jueves, 30 de julio de 2020

UNA PROMESA QUE NO LLEGABA A CUMPLIRSE. Parte I

   Cuando mi esposa Ruth y yo viajamos a Egipto nos sorprendió que desde Israel fuera tan corto el vuelo. Parecía que acabábamos de despegar, y ya estábamos aterrizando. Pensé que se trataba de un aterrizaje de escala. Pero al aterrizar en El Cairo, supe que había visto al Desierto de Sinaí y a Israel al mismo tiempo. Entonces pensé: ¿cuarenta años? ¿Tardaron cuarenta años en llegar? 

   Durante una excursión por el desierto donde anduvieron los antiguos israelitas en su viaje hacia la libertad, supimos que el viaje debía haberles llevado solo treinta y cinco días. Los israelitas estaban solo a un mes de su libertad. Nos sorprendió lo poco que había cambiado la zona del Nilo desde que gobernaran los faraones en el mundo antiguo. Los ladrillos aún se hacen con paja y barro, como sucedía en los tiempos en que la Esfinge estaba rodeada de andamios y constructores. Durante el viaje seguí pensando en lo corta que era la distancia que esta legión de refugiados semitas había tenido que recorrer. Con lo cual, vi con nuevos ojos la magnitud de la rebeldía de esta nación. Revisemos la historia.

   Las doce tribus del patriarca hebreo Jacob comenzaron como hombres y mujeres libres, disfrutaban de la riqueza y la prosperidad que produce la libertad. Huyeron a Egipto en tiempos de gran hambruna. Allí cayeron bajo la dirección del penúltimo hijo de Jacob, José, que habla llegado a ser primer ministro en la corte del Faraón. Cuando José y el Faraón murieron, el sucesor del Faraón, Ramses 1, tomo como esclavos a los extranjeros. Éxodo 1:9-11 nos dice:
"He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, el también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las Ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés".

   El libro de Éxodo también presenta al famoso hebreo Moisés, quien liberaría al pueblo. Moisés había sido hallado por la hija del Faraón en una canasta sobre las aguas del Nilo, y lo había criado en la realeza. Sabemos poco sobre los primeros años de Moisés, hasta que asesina a un hombre y huye a Madián donde, durante cuarenta años, fue pastor de ovejas. Fue el modo en que Dios lo preparó para liderar. En el Monte Sinaí Moisés tuvo un asombroso encuentro con el Señor, junto a una zarza ardiente. El esperado liberador de Israel fue llamado desde la.oscuridad. El momento era el adecuado y Dios inició la tarea de reubicar a los esclavos, bajo el liderazgo de Moisés en la famosa Tierra Prometida de Canaán. El viaje debiera haberles llevado un mes y, sin embargo, tardaron cuarenta años.

Largo camino a la nada.
   Los israelitas recorrían un largo camino a la nada. La Biblia también dice que cuando Dios liberó a este pueblo, los llevó por un camino más largo, para evitar la tierra de los filisteos, donde podrían tentarse a abandonar su camino.

"Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto" (Éxodo 13: 17, frase destacada por el autor).

   Veamos qué es lo que le importaba al Creador del universo aquí: "Si ven la guerra, quizá se arrepientan", decía Dios. Su mentalidad de esclavos podría rechazar la promesa de Dios, así que quería evitar el encuentro. Ahora, esto sí es sorprendente. Porque después de los tantos milagros y manifestaciones sobrenaturales de parte de Dios por liberar a su pueblo, Él mismo entendía que el pensamiento y la mentalidad terrenal podrían frustrar su plan de redención.

   Sabe usted que al haber crecido en el Caribe, puedo entender al menos parcialmente el pensamiento de los antiguos israelitas. Habían sido esclavos durante cuatrocientos treinta años. Mi país estuvo bajo el dominio británico durante doscientos cincuenta años. Así que sabemos lo que se siente al estar bajo el poder de otros. Muchos de mis compatriotas siguen sufriendo hoy los efectos de la mentalidad que nos mantenía cautivos.

   Israel había vivido en la opresión, pero el opresor también representaba protección. Mi nación entiende esto. Israel no era un pueblo guerrero y tampoco lo es mi pueblo. La mayoría de mis ancestros en las Bahamas llegaron como esclavos provenientes de África Occidental para trabajar en las tierras que los británicos poseían en el Caribe. El pueblo de Israel estaba condicionado para comportarse como sirviente, y lo mismo sucedía con mi pueblo. Se nos hizo trabajar en los campos de caña de azúcar, hasta 1827, cuando se abolió la esclavitud británica. Luego se nos trató como ciudadanos de segunda clase, hasta que en 1973 se ratificó nuestra independencia como nación, y dejamos de ser colonia. Recuerde: el mudarse de país, ciudad o continente puede modificar las circunstancias, pero no nos cambia a nosotros.

   Los hebreos habían sido sirvientes, trabajaban como esclavos para los egipcios durante tantos años, que la servidumbre y la esclavitud se habían convertido en un legado nacional. Sus vidas eran controladas estrictamente, y pasaban sus días fabricando ladrillos para construir mansiones egipcias y las famosas pirámides. También construyeron los acueductos de irrigación y cultivaban trigo en el desierto. Nada de todo esto les pertenecía. Se les decía qué hacer, cuándo y dónde, y así había sido su vida durante más de cuatrocientos años. Cuando el reloj redentor de Dios marcó la hora de su liberación, los hebreos no supieron manejar su libertad, y el camino de un mes se convirtió en un viaje de
cuarenta años ... hacia la nada.

El hombre es lo que su corazón piensa.
   Somos la suma total de las decisiones que tomamos día tras día. Cuando los hebreos se encontraron libres de sus opresores egipcios, Dios hizo milagros tomando decisiones por ellos durante su éxodo para cumplir con su soberana voluntad. Pero la voluntad de Israel era diferente. Estaban acostumbrados a que otros pensaran por ellos, y cuando las cosas no iban bien, se quejaban: "Queremos volver a Egipto, queremos volver a casa". "Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos" (vea Números 11:5).

