lunes, 12 de febrero de 2018

LA HISTORIA DEL CARNAVAL

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  La palabra carnaval, procede del latín “carnelevarium“, que significaba “abstenerse de la carne” y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante la cuaresma.
   Carnaval es un significado simple "CARNE A BAAL". Como parte del rito, los adoradores debían usar mascaras, bailar y danzar alrededor del ídolo, mientras ingerían licor, hasta entrar en un frenesí, sajaban su cuerpo (como los adoradores de BAAL) durante la danza gritaban "CARNE A BAAL"(carnaval).
  Hoy en día es una tradición que forma parte de “nuestra supuesta cultura”, tradiciones de hombres que aborrece Dios, el nos dice: 
   Colosenses 2.8 Tengan cuidado. No presten atención a los que quieren engañarlos con ideas y razonamientos que parecen contener sabiduría, pero que sólo son enseñanzas humanas. Esa gente obedece a los espíritus poderosos de este mundo, y no a Cristo.
   La Biblia dice en el primer libro de Reyes 18:26,28,29, que los profetas de Baal tomaron carne de buey y le prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el nombre de Baal clamando a grandes voces que descendiese y consumiere con fuego su holocausto entregado, saltando cerca del altar que habían hecho, sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su costumbre (igual a tradición) con gritos frenéticos hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero esperaron en vano ya que nunca descendió fuego del cielo.
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   Como veras era ofrecer CARNE A BAAL, bailando, danzas, bullicio, saltos de bailarines, y pactos con Satanás con sangre (no te parece familiar a lo que se vive en Carnavales, donde se da rienda suelta a los placeres y deseos de la CARNE); la carne de buey que se menciona en las escrituras tiene un significado espiritual para nuestros días, que es sinónimo a nuestros pecados (Carne=Pecados).
   En la Edad media, tan inflexible en los ayunos, abstinencias y cuaresmas, y con persecuciones a quienes no respetaban las normas religiosas, sin embargo, renació el carnaval y se continuó la tradición hasta la actualidad en muchos lugares del mundo.
   En esta época, se celebraba con juegos, banquetes, bailes y diversiones en general, con mucha comida y mucha bebida, con el objeto de enfrentar la abstinencia con el cuerpo bien fortalecido y preparado.
   En la España de la época de la Conquista y la Colonia ya era costumbre durante el reinado de los Reyes Católicos disfrazarse en determinados días con el fin de gastar bromas en los lugares públicos. Más tarde, en 1523, Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras y enmascarados. Del mismo modo, Felipe II también llevó a cabo una prohibición sobre máscaras. Fue Felipe IV, quien restauró el esplendor de las máscaras.
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   Hoy en día, hay lugares que por sus festejos tradicionales y espectaculares atraen al turista y al amante de las costumbres de cada sitio, como lo son el Carnaval de Río, el de Santa Cruz de Tenerife, el de Oruro en Bolivia, el de Corrientes en Argentina y el de República Dominicana, con sus distintas expresiones, desde el Vegano hasta el de Santo Domingo. Se celebra en los distintos lugares de formas similares, pues siempre se presencian desfiles de carrozas, comparsas formadas 
El Carnaval y la iglesia católica.
   La Iglesia Católica, impuso un sistema religioso después del carnaval, el Miércoles de Ceniza, y comienzo de la cuaresma, una abstención de carne de res. La Biblia no prohíbe ni incita a caer en religiones humanas, uno puede y debe comer carne de vaca, y también dedicar tiempo para adorar a Dios.
   Por lo general, en muchos lugares se celebra durante tres días, y se los designa con el nombre de carnestolendas, y son los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, que es el día en que comienza la cuaresma en el Calendario Cristiano.
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  Hay países en que se comienza la celebración del carnaval en distintas fechas, como en algunos lugares de Alemania en que se inicia el 11 del 11 a las 11 horas 11 minutos. O los hay que lo comienzan no bien termina la Epifanía, el 6 de enero. En otros lugares es tradicional comenzar el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, y lo denominan Jueves Graso, como sucede en Italia (por grupos de máscaras o bailarines vestidos con un mismo estilo que caracteriza a cada una de ellas, máscaras representando a distintos personajes reales o alegóricos, así como bailes de disfraces y diversión con cotillón, típico de esta fecha).
El carnaval y el cristiano.
   Un carnaval del culto al dios momo. La palabra Momo significa gesto, figura o mofa ridícula, entonces es la representación de la burla y el desorden.El origen del termino "MOMO" es probablemente MOLOC, este es el nombre de una divinidad pagana adorada por los AMONITAS, era su dios nacional. También los israelitas introdujeron este culto, después de establecerse en Palestina.Los sacerdotes de MOLOC, construyeron un ídolo o estatua hueca de bronce que tenia un cuerpo de hombre, y cabeza de becerro, con cuernos; dentro de esta estatua encendían un fuego en el cual ofrecían sacrificios humanos, especialmente niños, que eran arrojados vivos al fuego. 
   Sus fiestas son cargadas de excesos, placer, erotismo, lujuría y por eso no debe ser practicado por el creyente en Cristo. Ni un carnaval salvaje al echar agua y otras cosas sucias al prójimo, sino se debe respetar a las personas y más bien aprovechar el tiempo para dedicar el tiempo en familia y reflexionar en esta frase: “El carnaval del mundo engaña tanto a la gente, que aquí se aprende a reír con llanto y llorar a carcajadas”.
   Sabias que uno de los nombres más de Satanás según la Biblia es Baal-Zebub, que en Hebreo significa el señor de las Moscas, o también Beelzebú, en griego y significa Príncipe de los demonios; o también como una alteración de Baal-Zebul, en Hebreo significa Príncipe Baal; Debes saber que Dios castiga a todo aquel que lo adora o consulta, ¿sabías que tú sin saberlo has hecho lo que Dios castiga?, te preguntaras ¿de cómo o cuando lo hiciste?, te lo explicare.
   La Biblia dice “Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:19-21).
   Todo lo mencionado se practica aún mas en esta fiesta, y Dios dice que el que practique alguna de ellas no heredara el reino de Dios (1 Cor. 6:9-10) y eso significa que no irán al cielo, su fin será el infierno, ya que nada inmundo o impuro entrara en el reino de los cielos, ya que los que practican estas cosas están pecando y todo “… el que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. (1 Juan 3:8) por ello Él te dice: pueblo mío apartaos de estas cosas, y desea enseñarte la verdad, porque su pueblo perece a falta de conocimiento, porque erráis ignorando las escrituras y el poder de Dios (Mat. 22:29)
¡NO TE DEJES ENGAÑAR MÁS¡ 
   El Carnaval es darle Carne a Baal, con disfraz de Tradición, Cristianismo, Folklore palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo” aquello que va en contra los mandamientos que nos da la ciencia de Dios; es decir su palabra que esta en la Biblia de principio a fin.
   Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
   Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.( Ro. 8:5-8)
   Por tanto, no podemos decir que creemos en Dios y a la vez practicamos las costumbres y tradiciones de hombres que no van conforme a los mandamientos de Dios, por eso nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciara al otro.
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No podéis servir a Dios y a Mammón (Baal)
Mateo 6:24. Ningún esclavo puede trabajar al mismo tiempo para dos amos, porque siempre obedecerá o amará a uno más que al otro. Del mismo modo, tampoco ustedes pueden servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas..
Tito 1:16 Dicen que conocen a Dios pero, cuando vemos el mal que hacen, sabemos que eso no es cierto. Son odiosos y desobedientes, incapaces de hacer algo bueno. 
Mateo 15:6 ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
   Piensa y constata tu mismo leyendo la Palabra de Dios, en ninguna parte de ella, Dios en Cristo Jesús ordena esta fiesta de borracheras, bailes, disfraces satánicos y provocativos que muestran claramente a quien se adora (al diablo). Allí, hay sexo ilícito y desenfrenado, sensualidad, orgías, adulterios, drogas, al igual que en otras fiestas que se festejan alegando su valides a la tradición, pero ¿TRADICION de Dios, porque lo avala la religión popular?
¡DE NINGUNA MANERA!...es tradición de hombres.
  Todo esto está totalmente alejado de lo que Dios desea de todo aquel que realmente cree en ÉL.

