jueves, 26 de marzo de 2020

LA ORACIÓN Y LA PALABRA DE DIOS.


   La oración es abrir el corazón o el alma a Dios en una forma sincera, sensible y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas comolasque Diosha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el bien de la Iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios. 

   Jesús mandó: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oidos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros las pidáis" (Mateo. 6:6-8).

   Oramos cuando lo hacemos dentro del ámbito de la Palabra de Dios; y es una blasfemia, o en el mejor de los casos una vana repetición, cuando la petición es contraria a la Biblia. David, por tanto, mientras oraba, mantuvo sus ojos en la Palabra de Dios. "Abatida hasta el polvo está mi alma", clamó, "vivifícame según tu palabra... Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra" (Salmos119:25,28). Es cierto, el Espíritu Santo no aviva y anima inmediatamente el corazón del cristiano que ora sin la Palabra, sino que lo hace con y por medio de la Palabra. El Espíritu Santo lleva la Palabra al corazón, y la abre para nosotros de forma que somos estimulados a ir al Señor en oración y contarle cómo nos va, y también a razonar y suplicar conforme a la Palabra.


   Esta fue la experiencia de Daniel, aquel gran profeta de Dios. Daniel, comprendiendo por la Palabra que la cautividad de los hijos de Israel estaba a punto de terminar, elevó su oración a Dios conforme a las Escrituras:


   "En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeas, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén de setenta años. y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (Daniel. 9:1-3).


   De forma que, en la medida que el Espíritu es el consolador y el consejero del alma, cuando usted ora conforme a la voluntad de Dios, será guiado por la Palabra de Dios y orará conforme a su enseñanza y promesas. Esta es la razón por la que nuestro Señor Jesucristo dejó de orar por liberación, aunque su vida peligraba. Dijo que podía orar a su Padre y que Él podía enviarle doce legiones de ángeles; ¿pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras ( Mateo, 26: 53, 54)? Si hubiera habido una palabra para eso en las Escrituras, Jesús habría estado muy pronto lejos de las manos de sus enemigos y los ángeles le habrían ayudado inmediatamente, pero las Escrituras no garantizaban este tipo de oración porque Él tenía que morir por nuestros pecados.


   La verdadera oración, pues, debe ser conforme a la Palabra de Dios y sus promesas. El Espíritu debe dirigir mediante la Palabra la forma y la sustancia de la oración. "¿Qué, pues?" pregunta Pablo, "Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento"(1 Corintios. 14:15). No hay comprensión sin la Palabra. Porque si la gente rechaza la Palabra de Dios, "¿qué sabiduría tienen?" (Jeremias. 8:9).


ORACIÓN
   Bendito Padre celestial, así como Pablo deseaba usar palabras acertadas en sus oraciones mediante la dirección del Espíritu Santo, yo también pido que me reveles las promesas y palabras de las Escrituras que puedo aplicar para mis situaciones particulares en la vida. Oro pidiendo que me guíes en la aplicación de tu Palabra en la oración, de forma que pueda hacerlo conforme a tu voluntad y ser entonces capaz de manifestar tu glorioso y amoroso poder a todos los que me rodean. Te lo pido por el amor de Jesús. Amén.
Juan Bunyan. Cómo orar en el Espíritu. Primera edición 2013. Editorial Portavoz Paginas 39-41

jueves, 19 de marzo de 2020

LA ORACIÓN EN EL SANTO ESPÍRITU.

   La oración es abrir el corazón o el alma a Dios en una forma sincera, sensible, y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas como las que Dios ha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el bien de la Iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios.

   Orar por medio de Cristo, orar en unión con Cristo y orar con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo dependen tanto uno de otro que encontrará que es imposible que nuestras oraciones puedan ser oraciones aparte de esa relación. Aunque algunas oraciones pueden ser famosas, aparte de Cristo y del Espíritu Santo, Dios las rechaza. Porque sin un abrir sincero, sensible y afectuoso del corazón a Dios, su oración será solo de labios para afuera. Si sus oraciones no son elevadas por medio de Cristo, Dios no les va aprestar atención.

   De igual manera, si sus oraciones no son presentadas con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, puede suceder que estéactuando como los hijos de Aarón cuando ofrecieron fuego extraño. Recuerde este doloroso incidente:

  "Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mi se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló" (Levitico. 10:1-3).

  Hablaré más sobre esto más adelante. Mientras tanto, recordemos que aquellas cosas que no son pedidas por medio de la enseñanza y ayuda del Santo Espíritu no pueden ser de ninguna manera según la voluntad de Dios.

   Pablo escribió a los Romanos: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Romanos:8.26, 27).

   Ninguna persona o iglesia en el mundo puede acudir a Dios en oración excepto mediante la ayuda del Espíritu Santo. "Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" (Efesio. 2:18).

