Transferencia de responsabilidad.
Adán no fue soporte de su esposa; irresponsablemente, fue negligente respecto de su posición de liderazgo. Por eso Satanás pudo colarse y negociar con Eva, y tener éxito al tentarla.
No era Eva a quien Satanás buscaba. Él iba tras el cimiento de la raza humana: Adán. ¡Un momento! Dirá usted. Satanas fue tras Eva. ¿Ah, sí? Veamos lo que dice la Biblia en Génesis 3:6:
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió".
Cuando Eva tomó el fruto nada sucedió. Cuando comió el fruto, nada sucedió. Cuando lo tragó, nada sucedió. Así que, cuando la mujer pecó, nada sucedió.
Pero luego la Biblia dice que ella le dio de comer a su esposo, el cimiento. Y cuando Adán comió del fruto, llegó el juicio sobre toda la humanidad.
"Y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales" (Génesis 3:6-7, frase destacada por el autor).
Cuando Adán comió del fruto, repentinamente todo se derrumbó. La muerte entró. Su pureza y santidad desaparecieron.
"Mas jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?" (Génesis 3:9-11).
Observe, por favor, que Dios no llamó a Eva. Llamó a Adán. Dios le exigió que rindiera cuentas, del mismo modo en que hoy nos cuestiona cuando caemos en la vida: "¿Hiciste lo que te había prohibido hacer, Adán? ¿Hiciste lo que te ordené hacer, Robert?" Dios exige rendición de cuentas por la responsabilidad que les da a sus hijos. Quiere saber si hemos obedecido sus directivas, o si hicimos lo que se nos ocurriera. Si obedecemos, no hace falta correr a esconderse.
Hoy todos los hombres y mujeres alejados de Cristo se esconden, por temor a Dios. Hay muchos cristianos que administran mal sus asuntos cotidianos. Cuando la gente viola la ley, se esconde de la autoridad, como lo hizo Adán. ¿Alguna vez ha pasado un semáforo en rojo, y luego miró por el espejo retrovisor para ver si un policía lo había visto? Cuando violó la ley -aún si lo hizo sin querer- ¿qué hizo usted? Miró para cerciorarse de que la autoridad no lo hubiera visto. Se asustó. Cuando no cumplimos las leyes, nos condenamos a nosotros mismos. Dios nunca le preguntó a Adán si tenía miedo. Adán le dio esta información antes de que Dios le preguntara si había obedecido: "¿Comiste del fruto del árbol, Adán? Todo el tiempo he estado viniendo al Jardín, y tú nunca te escondiste de mí. Jamás escapaste. Pero ahora, de repente tienes miedo. ¿Actuaste irresponsablemente?"
Fue entonces cuando Adán comenzó a culpar a todos excepto a sí mismo, que el espíritu de irresponsabilidad y la culpa entraron en la raza humana: "El hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (Génesis 3:12).
No solo había sido negligente Adán en cumplir con lo que le indicaba el cartel de "No pasar". También, después de ver a Eva, Adán transfirió la responsabilidad de su decisión a la mujer, quien le había ofrecido el fruto: "Dios, esa mujer que me diste ... recuerda, fuiste tú quien me la dio ... ella me dio el fruto. y porque tú me diste la mujer, y ella me dio el fruto, son USTEDES Y NO YO los responsables de mis decisiones y acciones".
Ahora, si la mujer lo hubiera golpeado para obligarle a comer el fruto si se lo hubiera metido en la boca forzándole a tragarlo y digerirlo, entonces sí podría haber dicho que era ella la responsable. Pero no fue así; fue decisión de Adán.
Veo gente que va a un restaurante, come de todo y luego pide una gaseosa dietética. Me pregunto ¿para qué dietética? Ya se ha llenado comiendo de todo. Pareciera que dicen que toda esa comida saltó del plato hacia su estómago sin su permiso, y que entonces castigarán a la comida dándole de beber gaseosa dietética.
La responsabilidad es un tema serio y, sin embargo, muchas veces la transferimos. "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (v. 12). Adán hasta se atrevió a echarle la culpa a Dios. En esencia, lo que estaba diciendo era: "¿Por qué me la diste, Dios? Todo habría estado bien si hubieras dejado las cosas como estaban. ¡Ahora mira lo que ustedes dos me han hecho!" Esta patética transferencia de responsabilidad ha resonado a lo largo de la raza humana durante miles de años.
El juego de la culpa.