   Todas estas practicas deben ser ERRADICADAS DE NUESTRA VIDA, por el hecho que la mayoría lo practica no significa que sea lo correcto, que no te importe que dirán los demás o porque los demás lo practican tu también, es mejor agradar a Dios que a los hombres, ya que el hombre no puede condenar ni castigar tu Alma, es Dios quien lo hace, si llevas una vida a espaldas de él.
   ¿Qué es primero? ¿tu salvación o tu perdición?, ¿El cielo o el infierno?, ahora aún tienes oportunidad mientras tienes vida, ya que después de muerto ya no hay marcha atrás.
Dios te ama, por eso te orienta , guía y corrige con la Palabra. Bendiciones.

viernes, 9 de febrero de 2018

NO ES ALGO, ES ALGUIEN.

   Una noche desperté repentinamente a las tres de la madrugada con un profundo llanto. Me había dormido pensando en la forma de explicar las manifestaciones del poder de Dios a quienes lo cuestionaban. Cuando la presencia de Dios se manifiesta, ocurren cosas inusuales. Por ejemplo, personas caen al suelo o tiemblan ante una descarga de poder divino sobre ellas. Es difícil comprender la razón de la duda y cuestionamiento de aquellos que observan, ya que los humanos estamos acostumbrados a ver las reacciones que el cuerpo tiene ante determinadas cosas, como la anestesia. No nos llama la atención cuando alguien está como atontado, adormitado y sin capacidad tan siquiera para hablar como resultado de un medicamento. Los efectos de las cosas naturales e incluso químicas son aceptados por nuestra mente, pero nos cuesta asimilar los efectos provocados por el poder del Espíritu Santo. Con mucha tristeza veo cristianos avergonzados por esas manifestaciones de poder. Se sienten tan confundidos que incluso intentan esconderlas para evitar que la gente se asuste.

   Esa noche desperté llorando. No era un llanto de tristeza o agradecimiento, sino provocado por la sensación de haber recibido una impresión muy fuerte. No sabía de dónde venía, pero podía sentir la presencia del Espíritu Santo frente a mí diciéndome: «Donde quiera que vayas, dile a mi gente que los amo como son, con sus virtudes, fortalezas, defectos y debilidades». Luego de esa frase se hizo silencio y lloré más intensamente, sabía que él no había terminado de hablar. Efectivamente, continuó diciendo: «Quiero que les digas que me acepten como soy, no como pretenden que sea, porque no puedo negar quién soy».

   Entonces vinieron a mi cabeza imágenes de reuniones en las que he ministrado. Vi al Espíritu Santo acercándose a una persona que no aguantaba semejante presencia y se quebrantaba llorando. Luego lo vi acercándose a otra persona que simplemente reía a carcajadas porque un gozo sobrenatural la inundaba. Otro temblaba al no tolerar ese gran poder. Y mientras él se acercaba a la gente, los cuerpos reaccionaban ante su poder. Otros, en la misma reunión, se incomodaban y molestaban juzgando esas manifestaciones. Luego sentí que él me miraba y con su expresión me decía: «¡Qué quieren que haga! Así soy yo».