Andando sin rumbo en el desierto de la mediocridad
Le llevó a Dios cuarenta años reeducar a Moisés en los campos de pastoreo de Madián antes de que estuviera listo para cumplir con su asignación divina de liberar a Israel. Moisés pronto aprendería de la manera más dura que lo más difícil en el mundo es reeducar y reconstruir a potenciales liberadores. El rey Salomón nos dice en Proverbios 23:7: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". y los hebreos pensaban que eran esclavos. No les importaba lo que habían visto, ni que habían vivido el poder de Dios cuando Él aniquiló a los egipcios hasta que se rindieron incondicionalmente, porque en sus mentes estos hebreos seguían siendo esclavos sin pensamiento propio. Estaban tan oprimidos que no podían creer en la Palabra de Dios, aún cuando la veían de manifiesto. Lo mismo sucede con tantos individuos que andan sin rumbo en el desierto de la mediocridad, en un mundo tan competitivo como el de hoy.

   Soy como un embajador internacional de las islas Bahamas porque viajo por el mundo, y durante mis viajes he conocido a muchas personas que luchan por avanzar y subir los peldaños de la escalera de la vida, sin lograrlo a causa de esta enfermedad llamada mediocridad. He visto esto en mis estudios de la Rusia moderna, después de que rompieran con su esclavitud del comunismo. Mientras el martillo y la hoz dominaban sobre la cortina de hierro, el Politburó indicaba cuándo, dónde, cómo y por qué cumplían los ciudadanos sus deberes obligatorios hacia el Estado colectivo.

   A cambio, a los "ciudadanos" soviéticos se les daban en raciones vivienda básica y artículos de primera necesidad. Hoy, después de años de haber sido liberados del comunismo, hay muchos que gritan que quieren "volver a Egipto". ¿Por qué? Porque nada se ha hecho por alterar la mentalidad de la nación. Los "faraones" rusos han evolucionado en su ideología, y el pensamiento innovador es escaso entre el común de la gente, habituada al control continuo. Quizá puedan romper con sus viejos patrones de pensamiento. Setenta años de esclavitud es solo una quinta parte del tiempo que pasó el pueblo de Israel, como títeres sin voluntad, manejados por el Estado. Por ahora, sin embargo, andan sin rumbo, como lo hicieron los hebreos. Lo mismo hace gran parte de la población mundial que ha pasado por alguna forma de opresión prolongada. Este principio también vale para la opresión espiritual.

   Deténgase y piense en esto: ¿alguna vez ha observado a alguno de sus colegas en el trabajo, con una actitud similar a la siguiente?: "Sabes, ese hombre ha trabajado en el mismo puesto durante los últimos diez años. Le han dado las mismas herramientas que a mí, y sigue siendo un pobre empleado raso". Ahora, la pregunta es: ¿alguien habrá dicho lo mismo de usted?

La información no implica transformación.
   La razón por la que el Sr. Tal o el Sr. Cual sigan aún donde están, en los peldaños inferiores de la escalera, es porque la información no implica transformación. Solo la conversión lo logra. No es lo que somos lo que nos impide avanzar, sino lo que creemos no ser. Si piensa usted que no es del tipo de persona que puede disciplinar su mente para obtener nuevos conocimientos, cambiar donde se necesita cambiar y destacarse hasta sobresalir, entonces no verá los carteles que anuncian posibles promociones y ascensos. Pero si cree en usted mismo y está dispuesto a correr ciertos riesgos, podrá subir los peldaños de la caprichosa escalera, mantendrá el paso firme. 

   Ahora veamos esto con los ojos del creyente cristiano. Los cristianos viven y trabajan en el mundo real. No vivimos en una burbuja. Mire su vida. ¿Ha glorificado a Dios en su trabajo?

   ¿Cuán exitoso ha sido su viaje? ¿Su experiencia de vida actual incluye la voluntad de cambiar lo que lo separa de un viaje de solo un mes, a diferencia de otro que le llevará cuarenta años? ¿Vive usted en la tierra prometida del bienestar y el éxito que Dios nos ofrece? ¿O anda sin rumbo en el desierto de la mediocridad, sin visión de éxito alguno?


   ¿Cuántas veces ha estado de acuerdo en principio con algo que oyó o leyó, sabiendo que podría ayudarle a mejorar sus circunstancias personales, pero simplemente no lo hizo? ¿Cuántas veces se ha dicho a sí mismo: "Sí, es cierto, Dios es poderoso y quiere que salga de Egipto... sé que Dios tiene un sistema financiero mejor que todas mis tarjetas de crédito con deudas ... y sé que la TV se ha convertido en un ídolo en mi vida ... sé que mi peso está fuera de control ... sé que necesito orar por las mañanas y estudiar más... " y, sin embargo, no ha hecho nada de esto? Quizá esté usted de acuerdo con los principios del éxito que presenta Dios en la Biblia, pero hasta que no comparta la suprema opinión de Dios, su absoluta convicción acerca de ellos, no habrá verdad bíblica ni plan de logros que puedan cambiar su vida.

   La parte más difícil para Moisés durante esos cuarenta años de camino hacia la Tierra Prometida ha de haber sido la realidad de saber que lo único que le impedía a Israel progresar, era la actitud de sus mentes. Lo que vemos y lo que oímos es poco comparado con lo que pensamos. Es el poder de la mente lo que puede hacer que un hombre o una mujer que comienzan como empleados rasos en una empresa lleguen a ocupar un puesto en la gerencia a tan solo cinco años de haber comenzado a trabajar allí. Es también el motivo por el que otro empleado seguirá marcando tarjeta de entrada y salida en el mismo puesto durante diez años. Uno marca tarjeta, y solo intenta sobrevivir. El otro mira hacia el futuro, al siguiente paso, busca excelencia y logros. Uno cree y concibe, el otro solamente oye.

   El proceso de pensamiento en la mente humana cambia solamente cuando el operador concibe y cree lo que entra por sus ojos y oídos. La concepción debe suceder antes de que pueda haber un cambio real. Los matrimonios saben que aunque el acto sexual ocurra varias veces, el embarazo no se dará hasta tanto la mujer conciba. Y cualquier madre podrá decirle que cuando concibe un hijo, hay un cambio que se produce en su interior. Su fisiología cambia por completo: sus hormonas, su actitud, su humor y también la forma en que ve el futuro.

