sábado, 4 de junio de 2016

CRISTO MANIFESTANDO SU PODER SOBRENATURAL A TRAVÉS DEL CREYENTE. Parte I


   El libro de los Hechos marca el final del ministerio de Jesucristo y el comienzo del ministerio de la iglesia. Los primeros 4 versículos de este compendio sirven de puente hacia una nueva etapa; de ahí en adelante, somos nosotros quienes perpetuamos lo que Jesús comenzó. Estamos en este mundo para continuar todo lo que Él hizo; para eso nos dio el mismo poder y la misma autoridad que el Padre le otorgó, de manera que todo el que crea en ese poder y lo abrace puede hacer lo que Jesús hizo. Éste es un ministerio para cada creyente que ha recibido a Jesús como Señor y Salvador y obedece Su Palabra. Hechos registra las obras que realizaron los apóstoles de aquel tiempo, movidos por el Espíritu Santo, pero también queda abierto para que cada creyente continúe escribiendo las victorias propias que Dios le dará, cuando actúe en el nombre de Jesús.

   La palabra hechos significa acciones, hazañas, obras o eventos; es algo que hemos realizado, como la prédica de la Palabra con demostraciones del poder sobrenatural de Dios para sanar y hacer milagros; incluye todos sus progresos en el cumplimiento de la gran comisión que Jesús nos dejó. Visto de esta manera, usted también puede escribir un libro de hechos de lo que el Espíritu Santo realiza usando su vida. Los primeros apóstoles estaban en continuo movimiento; mientras iban sanaban a un enfermo, mientras llegaban expulsaban un demonio, y mientras volvían hacían un milagro. Ellos se encargaron de hacer avanzar con ímpetu el reino de Dios. A ese cuerpo se le llamó iglesia. Sin embargo, pese a lo importante que es, Jesús apenas lo mencionó una vez; sin embargo, citó el reino más de 150 veces. Desde el comienzo de su ministerio hasta su resurrección, siempre le dio prioridad al reino. La iglesia es la manifestación creciente del reino de Dios para servir a Jesús, pero el reino es más grande que la iglesia.

¿Cuáles son los nombres que la Biblia da a la iglesia?
 
   El pueblo de Dios es citado en la Biblia con diferentes nombres. Se le llama iglesia, cuerpo, obra, templo, familia, novia y ejército. Hay quienes afirman que la iglesia es un hospital pero la Biblia nunca la llama así. Sí, la iglesia restaura y sana al enfermo, al caído, al triste y al afligido, pero esa no es su única función ni tampoco la principal.

¿Qué es la iglesia?
 
   La iglesia es el cuerpo de Cristo. El origen de esta palabra lo encontramos en dos términos hebreos: edah que se usa para referirse a "congregación" y qahal que significa "asamblea". Edah se refiere a un grupo homogéneo; no es una colección de individuos sino una gran unidad, sin diferencias ante Dios. Por su parte, eklesía, el término griego, significa "los llamados a asamblea". Esta palabra reúne los dos aspectos de una asamblea: uno, es el hecho que alguien llama a que se junten los individuos; y dos, que existe un propósito o razón para llamarlos. En síntesis, eklesía es una congregación llamada por alguien con un propósito; es llamada por Jesús con el propósito de cumplir Su voluntad en la tierra. Veámoslo de esta manera, hemos sido llamados del mundo para conformar el cuerpo de Cristo, y obedecer a la cabeza que es Jesús. Pero la cabeza no puede hacer nada si el cuerpo no se mueve. Si mi cabeza quiere salir por una puerta ahora, ella toma la decisión pero el cuerpo tiene que moverse. Si quiero recoger algo del suelo, la cabeza toma la decisión pero la mano tiene que estirarse. Asimismo es con Jesús, como cabeza, Él tiene planes, deseos, propósito, misión, mandato, pero no los puede llevar a cabo a menos que el cuerpo colabore. Aunque quiera dejar al cuerpo a un lado y que la cabeza lo haga todo, no va a suceder, porque la función de la cabeza es ordenar y la del cuerpo, ejecutar o llevar a cabo. Cuando Dios nos pide que hagamos algo es porque Él no lo va a hacer por nosotros.
 