 Intentar evadir las manifestaciones del Espíritu Santo es como querer acercarse a una flor y no sentir su aroma, meterse al agua sin mojarse o poner la mano al fuego y pretender no quemarse.

    En ese momento comprendí que no puedo darle la mano a un campeón de levantamiento de pesas sin sentir en ese apretón una presión más fuerte de lo común, aunque para él es simplemente su fuerza natural. No puede evitar apretar con fuerza porque así es él.  Todo eso sucederá porque la naturaleza de los elementos no puede negarse a sí misma. El Espíritu Santo tampoco puede negar su naturaleza solo porque algunos no lo entiendan. Si él es capaz de aceptarnos a pesar de la clase de personas que somos, nosotros también debemos aceptarlo a él tal y como es.

    Su presencia es poderosa, y es inevitable sentirla cuando está a nuestro alrededor o nos inunda. Pensar en evitarlo es tan ingenuo como meter el dedo en un tomacorriente y pretender que la electricidad no nos sacuda. La electricidad provoca una reacción en nuestro cuerpo aunque no sepamos cómo funciona, de la misma manera que las manifestaciones del poder de Dios causan un efecto en nuestro cuerpo, aunque no las entendamos del todo.

   El Espíritu Santo no debería evitar el momento de manifestarse por temor a impresionarte. Si lo hiciera, no sería él. Imagina que hubiera círculos religiosos donde no imponen manos porque la gente se cae y quieren evitar que los nuevos miembros se asusten. Con esa actitud, seguramente ahora, en nuestro tiempo, Jesús no hubiera podido resucitar a Lázaro ni caminar sobre el agua. Imaginemos por un momento a los discípulos pidiéndole que sea más discreto porque ponerle saliva mezclada con barro en los ojos a alguien o multiplicar los panes y peces son actos escandalosos. Quizá le dirían: «Cuidado Jesús, mira que ya te quieren hacer Rey. Piensan que eres político y que por eso les diste de comer a todos. ¿Qué te parece si llevamos adelante un ministerio más calmado?». Yo no me atrevería a proponerle semejante cosa a Jesús ni al Espíritu Santo. Recordemos que él es el Señor y nosotros solamente somos sus siervos. Prefiero el fracaso a limitar su poder.

   Él no puede negarse a sí mismo. Tenemos que aprender a conocer y a aceptar al Espíritu tal y como es, y no como deseamos que sea. De esa forma lo reconoceremos donde quiera que esté. Debemos pedirle perdón al Señor si hemos querido juzgarle con nuestra mente tan pequeña. No trates de entender el poder de Dios que se manifiesta de tantas formas tan extrañas como abrir el mar, derribar los muros o resucitar a los muertos. No podemos esperar que actúe o piense como los hombres, porque no es uno de ellos, él es Dios. Respeta y ama su personalidad para poder relacionarte con él.

LA TERCERA PERSONA.
   ¿Quién es la tercera persona de la Trinidad? Cuando hago esta pregunta me responden que es el Espíritu Santo, porque es lo que aprendimos desde niños. Es verdad que el Espíritu Santo es una de las tres personas que componen la Trinidad, pero no necesariamente ocupa el tercer lugar. No existe un pasaje en la Biblia que lo afirme.

   Aun así, en la mente de la mayoría el Espíritu Santo ocupa el tercer lugar, porque tenemos grabada en nuestro subconsciente una enseñanza equivocada. El problema de ser «la tercera persona» es que nadie le presta atención a quienes ocupan el tercer lugar en algo. Pregunta quién ganó una competencia y muchos sabrán el nombre del campeón, tal vez incluso respondan quién quedó en segundo lugar, pero nadie sabe qué equipo terminó en el tercer puesto.

El Espíritu Santo no ocupa el tercer lugar en la Trinidad. Él es tan importante como el Padre o el Hijo, siendo los tres uno solo

   El Espíritu Santo no ocupa el tercer lugar en la Trinidad. Él es tan importante como el Padre o el Hijo, siendo los tres uno solo. Al interpretar que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, en su subconsciente la gente le da el tercer puesto en importancia
sin ser así. No puedes tener una buena relación con el Espíritu Santo si no le das la
importancia que merece. Tu comunión con él será mejor cuando lo valores como la divina persona que es.

    Al escuchar acerca de él, nuestra mente siempre piensa en objetos con los que lo relacionamos, como si fuera~algo~ y no ~alguien». Pensamos que es una paloma porque
fue la forma que tomó al descender en el bautismo de Jesús, o creemos que es fuego porque recordamos las llamas sobre la cabeza de los discípulos el día de Pentecostés. Pero no es una paloma y no es fuego, es una persona de la divinidad con quien puedes relacionarte, Embriaga como vino pero no es vino, unge con aceite pero no es aceite, se siente como un soplo pero no es viento, y nos llena con ríos de vida pero no es agua, El Espíritu Santo es una persona divina, no natural.

    Él habla, escucha, enseña y nos anhela. Nos guía, nos recuerda la Palabra, nos santifica e intercede por nosotros. Se le puede resistir y apagar, se le puede hacer enojar o entristecer. No podemos estudiarlo sistemáticamente, pues no podemos encerrar en un concepto a una persona. De la misma forma que no me serviría estudiar todas las cualidades de mi esposa Sonia si no tengo comunión con ella, así mismo es inútil entender todo sobre él si no tengo comunión en su presencia. El Espíritu Santo es sobrenatural. Más que estudiarlo hay que conocerlo, y para lograrlo hay que tener intimidad con él.

