Una gran cantidad de personas en el mundo
pertenecen a una religión en particular o suscriben ciertas creencias
religiosas. Con frecuencia participan en actividades religiosas porque
sinceramente desean hallar sentido, dirección y consuelo para sus vidas. Aunque
algunos no crean en la existencia de un ser supremo, o no apoyan forma alguna
de religión, la mayoría de gente con creencias religiosas entienden que sus
vidas poseen un aspecto espiritual. Saben que hay mucho más por conocer, que
aquello que puede ser captado a través de nuestros sentidos físicos.
La religión puede definirse como un sistema
de creencias en relación con la realidad última y el sentido de la vida. A
menudo, incluye rituales, reglas y directrices acerca de cómo debe vivir. En
algunos países se practican muchas religiones, y cada religión tiene sus
creencias específicas, patrones de comportamiento prescritos, liturgias y más.
La religión tiene que ver con conceptos tales como: la existencia y la naturaleza
de un ser superior (Dios o dioses), vida y muerte, el bien y el mal, el
comportamiento moral y el inmoral (pecado) y sus consecuencias, la vida después
de la muerte, lo sobrenatural, las sagradas escrituras y la teología.
¿PUEDE
UNA RELIGIÓN SEPARARSE DE SU FUNDADOR?
Por lo general, una religión es establecida
en las creencias y obras de su fundador. Sin embargo, si posteriormente
tuviéramos que remover de la religión a la persona que fundó ese sistema de
creencias, ésta todavía podría existir y funcionar. Por ejemplo, una persona
puede ser budista sin Buda o ser musulmana sin Mahoma. Estos dos fundadores
religiosos murieron siglos atrás y no necesitan estar presentes para que la
gente siga sus filosofías e ideas particulares.
Muchas personas consideran que Jesús es el
fundador de una religión: el cristianismo. Un gran número de ellas en mayor o
menor medida, creen o siguen sus enseñanzas. Pueden pertenecer a una
denominación o iglesia que corresponde a la categoría religiosa llamada
“cristianismo”. Sin embargo, el propósito de Jesús al venir a la tierra no fue
establecer una religión o simplemente añadir sus enseñanzas a las creencias de
otras religiones. Él vino a ofrecerse a sí mismo como nuestro Salvador. Como
consecuencia, si quitamos a Jesús del cristianismo, el cristianismo dejaría de
existir como una realidad. Sin Jesús vivo, lo que queda es sólo una “religión”
llamada cristianismo, que es sólo una apariencia de la realidad.
El verdadero cristianismo no sólo consiste
en simplemente estar de acuerdo o seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús.
Claro, seguir sus enseñanzas y ejemplo traen algún beneficio a la vida de las
personas, pero no basta para transformarlas
de adentro hacia afuera; no es suficiente para hacer frente a sus
problemas fundamentales y necesidades; tampoco es suficiente para ser
eternamente eficaces. Sólo una relación con Jesús puede satisfacer esas
necesidades.
No es lo mismo creer en
Jesús que unirse a una religión.
Ninguna religión puede satisfacer las
necesidades que tiene el ser humano de hallar sentido, dirección y consuelo,
porque la religión sólo puede llegar hasta cierto punto.
Exploremos algunas formas según las cuales, creer en Jesús es diferente a pertenecer o seguir una religión.
Exploremos algunas formas según las cuales, creer en Jesús es diferente a pertenecer o seguir una religión.
1-. Los fundadores religiosos
fueron seres humanos, pero Jesús fue Dios hecho carne.
Por lo general, los fundadores de las
diversas religiones fueron hombres y mujeres que creyeron haber recibido algún
tipo de iluminación espiritual o intuición filosofíca. Aunque algunos de sus
seguidores reclaman que sus líderes eran divinos, la mayoría de esos fundadores
no reclamaron eso para sí mismos. Sin embargo, Jesús claramente afirmo que Él
era Dios. Aunque nunca busco la adoración de la gente, la aceptó porque le
pertenecía.
Entonces los que estaban en la barca
vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres hijo de Dios (Mateo
14.33).
Cuando llegaban ya cerca de la bajada del
Monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó
alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor; paz en los cielos, y
gloria en las alturas! Entonces algunos fariseos de entre la multitud le
dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él respondiendo, les dijo: Os digo
que si éstos callaran, las piedras clamarían (Lucas 19.37-40).
Jesús no sólo era un profeta, un gran
maestro o un hombre excepcional; Él es Dios hecho carne. Por tanto, una
diferencia central entre Jesús y cualquier otro fundador de alguna religión es
que los fundadores sólo eran seres humanos, pero Jesús era – y es – divino.