Dios le dijo a Adán que señoreara sobre la Tierra. Cuando Adán falló en el cumplimiento de esa responsabilidad, su primera reacción fue echar la culpa a otro. Desde ese día el ser humano ha estado haciendo lo mismo. Todos somos profesionales en esto. Nadie quiere aceptar la responsabilidad de sus acciones, decisiones, situaciones y circunstancias. Culpamos a otros por nuestros problemas. Los estadounidenses tienen ridículos programas de TV donde juegan "el juego de la culpa", y toda clase de gente abominable se presenta para culpar a todo el mundo excepto a sí mismos por los terribles errores que cometen.
Hoy, más que nunca, somos expertos en culpar al pasado por nuestro presente. Somos expertos en culpar a nuestros padres por nuestros hábitos. Culpamos a nuestros predicadores por nuestra ignorancia. Los que no sabemos aritmética culpamos al sistema educativo. Cuando tuvimos la oportunidad de aprender, faltamos a la escuela o no estudiamos. y ahora somos analfabetos de la aritmética, pero culpamos a los maestros por nuestra ignorancia.
Nos encanta culpar a la enfermedad por nuestros problemas de salud -y no admitimos que tenemos malos hábitos alimentarios- o Comemos mal durante treinta años, luego tenemos alta presión sanguínea y culpamos al diablo porque no nos sentimos bien.
Culpamos a nuestros hijos por los problemas sociales. Decimos: "Los jóven.es hacen esto y aquello otro". Pero estos jóvenes, ¿de quiénes son? Si somos adultos irresponsables y producimos hijos irresponsables, ¿cómo podemos culparlos por los problemas de la sociedad? Son nuestros hijos. Si nuestros hijos son fruta podrida, somos nosotros el árbol podrido de donde salieron.
Culpamos a los cigarrillos y a las tabacaleras por nuestro cáncer. Me sorprendió oír hace poco una noticia acerca de que una mujer le hizo juicio a una tabacalera porque el fumar le había causado cáncer. No lo entiendo. Ella decidió fumar. Ella chupó todo ese humo y llenó sus pulmones, y el cáncer llego a causa de su decisión. Quiso hacerlo no hubo nadie que le golpeara la puerta para obligarla a meterse los cigarrillos en la boca.
Pero ~igualmente, la mujer clamaba: "El fabricante hizo el cigarrillo y ahora mírenme. ¡Es su culpa!" ¿Cómo puede alguien que tiene el poder de decidir -la capacidad de negarse a fumar- quitarse la responsabilidad de encima y ponerla en la empresa que fabricó el producto? Preguntenle a Adán! Qué irresponsabilidad. y hay muchos otros juicios en la corte que juegan este juego de la culpa, en donde las acciones del demandante son responsables del daño causado a su propia persona.
Jamás he visto que un cigarrillo se me acercara diciendo: "Oye, fúmame". Es una decisión que tomamos nosotros. La planta de tabaco no es el problema. Es el espíritu de irresponsabilidad lo que nos hace transferir a la planta nuestra experiencia negativa. Si tan solo pudiéramos librarnos de esa sucia planta, decimos, entonces se resolvería el problema de la nicotina. Pero no es la planta la responsable del problema. El corazón humano es el responsable.
Un borracho quizá culpe a la destilería, al almacén o a la taberna que le vendió el alcohol. Pero si este hombre jamás hubiera bebido, no sería alcohólico. Es sorprendente cómo el alcohol puede saltar de la botella y meterse en el estómago de la gente. Hay personas que pasan veinte años tragando alcohol y finalmente van a ver al doctor para que les arregle el hígado. Entonces culpan al doctor y lo denuncian ante la justicia por mala praxis si no logra curarlos.
¿Cuántos hombres han sido infieles, totalmente irresponsables con respecto a sus familias, y luego culpan a su esposa porque cocina mal y es desprolija? Oiga, hermano, si ella cocina mal y es desprolija, es culpa suya porque ha sido usted un mal marido. No culpe a su esposa por su irresponsabilidad.
Muchos hombres culpan a sus esposas cuando son infieles. Dicen: "Si no me tratas bien, buscaré por otro lado". Y luego, cuando son infieles, culpan a su esposa. "No era buena esposa, no hacía esto, ni aquello ... ". y la realidad de la situación es que el hombre permitió que el espíritu de la irresponsabilidad lo alejara de su propia responsabilidad, que destruyera el cimiento de su hogar.