   Ser bautizado en el Espíritu Santo y hablar en otras lenguas no significa que le conozcas. Conocer todos sus atributos y cualidades no necesariamente conduce a una mayor intimidad, Igual que en una relación con otra persona, debes pasar tiempo con él para conocerlo. Lo más importante en nuestra vida debería ser caminar en la presencia de Dios. Su compañía vale más que cualquier cosa. Por esa razón, el Señor nos ha dado al Espíritu Santo que nos acompaña y nos da el poder de Dios.

 LA IMPORTANCIA DEL ESPÍRITU SANTO
   Toda la Biblia muestra la importancia que el Espíritu Santo tuvo en la creación, con los profetas, en la vida de Jesús y la evolución de la iglesia primitiva. Fue él quien engendró a Jesús en el vientre de María. Su llenura fue lo primero que le dio a Juan el Bautista cuando ambos estaban aún en el vientre de sus madres. Elisabet sintió que el bebé brincó de alegría en sus entrañas y fue lleno del Espíritu Santo al escuchar la voz de María. Jesús no había nacido todavía, pero el Espíritu Santo ya se había manifestado a través suyo. Lo primero que dijo Juan el Bautista acerca de nuestro Señor fue que bautizaría en Espíritu Santo y fuego. Al siguiente día lo llamó «el Cordero que quitaría el pecado del mundo», sugiriendo que el bautismo en el Espíritu es tan importante como la redención. Juan el Bautista reconoció que Jesús era el Mesías porque vio descender y permanecer al Espíritu Santo sobre su cabeza.  

   Cuando Jesús fue bautizado en agua, escuchó la voz del Padre desde el cielo y vio al Espíritu que vino sobre él en forma de paloma. Inmediatamente después, en Lucas 4: 1, dice: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto». Luego del desierto y vencer las tentaciones, en Lucas 4: 14 dice: «Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región». Es decir, que la fama de jesús creció por el poder del Espíritu Santo.

   En su ministerio sanó a los enfermos y curó dolencias porque estaba ungido con el Espíritu. También declaró a los fariseos que si por el Espíritu echaba fuera demonios, era porque el Reino de Dios se había acercado. ¿Y sabes de quién habló en su primer mensaje en la sinagoga? iHabló acerca del Espíritu Santo!

   En la última cena, el día que iba a ser entregado, dio instrucciones a sus discípulos. Muchas de ellas fueron acerca de la obra del Espíritu Santo, llegando incluso a asegurarles que era conveniente su ausencia para que el Consolador llegara. Cuando Jesús murió se entregó mediante su Espíritu eterno y resucitó por el mismo poder.

   Antes de ascender al cielo se le apareció a sus discípulos durante cuarenta días, les dio mandamientos por el Espíritu y les comunicó la promesa del Padre de bautizarlos en poco tiempo en el Espíritu Santo.

   En el día de Pentecostés fueron llenos al aparecer lenguas de fuego sobre sus cabezas. En ese momento, el apóstol Pedro se puso de pie y dio el primer mensaje de la historia de la iglesia cristiana. ¿Cuál fue su primer tema de predicación? ¡El Espíritu Santo! Dijo: ~Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir. Éstos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de la mañana! En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel: "Sucederá que en los últimos días -dice Dios-, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano* (Hechos 2: 14-17a).

   Luego habló de Jesús como el enviado de Dios para salvar al mundo. Durante el mensaje la gente compungida de corazón empezó a aceptar a Jesús como su Salvador, y de inmediato les dio la promesa del don de Dios: el Espíritu Santo.

   Su presencia era lo más importante en la iglesia primitiva. Leemos en el libro de los Hechos una y otra vez cómo el Espíritu Santo se manifestaba. Ellos oraban para que todos fueran bautizados en el Espíritu. Ministraban en su poder, ¡incluso ser lleno del Espíritu era un requisito para los futuros diáconos! Pero ahora sucede lo contrario. Le hemos restado importancia, y es de lo último que se habla. Al parecer se le da importancia solo para las vigilias, para el bautismo o para recibir sus dones. Esto no puede ser. Debemos volver a la senda antigua, por la que caminó Jesús y sus discípulos. En esta senda lo primero que se reconoce es su presencia.

   La clave de todo mover de Dios está en que entiendas y creas en la importancia que tiene el Espíritu Santo como la persona divina que es y te comportes de acuerdo a esa fe.

    Si le has quitado importancia al Espíritu Santo debes pedirle perdón a Dios. Si te has enfriado y has tomado una mala actitud para con Dios y el Espíritu Santo, es un buen momento para acercarte de nuevo.

    No existe razón para que te apartes del Señor, no ganas nada alejándote del camino y de la presencia del Espíritu Santo. La clave de todo mover  de Dios está en que entiendas y creas en la importancia que tiene el Espíritu Santo como la persona divina que es y te comportes de acuerdo a esa fe. 

   Sé sincero contigo mismo y sensato en tus actos. Dios nunca te ha hecho nada malo para que te apartes de él. Todo lo contrario, ha tenido paciencia, te ha bendecido, te ha amado siempre y ha luchado por ti. El Espíritu Santo siempre está contigo y es tu Consolador. Te unge, te da fuerzas y poder.

