lunes, 4 de marzo de 2019

¿RELIGIÓN O RELACIÓN?. Parte I



   Una gran cantidad de personas en el mundo pertenecen a una religión en particular o suscriben ciertas creencias religiosas. Con frecuencia participan en actividades religiosas porque sinceramente desean hallar sentido, dirección y consuelo para sus vidas. Aunque algunos no crean en la existencia de un ser supremo, o no apoyan forma alguna de religión, la mayoría de gente con creencias religiosas entienden que sus vidas poseen un aspecto espiritual. Saben que hay mucho más por conocer, que aquello que puede ser captado a través de nuestros sentidos físicos.

   La religión puede definirse como un sistema de creencias en relación con la realidad última y el sentido de la vida. A menudo, incluye rituales, reglas y directrices acerca de cómo debe vivir. En algunos países se practican muchas religiones, y cada religión tiene sus creencias específicas, patrones de comportamiento prescritos, liturgias y más. La religión tiene que ver con conceptos tales como: la existencia y la naturaleza de un ser superior (Dios o dioses), vida y muerte, el bien y el mal, el comportamiento moral y el inmoral (pecado) y sus consecuencias, la vida después de la muerte, lo sobrenatural, las sagradas escrituras y la teología.

¿PUEDE UNA RELIGIÓN SEPARARSE DE SU FUNDADOR?

   Por lo general, una religión es establecida en las creencias y obras de su fundador. Sin embargo, si posteriormente tuviéramos que remover de la religión a la persona que fundó ese sistema de creencias, ésta todavía podría existir y funcionar. Por ejemplo, una persona puede ser budista sin Buda o ser musulmana sin Mahoma. Estos dos fundadores religiosos murieron siglos atrás y no necesitan estar presentes para que la gente siga sus filosofías e ideas particulares.

   Muchas personas consideran que Jesús es el fundador de una religión: el cristianismo. Un gran número de ellas en mayor o menor medida, creen o siguen sus enseñanzas. Pueden pertenecer a una denominación o iglesia que corresponde a la categoría religiosa llamada “cristianismo”. Sin embargo, el propósito de Jesús al venir a la tierra no fue establecer una religión o simplemente añadir sus enseñanzas a las creencias de otras religiones. Él vino a ofrecerse a sí mismo como nuestro Salvador. Como consecuencia, si quitamos a Jesús del cristianismo, el cristianismo dejaría de existir como una realidad. Sin Jesús vivo, lo que queda es sólo una “religión” llamada cristianismo, que es sólo una apariencia de la realidad.

   El verdadero cristianismo no sólo consiste en simplemente estar de acuerdo o seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Claro, seguir sus enseñanzas y ejemplo traen algún beneficio a la vida de las personas, pero no basta para transformarlas  de adentro hacia afuera; no es suficiente para hacer frente a sus problemas fundamentales y necesidades; tampoco es suficiente para ser eternamente eficaces. Sólo una relación con Jesús puede satisfacer esas necesidades.

No es lo mismo creer en Jesús que unirse a una religión.

   Ninguna religión puede satisfacer las necesidades que tiene el ser humano de hallar sentido, dirección y consuelo, porque la religión sólo puede llegar hasta cierto punto.

    Exploremos algunas formas según las cuales, creer en Jesús es diferente a pertenecer o seguir una religión.
1-. Los fundadores religiosos fueron seres humanos, pero Jesús fue Dios hecho carne.
   Por lo general, los fundadores de las diversas religiones fueron hombres y mujeres que creyeron haber recibido algún tipo de iluminación espiritual o intuición filosofíca. Aunque algunos de sus seguidores reclaman que sus líderes eran divinos, la mayoría de esos fundadores no reclamaron eso para sí mismos. Sin embargo, Jesús claramente afirmo que Él era Dios. Aunque nunca busco la adoración de la gente, la aceptó porque le pertenecía.
   Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres hijo de Dios (Mateo 14.33).

   Cuando llegaban ya cerca de la bajada del Monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor; paz en los cielos, y gloria en las alturas! Entonces algunos fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían (Lucas 19.37-40).

   Jesús no sólo era un profeta, un gran maestro o un hombre excepcional; Él es Dios hecho carne. Por tanto, una diferencia central entre Jesús y cualquier otro fundador de alguna religión es que los fundadores sólo eran seres humanos, pero Jesús era – y es – divino.