   Por ejemplo, Dios nos mandó a proclamar el evangelio a todo el mundo, empezando por nuestro vecindario, en las casas, en el templo, a las ciudades, a las naciones, y también nos mandó a hacer discípulos. Nos mandó a sanar a los enfermos, a predicar el evangelio del reino, y prometió que las señales nos seguirían. (Vea Marcos 16:20).

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mateo 16:18).
 
   Jesús no le delegó la edificación de Su iglesia a nadie sino que lo hizo Él mismo, y la fundamentó en la revelación o conocimiento revelado de que Él es el Mesías, el Rey y Señor. Eklesía describe al cuerpo gubernamental del estado griego, con sede en Atenas, el cual estaba compuesto sólo por hombres ciudadanos. La iglesia, para los cristianos, es la gente llamada del mundo para ejercer gobierno y autoridad en la tierra, proclamando el evangelio de Jesucristo con señales y milagros. Hoy no hay suficientes indicaciones de que somos el cuerpo gubernamental de Dios en la tierra; ya que no ejercemos a cabalidad nuestra responsabilidad de administrar el gobierno de Dios. Éste es un concepto extraño para el pueblo de Dios. Como iglesia, somos responsables de muchas cosas malas que suceden en el mundo porque no hemos tomado la autoridad que nos ha sido delegada para decretadas ilegales. Entonces, si queremos cambiar la nación tenemos que empezar cambiando la iglesia. ¿Estamos conscientes de nuestra responsabilidad? En la ciudad de Atenas se daba la ley para la ciudad y una vez establecida no se podía cambiar. La eklesía no podía cambiar las leyes, pero sí podía hacer decretos. Jesucristo hizo las leyes y no pueden ser cambiadas, pero sí podemos hacer decretos.

 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares [declares impropio o ilegal] en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares [declares legal] en la tierra será desatado en los cielos. (Mateo 16:19)
 
   Tenemos que hablar nuevos decretos para hacer cumplir las leyes del reino en la tierra. Jesús lleva a cabo sus propósitos eternos a través de la iglesia, sin importar cuánto nos tardemos. De hecho, nos ha tomado veinte siglos llevar el evangelio a las naciones y aún nos falta para que llegue hasta lo último de la tierra. Tenemos que inundar las naciones con milagros, maravillas y prodigios. Jesús no va a hacer el trabajo que nos corresponde completar. Muchos de los creyentes de este tiempo carecen de autoridad, porque no caminan bajo autoridad. Hay gente rebelde que debe aprender a someterse a la cabeza que es Cristo. Todo aquello que no está bajo la Cabeza no es cuerpo, o iglesia.


¿Cuáles son los propósitos de la iglesia de Jesucristo?
 
1. La proclamación del evangelio del reino en todo el mundo
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá elfin. (Mateo 24:14)
   Los creyentes somos, sal de la tierra, luz del mundo (vea Mateo 5:13-14), reyes y sacerdotes, embajadores, pescadores de hombres, atalayas, testigos, representantes de Cristo, pacificadores y pequeños Cristos. Tenemos una misión y un mandato: predicar el evangelio a toda criatura con milagros, señales, maravillas y demostraciones del poder de Dios, que confirman que somos la extensión de Jesucristo en la tierra. Dios está levantando personas para cumplir este mandato.

2. Hacer discípulos a todas las naciones
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones. (Mateo 28:19)
   En nuestra iglesia tenemos miles de discípulos, dentro de los Estados Unidos y en otros 25 países más. Cada uno de ellos está siendo entrenado, enseñado y equipado para sanar a los enfermos, predicar el evangelio del reino, llevar los milagros, señales y maravillas a diferentes vecindarios, territorios y ciudades del mundo.