COMUNIÓN E INTIMIDAD.
   Hace tiempo, aún soltero, pasé por una prueba económica muy fuerte. Debido a esto tuve que dejar de estudiar en la universidad, aunque años después pude regresar a ella para graduarme. Pero en esos tiempos, por razones ajenas a mi buena voluntad, me quedé sin tener dónde vivir. El día que tuve que salir de la casa en donde estaba, sin saber a dónde iba y dónde dormiría aquella noche, le dije a Dios: «Iré a la iglesia a adorarte, sin preocuparme por dónde habré de dormir, y sé que tú me proveerás».

   Adoré al Señor con todo mi corazón en aquel servicio, y la paz de Dios me sobrecogió. Al terminar, un amigo se acercó y me invitó a almorzar a la casa de su abuelita. Lo primero que vino a mi mente fue: ~Ya Dios proveyó donde comer». Luego del almuerzo, mi amigo me dijo que podía quedarme a dormir en su casa, pero el único lugar que había era un cuartito que solo contaba con una alfombra. ¡Yo saltaba de alegría porque ya tenía un techo donde pasar la noche! Al despedirnos de su abuelita, ella me dijo que tenía algo que enseñarme y me llevó a la parte de atrás de su casa, al dormitorio de servicio, y me mostró una cama plegable, lo que en algunos lugares se conoce como «catre». Me preguntó si me serviría para no tener que dormir en la alfombra, y lo acepté con mucha gratitud. Aunque mohoso y con olor a humedad, con un poquito de limpieza quedó maravilloso. ¡En ese momento sentí que ya había comenzado a prosperar! Dios no dejó que durmiera en el piso, sino que ya tenía esa cama. Entendí que aunque tuviera con qué comprar la mejor cama del mundo, no podía comprar el sueño ni el descanso que solo el Señor me podía dar.

   Para muchos esa soledad podría ser letal, se llenarían de tristeza y pasarían quejándose todo el tiempo. Sin embargo, yo esperaba con ilusión ese tiempo a solas con él en aquel dormitorio.

    En ese entonces, Sonia y yo ya éramos novios. Todos los días después de mi trabajo la iba a visitar, y de allí emprendía la travesía de regresar a la casa de mi amigo, donde vivía. Siempre recordaré la hora en que salía, porque al encender la radio cristiana comenzaba la programación en inglés. Así aprovechaba el largo camino para adorar y meditar en la Palabra de Dios por medio de este programa. Pero lo que más deseaba era llegar a aquel pequeño dormitorio y disfrutar de su presencia en mi soledad.

   Una amiga amablemente me prestó una guitarra muy particular. Era más pequeña del tamaño estándar, no tenía las seis cuerdas, pues le faltaba una, y las cinco que le quedaban estaban desafinadas. Como no soy músico no sabía afinarla, y tampoco me importaba que no tuviera la sexta cuerda. Así que en ese pequeño cuarto con la guitarra desafinada, y más desafinado yo, aprovechaba mi soledad para adorar a Dios, sin saber que él me estaba preparando para caminar en su poder. Fue allí donde aprendí a buscarle.

   A lo largo de esta experiencia aprendí que si el Espíritu Santo está con uno, jamás estaremos solos. ¡Qué mal se debe sentir él, siendo nuestro compañero, cuando escucha nuestras protestas de soledadI Si él está contigo, jamás te quejes de estar solo.

Aprende a aprovechar tus momentos de soledad. A veces son necesarios para conocer íntimamente a la persona del Espíritu Santo.
 
   Fue así como conocí profundamente al Espíritu Santo. En esa soledad aprendí a conocer «al que todo lo puede~. Meditaba, oraba y le cantaba. ¡Era hermosol Hoy recuerdo esos tiempos como una de las épocas más lindas de mi vida. Se conoce tanto a Dios en la intimidad. ¡Gracias, Señor, por esa bendita soledad!

    Aprende a aprovechar tus momentos de soledad. A veces son necesarios para conocer íntimamente a la persona del Espíritu Santo.

   Muchos quieren ser llenos del Espíritu Santo, pero no ser guiados por él. Jesús fue guiado al desierto para estar a solas en intimidad con él y recibir su poder. Hay quienes no creen que el Espíritu pueda guiarles a un desierto, porque lo asocian con algo malo. Pero puede tomarte de la mano y llevarte a momentos de soledad para que lo conozcas más. Cuando estés atravesando ese desierto no hagas menos al Espíritu renegando de tu soledad, porque él nunca te abandonará, siempre estará contigo para ayudarte, como lo estuvo con Jesús.

   Si has sido lleno de la presencia del Espíritu Santo debes dejarte guiar por él. La llenura y el caminar con el Espíritu son dos cosas diferentes. Hay un desierto en medio de ellas. El mismo donde debes aprender a estar a solas con él para que te invite a que le conozcas y puedas caminar en su poder, porque no se puede caminar en el poder de alguien que no conoces.

   El apóstol Pablo escribió: ~Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes» (2 Corintios 13: 14).

   El amor del Padre se manifestó al enviar a su Hijo a morir por nosotros, y la gracia de Jesucristo se manifestó en la cruz al salvarnos del pecado y de la muerte. El Espíritu Santo es la persona divina que ahora está con nosotros, con quien podemos hablar, tener comunión e intimidad.

   Una cosa es tener comunión con el Espíritu y otra es tener intimidad. Tener comunión con alguien es compartir tiempo con esa persona, hablarse y escucharse mutuamente. Tú puedes tener comunión con él mientras vas en el carro, en tu trabajo o en la fila del banco. Puedes hablar constantemente con él durante todo el día.