   Lo mismo vale para los empleados que reciben instrucción y órdenes de ejecutivos superiores. Cuando las verdades ejecutivas que sus líderes quieren impartir son concebidas en el corazón del empleado, allí ocurre el cambio. Ese empleado sobresaldrá, avanzará por la escalera empresarial y traerá honor a su profesión, una vez que conciba la verdad del éxito.

   También vale esto para el que va a la iglesia y se sienta bajo la Palabra de Dios: finalmente concibe en su corazón la verdad de lo que oye. Ocurrirá un cambio. El creyente que concibe saldrá y honrará a Dios en su vida. Pero el creyente o el empleado que continuamente oye sin concebir, seguirá sentado con la misma actitud y los mismos problemas del desierto, sin aprovechar las oportunidades que se presentan. ¿Por qué? Porque esa es la voluntad de esta persona.

La voluntad humana: la fuerza más poderosa que hay en la Tierra
   La voluntad humana es la fuerza más poderosa que hay sobre la Tierra. En el desierto Israel probó que el Creador no violará la voluntad humana ni dominará la mente de las personas. Usted ha comprobado esto también en su vida. Si vive en una sociedad libre, hace hoy exactamente lo que desea hacer. Dios puede fortalecer nuestras mentes, pero somos nosotros quienes debemos fortalecer nuestra voluntad.

   La vida cristiana es una decisión cotidiana. A veces pensamos: ¿No sería maravilloso si todas las mañanas Jesús entrara en mi dormitorio, me tomara del cuello de la camisa y me arrastrara con Él todo el día para que lo siguiera? "Señor Jesús, administra mi tiempo y asegúrate de que mantenga el equilibrio entre mi trabajo y mi espíritu." ¿No sería hermoso, oh, Dios, si tú, en un instante, me mostraras la sabiduría de hacer lo que tú quieres que hagamos? La vida andaría sobre ruedas, y yo no tendría que tomarme el tiempo de leer tu Palabra, ni de orar todos los días.

   Pero la vida no es así. De hecho, la afirmación de Jesús en las Escrituras dice: "Quien quiera seguirme, que me siga". La tierra prometida siempre está delante de nosotros, pero debemos querer avanzar hacia ella. Si tomamos en cuenta todo esto, creo que he descubierto un lugar en la Biblia donde Dios parece haber fallado. Sé que esta afirmación suena controversial, porque nos han enseñado que Dios, en su suprema omnipotencia, nunca falla. Pero cuando vemos ese pedacito de tierra donde el Creador de la humanidad quería que su pueblo fuera, para tomar posesión de la Tierra Prometida, creo que estará usted de acuerdo conmigo. Dios no pudo lograr rápidamente el éxito con el gran éxodo de Israel. ¿Por qué? Porque no podía hacer que los hebreos adultos cambiaran de mentalidad.

   Era más fácil liberar a Israel del poder del Faraón que del poder de sus propios pensamientos. No había problema con el envío de las peores plagas, ni con ahogar al ejército de Egipto. Los problemas aparecieron cuando la gente decidió que ni Dios ni Moisés hacían lo que ellos creían que sería mejor para el pueblo.

   Esto particularmente me asombra, porque he visto a Dios hacer milagros extraordinarios a lo largo del camino de mi vida. Aunque no he visto abrirse el mar ni he podido caminar entre pilares de agua. Tampoco he visto vestiduras sobrenaturales que no se gasten, ni fuego sobrenatural por las noches para calentarme, ni una nube que avance sobre mí y me proteja mientras camino por el desierto. Todos estos milagros visuales que rodearon al éxodo hebreo eran evidentes y, sin embargo, su presencia no cambió la mentalidad de los hebreos acostumbrados a la esclavitud. y si el milagroso poder de los cielos no logró que los ex esclavos cambiaran de mentalidad, tampoco podrán los milagros de Dios cambiarle a usted la mentalidad. Quizá se asombre usted por la demostración del Señor, y se conmueva sintiendo confianza y fe. Pero el único que puede cambiar su mentalidad es usted. Y Dios busca muchas mentes que cambien en su iglesia hoy, para que podamos salir del desierto y cumplir su propósito en la Tierra prometida.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 49 a 57

martes, 14 de julio de 2020

LA PROMESA DE LA VERDADERA LIBERTAD.

  

 La libertad es una responsabilidad que solo los maduros pueden aceptar y sobrellevar. Se da en nuestra mente cuando aceptamos nuestra responsabilidad de avanzar y permitir el reacondicionamiento de nuestro pensamiento opresivo. Quienes no avanzan viajan en interminable círculo porque nada cambia de verdad hasta tanto cambie la mente.

   Leí un informe reciente en una revista científica, sobre un hombre de ciencias que estudia el poder del condicionamiento. El equipo de este científico ató a un perro a un poste. Luego pusieron su alimento justo fuera de su alcance. Cuando el perro intentaba llegar a la comida se lastimaba porque su correa no era lo suficientemente larga. Cada vez que tironeaba para llegar a la comida, sentía dolor. A la cuarta semana de este cruel experimento, el perro permanecía junto al poste. Ni siquiera intentaba llegar a la comida. Durante la quinta semana le quitaron la correa y lo ubicaron a sesenta centímetros del alimento. Pero el perro permanecía cerca del poste. El animal se negaba a acercase a la comida. Había sido condicionado por el dolor que le impedía buscar el alimento que ahora era libre de comer, pero él creía que no podría hacerlo. El perro casi muere de hambre durante las últimas siete semanas del experimento. No se apartaba del poste aunque el alimento estuviera a su alcance. De hecho, debieron alzarlo y llevarlo hasta el alimento para volver a condicionarlo gradualmente.

   Este experimento, cruel como es, demostró que cuando la mente del animal está condicionada, vivirá dentro de las limitaciones impuestas por el condicionamiento, aún después de ser librado del mismo. También ilustra con claridad el problema que tuvo Dios con los hijos de Israel. Estaban sometidos a la esclavitud, atados al poste del Faraón, como lo habían estado durante cuatrocientos treinta años. Luego, un día Dios envió a un hombre llamado Moisés para que quitara la correa y los dejara libres. y él liberó a Israel de la mano de su opresor. Pero liberarlos de sus pensamientos de opresión fue algo totalmente diferente.

