jueves, 16 de agosto de 2018

BASES PARA OPERAR LEGALMENTE. Parte II

4-. El principio de la honra.
   Cuando Jesús le enseño a sus discípulos a orar, el primer principio que les comunicó fue el de la honra: “…santificado sea el nombre…” la palabra “santificado” significa “honrado”. El principio de la honra activa la ley del intercambio del Reino; es un intercambio entre Dios y el hombre, por el cual cuando lo honramos, a cambio Él nos da autoridad. Por eso dice: “…yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1Samuel 2.30). En otras palabras, cuando no hay honra, Dios no nos puede confiar su autoridad. Así funciona también con lasd autoridades que Él ha establecido en la tierra. Si no las honramos, no nos pueden delegar de su autoridad.

COMO ROMPER LA MALDICIÓN QUE PROVOCA LA FALTA DE SUJECIÓN A LA AUTORIDAD.

   La condenación representa una cárcel en la cual la persona estará, hasta que se arrepienta. Es allí donde usted entra en un ciclo, donde parece que las cosas se ponen mejor pero luego siempre empeoran. El pecado contra la autoridad le recuerda a Dios lo que Satanás hizo en el cielo. Por tanto, la maldición provocada por la falta de sumisión a la autoridad se rompe cuando la persona toma responsabilidad, se arrepiente de resistir la autoridad, de rebeldía y falta de humildad. Si el Espíritu Santo le está trayendo convicción ahora mismo, no deje pasar la oportunidad de alinearse con este principio de Reino. Tal vez esté frente a la causa de su enfermedad, pobreza, tormento, miedo, escasez, desunión familiar, etcétera; en este caso, el arrepentirse y renunciar a la rebelión hará que se active el poder de Dios y venza toda circunstancia adversa.

EJEMPLOS DEL EJERCICIO DEL PODER Y LA AUTORIDAD.

   Dios nos ha dado autoridad para ejercer su poder sobrenatural de manera legal en la tierra, para deshacer o destruir las obras del diablo. Cuando Jesús envió a una parte de sus discípulos por las casas de dos en dos, “volvieron los setenta con gozo, diciendo: señor aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lucas 10.17). Los discípulos estaban asombrados porque, hasta entonces, sólo habían visto que Jesucristo tenía potestad sobre los demonios. Lo cierto es que los demonios deben sujetarse a nosotros como a Cristo, porque se trata de la misma autoridad y el mismo poder. Cristo nos dijo que, en su nombre, podríamos hacer lo mismo que Él hizo. Jesús sujetó al diablo a nosotros; si no está sujeto, entonces nosotros tendríamos que derrotarlo; pero como ya lo está, nuestro trabajo es subyugarlo y echarlo fuera. “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios…” (Marcos 16.17). Y esto se hace con la autoridad y el poder delegado por Dios.

   Moisés y Aarón, todas las veces que fueron hablar con el Faraón, llevaban una vara en la mano. La vara representa la autoridad; significa que no podemos gobernar con una brocha, sino con una vara de autoridad. En distintos momentos, Moisés tuvo que tirar su vara o extenderla – según Jehová le ordenara. Cuando se presentó ante Faraón, tuvo que lidiar con el hombre fuerte, el espíritu que dominaba allí, el cual era representado por la cobra. En la cultura egipcia la cobra era el símbolo del principado o dominio y el emblema del Faraón, y un dios al cual adoraban. Cuando Faraón les requirió un milagro para demostrar el poder de Jehová, Moisés tiro la vara de Aarón (el sacerdote) y ésta se convirtió en culebra, y devoró las varas de los sacerdotes y hechiceros del Faraón, que también se habían convertido en culebras. Allí Moisés estaba estableciendo su autoridad y atando al hombre fuerte. Después de eso, pudo entrar y salir de casa del Faraón libremente. Nunca la pudieron tocar. Él representaba un gobierno diferente, el del Dios todopoderoso. Éste es el principio por el cual, muchos hoy en día reprenden demonios pero no los pueden echar fuera porque noven su autoridad de gobierno en el mundo espiritual.

   Otro claro ejemplo fue cuando los israelitas llegaron al mar rojo y los egipcios venían a matarlos. Moisés comenzó a clamar a Dios pero Él le respondió “… ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo…” (Éxodo 14. 15-16). Lo que Dios quería era que usará la autoridad y el poder que ya le había dado. A veces, nuestras oraciones no son respondidas porque pedimos en lugar de decretar, desde la posición de autoridad espiritual de lo que Dios ya ha hecho.


   El profeta Eliseo, cuando recibió la autoridad que descansaba sobre Elías, tiró el manto sobre el Jordán y éste se abrió (2Reyes 2.13). De inmediato, Eliseo comenzó a caminar en un nivel de autoridad y poder mayor. El manto representa la unción o poder que respalda la autoridad.


   Estando Pablo y Silas en la ciudad de Filipos, el libro de los hechos relata: “Aconteció que mientras íbamos a la adoración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces diciendo: Estos hombres son siervos del Dios altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora” (Hechos 16.16-18). Pablo usó la autoridad que le había sido delegada para ejercer el poder y echar fuera al demonio de adivinación que operaba en aquella joven. De inmediato, el demonio huyó.


   Recuerdo, hace poco, durante una cruzada para demostrar el poder sobrenatural de Dios en México, hice la siguiente oración: “Padre, Yo sé que tu palabra no vuelve vacía. Ahora, en el nombre de Jesús, en la autoridad de Jesús, en su lugar y voluntad, ordeno a todo espíritu de enfermedad que salga de los cuerpos, ¡ahora! Entre todos los milagros que sucedieron a partir de esa oración, me impactó el de una mujer que se paró de su silla de ruedas. María de los Ángeles había sido diagnosticada con cáncer de útero. Además la mitad de su corazón no funcionaba correctamente; tanto así que vivía conectada a un tanque de oxígeno, día y noche. No podía vivir sin eso. Durante la cruzada, luego de ponerse de pie por el poder de Dios, se desconectó del tanque de oxígeno y pasó caminando desde el fondo de aquel enorme salón hasta la plataforma, para testificar. Subió diez escalones sola, respirando normal; una vez arriba, empujó su silla de ruedas dando vueltas por toda la plataforma, ¡dando gloria a Dios! Sus palabras fueron: “cada minuto que pasa me siento mejor y mejor. Antes estaba muy débil, no podía respirar, ni caminar porque me quedaba sin aire. Ahora, a medida que pasa el tiempo me siento cada vez mejor y siento que estoy recuperando mis fuerzas”. Con la autoridad de Cristo y el poder sobrenatural reprendí al espíritu de enfermedad y esta mujer, desahuciada por los médicos, ¡fue sana en un instante!
Guillermo Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo. Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 66- 70

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