   Sin embargo, tener intimidad implica estar a solas con él en un lugar donde nada ni nadie te interrumpa. Allí se manifestará y te mostrará lo que tiene para ti. De esa forma es como se revelan la mayoría de sus planes para tu vida y eres transformado por su poder. Es allí donde son reveladas cosas que ojo no vio ni oído oyó, y no pueden aprenderse de otro ser humano. Él desea revelarte lo que te ha sido concedido, las cosas de Dios y lo profundo de
su ser. Esto no lo aprendes únicamente leyendo, sino pasando tiempo en su presencia.

   Lo primero que el Espíritu te revela en intimidad son las cosas que el Padre tiene para tu vida. Te dice qué y cuándo pedir, pues sabe qué te toca y en qué momento. Luego te enseña las cosas de Dios, sus características como proveedor, salvador y sanador. Y por último te muestra lo profundo de Dios, aquello que está en su corazón: cómo piensa, qué le agrada y desagrada. Esas son las profundidades de Dios.

   Cuando no buscas intimidad con el Espíritu pierdes muchas bendiciones, pero sobre todo, dejas de conocer lo más profundo del carácter y el corazón de Dios. Por eso, para conocer al Padre es necesario tener comunión con su Espíritu. Él escudriña tanto el corazón de Dios como el nuestro y los hace uno solo.

   Levanta tus manos ahora mismo al Señor y cierra tus ojos. Búscalo. Estar a los pies del maestro con una guitarra desafinada de cinco cuerdas, o con un CD de adoración de fondo, es lo más maravilloso de la vida. En un catre con moho o en una buena cama. En una casita o en una mansión. Con mucho o poco dinero, pero siempre a los pies de Jesús. Es allí donde anhelas estar. Olvídate de las penas económicas o la prisa de las citas del medio
día, búscalo con todo tu corazón. Nada vale más que ese momento en la presencia de Dios.

Ora conmigo: «Padre, ayúdame, quiero conocerte. No renegaré de la soledad, quiero encontrarte en la intimidad. Quiero adorarte, Señor~.
Cash Luna. En honor al Espíritu Santo. Editorial vida.Miami, Florida 2010 pag.35 a la 49

viernes, 2 de febrero de 2018

NO LO LOGRO ENTERDER.

   Hace años, mi esposa y yo participamos de un retiro para matrimonios. La pareja de amigos con quienes compartimos la cabaña nos platicó sobre los temperamentos que la psicología define como rasgos típicos de nacimiento. Según estudios, se han definido cuatro tipos básicos: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático. Mientras nos explicaba cada uno, identifiqué mi carácter como una mezcla de dos tipos específicos.

   Allí mismo nos hicieron la prueba para identificar los temperamentos y confirmé lo que había pensado, dos de ellos resultaron predominantes en mi vida muy por encima de los otros. Cuando leí las ventajas que tenían, me emocionó leer los rasgos positivos que conllevan, pero me decepcioné al enterarme de las debilidades. Mi pensamiento fue: «con esas características no llegaré a ningún lado».

   Esa noche no pude dormir pensando que mi vida entera estaría condenada a las debilidades de mis temperamentos. Quería servir al Señor en sus fuerzas, no en las mías. No quería jactarme de alcanzar el éxito usando mis habilidades naturales o frustrarme al fracasar por mis defectos.

   Me pregunté qué papel jugaba el Espíritu Santo en nuestra vida si vamos a vivir de acuerdo a los temperamentos. Si afirmaba que mis debilidades humanas eran imposibles de superar o me escondía detrás de mi personalidad, impediría que el Espíritu Santo me trasformara.

    Imaginé el día que tuviera que dar cuentas a Dios tratando de justificarme por mi temperamento natural, diciéndole que por eso no hice lo que debía. ¿Cómo le diría a Dios que no hice las cosas que me mandó a hacer porque soy temeroso, o que no perdoné porque mi temperamento es el de una persona que se resiente por todo? ¿Cómo le diría a Dios que logré mis objetivos, pero pasando por encima de la personas? ¿Cómo le diría que me distraje en el camino porque mi temperamento es de los que rara vez termina lo que comienza? Eso era inconcebible para mi mente y por eso me negué a vivir así.

     Entonces tomé una decisión, una de las más importantes de mi vida. Decidí someter mi temperamento a la obediencia del Espíritu Santo. Pensé que si me predisponía y creía que contaba únicamente con las fortalezas y debilidades heredadas, viviría por la fuerza de mi carne y no buscaría al Espíritu Santo para que me ayudara a dar fruto, porque asumiría que mis debilidades son incorregibles y no existiría la obra trasformadora en mí. Por eso creí que al producir el fruto del Espíritu en mi vida, como el amor, paciencia, mansedumbre o templanza, seguramente todos ellos juntos superarían las debilidades de cualquier temperamento. Cada vez que enfrentaba una de mis debilidades sometía mi vida al Señor. Cuando se las presentaba, él nunca me rechazó diciéndome: «No puedes hacerlo porque eres distraído de nacimiento», o «No te puedo escoger para una obra grande porque nunca la vas a terminar».

   Años más tarde hice el mismo examen y el resultado fue que los cuatro temperamentos salieron balanceados en mi vida. Esto es fruto de haber sometido mi comportamiento diario al Espíritu Santo hasta formar nuevos hábitos que han vencido la mayor parte de esas debilidades.

   ¡Fue glorioso comprobar que el Espíritu Santo es capaz de ayudarnos con nuestras debilidades y convertirnos en las personas que deseamos ser!

El Espíritu Santo es capaz de ayudarnos con nuestras debilidades y convertirnos en las personas que deseamos ser! 

