domingo, 17 de marzo de 2019

¿RELIGIÓN O RELACIÓN?.Parte III

5-. Los seguidores de una religión aceptan un sistema de creencias; los seguidores de Jesús entran en un reino.
   Los que se unen a una religión en particular aceptan las enseñanzas y principios que constituyen su sistema de creencias. Sin embargo, cuando recibimos a Jesús, no sólo entramos en acuerdo con las enseñanzas y principios de Jesús. También entramos en un ámbito eterno de vida llamado “El Reino de Dios”. En el capítulo anterior, analizamos el intercambio que Jesús tuvo con Pilatos, durante el cual Jesús le dijo: “Mi reino no es de este mundo”. Aquí se refería al Reino de Dios.

   Por medio de Jesús entramos al Reino de Dios –la manifestación de Su gobierno celestial y Su soberanía en la tierra -. El vocablo griego para “reino” es basileia, que significa “realeza”, “gobierno”, “ámbito”, “soberanía” o “poder real”. Viene de la raíz basileus, que transmite la idea de “fundamento de poder”.

   Jesús dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3.3). Cuando nacemos de nuevo, el reino de Dios es establecido en nosotros y podemos “verlo” con ojos espirituales. Jesús dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”(Lucas 17.20-21). El reino de Dios no es un dominio político sino un ámbito del Espíritu. Primero debe vivir en nosotros por medio de la presencia de Dios para que después se pueda manifestar externamente por medio de nuestras vidas y podamos comenzar a experimentar la llenura de vida que Él quiere que tengamos. Esta es la diferencia entre seguir principios religiosos y experimentar la vida verdadera.

   Juan Guzmán, un ex jugador de beisbol, creía en Dios y alcanzó éxito en su carrera, pero tenía un vacío en su vida. Sin embargo, cuando le entregó su vida a Dios y entró en la llenura de su reino experimentó una transformación impresionante. Esta es su historia:

  “Nací en República dominicana en un humilde hogar construido de palmas y piso de tierra. Allí crecí con mis padres y cuatro hermanos. Nuestra pobreza era tal que los cuatro hermanos dormíamos en una solo cama. A los trece años, decidí dejarlo todo atrás para buscar un futuro en el béisbol. Después de mucho esfuerzo, fui firmado como jugador de béisbol profesional, en la posición de lanzador. Cuando me preparaba para viajar a los Estados Unidos, mi madre me regalo una biblia exhortándome  a que la leyera en tiempos difíciles. Leer la biblia se convirtió en un hábito para mí.

   Un día me sentí muy enojado porque había estado cuatro años en las ligas menores sin ser llamado para jugar en las grandes ligas debido a mi incapacidad para controlar mis lanzamientos. Sin embargo, mientras leía la biblia, aprendí del pacto que Dios hizo con Abraham (Romanos 4.13-25) y decidí hacer también un pacto con Dios. Le pedí al Señor que me permitiera jugar en las Grandes Ligas y, a cambio, le serviría el resto de mi vida.”

“Al día siguiente, inexplicablemente algo cambió en mí. Antes sentía temor y preocupación, pero ahora estaba en paz. Cuando me dieron la oportunidad de jugar, lo hice tan bien que rápidamente fui promocionado a las grandes ligas. Termine ganando diez juegos consecutivo igualando el récord de los mejores lanzadores de mi equipo. Estuve entre los tres candidatos para el premio Cy Young. Fui el primer lanzador en la historia del beisbol en lazar en un juego de la serie mundial fuera de los Estados Unidos. Gane dos series mundiales consecutivas (1992 y 1993 con los Toronto Blue Jays).¡Hice historia!

   “Años después, Dios me recordó del pacto. Aunque estaba financieramente estable (dueño de bienes raíces, inversiones y negocios en los estados Unidos, Canadá y mi país nativo) habían áreas en mi vida que todavía estaban vacías y que yo no podía llenar. Varias veces había confesado a Jesús como mi Señor y Salvador (cuando veía predicadores en la televisión o cuando asistía a reuniones en la capilla de béisbol), pero lo había hecho sólo para quedar bien en frente de otros. Creía en Dios y ayudaba a los pobres y a los necesitados, pero también era un mujeriego atado a la inmoralidad sexual. Me había convencido a mí mismo de estar bien, porque según yo, no le hacía daño a nadie.