2-. Los fundadores religiosos están muertos y enterrados, pero Jesús fue levantado de entre los muertos.
   Los fundadores de las religiones que la gente sigue están muertos o algún día morirán. Sin embargo, la creencia genuina en Jesucristo se basa no sólo en Jesús como un maestro que vivió hace más de dos mil años, sino en la persona viva de Jesús. Esto depende del hecho de que después que Jesús fue condenado a muerte en una cruz romana, fue resucitado de entre los muertos y hoy todavía está vivo. Los que han recibido a Jesús reconocen que después de haber pagado el precio para liberar a la humanidad de toda la opresión espiritual, física, mental y emocional, Él conquisto la muerte y fue resucitado antes de regresar al cielo con Dios el Padre. Jesús tiene la capacidad de darnos vida eterna, porque Él es vida, y porque derrotó la muerte para siempre. Y aquel que lo recibe también algún día será físicamente resucitado para vivir juntamente con Él por la eternidad. En las escrituras leemos lo siguiente:

   Más ahora Cristo a resucitado de entre los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entro por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados (1Corintios 15.20-22).

   Ningún otro sistema de creencias o de religión requiere que sus seguidores crean en la resurrección de su fundador. Además, ninguna otra fue fundada en el hecho de que su líder entregó su vida por sus seguidores, aun antes de ellos conocerlo, o de decidir creer en él y aceptar su amor y sacrificio.

   Cuando una persona recibe al Cristo resucitado, entra en una relación personal con Él y comienza a entender y seguir las enseñanzas de Jesús de manera que antes no le eran posibles, porque han experimentado una transformación interna que incluye una nueva naturaleza y el regalo del Espíritu de Dios viviendo en ella.

   Cuando el creyente sigue las enseñanzas de Jesús y obedece sus mandamientos, esto es el reflejo de su devoción hacia Él, no el resultado de un simple deber religioso (Juan 14:15,23-24).

   Como hemos señalado, algunas personas que carecen de una relación vital con Jesús se esfuerzan por seguir sus enseñanzas. Quizá se llamen así mismo “cristianos” y hasta pueden pertenecer a una iglesia o denominación “cristiana”. Quizá desean amar a Dios y ayudar a otras personas. Sin embargo, el elemento esencial de su conexión con el Jesús vivo no forma parte de sus vidas. Ellos simplemente aceptan ciertas enseñanzas, ideas y tradiciones conectadas con Jesús o siguen un sistema de principios y leyes morales. Como consecuencia, se envuelven en una religión que, contienen algunos buenos aspectos, no manifiesta la realidad ni el poder de un verdadero cristiano.

   Muchas personas están en esta condición hoy en día. Su situación puede ser descrita en la siguiente declaración de un escritor bíblico: “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”(Timoteo 3.5). Esto no necesariamente significa que ellos niegan el poder de Cristo activamente o con conocimiento – es posible que hasta estén consternado por esa idea- . Sin embargo, sí significa que ellos no tienen la vida, el poder y la presencia de Jesús en ellos. Sólo tienen la apariencia de una fe genuina, mientras viven conforme a rituales o principios externos.

   Desafortunadamente, si la persona viva de Jesús fuera removida de muchas personas que dicen creer en Él, esto no alteraría la forma como llevan su vida diaria. Esto es porque no están dependiendo activamente de Su presencia, ayuda o poder, y mucho menos su sacrificio en la cruz, el cual fue hecho para reconciliarlos con Dios. Para ellos, seguir a Cristo casi siempre significa ir a servicios religiosos y seguir ciertas costumbres. Quizás traten de observar algunas reglas y reglamentos, empeñándose en ser lo suficientemente buenos para Dios en sus propias fuerzas y por medio de buenas obras, sin entender que están sustituyendo la fe vital de Jesús por una religión.

   Muchas personas que siguen una religión hacen buenas obras, y tales obras son dignas de elogio. Todos debemos ayudar a quienes son pobres, a los que están heridos y destituidos. Es más, Jesús nos dijo que si verdaderamente creemos en Él, ayudemos a otros, y que eso sería como si estuviéramos ayudándolo a él mismo. Jesús expreso:

   Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí…De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeño, a mí lo hicisteis (Mateo 25:35-36,40).

   Sin embargo, no importa cuántas buenas obras hagamos; esas obras son insuficientes para reconciliarnos con Dios y permitirnos tener una relación verdadera con Él. Por ejemplo, nunca pueden borrar nuestros pecados ni lo malo que hacemos o decimos. Sólo un sacrificio libre de pecado puede hacer eso. Jesús tuvo una naturaleza sin pecado y Él nunca pecó; por eso pudo pagar el precio por nosotros en la cruz. Únicamente cuando aceptamos su sacrificio por nosotros es que podemos ser reconciliados con Dios.
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 29 - 34

No hay comentarios:

Publicar un comentario