   La razón por la que Dios se negó a llevar a los israelitas directamente a Canaán después de su liberación, fue porque seguían mentalmente siendo esclavos de Egipto. Habían sido liberados de Egipto, pero todavía no eran libres. Así que Dios debió lidiar con sus mentes aunque sus cuerpos estaban ya libres de la opresión. Esta ilustración capta el principio que se aplica a las personas, las comunidades y las naciones: las condiciones determinan la conducta hasta que son interrumpidas por una fuerza externa.

   El componente importante que falta en la vida de muchos creyentes y comunidades cristianas es la base del conocimiento sobre la administración. Es con el fin de cambiar esta situación que he escrito los capítulos que siguen. No hemos aprendido a dominar la irresponsabilidad que nos legó Adán, y hemos malinterpretado y administrado mal nuestro llamado a gobernar la Tierra.

   Para muchos de nosotros el cielo es el objetivo y la opresión es nuestro modo de pensar. Como los hebreos en la antigüedad, marchamos en círculo sin ver la buena vida en la Tierra. Mientras tanto podremos hablar en lenguas, pero no sabemos hablar con el banquero. Podemos saltar y danzar "en el Espíritu", pero no sabemos manejar nuestras propias vidas.

  Hay cristianos supuestamente exitosos que tienen título y posición en grandes compañías, pero no pueden manejar a su propia familia. Ganan US$ 600.000 al año, pero siguen dando vueltas en el desierto cuando se trata de amar a sus esposas. Han aprendido a ganar y administrar el dinero, pero no saben manejar sus hogares. El Salmo 127:1 dice: "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican". En este libro quiero hablar de la administración como la designa Dios: para plenitud de cada uno de nosotros.

   Para cumplir con mis objetivos de instrucción utilizaré algunas ilustraciones del mundo de los negocios, presentaré temas referentes a la administración. También hablaremos de lo negativo -lo 'que no hay que hacer'- en algunos aspectos, para acentuar lo positivo. Y haremos que el éxodo histórico de Israel al salir de Egipto sirva como rector para señalar puntos en esta enseñanza. El resultado final, espero, será una perla que podrá adornar su corona cristiana.

CREADOS PARA LA LIBERTAD.

   La libertad -lo que es y lo que no- es el principio central de la relación original de Adán, y el propósito de este libro. En el relato de Génesis, Dios el Creador puso al hombre en el Jardín y dijo: "Eres libre".

"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2:16-17, palabras desatacadas por el autor).

   Dios declaró que el hombre era libre y le dio trabajo. La libertad es algo básico en la voluntad de Dios para el hombre. Adán era libre de producir, duplicar, multiplicar y fructificar todo lo que Dios le había dado para hacer, pero no era libre de violar la ley de Dios. Dios puso solo un elemento en el Jardín para mantener la obediencia del hombre: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Imagine los millones de árboles que Dios había creado y, sin embargo, puso un cartel de "No pasar", frente a uno solo. Esto era necesario para poder activar la voluntad del hombre por medio del poder de elección.

LIBERACIÓN NO ES LIBERTAD.

   Quizá haya construido usted una linda casa al borde del desierto de Sinaí. Se siente cómodo en su opresión, pero sabe que Dios tiene mucho más reservado para usted. Ha dejado de creer en los milagros porque ya no los ve. No ha escuchado a los mentores que se le asignaron en la vida. Y no ha sido fiel a la Palabra de Dios. Ha sido liberado pero aún no es libre. Y sabe que hay más en la vida, más que esto. Es por eso que le escribo.

   No hay forma de entrar en la libertad sin soportar el peso de su responsabilidad. Si quiere ascender al puesto de gerente general, debe estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de esta posición. El precio de la responsabilidad requiere de más tiempo, talento, energía, iniciativa y sustancia. El título es bueno; la paga, maravillosa; pero la carga laboral es siete veces mayor. Tiene que estar allí antes que todos los demás, y será el último en dejar la oficina. Si algo sale mal, lo llamarán a usted, de día o de noche. Si el caño de agua se rompe a las 03:00, recibirá una llamada de teléfono. El día de trabajo de 09:00 a 17:00 ya no se aplica a usted, porque ahora es usted el gerente general, y ahora usted trabaja todo el tiempo.

   Es fácil ser encargado de limpieza, porque puede irse a las 17:00. Cuando trabaja como empleado, a veces podrá salir a almorzar y tardar casi dos horas, porque casi nadie se dará cuenta. Pero si quiere progresar debe madurar a la responsabilidad de la libertad, porque hay un costo.

   Liberarse del opresor no garantiza que nos liberemos de la opresión. Pero la responsabilidad sí nos da esta garantía. La responsabilidad hace que decidamos esforzarnos para levantarnos más temprano y trabajar todo el día hasta terminar con la tarea. Y esto es lo que nos permite hacer la libertad cuando sinceramente queremos ser libres de veras.

¿Está sentado junto a la puerta?
   Cuando Jesús comenzó su ministerio, de pie en la sinagoga de Nazaret leyó del libro de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar e! año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19).

   La. terminología utilizada en este pasaje pinta la imagen de alguien que visIta una prisión y encuentra que todas las puertas están abiertas pero ve que los prisioneros permanecen dentro. Jesús dijo que había venido a pregonar la libertad a los prisioneros. Las puertas de la prisión estaban abiertas, pero los prisioneros todavía estaban sentados dentro de sus celdas. Estaban contentos: como muchas personas y naciones hoy, de que, la puerta estuviera abierta. Se sentían orgullosos de ello. Pero aun asi seguian sentados sobre sus catres en la celda. ¿Por qué? Porque en la prisión la comida es gratis. Cuando uno está en prisión, alguien mas paga por nuestra ropa. Nos duchamos y podemos sentarnos y ver tv, observar cómo anda el mundo.

   De hecho, he conocido jóvenes que me dijeron: "Estoy mejor en la cárcel que afuera; al menos como tres veces al día aquí. Tengo un trabajo. Se que estoy en prisión, soy prisionero. Pero afuera no sé quién soy". ¡Qué triste! !

