13 Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,14 prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses
3 . 13-14 BRV1960
Las personas siempre están esperando que por arte de magia
esas heridas ocultas dejen de lastimarlos, pensando que quizás (al dormirnos o
con una porción adicional de dulce) ese fastidioso sentimiento de depresión
finalmente desaparezca.
¿Pero sucede siempre de esta manera? ¡NO!
Lo sé. A mí me ha ocurrido. Pero, gracias a
Dios, ya eso no sucede.
Durante
los últimos años, que tenido que librar fuertes batallas espirituales. Me he
dado cuenta que esas batallas pueden dejarnos heridos en el interior de
nosotros, así como una pelea puede dejarnos heridos en el exterior.
Antes de que naciera de nuevo, aprendí lo
devastador que puede ser una verdadera pelea física. No obstante, a pesar de lo
mal que me sintiera, unos pocos días de descanso me hacían bien.
Sin embargo, la sanidad de un espíritu
herido no viene así de fácil. En realidad, el paso del tiempo con frecuencia
empeora esta condición.
La razón es esta: en vez de dejar los
dolorosos fracasos del pasado, con frecuencia hacemos énfasis en ellos hasta
que llegan a ser más verdaderos para
nosotros que las promesas de Dios. Nos enfocamos en ellos hasta que lleguemos a
estar sumergidos en la depresión,
inactivos por el temor de que si proseguimos, volveremos a fracasar.
Pero hay una salida. Si la depresión lo lleva
a un descenso espiritual, lo único que
tiene que hacer para escapar es quitar los ojos del pasado y ponerlos en el
futuro que ha sido garantizado por Cristo Jesús mediante las abundantes y
preciosas promesas de su palabra.
Hay posibilidad de que al principio no
vengan fácilmente a usted. Su mente ha tenido probablemente años de práctica en concentrarse en el pasado.
Como un caballo viejo que habitualmente se dirige al establo, sus pensamientos
comenzarán probablemente a galopar en
esa dirección cada vez que usted le suelte la rienda.
Por
lo tanto, no lo afloje. Tome las riendas fuertemente. Medite la Palabra
de Dios: Reemplace los pensamientos del pasado con promesas de la escritura
acerca del futuro y sea diligente al respecto.
Entonces, en vez de ser un soldado herido,
llegará a ser el guerrero conquistador que Dios creó
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