   El Señor nos enseñó en la parábola de los talentos acerca de un hombre que intentó justificarse ante su señor por haber enterrado el talento que le había sido confiado. Dijo: «Tuve miedo», lo que significa que fue dominado, no por un adulterio, fornicación o inmundicia, sino por un simple temor.NO LO LOGRO ENTENDER
   No es necesario cometer actos lascivos, herejías, adulterios, fornicaciones u orgías para ser carnales. Basta con dejarse dirigir por una naturaleza caída para serlo. Si intentas servir a Dios tomando como base tu naturaleza humana, terminarás justificando tus fracasos y debilidades. Si dices que el temperamento es tu única fortaleza pero también tu debilidad, ¿dónde está entonces la fuerza del Espíritu? Al hablar de esta manera reconoces que caminas de acuerdo a tu propia fuerza.

   No puedo negar la existencia de estos temperamentos, es más, hemos utilizado este estudio para conocer mejor a nuestros hijos y educarlos, y mi esposa Sonia lo ha usado en ciertas enseñanzas que ha impartido. Pero estoy seguro que el Señor no habría hecho la obra que ha realizado en nuestro ministerio si no hubiera sometido las debilidades de mi carne al Espíritu Santo. En vez de justificarlas con los temperamentos, decidí someterlas a la obediencia al Señor.

EL PODER TRANSFORMADOR.
 
   En una oportunidad, conversando con mi suegro, un hombre que llegó a ser gran amigo mío, me relató esta historia. Cierta vez, los directivos de una iglesia estaban en el proceso de decidir a quién invitar a ministrar en una de sus reuniones. Uno de ellos, un hombre mayor, insistía en invitar a un joven que demostraba tener la unción sobre su vida y que Dios lo acompañaba con señales y prodigios. Fue tal la insistencia que otro integrante de la
directiva se enojó y dijo: «¿Por qué tiene que ser ese joven? Pareciera como si tuviera el monopolio del Espíritu Santo». A lo que el anciano respondió: «Seguramente no, pero el Espíritu Santo sí tiene el monopolio del joven».

   Después de contarme esta historia, mi suegro concluyó diciéndome: «Jamás podrás tener el control del Espíritu Santo, pero procura ser ese joven de quien el Espíritu Santo tiene el control».

La unción trasformadora estará sobre personas que desean ser transformadas, y no solo sobre aquellos que desean ser usados para transformar a otros. 

   Muchos desean ser usados por el Señor para transformar la vida de otros, pero pocos quieren ser transformados por él. No dudo que estás leyendo este libro porque te interesa la unción, pero quiero recordarte que esta recibe el calificativo de «santa». 

La unción trasformadora estará sobre personas que desean ser transformadas, y no solo sobre aquellos que desean ser usados para transformar a otros.
 
   Es necesario comprender que la santidad está basada en la fe que tenemos en la gracia de Jesús, capaz de santificarnos.

    La gente se ha equivocado al interpretar la santidad como el comportamiento perfecto, libre de defectos y errores. Pero no es así. Vivir en santidad es entregarte a cumplir aquellos mandatos que él nos da y que nos transforman cada día. Si el Señor toma barro en sus manos para hacer una vasija, desde el momento que lo toma es santo, porque la palabra santo significa «apartado para él». Dios apartó ese barro para darle forma. La gente se equivoca al pensar que si alguien es perfecto, Dios lo ungirá. Pero eso no es verdad en ningún hombre a lo largo de toda la Biblia. No hay profeta o apóstol en todas las Escrituras que haya sido perfecto, y hoy seguramente tampoco existe uno, pero sí hay quienes se han consagrado a él para vivir una transformación constante, como el barro en las manos del alfarero.

    Algunos, al ver el poder de Dios manifiesto a través de mi vida, podrían pensar que soy perfecto, pero no es así. Estoy lejos de alcanzarlo, pero una cosa hago, consagro mi vida a Dios todos los días para que me siga transformando.

    El Salmo 139: 1. 6 dice: Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú,SEÑOR, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo».

   No podemos ser trasformados sin su presencia. Dios nos llena esperando convertirnos en portadores de su santa unción a donde vayamos. Él nos da su Espíritu no porque seamos santos, sino para que lleguemos a serlo. Sin su presencia es imposible alcanzar la santidad.

   Cuando leí por primera vez este salmo supuse que los pensamientos, las palabras, el caminar, el acostarse y el levantarse de aquel hombre eran perfectos, y por eso Dios lo había rodeado, pero conforme medité en la Escritura y con los años que he pasado en su presencia me di cuenta que estaba equivocado. Meditemos en su palabra por un momento. El salmista dice: «Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.

   Si este hombre fuera perfecto en su actuar, pensar y sentir, la presencia de Dios hubiera sido completamente natural para él, se hubiera sentido merecedor de tal privilegio, pero no era así. Creo que pensó diferente. Se dio cuenta que por muy bueno y justo que fuera su comportamiento, no era suficiente para estar ante semejante presencia, y por eso se declaraba indigno. Sus palabras podrían ser: «Señor, ¿cómo te atreves a rodearme con tu presencia y a poner tu mano sobre mí, conociéndome como me conoces? Sabes que no soy el mejor de tus hijos, sabes que mis pensamientos no siempre son buenos y que mi actuar no es perfecto.

UN ENCUENTRO EN LA INTIMIDAD.
 