  Hay mucha gente que desperdicia su vida como prisionero de su propia celda. Las palabras de libertad de Cristo quizá estén pegadas en las paredes de su sala. Pero muchos viven en su celda con la puerta abierta de par en par esclavizados por el espíritu de opresión que los tenía atados antes de aceptar la liberación.

   La palabra  evangelio significa "buena nueva, buen informe, buen heraldo o buena información". La buena nueva del reino es que Jesús convierte nuestra liberación en libertad.

   Cuando una persona nace de nuevo, el Espíritu de Dios "recrea" su ser interior y habita allí. Pero la libertad que llega a nuestra mente y nuestras acciones depende enteramente de nosotros. Somos libres de salir de nuestra celda, y somos libres de permanecer allí, porque de acuerdo al evangelio de Cristo nadie es puesto en libertad automáticamente.
En su opreSIón h~ elegido usted permanecer en su celda de prisión viendo
la TV Compro la VCR y hoy su nueva iglesia es el videoclub.

El gran apóstol judío Pablo escribió: "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud" (Gálatas 5:1).

   A medida que la iglesia, las naciones y las personas viajan por el camino de la responsabilidad, es importante entender que muchos hemo sido condicionados por nuestra anterior opresión. Nuestro condicionamiento social, económico y religioso nos ata a un poste invisible -como al perro en el experimento- lo cual nos impide avanzar en los asuntos
de Dios. La puerta de la cárcel está abierta, pero igualmente seguimos allí sentados, oprimidos y atados.

   Es por esto que Pablo nos dice que nos estemos firmes en contra del condicionamiento, para renovar nuestras mentes cambiando nuestro viejo modo de pensar.

Cambie su viejo modo de pensar.

   Cuando era pequeño vivíamos en una parte de las Bahamas que no era económicamente deseable. Pero luego nuestra familia construyó una casa nueva en el lado este de Nassau, en una zona donde todos querían vivir.

   Antes de mudarnos, los trece -once niños más madre y padre- vivíamos en una casa de cuatro ambientes. A veces todo era tan confuso que mis hermanos y yo usábamos las medias de otro. Cuando estábamos preparándonos para mudarnos a nuestra nueva casa en la tierra prometida, recuerdo que mi madre nos decía:

   Allí no podrán comportarse como lo hacen aquí. Suena sencillo, pero estaba impartiendo una profunda revelación: "Vean, nos mudamos a un lugar nuevo, así que deben ser niños nuevos". Había una bomba de agua junto a nuestra vieja casa, que todas las mañanas debíamos utilizar para poder aseamos. Era una tarea dura. Odiaba tener que preparar la bomba. Me dolían los brazos y quería desayunar y seguir descansando.


   Cuando había que bañarse, teníamos que bombear agua en un balde, llevarlo a la casa y echarlo en un fuentón de lata. Nos turnábamos para que Mamá pudiera bañarnos. Cada mañana debíamos bombear, acarrear y tiritar en el agua fría, y así comenzaba el día para nosotros. Cuando cruzamos hacia la tierra prometida, la bomba y el agua fría quedaron en el pasado. Ahora teníamos agua corriente en la casa pero seguíamos con nuestra mentalidad  del "fuentón para bañarse. Temamos una bañera nueva, enlozada, pero ¡no sabíamos cómo bañarnos en ella! Nos parábamos en la tina como lo hacíamos en
el fuentón; nos llevó años darnos cuenta de que podíamos acostarnos dentro para tomar un baño.

  Puede parecer gracioso, pero verá, estábamos condicionados como el perro. Estábamos en una nueva tierra, pero mentalmente seguíamos en nuestro viejo lugar. La posición no garantiza la disposición.

   En la casa vieja solíamos lavar los platos en una palangana. Imagine,platos para once niños, mamá y papá: trece platos, trece tenedores, trece cuchillos, trece tazas, trece de todo. Era como un hotel. Teníamos que apilar los platos en una palangana y lavarlos. Luego los colocamos en una tina de goma para que se escurrieran.

   Cuando nos mudamos a la tierra prometida teníamos una pileta para lavar los platos en la cocina, pero en lugar de dejarlos escurrir en la pileta, seguíamos usando la tina de goma. Nos tomó un tiempo darnos cuenta para qué podíamos utilizar la tina. ¡"Nuevo" no significa cambio, entonces!

¡ADIÓS EGIPTO!

   Ahora, aquí está el punto de la cuestión: cuando algunos se iban de Egipto, llevaban sus viejas tablas de lavar la ropa con ellos. Cuando llegaban a Canaán, llevaban las tablas de lavar al lavadero automático las ponían dentro de la máquina y comenzaban a lavar. Ni siquiera pensaban para qué servirían los botones y relojes de los comandos. Las maravillas
electrónicas estaban frente a sus ojos, pero estaban tan condicionados a la esclavitud que ni siquiera se preguntaban qué será esto nuevo que hay delante de sus narices.

   Esta es una buena ilustración de lo que significa estar libre pero no ser libre. Las máquinas de lavar la ropa hacen todo el trabajo con solo apretar un botón. Los dedos arruinados por el agua y el jabón, los brazos dolidos por refregar, son cosa del pasado. Pero cuando el pasado consume nuestro presente, lo mismo da. El lavadero automátIco es un nuevo lugar donde podemos hacer lo mismo que hacíamos en el río. Es el tipo de pensamiento opresivo que Dios quiere que dejemos atrás. Claro que es difícil cambiar; sin transformación mental, todo lo que hagamos para "cambiar" quizá solo produzca un nuevo lugar donde haremos lo que hacíamos antes.

   Hay millones de personas hoy que siguen atadas al poste, o que friegan la ropa en el lavadero automático, a causa del opresivo condicionamiento de pasado que aún controla su presente. Muchos han sido condicionados para decir: "No puedo ser santo; soy un gusano que espera el cielo. Espero poder entrar, porque por cierto no puedo ser justo en la Tierra. ¿Qué comeremos esta noche en la prisión? No puedo ser yo mismo. No puedo ser liberado. No puedo ser sanado. No puedo ser libre" .

   Están tan acostumbrados a creer en esas mentiras, que cuando Dios les dice que son libres no pueden creerlo. Siguen sentados en su celda, oyendo la buena nueva de la libertad en el evangelio, pero sin creer lo que oyen.

