4-. El principio de
la honra.
Cuando Jesús le enseño a sus discípulos a
orar, el primer principio que les comunicó fue el de la honra: “…santificado
sea el nombre…” la palabra “santificado” significa “honrado”. El principio de
la honra activa la ley del intercambio del Reino; es un intercambio entre Dios
y el hombre, por el cual cuando lo honramos, a cambio Él nos da autoridad. Por
eso dice: “…yo honraré a los que me honran, y los que
me desprecian serán tenidos en poco” (1Samuel 2.30). En otras palabras, cuando
no hay honra, Dios no nos puede confiar su autoridad. Así funciona también con
lasd autoridades que Él ha establecido en la tierra. Si no las honramos, no nos
pueden delegar de su autoridad.
COMO ROMPER LA
MALDICIÓN QUE PROVOCA LA FALTA DE SUJECIÓN A LA AUTORIDAD.
La condenación representa una cárcel en la
cual la persona estará, hasta que se arrepienta. Es allí donde usted entra en
un ciclo, donde parece que las cosas se ponen mejor pero luego siempre
empeoran. El pecado contra la autoridad le recuerda a Dios lo que Satanás hizo
en el cielo. Por tanto, la maldición provocada por la falta de sumisión a la
autoridad se rompe cuando la persona toma responsabilidad, se arrepiente de
resistir la autoridad, de rebeldía y falta de humildad. Si el Espíritu Santo le
está trayendo convicción ahora mismo, no deje pasar la oportunidad de alinearse
con este principio de Reino. Tal vez esté frente a la causa de su enfermedad, pobreza,
tormento, miedo, escasez, desunión familiar, etcétera; en este caso, el
arrepentirse y renunciar a la rebelión hará que se active el poder de Dios y
venza toda circunstancia adversa.
EJEMPLOS DEL
EJERCICIO DEL PODER Y LA AUTORIDAD.
Dios nos ha dado autoridad para ejercer su
poder sobrenatural de manera legal en la tierra, para deshacer o destruir las
obras del diablo. Cuando Jesús envió a una parte de sus discípulos por las
casas de dos en dos, “volvieron los setenta con gozo, diciendo: señor aun los
demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lucas 10.17). Los discípulos estaban
asombrados porque, hasta entonces, sólo habían visto que Jesucristo tenía
potestad sobre los demonios. Lo cierto es que los demonios deben sujetarse a
nosotros como a Cristo, porque se trata de la misma autoridad y el mismo poder.
Cristo nos dijo que, en su nombre, podríamos hacer lo mismo que Él hizo. Jesús
sujetó al diablo a nosotros; si no está sujeto, entonces nosotros tendríamos
que derrotarlo; pero como ya lo está, nuestro trabajo es subyugarlo y echarlo
fuera. “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera
demonios…” (Marcos 16.17). Y esto se hace con la autoridad y el poder delegado
por Dios.
Otro claro ejemplo fue cuando los israelitas
llegaron al mar rojo y los egipcios venían a matarlos. Moisés comenzó a clamar
a Dios pero Él le respondió “… ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel
que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo…”
(Éxodo 14. 15-16). Lo que Dios quería era que usará la autoridad y el poder que
ya le había dado. A veces, nuestras oraciones no son respondidas porque pedimos
en lugar de decretar, desde la posición de autoridad espiritual de lo que Dios
ya ha hecho.
El profeta Eliseo, cuando recibió la
autoridad que descansaba sobre Elías, tiró el manto sobre el Jordán y éste se
abrió (2Reyes 2.13). De inmediato, Eliseo comenzó a caminar en un nivel de
autoridad y poder mayor. El manto representa la unción o poder que respalda la
autoridad.
Estando Pablo y Silas en la ciudad de
Filipos, el libro de los hechos relata: “Aconteció que mientras íbamos a la
adoración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de
adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo
a Pablo y a nosotros, daba voces diciendo: Estos hombres son siervos del Dios
altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por
muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te
mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma
hora” (Hechos 16.16-18). Pablo usó la autoridad que le había sido delegada
para ejercer el poder y echar fuera al demonio de adivinación que operaba en
aquella joven. De inmediato, el demonio huyó.
Recuerdo, hace poco, durante una cruzada
para demostrar el poder sobrenatural de Dios en México, hice la siguiente
oración: “Padre, Yo sé que tu palabra no vuelve vacía. Ahora, en el nombre de
Jesús, en la autoridad de Jesús, en su lugar y voluntad, ordeno a todo espíritu
de enfermedad que salga de los cuerpos, ¡ahora! Entre todos los milagros que
sucedieron a partir de esa oración, me impactó el de una mujer que se paró de
su silla de ruedas. María de los Ángeles había sido diagnosticada con cáncer de
útero. Además la mitad de su corazón no funcionaba correctamente; tanto así que
vivía conectada a un tanque de oxígeno, día y noche. No podía vivir sin eso.
Durante la cruzada, luego de ponerse de pie por el poder de Dios, se desconectó
del tanque de oxígeno y pasó caminando desde el fondo de aquel enorme salón
hasta la plataforma, para testificar. Subió diez escalones sola, respirando
normal; una vez arriba, empujó su silla de ruedas dando vueltas por toda la
plataforma, ¡dando gloria a Dios! Sus palabras fueron: “cada minuto que pasa me
siento mejor y mejor. Antes estaba muy débil, no podía respirar, ni caminar
porque me quedaba sin aire. Ahora, a medida que pasa el tiempo me siento cada
vez mejor y siento que estoy recuperando mis fuerzas”. Con la autoridad de
Cristo y el poder sobrenatural reprendí al espíritu de enfermedad y esta mujer,
desahuciada por los médicos, ¡fue sana en un instante!
Guillermo
Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo.
Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 66- 70
No hay comentarios:
Publicar un comentario