La oración es abrir el corazón o el alma a Dios en una forma sincera, sensible y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas comolasque Diosha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el bien de la Iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios.
Jesús mandó: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oidos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros las pidáis" (Mateo. 6:6-8).
Oramos cuando lo hacemos dentro del ámbito de la Palabra de Dios; y es una blasfemia, o en el mejor de los casos una vana repetición, cuando la petición es contraria a la Biblia. David, por tanto, mientras oraba, mantuvo sus ojos en la Palabra de Dios. "Abatida hasta el polvo está mi alma", clamó, "vivifícame según tu palabra... Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra" (Salmos119:25,28). Es cierto, el Espíritu Santo no aviva y anima inmediatamente el corazón del cristiano que ora sin la Palabra, sino que lo hace con y por medio de la Palabra. El Espíritu Santo lleva la Palabra al corazón, y la abre para nosotros de forma que somos estimulados a ir al Señor en oración y contarle cómo nos va, y también a razonar y suplicar conforme a la Palabra.
Esta fue la experiencia de Daniel, aquel gran profeta de Dios. Daniel, comprendiendo por la Palabra que la cautividad de los hijos de Israel estaba a punto de terminar, elevó su oración a Dios conforme a las Escrituras:
"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeas, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén de setenta años. y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (Daniel. 9:1-3).
De forma que, en la medida que el Espíritu es el consolador y el consejero del alma, cuando usted ora conforme a la voluntad de Dios, será guiado por la Palabra de Dios y orará conforme a su enseñanza y promesas. Esta es la razón por la que nuestro Señor Jesucristo dejó de orar por liberación, aunque su vida peligraba. Dijo que podía orar a su Padre y que Él podía enviarle doce legiones de ángeles; ¿pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras ( Mateo, 26: 53, 54)? Si hubiera habido una palabra para eso en las Escrituras, Jesús habría estado muy pronto lejos de las manos de sus enemigos y los ángeles le habrían ayudado inmediatamente, pero las Escrituras no garantizaban este tipo de oración porque Él tenía que morir por nuestros pecados.
La verdadera oración, pues, debe ser conforme a la Palabra de Dios y sus promesas. El Espíritu debe dirigir mediante la Palabra la forma y la sustancia de la oración. "¿Qué, pues?" pregunta Pablo, "Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento"(1 Corintios. 14:15). No hay comprensión sin la Palabra. Porque si la gente rechaza la Palabra de Dios, "¿qué sabiduría tienen?" (Jeremias. 8:9).
ORACIÓN
Bendito Padre celestial, así como Pablo deseaba usar palabras acertadas en sus oraciones mediante la dirección del Espíritu Santo, yo también pido que me reveles las promesas y palabras de las Escrituras que puedo aplicar para mis situaciones particulares en la vida. Oro pidiendo que me guíes en la aplicación de tu Palabra en la oración, de forma que pueda hacerlo conforme a tu voluntad y ser entonces capaz de manifestar tu glorioso y amoroso poder a todos los que me rodean. Te lo pido por el amor de Jesús. Amén.
Juan Bunyan. Cómo orar en el Espíritu.
Primera edición 2013. Editorial Portavoz Paginas 39-41
Jesús mandó: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oidos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros las pidáis" (Mateo. 6:6-8).
Oramos cuando lo hacemos dentro del ámbito de la Palabra de Dios; y es una blasfemia, o en el mejor de los casos una vana repetición, cuando la petición es contraria a la Biblia. David, por tanto, mientras oraba, mantuvo sus ojos en la Palabra de Dios. "Abatida hasta el polvo está mi alma", clamó, "vivifícame según tu palabra... Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra" (Salmos119:25,28). Es cierto, el Espíritu Santo no aviva y anima inmediatamente el corazón del cristiano que ora sin la Palabra, sino que lo hace con y por medio de la Palabra. El Espíritu Santo lleva la Palabra al corazón, y la abre para nosotros de forma que somos estimulados a ir al Señor en oración y contarle cómo nos va, y también a razonar y suplicar conforme a la Palabra.
Esta fue la experiencia de Daniel, aquel gran profeta de Dios. Daniel, comprendiendo por la Palabra que la cautividad de los hijos de Israel estaba a punto de terminar, elevó su oración a Dios conforme a las Escrituras:
"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeas, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén de setenta años. y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (Daniel. 9:1-3).
De forma que, en la medida que el Espíritu es el consolador y el consejero del alma, cuando usted ora conforme a la voluntad de Dios, será guiado por la Palabra de Dios y orará conforme a su enseñanza y promesas. Esta es la razón por la que nuestro Señor Jesucristo dejó de orar por liberación, aunque su vida peligraba. Dijo que podía orar a su Padre y que Él podía enviarle doce legiones de ángeles; ¿pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras ( Mateo, 26: 53, 54)? Si hubiera habido una palabra para eso en las Escrituras, Jesús habría estado muy pronto lejos de las manos de sus enemigos y los ángeles le habrían ayudado inmediatamente, pero las Escrituras no garantizaban este tipo de oración porque Él tenía que morir por nuestros pecados.
La verdadera oración, pues, debe ser conforme a la Palabra de Dios y sus promesas. El Espíritu debe dirigir mediante la Palabra la forma y la sustancia de la oración. "¿Qué, pues?" pregunta Pablo, "Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento"(1 Corintios. 14:15). No hay comprensión sin la Palabra. Porque si la gente rechaza la Palabra de Dios, "¿qué sabiduría tienen?" (Jeremias. 8:9).
ORACIÓN
Bendito Padre celestial, así como Pablo deseaba usar palabras acertadas en sus oraciones mediante la dirección del Espíritu Santo, yo también pido que me reveles las promesas y palabras de las Escrituras que puedo aplicar para mis situaciones particulares en la vida. Oro pidiendo que me guíes en la aplicación de tu Palabra en la oración, de forma que pueda hacerlo conforme a tu voluntad y ser entonces capaz de manifestar tu glorioso y amoroso poder a todos los que me rodean. Te lo pido por el amor de Jesús. Amén.