   Millones de personas están atadas por su pasado. Aunque se les han quitado las cadenas, siguen atadas por las mentiras del condicionamiento egipcio de que jamás podrán salir a caminar en libertad para dIsfrutar del fruto de su destino. La comodidad de que otros controlen su vida en la esclavitud es demasiado atractiva para muchas personas. Así que se quedan cerca del poste, muriendo de hambre. No ejercitan sus mentes y jamás llegan a conocer lo que hay más allá de las puertas de su cómoda prisión.

   El mensaje del Creador en este siglo XXI es: la obediencia exige la responsabilidad de salir de nuestra prisión. Hemos andado sin rumbo en el desierto, nombrando y clamando por las cosas durante ya mucho tIempo. Nuestro viaje gratis ha terminado. ¡Es hora de comenzar a trabajar!

Renueve su mente.
   Suena asombroso, pero lo único que Dios no podía hacer con los hebreos en el desierto era que cambiaran de mentalidad. Tampoco puede cambiar la nuestra. Nos inspirará con deseos justos y santos, pero Él no nos cambiará. Porque el único que puede cambiar mi mente soy yo mismo, el único que puede renovar su mente es usted mismo. Es por esto que Pablo escribió en su carta a la iglesia cristiana de Roma: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento" (Romanos 12:2)

   Recuerdo que mi madre nos enseñó algo cuando nos mudamos a nuestra casa nueva.
"Todos deben cambiar". La palabra "transformaos" que utiliza Pablo en este versículo de Romanos, es "cambien". Pero esto no tiene nada que ver con nuestro espíritu. La transformación espiritual sucede cuando nacemos de nuevo. Cuando cambiamos de reino renovamos nuestro espíritu. Comparo el cambio de reinos del nuevo nacimiento con la mudanza que mi familia hizo de la pequeña casa de cuatro ambientes a la nueva y lujosa casa al este de nuestra isla.

"El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Colosenses 1:13).

   Todo era nuevo cuando nos mudamos a la casa; lo viejo había quedado atrás. Pero cuando llegamos, seguíamos pensando igual. Es la mente lo que debe renovarse antes de que podamos despojamos de nuestras cadenas de opresión.

   El problema es que cuando nacemos de nuevo en el espíritu, seguimos con las viejas tablas de lavar en la mano. Seguimos cargando todo este peso. Seguimos con nuestros viejos patrones de pensamiento. Debemos renovar nuestra mente.

   Nunca habíamos tenido un jardín con Césped en la casa vieja. Teníamos tierra, nada más. Cuando llegamos a la casa nueva teníamos césped Es mejor ¿verdad? Pero jamás olvidaré lo enojado que estuve la primera semana porque no podía jugar a las canicas sobre el césped. Se necesita tierra pisada para poder jugar a las canicas, pero en vez de ir a jugar a otra parte, a causa de mi antiguo y opresivo patrón de pensamiento, yo me enojé por el césped que me impedía jugar justamente en ese lugar. Me enojé porque no podía jugar los viejos juegos en el nuevo lugar

   Porque no funcionan allí. ¿Sigue usted jugando? Entonces, necesita convertir su alma.

   El alma consiste de mente, voluntad y emociones. Nada cambia si no cambia el alma. Es la ley de Dios. Su verdad escrita y activa, su ley, es la que cambia y convierte al alma. ¿Alguna vez oyó decir que "el hombre es lo que come"? ¿Y "alimento para el alma"? Estas dos frases llevan la sabiduría y la clave al cambio y la libertad. Lo que usted dé de comer a su alma determinará su calidad de vida y su grado de libertad.

"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo" (Salmo 19:7).

   El libro de Hebreos nos dice: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). El alma está aparte del espíritu del hombre, "recreada" en el nuevo nacimiento. La palabra "alma" en griego bíblico es psuche, y se refiere al "asiento de los sentimientos, deseos, afectos y aversiones". El apóstol Santiago escribe: "Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas" (Santiago 1:21).

   El cambio viene a través del reacondicionamiento mental, después del nuevo nacimiento. Así que depende de cada persona la salvación de su alma después de que su espíritu ha nacido de nuevo. Si no lo hacemos, seguiremos junto al mismo viejo poste, en la misma vieja celda para la que nos condicionó nuestra mente carnal antes de que naciéramos de nuevo. Todos debemos renovar y re-entrenar nuestra mente para la libertad.

  ¿Alguna vez ha dicho usted "necesito un cambio"? En respuesta a esto, muchas personas cambian de lugar, de país, de trabajo, de cónyuge  para descubrir que siguen frustrados. ¿Por qué? Porque el cambio no depende de dónde vayamos, sino de qué es lo que sabemos. La transformación comienza con la información. Si de veras quiere cambiar, cambie su biblioteca, sus amigos y sus influencias.

ESPÍRITUS LIBERADOS CON MENTES OPRIMIDAS.

   Lo que una persona piensa de sí misma es clave para determinar lo que pensará de los demás y de la vida en general. Algunas personas podrían mudarse al barrio donde usted vive, causando que las propiedades se desvaloricen. Si adquirieran y se mudaran a una casa de US$ 200.000, y la trataran, de la suya que está al lado, como si valiera US$ 50.000, de repente el valor de su propiedad decaería.

 Cuando el agente inmobiliario viera el césped crecido, con maleza, la basura desparramada en el jardín y la suciedad, seguramente lo pensaría dos veces, y bajaría el valor de su casa porque su vecino es sucio. El agente le dirá: "Debemos bajar el precio unos US$ 7.000 si queremos que alguien aguante a su vecino".

  ¿Sabe usted cuál es el problema número uno de Dios en el planeta? Son los humanos con espíritus liberados pero con las mismas mentes oprimidas. Debe soportar mentes viejas y llenas de basura en un reino nuevo y santo, y nosotros somos los que desvalorizamos a Dios, con nuestras malas actitudes, y con el modo en que tratamos a los demás y a nosotros mismos.

   Dios sabía que no podía llevar a los israelitas directamente a la libertad cuando Moisés los liberó, porque habrían convertido a Canaán en Egipto. Así que se tomó el tiempo para trabajar en sus mentes. Aquellos cuyas mentes no pudo cambiar, fueron enterrados en el desierto.