   “Entonces decidí limpiar mi vida. Verdaderamente me entregué al Señor y Él comenzó a cambiarme. En años previos estuve casado con el beisbol; me había dedicado 100 por ciento al deporte. Entonces, comencé a orarle a Dios, pidiendo por una esposa; alguien perfecta para mi vida, y Él escucho mi oración. También me liberó de la pornografía, depresión, idolatría, temor decepción, arrogancia, enojo, amargura y falta de perdón. Cambio mi carácter. He aprendido a ser mentor, a ser mejor líder, a tener mayor integridad y a ser más responsable y organizado. Hasta he aprendido a manejar mis finanzas y a cuidar de mi esposa, hijos y hogar. El vacío en mí desapareció, y hoy puedo decir que soy un hombre feliz”

¿ESTÁ USTED EN EL REINO DE DIOS?.

   Dios es el gobernante supremo del universo, incluyendo nuestro mundo, y quiere que seamos participantes activos de su reino, experimentándolo y expandiéndolo en la tierra. “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en el habitan” (Salmos 24.1).

   El problema con el “cristianismo religioso” (no el cristianismo genuino) es que a las personas que lo han experimentado o practicado, sólo se les ha presentado un Cristo “místico” o “histórico”, que además es inalcanzable y que no se relaciona con ellos personalmente. Como resultado, muchos se han convertido en escépticos en todo lo concerniente a Dios y Jesús; por tanto, no pueden experimentar la vida que él les quiere dar. Muchas personas en nuestro mundo se sienten deprimidos, desorientados y perdidos, porque no le encuentran sentido a su existencia. A menudo se desesperan porque quieren tener una vida satisfactoria y con propósito; es tal su consternación que algunos llegan al suicidio.

   Sin embargo, el reino de Dios es una realidad eterna que puede transformar cualquier situación. El reino trae todo lo que cada ser humano necesita: salvación, sanidad, liberación, propósito y prosperidad. Todo esto debe ser experimentado hoy, y debe ser aplicado a cualquier circunstancia que podamos estar pasando.

   Las religiones del mundo no nos pueden dar vida verdadera porque no la tienen. Sólo Jesús, el que resucitó, la puede dar. Nuestra parte consiste en recibirlo en nuestras vidas. La siguiente es la historia de Sandeep J. Khobragade, un hombre de negocios de la india que creía en dioses hindúes, pero cuando necesito un milagro, encontró que sólo Jesús se lo podía conceder.

   “A los 14 años, mi tío me introdujo a la inmoralidad sexual. Esto me llenó de miedo y me llevó a aislarme de mis amigos y familiares. No pude compartir con nadie lo que me había pasado, ni siquiera a mis padres. Me sentía atrapado y desamparado. El tiempo paso, pero por mucho que traté, no pude dejar esa vida de inmoralidad. Busque una solución en ídolos  y astrólogo. Pase tres años estudiando astrología, leyendo horóscopo, y usando rocas astrológicas, mantras y rituales, pero nada funcionó. La astrología proveyó un diagnóstico al problema, pero no me ofreció solución alguna.

   “Mientras tanto, una crisis en el negocio familiar me llevó a los Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades. Allí, Jesús comenzó a revelarse por medio de circunstancias y personas una y otra vez. Era un hindú devoto y huía de los cristianos, pero seguía buscando la verdad y una salida. Por un año, oré a Saibaba (un dios hindú), pero no recibí respuesta. Fue entonces que me encontré con un amigo de mi niñez, en la India, que era cristiano. Dios lo usó para revelarme a Jesús. Cuando reconocí que Jesús es la verdad y que su amor me sigue, comencé a llorar y le entregué mi vida. Lo único que se, es que cuando clamé a Dios, Jesús apareció y me liberó de la inmoralidad sexual e idolatría. Hoy, sé que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Por su gracia soy bendecido y estoy felizmente casado con una mujer maravillosa, y juntos le servimos”.