   Amigo, el Señor conoce tus palabras cuando aún no están en tu boca. Conoce tu corazón y cada detalle de tu ser, sin embargo, su mano está sobre ti y ha decidido rodearte
con su presencia. ¿Acaso no es maravilloso e incomprensible tal conocimiento? Él no espera que seas perfecto para rodearte, más bien te rodea para que puedas mejorar. No debes ser santo para recibirle, sino que la presencia de Dios te ayuda a ser santo como él

No debes ser santo para recibirle, sino que la presencia de Dios te ayuda a ser santo como él.
   ¿Por qué creo que es así? Porque unos versículos más adelante la Palabra dice: «¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!» (Salmo 139:7-10)

    Ahora te pregunto: ¿Por qué querría un hombre tan justo huir de la presencia de Dios? Probablemente tanta presencia lo hacía sentir indigno. En mi caso, los once años que oré y pedí su unción no se comparan con lo que recibí y ahora tengo. Su deseo de concedérmela sobrepasó mi deseo de tenerla. Mi tiempo de oración no tiene proporción con el precio que él pagó en la cruz. Dios quiere darte tanto que cualquier cosa que hagas queda pequeña frente a su deseo de ungirte. La unción que recibes del Señor no es producto de lo que hagas por obtenerla, sino de su intenso deseo de dártela. Siendo un tesoro de incalculable valor, te la dará solamente si la deseas y aprecias.

    Él quiere rodearte y te buscará donde estés. No importa cuánto intentes esconderte o huir, no existe el lugar donde él no pueda encontrarte. Dios literalmente está persiguiéndote para transformarte. Si deseas tener la unción sobre tu vida y ministerio, lo primero que debes hacer es dejar que esa presencia te inunde de pies a cabeza y de adentro hacia afuera. Debes ser sensato y dejar que la presencia del Señor te transforme para luego buscar la unción que te permita ayudar a cambiar a otros. No hay nada tan maravilloso como dejar que el Espíritu Santo obre en nosotros y nos transforme.

   El profeta Isaías sufrió una trasformación en la presencia de Dios antes de poder decir: «Heme aquí, envíame a mí». Su boca, su lengua, todo su ser cambió ante la gloria del Señor. Al estar en su presencia sintió un miedo de muerte y su pecado le fue revelado.

   Nuevamente podemos ver con claridad el proceso: La presencia de Dios lo rodeó, un ser angelical bajó del trono de Dios y tomó un carbón encendido para transformarlo. No lo rodeó porque su caminar fuera perfecto, sino para que pudiera serlo.

  Las personas transformadas por el Señor son gente de oración que mantienen una comunión e intimidad con él. No solamente estudian la Palabra, sino que pasan tiempo ante su presencia.

   Las personas transformadas por el Señor son gente de oración que mantienen una comunión e intimidad con él. No solamente estudian la Palabra, sino que pasan tiempo ante su presencia. Aquel que busca a Dios para que su corazón, sus palabras y sus pensamientos sean escudriñados, reconociendo que necesita ser transformado, es quien conocerá más profundamente al Espíritu que puede hacerlo.

   Si no quieres que el Espíritu de Dios cambie tu vida tampoco lo conocerás mucho. Podrías tener conocimientos teóricos acerca de él, pero no necesariamente lo conocerás en la intimidad. Cuando desnudas tu vida delante del Espíritu te sometes a un cambio radical en tu forma de pensar, hablar y actuar, además de recibir la manifestación de su verdadera naturaleza. Él te revelará su Espíritu si tú le desnudas el tuyo. Mientras más le abras tu corazón, más te abrirá el suyo. Recuerda: Acércate a Dios y él se acercará a ti.

   Esa es la "oración contempladora», aquella que ocupa tiempo en contemplar a Dios y su majestad, la que verdaderamente transforma, no la que solamente repite vanas palabras. El cambio profundo empieza en el momento que llegas a sus pies y le dices: <Señor, soy una persona de corazón duro y lo sabes, no lo puedo esconder de ti». Cuando estás delante de su presencia y le dices: "Señor, tú conoces mi carácter, conoces lo que hago, conoces cada cosa que digo, aquí estoy, cámbiame", expones tu vida a una trasformación que gradualmente te llevará a conocer íntimamente al Espíritu. Él busca en intimidad a quienes demuestran su anhelo por encontrarlo.

   Aunque te cueste creerlo, no debes pensar solamente en cuánto lo anhelas tú a él, sino también en cuánto él te anhela a ti. Por eso la Escritura enseña que el Espíritu Santo te anhela celosamente.

   Recuerdo que en una oportunidad le pedía al Señor que se manifestara y que hiciera descender su poder en las reuniones y tocara a la gente. Oraba para que esto siempre ocurriera. Pero un día el Espíritu Santo me habló y me dijo: "Hoy descenderé con mi poder no porque la gente me anhele, sino porque es mi anhelo hacerlo". Y añadió: "Muchos han enseñado que deben de anhelarme, pero pocos han comprendido cuánto los anhelo a ellos". Y continuó explicando: "En la comunión entre dos personas, el anhelo es mutuo y no hay deseo más grande que el mío por ustedes". Buscar al Espíritu es el inicio de una maravillosa relación entre él y tú.

   Si nos anhela tanto que quedó escrito, aprovechemos esa circunstancia para anhelarlo nosotros. Este deseo y búsqueda de doble vía producirá una maravillosa relación: el amor que le demos y el que recibiremos de él.

   Estimado lector, aunque seas una persona exitosa, buen estudiante, gran empresario y profesional, necesitas alcanzar el éxito espiritual. Ver la Gloria de Dios reflejada en tu vida es el mayor de los éxitos. Búscala. 
Bibliografia. En honor al Espíritu Santo. Cash Luna. Editorial vida.Miami, Florida 2010 pag.23 a la 34