   Solo las personas maduras, dispuestas a pelear y a asumir la responsabIlIdad por e! futuro, darán fruto para Dios en el nuevo milenio. Creo que enterraremos en el desierto a algunas personas porque no están listas para la enorme responsabilidad que nos espera. Seguirán clamando y aguantando, o sentados sin hacer nada, y cuando Dios deje de responder a sus oraciones de bebé, pensarán que Él se ha ido. Entonces murmurarán y morirán en el desierto como sucedió con los israelitas. Él despertará a muchos de ellos. Pero algunos tendrán oídos espiritualmente sordos.

   Se necesitan mentes libres y mucho coraje para enfrentarse a Jericó. Se necesita una columna vertebral fuerte para mirar a los reyes amalecitas y declarar: "Los derrotaremos". Se necesita fortaleza interior para pararse y decirle a Josué: "Podemos tomar la tierra". Es más fácil existir en la esclavitud que vivir en la libertad. Es por esto que muchas personas, comunidades y naciones que ha sentido la excitación de la liberación, convierten su celebración en crítica cuando se enfrentan a la realidad de la responsabilidad.

MENTES LIBRES.

   Hay una situación registrada en los escritos de Pablo a la ciudad romana de corinto, que ilustra la lucha por ser verdaderamente libres.

   Algunos cristianos en la época de Pablo en el Nuevo Testamento pensaban con el patrón de la esclavitud egipcia ya ocurrido en el Antiguo Testamento. En la tierra prometida de la iglesia sucedía algo similar a lo que pasaba con los israelitas en el desierto. Muchos cristianos griegos habían adorado ídolos antes de venir al Señor. Después de ser salvos se dieron cuenta de que había solo un Dios, pero surgió un problema. El pensamiento idólatra del pasado era una amenaza para su nuevo estilo de vida cristiano. Así que, Pablo les escribió lo siguiente:

   "Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina" (l Corintios 8:4-7).

  Pablo sabía que el alimento sacrificado a los ídolos no significaba nada, porque los "dioses" a quienes se ofrecía esto no existían.

   Pero algunos de los nuevos cristianos de Corinto estaban tan condicionados por su pasado, que temían comer carne que anteriormente se había ofrecido a los dioses míticos de su cultura. Su pasado opresivo afectaba su presente, y ellos permitían que esta práctica afectara su nueva libertad.

  Otros cristianos de Corinto crecieron en su entendimiento de la verdad de Dios, restauradora del alma, y no tenían problemas para comer carne de "marca pagana". Pero a causa del peligro del pensamiento opresivo que puede matar al pueblo de Dios en el desierto, Pablo les advirtió a los corintios:

"Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás para no poner tropiezo a mi hermano" (l Corintios 8:9-13).

    Pablo llama "hermanos" a las personas que sentía ofensa al comer la carne sacrificada a los ídolos porque eran salvos, habían nacido de nuevo. Tenían el Espíritu Santo. El problema era que seguían oprimidos por su antigua vida pagana. Así que cuando veían carne de la que solían ofrecer a los ídolos, seguían viendo a los ídolos junto con la carne. Habían sido liberados de la vieja cultura y estilo de vida, pero no eran libres en sus pensamientos para progresar espiritualmente.

   Nuestros viejos ídolos hoy no son de madera y de piedra. Un ídolo puede ser. un hobby que Dios quiere que dejemos para dedicarle más tIempo a El. O puede ser un hábito que abandonamos y que sigue tentandonos con volver. Si no es libre usted en su mente después de su conversión, hasta el acto de comer puede convertirse en yugo. Cuando somos liberados, nuestra mente necesita ser libre también.

   Pablo declaró su propia libertad en la última parte de 1 Corintios. Pero también reconoció que dejaría esa libertad si esto le impidiera a otros pecar: "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número" (l Corintios 9:19). En su libertad Pablo pone el servicio a los demás por encima de su propio deseo. Iba donde estaban los oprimidos y por medio de la verdad, los liberaba para que tuvieran libertad. No hay verdadera libertad sin responsabilidad.

DEJE ATRÁS EL PASADO.

   Cuando Dios liberó a los israelitas de Egipto, les dio la oportunidad de ser libres. Pero ellos rechazaron esta oportunidad. Así que Dios los enterró en el desierto y utilizó a sus hijos, no nacidos en Egipto, para que poseyeran la tierra prometida.

   La liberación brinda la oportunidad para la libertad, y no el cumplimiento de la libertad. La puerta de la cárcel está abierta, pero debemos decidirnos a salir. Una vez que llegamos al desierto, miremos bien con quién nos juntamos. Si nos juntamos con gente que piensa en la esclavitud egipcia, nos contaminarán. Fue por esta razón que Dios no permitió que los padres circuncidaran a los hijos. Dios no quería que esta  nueva generación llevara una marca efectuada por los padres con mentalidad de esclavos. No quería que ningún recuerdo de Egipto les hiciera pensar en su pasado de esclavitud.

   "Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos. que él había hecho suceder en su lugar,josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino" Josué 5:6-7).

    A veces me siento y converso con gente mayor, pero hay algunos con los que debo tomar cuidado. Hay quienes solo hablan de su opresión. Y pueden hablar durante horas, siempre de lo mismo. Si uno se queda allí, escuchando, puede llegar a sentir odio por gente que ni siquiera conoce. Así que tome cuidado; el pasado opresivo de otros puede contaminar su espíritu e inhibir su verdadera libertad.

   Valoro cuando la gente mayor me dice: "Hijo, aprecia lo que tienes porque nosotros no lo tuvimos". Para mí, eso es el agradecimiento. Es el aliento a apreciar lo que Dios está haciendo en nuestra vida.

   Pero tomo mucho cuidado cuando otros me dicen: "Recuerdo cuando no podíamos comer en el mismo restaurante donde comían esos bandidos que controlaban nuestra tierra. No podíamos ir allí, ni aquí. Claro que nos manteníamos en nuestro lugar, porque ellos nos decían a qué lugar pertenecíamos". Estos son los que pueden transmitir su odio, y este puede llegar a ser un cáncer para usted.

