sábado, 11 de agosto de 2018

BASES PARA OPERAR LEGALMENTE. Parte I



   Todos los hijos de Dios tenemos el poder que Cristo conquistó y nos dio, pero necesitamos estar seguros de tener también la autoridad para operarlo; de estar alineados y cumpliendo los requisitos para ejercer ese poder legalmente. En Dios, todo funciona bajo una cadena de autoridad, obediencia, responsabilidad y sentido eterno. Veamos cuáles son las bases para ejercer la autoridad espiritual y operar el poder sobrenatural de manera legal:


1-. La ley de la sumisión.

   “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”(Santiago 4.7). Aquí vemos que, para que el diablo huya, debemos cumplir dos condiciones: someternos a Dios y resistir al diablo. La falta de sumisión o desobediencia es una condición del corazón por la cual éste se vuelve impersuasible. No da  su brazo a torcer, no se somete ni obedece. La persona cuyo corazón se encuentra en dichas condiciones, no puede operar el poder sobrenatural legalmente, con la autoridad delegada de Dios. Quien no se sujeta a autoridad no puede ejercer autoridad, porque vivir bajo autoridad significa vivir bajo sumisión; no existe alternativa.


   Una de las razones es que cuando uno se enfrenta al enemigo, no puede ir ni en su propio nombre ni de sí mismo: debe ir bajo la cobertura y con el respaldo del Reino al que pertenece, porque en caso de contraataque no está solo. La cobertura de la autoridad es como una sombrilla que nos guarda y donde el enemigo no nos puede tocar. Mucha gente no quiere someterse porque ve la sujeción como un control y manipulación sobre su vida; pero en realidad, es todo lo contrario. Es una protección. Entonces, la duración del poder está basada en la sumisión a la autoridad original y a la autoridad delegada. Recuerde que Dios no se compromete con poder y autoridad en un estado de rebelión. Mientras usted no esté en sumisión, no tendrá autoridad de Dios.


   Los religiosos del tiempo de Cristo, al verlo echar fuera demonios y el poder con que se movía, entendían que alguien lo había autorizado hacerlo y, le preguntaron: “…¿Con qué autoridad hace esas cosas, y quién te dio autoridad…? (Marcos 11.28). Era como preguntarle: “¿Quién te autorizó?, ¿Quién te dio permiso? O, ¿Quién te respalda?” Ellos no le preguntaron con qué poder lo hacía, sino con qué autoridad, porque entendían este principio. Cristo operó como un hombre bajo autoridad, murió bajo autoridad y por eso, Dios lo resucitó de los muertos. Él tomó el camino de la humildad para someterse a la autoridad del Padre; eligió la sumisión como estilo de vida porque tenía revelación de cómo ejercer la autoridad genuina y todo el poder del Espíritu Santo, “y aunque era hijo, por lo que padeció, aprendió la obediencia”(Hebreos 5.8). Su madurez le permitió entender cuál era el camino correcto. Por todo eso y más, Jesús es nuestro mejor ejemplo de humildad y sumisión; es más, es nuestro camino al Reino por eso mismo.


2-.El principio de la Posición como hijos de Dios.

   El poder y la autoridad de Dios no se basan en el conocimiento, experiencia, personalidad, visión, don, edad, sino en la posición como hijos; porque la clave está en que “…a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”(Juan 1.12). Antes de ejercer autoridad debemos establecer nuestra posición en Cristo; desde allí vamos a vivir, caminar y operar. Él operó su autoridad desde su posición revelada de hijo de Dios. Satanás conoce este principio, y por eso una de las áreas que más ataca en todo ser humano, aun cristianos, es el área de la identidad y la paternidad, tanto natural como espiritual. Él sabe que un cristiano que tiene revelación de su identidad, de quién es como hijo de Dios, podrá utilizar la autoridad legal y el poder sobrenatural para destruir sus obras y echarlos fuera de su vida, de su familia, de su iglesia, y de todo territorio que Dios le haya asignado. Es decir, hará con él lo mismo que hizo Jesús. Un creyente establecido en su posición en el mundo espiritual representa el mayor peligro para el diablo y sus planes.


   Los hijos tienen poder, autoridad, privilegios, herencia, y pueden actuar en lugar del Padre. Si usted sabe quién es como hijo, se moverá bajo autoridad y con autoridad, por lo que le ha sido revelado, no por lo que siente. Como hijos de un Dios compasivo, debemos tener compasión de la gente, de su dolor, pero odio hacia el diablo y sus obras. Cuando usted ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia, entra en un lugar y al ver a alguien enfermo, deprimido, alcohólico, no lo puede soportar. Así como le sucedió a Jesús, siente compasión por la persona y una ira contra Satanás y sus obras; por tanto, tomará autoridad y traerá liberación y sanidad, porque es un hijo de Dios que conoce su posición y vive bajo autoridad. Aquello que odiamos es la evidencia de nuestro amor a Dios y de nuestra posición de hijos. La autoridad de Dios es revelación y convicción de su identidad y propósito.


3-. El principio de la asociación.

    Por otra parte, la autoridad se puede ejercer por medio de la asociación. Cuando usted entra en una relación o se pone bajo la cobertura de alguien con autoridad original, accede a otra dimensión de autoridad, porque tiene el mismo acceso. Si está bajo mi cobertura, tendrá acceso a mi dimensión. No significa que es igual en autoridad, pero sí que tiene el mismo acceso tanto en lo natural como en lo espiritual, yo siempre llevo a mis hijos conmigo. Donde yo entro, mis hijos entran; lo que yo hago mis hijos hacen; donde yo voy, mis hijos van y lo que yo tengo, mis hijos tienen. Así es el Padre celestial con nosotros, porque “…si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Romanos 8.17). Jesús tenía revelación se esto también, por eso llevaba a sus discípulos con él a todo lugar y oró al Padre diciendo: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17.22). Él conocía el principio de la asociación y la posición como hijos, para transmitir a sus discípulos todo lo que el Padre le había dado. 
Guillermo Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo. Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 62- 66

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