3. Manifestar la vida del reino
Para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. (2 Corintios 4:11)
   Ésta es la vida de resurrección que Jesús ha puesto a disponibilidad del creyente por la fe. La vida de Jesús se manifiesta en nuestro cuerpo mortal; es lo que yo llamo salud y sanidad divinas. Si la tenemos, también nosotros podemos ministrar esa vida de resurrección para sanar y liberar a otros. Muchos no son capaces de manifestar la vida eterna o la vida de res urrección de Jesús porque no han muerto a su propia vida. Para manifestar esa vida hay una condición y es morir a la vida del ego o vida almática.
Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:24)

    Jesús está a punto de ir a la cruz y les da a los discípulos un principio de reino que los llevará a tener éxito y manifestar la vida de Dios. Ése principio es: Si usted toma una semilla y la siembra, morirá, pero al morir, reproducirá cien veces más su esencia. La planta que nacerá será igual a la semilla de la que procede, porque lleva su ADN. Hasta aquel momento Jesús no había podido reproducir Su vida en los discípulos; por eso va a la cruz, no sólo a morir por sus pecados y redimir al mundo. El sacrificio de Jesús también sirvió para poner a disposición un esperma, una semilla, que cuando fuera plantada en el vientre espiritual del creyente, reprodujera exactamente Su patrón genético. Debido a esa semilla es que podemos llegar a la medida de Su estatura.

   El patrón de Dios es sembrar una semilla en su espíritu, para que crezca y llegue a ser como Jesús, que es lo que llamamos el nuevo nacimiento. Jesús dijo que moriría para depositar esa semilla. Del mismo modo, nosotros tenemos que morir como semilla para dar más fruto; para que la vida de resurrección de Jesús pueda manifestarse poderosamente y tocar a miles de personas que están sufriendo y en necesidad. Si usted quiere ministrar esa vida a otros, debe morir a su ego primero; esa muerte abre la puerta para que Jesús se manifieste. Los creyentes que manffiestan la vida del reino son los que han experimentado la muerte de su ego.

4. Manifestar la autoridad y el poder del reino
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. (Lucas 10:19)

    En capítulos anteriores estudiamos que el poder es la habilidad en bruto para llevar a cabo algo; estudiamos también que la autoridad es el derecho legal para ejercer ese poder. Para ilustrar esto, imaginemos a un policía de tránsito que le ordena a un conductor que se detenga. Si la persona está en sus cabales se detendrá porque respeta el uniforme, respeta el arma y la ciudad que la placa policial representa. Pero si al volante va un borracho, cuyos sentidos están embotados, cruzará la luz roja y el policía no lo podrá parar. En este caso, el policía tiene la autoridad pero no tiene el poder fisico para detenerlo. Pero ¿qué tal si ese mismo oficial llama por radio y le envían como refuerzo dos tanques de guerra que se atraviesan en el camino? El borracho ni siquiera intentará sobrepasar los tanques, así que no tendrá salida. Ahora el policía tiene la autoridad y también el poder para detener a ese hombre. En el ámbito espiritual nuestra condición es muy semejante. Dios nos dio Su poder cuando nos llenó con Su Espíritu Santo, al reconocerlo como el Señor de nuestra vida, y nos dio toda Su autoridad al resucitar, luego de pagar en la cruz por nuestras transgresiones. En ese mismo instante nos hizo coherederos con Él. Es decir que al nacer de nuevo fuimos hechos hijos de Dios con autoridad y potestad, con derecho legal para actuar y ejercer poder divino, a fin de manifestar el reino y cumplir con la misión que Jesús nos encomendó.

