de la libertad son principios claves para poder recibir la recompensa de esta. Cuando decimos que queremos libertad, decimos que queremos administrar nuestro talento. Sin embargo, hay poca gente que lo entiende, y hablo del mundo tanto como de la iglesia. Solía pensar que sabía qué es la libertad y, sin embargo, era justamente mi concepto de la libertad lo que me mantenía esclavo. Mis días del desierto, de tocar música y ganar bastante dinero con poco esfuerzo, me daban la impresión de que la libertad consistía de popularidad y éxito fácil. Así como Jesús envió a los discípulos por primera vez, yo no llevaba alforja con dinero ni espada, porque eran los días fáciles de mi ministerio musical, el tiempo que el Señor había preparado para cuidarme. . .

   Dios me enviaba maná y hacía brotar agua de la roca. Y yo utilizaba mi talento. Luego, un día al llegar al borde de Canaán, con : el Jordán delante de mí, Dios dejó de enviar milagros. Allí estaba yo, mirando hacia Canaán. La palabra del Señor fue: "¡Ve a trabajar!" De repente tuve que cavar mis pozos de agua. Me encontré organizando mi vida laboral, de estudio y espiritual, en jornadas de diecisiete horas de trabajo. Pero al entrar en la tierra prometida y seguir obedeciendo la Palabra de Dios, como siervo fiel, Él aumentó mis responsabilidades a medida que ganábamos terreno.

   El poseer la tierra prometida exige mucho de nosotros. Pero el trabajo se va cumpliendo en porciones, porque el precio de la libertad sigue sin pagarse en muchísimos casos. Si la mayoría de los oprimidos hubieran entendido de veras el precio de la libertad antes de clamar por ella, quizá habrían mantenido la boca cerrada. ¿Por qué? Porque es más cómodo ser esclavo en Egipto. Cuando uno pasa al desierto, habrá pruebas y peligros que antes desconocía. Luego, cuando entra en Canaán, debe organizarse y ponerse a trabajar. Veamos algunas de las nociones erróneas respecto de la libertad, y luego pasemos a nuestra tarea.

Nociones erróneas respecto a la libertad.

   En esta sección tan importante vaya desafiar su percepción histórica de la libertad, y lo haré deliberadamente. ¿Por qué? Porque quiero desterrar sus conceptos erróneos al respecto, de manera tan irreparable que al terminar este libro lo haga con un nuevo entendimiento acerca de por qué los olores y pensamientos de esclavo que recuerdan a Egipto mantuvieron a tantos cautivos en el Sinaí . Quiero que abandone el camino que no lleva a ninguna parte; quiero que retome el camino a casa. Al examinarse a sí mismo por medio de este conocimiento, deseo que le pida ayuda al Espíritu Santo para que dé vuelta su vida. Es tiempo de ponerse el sombrero del administrador, de hurgar y buscar sus talentos ocultos, de comenzar a utilizarlos y comenzar a caminar hacia Jericó. ¡Ya no dé más vueltas en el desierto! ¡Basta de arena!
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 185 a la 189

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