2-. Los fundadores
religiosos están muertos y enterrados, pero Jesús fue levantado de entre los
muertos.
Los fundadores de las religiones que la
gente sigue están muertos o algún día morirán. Sin embargo, la creencia genuina
en Jesucristo se basa no sólo en Jesús como un maestro que vivió hace más de
dos mil años, sino en la persona viva de Jesús. Esto depende del hecho de que
después que Jesús fue condenado a muerte en una cruz romana, fue resucitado de
entre los muertos y hoy todavía está vivo. Los que han recibido a Jesús
reconocen que después de haber pagado el precio para liberar a la humanidad de
toda la opresión espiritual, física, mental y emocional, Él conquisto la muerte
y fue resucitado antes de regresar al cielo con Dios el Padre. Jesús tiene la
capacidad de darnos vida eterna, porque Él es vida, y porque derrotó la muerte
para siempre. Y aquel que lo recibe también algún día será físicamente resucitado
para vivir juntamente con Él por la eternidad. En las escrituras leemos lo
siguiente:
Más ahora Cristo a resucitado de entre los
muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte
entro por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados
(1Corintios 15.20-22).
Ningún otro sistema de creencias o de
religión requiere que sus seguidores crean en la resurrección de su fundador.
Además, ninguna otra fue fundada en el hecho de que su líder entregó su vida
por sus seguidores, aun antes de ellos conocerlo, o de decidir creer en él y
aceptar su amor y sacrificio.
Cuando una persona recibe al Cristo
resucitado, entra en una relación personal con Él y comienza a entender y
seguir las enseñanzas de Jesús de manera que antes no le eran posibles, porque
han experimentado una transformación interna que incluye una nueva naturaleza y
el regalo del Espíritu de Dios viviendo en ella.
Cuando el creyente sigue las enseñanzas de
Jesús y obedece sus mandamientos, esto es el reflejo de su devoción hacia Él,
no el resultado de un simple deber religioso (Juan 14:15,23-24).
Como
hemos señalado, algunas personas que carecen de una relación vital con Jesús se
esfuerzan por seguir sus enseñanzas. Quizá se llamen así mismo “cristianos” y
hasta pueden pertenecer a una iglesia o denominación “cristiana”. Quizá desean
amar a Dios y ayudar a otras personas. Sin embargo, el elemento esencial de su
conexión con el Jesús vivo no forma parte de sus vidas. Ellos simplemente
aceptan ciertas enseñanzas, ideas y tradiciones conectadas con Jesús o siguen
un sistema de principios y leyes morales. Como consecuencia, se envuelven en
una religión que, contienen algunos buenos aspectos, no manifiesta la realidad
ni el poder de un verdadero cristiano.
Muchas personas están en esta condición hoy
en día. Su situación puede ser descrita en la siguiente declaración de un
escritor bíblico: “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de
ella”(Timoteo 3.5). Esto no necesariamente significa que ellos niegan el poder
de Cristo activamente o con conocimiento – es posible que hasta estén consternado
por esa idea- . Sin embargo, sí significa que ellos no tienen la vida, el poder
y la presencia de Jesús en ellos. Sólo tienen la apariencia de una fe genuina,
mientras viven conforme a rituales o principios externos.
Desafortunadamente, si la persona viva de
Jesús fuera removida de muchas personas que dicen creer en Él, esto no
alteraría la forma como llevan su vida diaria. Esto es porque no están
dependiendo activamente de Su presencia, ayuda o poder, y mucho menos su
sacrificio en la cruz, el cual fue hecho para reconciliarlos con Dios. Para
ellos, seguir a Cristo casi siempre significa ir a servicios religiosos y
seguir ciertas costumbres. Quizás traten de observar algunas reglas y
reglamentos, empeñándose en ser lo suficientemente buenos para Dios en sus
propias fuerzas y por medio de buenas obras, sin entender que están
sustituyendo la fe vital de Jesús por una religión.
Muchas personas que siguen una religión
hacen buenas obras, y tales obras son dignas de elogio. Todos debemos ayudar a
quienes son pobres, a los que están heridos y destituidos. Es más, Jesús nos
dijo que si verdaderamente creemos en Él, ayudemos a otros, y que eso sería
como si estuviéramos ayudándolo a él mismo. Jesús expreso:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer;
tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve
desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis
a mí…De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeño, a mí lo hicisteis (Mateo 25:35-36,40).
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 29 - 34
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