   Nos preocupamos tanto con las realidades del pasado, que nuestro presente y futuro pueden consumirse. Algunas personas están tan ocupadas dejando atrás su pasado, que no tienen tiempo de vivir su futuro. Pablo nos dice: "Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo jesús" (Filipenses 3: 13-14).

   A esto Dios agrega en Isaías 43: "No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad" (vv. 18-19). Esto no significa que debamos fingir que el pasado no existe. Sencillamente no debemos permitir que controle, inhiba o condene nuestro futuro.

   Esta es una poderosa palabra para la iglesia del siglo XXI. Hoy nos embarcamos en una era totalmente nueva para la iglesia. Pero para poder avanzar con la guía de Dios debemos mirar nuestras vidas y tomar una decisión responsable de "olvidar las cosas pasadas". No podemos preocuparnos con el modo en que nos trataban o con cómo éramos, porque esto solo produce amargura. Debemos considerar toda ofensa pasada como obra de alguien que ignoraba, perdonar y seguir adelante. El pasado será  tan fuerte como le permitamos ser. Para los israelitas el olor a cebolla y ajo  era más fuerte que su deseo de probar la dulce miel y la leche.

   Este es un tema central para la salvación espiritual. Para ser salvo, debe uno volver la espalda  al lugar al cual se dirigía y a la gente con quien uno andaba, y tomar la dirección opuesta.

   No podemos mirar atrás al desierto ni a Egipto. Esos días de gloria del movimiento carismático han pasado. Saltamos, gritamos, bailamos y caemos por costumbre, porque la unción ya no está. Pero Dios no se ha ido. Quiere que hagamos algo nuevo. Así que no mire hacia atrás. Jesús dijo: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás es apto para el reino de Dios" (Lucas 9:62). Dios tiene un nivel de responsabilidad más alto para su vida. Pero debe usted olvidar lo que está detrás para poder avanzar con su llamado. No puede aferrarse a lo nuevo si no deja atrás lo viejo.

Liberados pero no libres.
   Cuando Jesús lo llamó, no lo llamó solo para salvarlo. Lo llamó para que pudiera usted ser libre: "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados" (Gálatas 5:13), dice Pablo. El apóstol habla en este versículo a los santos, lo cual indica que eran salvos, pero no libres. Debemos responder a nuestro llamado a la libertad a causa de la realidad de que seguimos atados por el espíritu de opresión, aún después de haber nacido de nuevo.

   Este es un mensaje que concierne a la iglesia hoy, porque ha llegado el momento de madurar. Podemos nacer de nuevo y seguir mentalmente como antes. Pablo escribe nuevamente: "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros" (Gálatas 5:13).

   En otras palabras, Pablo nos dice: "No utilicen su libertad como ocasión para "vivir como egipcios". Algunos nos sentimos felices de haber sido liberados del opresor, pero preferimos continuar en la opresión.

   Nos entusiasma ser salvos, pero conocemos las áreas de nuestra mente que necesitan ser renovadas y, sin embargo, seguimos aferrándonos a ellas. "Dios, estoy tan contento de que me hayas redimido, pero de esas cosas no me redimas. Sabes que me gusta tomarme un trago en el Bar Faraón. Sabes que estoy ocupado y no puedo aún dedicarme a este tema; además, me gusta andar con las momias del bar. Que mi libertad completa llegue cuando me halle yo a las puertas del cielo". Por eso algunos continúan sentados en su tienda, al borde del desierto de Sinaí, visitando a sus viejos amigos, a corta distancia de la Tierra Prometida.

   Escuche: el pueblo de Israel no quería volver con el Faraón. Pero sí querían retroceder para tener alimento. Odiaban al Faraón, pero les gustaba lo que les ofrecía: comida gratis, casa gratis, ropa gratis. Ahí que, en esencia decían: "Libéranos, pero no nos quites todo lo que recibíamos gratis".

Deshágase del olor nauseabundo.

    Del mismo modo en que Dios llamó a los israelitas, lo llama a usted a ser libre. Es tiempo de madurar. Es tiempo de deshacerse del horrible olor egipcio. Póngase de pie, deje su celda, báñese en la sangre de Cristo una vez más. Deje los emparedados de cebolla y puerro que comía en El Cairo y lávese con la verdad de la Palabra de

   Dios. Quítese el olor a ajo. Ayune si lo desea. Haga que su sangre se purifique y ya no huela a ajo ni cebolla.

   Iba en mi automóvil hacia la iglesia hace un tiempo, e hice subir a mi automóvil a un joven que solía asistir a nuestro ministerio de Nassau. Se sorprendió cuando vio que era yo quien se ofrecía a llevarlo parte del camino.

- ¿Cómo estás, hijo? -le pregunté.
- Hola, Pastor. No muy bien.
- ¿Cómo que no muy bien'?
- Bueno, quiero decir, sabe usted... no he estado yendo a la iglesia, y anduve por ahí. Ya estaba arrepintiéndose.
- Sé que hago cosas que no debiera hacer...
- Está bien -dije-o No tienes que contármelo. Puedo olerlo. Hombre, hueles a Egipto. Cuando llegamos al punto donde se bajaría, le dije:
- Oremos.
- ¿Aquí?
- Sí, aquí, en medio de la gente. Oremos aquí mismo. Quiero orar por ti.

   Oré: "Señor, tú lo liberaste, ahora, dale la libertad". Entonces le dije que debía tomar la decisión de buscar la libertad de Dios en su vida. El testimonio ya no le serviría porque ya conocía la Palabra de Dios y había bebido del Espíritu Santo. Ya había sido liberado, pero ahora le tocaba tomar la decisión de actuar con responsabilidad en su libertad. Él era el único responsable de su futuro, así que debía elegir.

   La iglesia mundial está hoy al borde del desierto. Podemos oír el Jordán que fluye, justo del otro lado de la colina. Estamos cerca del final de nuestra generación y avanzamos hacia la Tierra Prometida, así que es hora de aprender a caminar en nuestra libertad. Es hora de dejar de jugar y romper las cadenas que nos tienen amarrados al poste. Avancemos para aprender más acerca de cómo caminar en libertad. 
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 29 a 48