   Jesús vino a la tierra a cambiar los corazones y vidas de los seres humanos. Comenzó a llamar a los discípulos uno por uno. Transformó sus corazones, mentalidad y estilo de vida por medio de una relación personal con Él. No les hizo falsas promesas ni los forzó  a creer. Fue un ejemplo, y demostró el poder, justicia, gracia y misericordia de Dios. Mientras sus discípulos eran inspirados por su vida y enseñanzas, ellos comenzaban a anhelar ser más como Él. Hoy en día, Jesús nos llama a ser sus discípulos, sin importar quienes somos o cuan difíciles son nuestras circunstancias. Él quiere transformarnos, de manera que podamos llegar a ser todo lo que Dios nuestro creador tiene destinado que seamos.

   Jesús nos ofrece el reino de Dios –no una religión – Él les dijo a sus discípulos, “no temáis manada pequeña, porque a nuestro padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12.32), “y buscad el Reino de Dios”(Lucas 12.31).

   También le enseño a la gente, “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1.15)

   ¿Ha estado solamente siguiendo las reglas y rituales de una religión, o tiene usted una relación con el Cristo vivo? Él entregó hasta la última gota de sangre en la cruz por el amor a la humanidad, y está llamando a la gente de todas las naciones, razas, religiones y condiciones sociales en el mundo, a que vayamos hacia Él.

   Querido amigo, creer en Jesús vivo y recibirlo puede ser costoso para usted. Algunos seguidores de Jesús han sido rechazados por su familia o perseguidos por su comunidad o gobierno. En algunos casos les ha costado la vida. Sin embargo, hay muchos seguidores de otras religiones que están dispuestos a morir por algo que no tiene poder para transformarlos ni para darles vida eterna. Mi pregunta es ¿Está dispuesto a sufrir o a entregar su vida por lo que es real y verdadero?

   Saulo de Tarso se convirtió en creyente de Jesús, fue rechazado por muchos en su cultura. Pero a causa de que su corazón y su vida habían sido transformados, pudo declarar confiadamente:

   Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque está leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2Corintios 4. 16-18)

   ¿Por qué creer en Jesús? Porque Él le ofrece vida eterna y real.

   La siguiente oración le puede ayudar a encontrar las palabras adecuadas para aceptar la invitación de Jesús de ir hacia Él. No tiene que decir estas palabras exactamente como están escritas. Puede decir la oración en sus propias palabras, siempre y cuando hable con Dios con un corazón sincero y con el deseo de vivir para Él. No se está uniendo a una religión, sino que está entrando en el reino de Dios y comenzando una relación eterna con el Jesús vivo.

Amado Padre Celestial creo que Jesús murió por mí en la cruz y que fue resucitado de entre los muertos. Confieso que Él es mi Señor y mi Salvador. Me arrepiento de todas las cosas malas que he pensado, dicho y hecho. Me aparto de ellas, de manera que puedo volver hacia Ti y a todo lo que tú quieres para mi vida. Te doy gracias porque prometiste entrar a mi corazón y transformarle. Gracias porque ahora “he nacido de nuevo” y he entrado en Tú reino. Úsame Señor para expandir tu reino en la tierra. ¡Amén!
   Ahora que ha orado para recibir a Jesús, busque a un grupo de creyentes que siguen a Jesús resucitado, al que vive y hoy sigue transformando vidas, sanando y haciendo milagros. Pídale a Dios que intervenga en sus circunstancias y confíe que Él le traerá sanidad y liberación, de la misma forma como las que experimentaron las personas cuyas historias usted ha estado sigiendo anteriormente. Lea y estudie la Biblia, pidiéndole al Espíritu Santo de Dios que le ayude a creer en el entendimiento de lo que significa vivir una vida con Jesús, que no sea "religiosa" sino que esté ¡llena de Su vitalidad, amor y poder!
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 40 - 46

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