5. Expandir el reino de Dios en la tierra
   El reino de Dios lo podemos expandir de tres maneras: Desde el principio, Dios creó al hombre para gobernar y ejercer dominio sobre la tierra. Por tanto, nosotros los creyentes somos los únicos instrumentos que Dios usa para hacer Su voluntad y expandir Su dominio sobre la tierra. Lo hacemos a través de la proclamación y demostración del reino de Dios.
• Proclamando el reino de Dios sin demostraciones visibles
Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. (Juan 10:41)
    Juan el Bautista predicaba la verdad acerca de Jesucristo, pero no pudo manifestar ninguna señal del reino a través de milagros. Lo mismo ocurre hoy en día con muchos ministerios. Hay hombres y mujeres de Dios que predican la verdad y tienen la doctrina correcta, pero no pueden demostrar el poder sobrenatural de Dios con milagros y señales. Enseñar sobre el reino, proclamarlo y anunciarlo, sólo con palabras, es apenas una primera fase, porque la verdadera manifestación viene junto con Jesús.
• Predicando el reino con demostraciones visibles del poder
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. (Mateo 12:28)
 
   Cuando Juan el Bautista termina su ministerio de anunciación, comienza un nuevo orden, el de Jesús. Él empezó a predicar, enseñar y demostrar el reino de Dios con milagros, señales, maravillas y echando fuera demonios; algo que jamás se había visto en la Escritura. Jesús fue el primer hombre con autoridad para expulsar demonios del cuerpo y la mente de las personas. A partir de Jesús, el reino comenzó a extenderse por medio de la demostración visible del poder de Dios. La expulsión de demonios es una señal visible de que el reino de Dios ha llegado a un lugar.
 
   El siguiente testimonio ilustra cómo la llegada del reino de Dios hace que los demonios huyan al oír el nombre de Jesús:

   A nuestra iglesia llegó una joven que había sido diagnosticada con esquizofrenia bipolar y ADHD, un trastorno de la conducta relacionado con la dificultad para concentrarse y la hiperactividad. La esquizofrenia es un desorden mental que dificulta la capacidad para distinguir entre realidad y fantasía; esto le impedía razonar y tener un comportamiento normal Sufría de alucinaciones, conducta catatónica, pensamientos irreales, escuchaba voces, vivía enojada, ansiosa y paranoica. Los doctores le dijeron que nunca iba a tener una vida normal, que no podría tener hijos ni conducir ni dejar las pastillas. Todo comenzó cuando apenas tenía ocho años; entonces la muchacha oyó por primera vez una voz que se reía y se encerró en su cuarto por una semana, sin poder dormir. A los 12 años la internaron en un psiquiátrico donde la mantenían sedada hasta por veinte horas. Llegó a tomar quince pastillas por día, y trató de suicidarse varias veces. Veía demonios que la atormentaban diciéndole que iban a matar a su familia. Cuando salía del hospital, se escapaba al parque a drogarse y pasaba allí las noches. Odiaba al mundo y estaba enojada con todos a su alrededor. Un día un muchacho en la escuela la invitó a la iglesia y recibió al Señor. Al domingo siguiente, estando en el servicio, el Espíritu Santo me guió hasta su asiento y oré por ella, expulsando todos los espíritus que la atormentaban. Ese día fue totalmente libre. Volvió a su casa y botó las pastillas. Su madre se enojó e insultó a la gente de la iglesia, pero la muchacha le repetía que estaba curada. Cuando la llevó al médico, le dieron de alta porque estaba totalmente curada. Así la mamá y toda la familia vinieron a los pies de Jesús y hoy todos sirven a Jesús.
• Avanzando el reino de Dios por la fuerza
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. (Mateo 11:12)
 
   La traducción literal dice: "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de Dios ha sido administrado por la fuerza y sólo aquellos en poder lo controlan". Ésta es la faceta violenta de la guerra; el conflicto entre el reino de Dios y el reino de las tinieblas se convierte en un choque violento de poderes. Ésta es la fase donde no solamente predicamos y enseñamos, sino que establecemos y extendemos el gobierno divino sobre nuevos territorios. Con cada paso, desplazamos, expulsamos y desterramos al enemigo de su territorio; entonces viene la violencia; es el choque de los dos reinos.
 Bibliografia.
Guillermo Maldonado. Como caminar en el poder sobrenatural de Dios. Editorial Whitaker House. Miami 2011. Pag. 231 a la 242

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