La irresponsabilidad es el peor enemigo de la libertad. Hay personas de toda clase y raza que caen en las garras de la irresponsabilidad. Los negros culpan a los blancos por sus problemas, y los blancos culpan a los negros. Los ciudadanos culpan al gobierno, los pobres culpan a los ricos. Pero el gobierno no puede impedirnos ser productivos si permite que elijamos libremente ¿verdad? Así que, en lugar de esperar que el gobierno le dé un empleo ¿por qué no utiliza el cerebro que hay dentro de su cráneo? Dios nos dio cinco mil millones de neuronas. No importa si vive usted en un país del Tercer Mundo o en una villa de emergencia. Aún si los gobernantes intentan restringir su productividad, hay algo que jamás podrán quitarle: su capacidad para pensar. Cuando somete usted su mente a Dios y toma la decisión de administrar, Dios le dará capacidad, ideas creativas y conceptos que asombrará a quienes lo rodean.
No es el gobierno quien debe dar empleo. La Biblia dice que la función del gobierno es blandir la espada de la protección para que el justo pueda ser productivo (ver Romanos 13:3-4; 1 Timoteo 2:1-2). Dios espera que vivamos en un ambiente donde podamos ser productivos sin tener que depender del gobierno para que nos emplee.
El criminal culpa a la sociedad por su conducta. El homosexual culpa a sus hormonas por su perversión. Los ciudadanos culpan a sus diputados por la corrupción de su nación. Pero si los líderes son corruptos en una república democrática, es porque la gente los votó, así que, han elegido representantes de su mismo palo.
Somos expertos en culpar a nuestros líderes. Si su líder es ciego, no caiga en su charca de barro para preguntar despUés: "¿Por qué me llevaste allí?" No culpe al líder por el modo en que usted lo sigue; deje de seguirlo.
¿Cuánta gente hay que dice que no será cristiana porque ya han visto a demasiados hipócritas? Así que el pecador culpa al predicador hipócrita por su maldición personal. Pero culpar a un predicador hipócrita por la propia perdición es algo tonto e irresponsable, porque Dios nunca le ordena a nadie que siga a un predicador hipócrita. Nos dice que sigamos a Jesús. Debemos ser responsables de seguirlo a Él.
A cargo de nuestra propia vida
Amanece un nuevo día para el creyente del siglo XXI y para todos los seres humanos, para que nos pongamos a la altura de nuestra responsabilidad. Mucha gente se vuelve haragana a causa del mensaje de fe carismático que sostiene que si decimos una cierta oración, Dios "responderá", sin importar si estamos administrando nuestra tarea de manera adecuada o no. El divorcio arrasa y a muchos se les dice que con solo asistir a la iglesia y dar el diezmo le llegará la riqueza. Pero Dios no hace ricos a los cristianos que calientan el asiento, porque muchos han administrado mallos asuntos de Dios en el hogar y en su trabajo. Dios no es el conductor de un programa televisivo que tiene un sorteo de premios para participantes religiosos.
Dios dice: "La irresponsabilidad es el peor enemigo de la libertad. Vuelvan a la responsabilidad. Hombres, tomen su lugar en el hogar. Administren mis asuntos y sirvan en la Iglesia, que es mi estructura organizacional. Organicen su familia de acuerdo a mi Palabra, y luego aumenten su jardín para que cubra la superficie del planeta".
No importa qué haya sucedido en el pasado, hoy mismo podemos hacernos cargo de nuestro futuro. Hoyes una nueva temporada de blancos, ricos, indios, por igual-: "Dejen de culpar al sistema. Dejen de culpar a las autoridades. Dejen de culpar a sus padres. Dejen de culpar al pastor. Dejen de culpar a su pasado. Sean administradores responsables, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes".
No podemos cambiar el pasado, pero podemos definir la calidad de nuestro futuro. Quizá no nos guste la familia en la que nacimos, pero seguro podemos definir el tipo de hogar en el que criaremos a nuestros hijos. Siempre depende de nosotros la decisión responsable, y cuando elegimos seguir los caminos de Dios, cuando elegimos alimentar y obedecer su perfecto lugar de salvación en nuestros corazones para llenar la Tierra, Él nos apoyará. El espíritu de opresión produce el espíritu de la irresponsabilidad. Y la libertad exige responsabilidad.
La libertad -entender sus principios y el costo que implica la irresponsabilidad- es en verdad la esencia de la vida. En los próximos capítulos retrocederemos a los días infames que pasó el pueblo de Israel en el desierto, para examinar la diferencia entre la liberación y la libertad desde el punto de vista de Dios. Comencemos mirando ahora lo importante que es aprender a administrar la libertad que Dios quiere que cada uno de nosotros viva en su vida.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 74 a 80