“He aquí les doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”
(Lucas 10.19).
Espíritu
Santo, ni habían sido investidos de poder. Pero estaban con Cristo y fluyeron
bajo Su autoridad para ir y hacer lo que Él hacía; aún antes de que la obra de
la cruz fuera completada en la tierra. Jesús fluía bajo revelación de Su obra
hecha en la eternidad.
Al terminar la obra de la cruz y ascender al
cielo, Cristo nos devolvió la autoridad para lidiar con satanás, y nos llenó
también de Su poder para operar en el mismo nivel de unción que tenía Adán en Edén;
para que podamos sacar fuera a satanás como debió hacerlo hecho Adán. El
propósito de que usted reciba liberación es que, una vez libre, tome autoridad
y vaya a liberar a otros miembros de su familia, compañeros de trabajo, amigos
en aflicción, a todos los que estén deprimidos por el enemigo. ¡Usted tiene
autoridad! ¡Vaya en el nombre de Jesús y hágalos libres!
4-.
Todo acto de Poder y Autoridad es para destruir toda obra del diablo.
“El que practica el pecado es el diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el hijo de Dios,
para deshacer las obras del diablo” (1Juan 3.8). Este versículo evidencia
claramente uno de los propósitos principales de la venida de Jesús a este
mundo: Deshacer las obras del diablo. Ese también es nuestro propósito; es mi
propósito y su propósito. Donde quiera que usted vea una obra del diablo –
enfermedad, muerte, dolor, angustia, depresión, pobreza, miseria, adicción,
obsesión, iniquidad, accidentes, robos, violencia, odio, divorcio, abandono,
soledad-, ¡destrúyalas! Usted es el representante del Padre Celestial, tanto
como lo fue Cristo cuando estuvo en esta tierra. Vaya en el lugar de Dios,
actúe como Dios, en Su nombre y Su autoridad, y eche fuera a satanás. Él lo va
a respaldar con su poder. Para esto, usted no tiene que ser una persona
perfecta, solo tiene que estar bajo sumisión, tomar su posición de Hijo y creer
que Dios lo respalda.
Jesús tenía autoridad sobre los demonios
porque su propósito era traer el reino de Dios a esta tierra; y para
restablecerlo, tenía que desplazar al reino ocupante, que era el reino de las
tinieblas. “Mas si por el dedo de Dios hecho yo fuera los demonios, ciertamente
el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11.20). Cada vez que usamos la
autoridad que Jesús nos dio, echamos fuera al diablo y destruimos sus obras, el
Reino de dios viene.
Cuando Jesús estuvo en la tierra, manifestó
cinco milagros específicos: los ciegos veían, los sordos oían, los mudos
hablaban, los paralíticos caminaban y los demonios huían. Durante un viaje
misionero a Europa, visité Noruega, Ucrania e Italia para llevar, el poder
sobrenatural de Dios a miles de personas en cada país, y el Espíritu de Dios me
habló diciendo: “Demuestra los cinco milagros del Reino”. Así que yo hice una
oración parecida en cada ciudad: “En el nombre de Jesús, y por el dedo de
Jehová, ato a todo espíritu de enfermedad y hago comando y hago un comando de
fe. A la cuenta de tres, le ordeno todo espíritu de enfermedad que ¡suelte a la
gente ahora! ¡Ciegos, vean! ¡Sordos, sean abiertos sus oídos! ¡Huesos sean
sanados! ¡Los metales en los huesos, conviértanse en carne y huesos! ¡Y Dios
comenzó a manifestar esto cinco milagros! En Noruega, una anciana llamada Aud,
recibió una sanidad tan poderosa que se levantó de su silla de ruedas. Ella
testificó así: “Mi nombre es Aud, tengo 79 años y vivo en Oslofjord. He vivido
enferma por cincuenta años a causa de un
problema médico que arrastraba desde la niñez.Tenía infección en el páncreas,
enfermedad de vejiga crónica y una infección en todo el cuerpo.
Tuve
que tomar hasta siete mil antibióticos en un lapso de un año, y mis intestinos
colapsaron. Llegué aquí en silla de rueda. Traté de caminar pero el dolor de
las piernas era insoportable. Cuando vine al altar para recibir oración, le di
las gracias a Jesús porque sabía que me había sanado. Cuando oraron por mí,
sentí que el dolor se iba. Antes no podía agacharme sin dolor o ayuda, y acabo
de caminar por toda la plataforma empujando mi silla de ruedas, y subir y bajar
las escaleras del estadio. Estoy tan feliz de que Dios me sanó que dejé mi
silla de ruedas aquí y volví los siguientes dos días ¡caminando!
En Ucrania, conocí a Julia, de ocho años.
Ella había sido diagnosticada con visión doble. No podía ver con claridad ni
las líneas de su mano. Luego de orar por sanidad y echar fuera todos los
espíritus de enfermedad, ella testificó que podía ver todo claramente. Comenzó
a mirarse las manos y pudo ver todas las líneas que antes no podía. Jesús hizo
el milagro! Irina testificó que había sido sorda de su oído izquierdo desde
niña (Tenía 34 años). Cuando hice el llamado de sanidad para los sordos, ella
se puso su mano sobre el oído izquierdo
y creyó en su milagro. Testificó que sintió un calor en su oído y luego un pop,
como si algo se hubiera destapado".
Entonces decidió probar su milagro. Se
cubrió el oído derecho y comprobó que “podía oír normalmente con su oído
izquierdo!¿El poder de Dios la sano cuando tomé autoridad sobre el espíritu de
sordera y la sano! Me trajeron otra niña al altar, con su madre.Era muda; no
podía pronunciar las palabras. Yo envié a alguien de mi equipo a orar por ella,
luego me la trajeron ¡completamente sana! Allí mismo en el altar, pudo
pronunciar varias palabras ¡correcta y
audiblemente! ¡El poder de Dios obró en su vida y transformó toda una vida de
padecimiento físico en salud divina!
Durante mi parada en Palermo, Italia, los
milagros siguieron sucediendo. Una mujer en particular, testificó: “Mi nombre
es Victoria y nací con una pierna con problemas, que además era varios
centímetros más corta que la otra. Pase quince cirugías para alargarla, pero
tuve graves problemas después de las cirugías y ningún resultado positivo.
Finalmente, los médicos solo pudieron implantar unos clavos para sostener mis
frágiles huesos y tuve que recurrir a
unas muletas para poder desplazarme. No podía caminar bien; pero en la noche en
que el apóstol nos mandó a sostener la mano de la persona a nuestro lado y que
pidiéramos el fuego de Dios, yo sentí un fuego intenso y un bienestar único.
Después de la oración, me sentí normal y comencé a saltar y dar brincos.
Incluso subí y bajé las escaleras, ¡sin sentir dolor alguno! Y no solo se fue
el dolor sino que la pierna más corta ¡creció! ¡Los metales desaparecieron! Y,
por primera vez, caminé sin cojear y sin ayuda de ningún tipo!
Cuando el Reino de Dios viene a un lugar, tenemos poder y autoridad para
manifestar el amor del Padre por sus hijos aquí en la tierra. Y como evidencia
de eso, los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, los mudos hablan y
los oprimidos por el diablo son libres.
Guillermo
Maldonado. Poder y autoridad para destruir las obras del diablo.
Primera edición.Octubre2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 57- 61