   Consideremos primero a la persona que está hablando, el apóstol Pablo y mediante su persona hablan también todos los demás apóstoles. Parece como si estuviera diciendo: "Nosotros los apóstoles, siervos extraordinarios de Dios, ministros edificadores, algunos de los cuales fueron llevados en el Espíritu al paraíso, no sabríamos cómo pedir", si no contáramos con la ayuda del Santo Espíritu (véase Romanos 15:16; 1 Corintios 3:10; 2 Corintios 12:4).

   Por supuesto, nadie va a pensar que Pablo y sus compañeros no eran capaces de hacer cualquier tarea para Dios como cualquier pastor, papa o prelado orgulloso. Podían haber escrito un Libro de oraciones para el pueblo tan bien como los que hoy conocemos. No estaban para nada menos capacitados en gracia o dones que cualquier papa o prelado, pero ellos decidieron no escribir un Libro de oraciones,' Pero vean lo que pasa hoy, los sabios de nuestro tiempo se sienten tan capacitados que conocen al dedillo tanto la manera
como la materia de sus oraciones. Pueden establecer una oración para cada día y escribirlas para un día determinado que vendrá dentro de veinte años. Escriben una para Navidad, otra para el domingo de Resurrección, y otras para los seis días siguientes a esas fechas. Han determinado también cuántas sílabas deben decirse en cada una de sus oraciones en sus ejercicios públicos. Ya tienen oraciones escritas para que se digan en el día de cada santo para las generaciones venideras. Algo que los mismos apóstoles no se atrevieron a hacer, no se "sintieron capaces de hacer ¡en una manera tan profunda!"

   "Pedir como conviene, no lo sabemos" la realidad de las cosas por las que deberíamos orar, tampoco conocemos los propósitos por los cuales tenemos que orar, ni tampoco el medio por el cual orar: no conocemos ninguna de estas cosas aparte de la ayuda y asistencia del Espíritu Santo. ¿Debemos orar por comunión con Dios por medio de Cristo? ¿Debemos orar por fe, por justificación por gracia. y por un corazón verdaderamente santificado? No Sabemos nada acerca de estas cosas a menos que el Espíritu nos dirija a orar por ellas. Las Escrituras declaran: "Porque ¿quién de los hombres Sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Corintos. 2:11). El apóstol habla aquí de las cosas espirituales e internas que el mundo no conoce.

ORACIÓN
   Amoroso Padre, te pido en el nombre de Jesús que envíes tu Espíritu Santo sobre mí para ungirme, llenarme, usarme, enseñarme a orar como debo. Padre celestial, nada soy limitado a mis escasos recursos humanos. Fortaléceme para poder obedecerte y llevar a cabo las tareas que me has asignado hoy. Motívame a orar más allá de cualquier oración escrita para expresarte verdaderamente mis más profundos anhelos y necesidades. Te alabo cuando tu Espíritu Santo me revela algún pecado no confesado que está bloqueando mi camino hacia una comunión más profunda contigo, y gracias por mi Salvador Cristo Jesús que está siempre dispuesto a interceder por mí. Ayúdame a ser más amoroso y más compasivo con los que necesitan mi ayuda, mi cuidado y compasión por medio de Jesucristo. Amén.
Juan Bunyan. Cómo orar en el Espíritu. Primera edición 2013. Editorial Portavoz Paginas 35-38

jueves, 12 de marzo de 2020

LA ORACIÓN POR MEDIO DE CRISTO.

  La oración es abrirel corazón o el almaa Dios en una forma sincera, sensible 1:f afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas comolasque Diosha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el biende la Iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios.

   Debemos añadir por medio de Cristo a toda consideración de la  oración con el fin de saber si es o no una verdadera oración, aunque en apariencia pueda parecer eminente y elocuente. Cristo es el camino. Jesucristo es la persona por medio de la cual tenemos acceso a la presencia de Dios. Sin Cristo, nuestros deseos no caerán bajo el cuidado de Dios. Las Escrituras lo indican muy claramente, porque Jesús declaró: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan. 14:6). Y notemos, además, que Jesús también dijo: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré" (Juan. 14: 13,14). 

   Así lo hizo Daniel cuando oró por el pueblo de Dios. Lo hizo en el nombre de Cristo: 'Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor" (Daniel. 9:17). Y encontramos que David hizo lo mismo: "Por amor de tu nombre, oh Jehová", es decir, en el nombre de Cristo, "perdonarás también mi pecado, que es grande" (Salmos. 25:11).

   No todos los que mencionan el nombre de Cristo en oración auténtica, oran verdadera y eficazmente a Dios en el nombre de Cristo o por medio de Él. La parte más difícil en la oración es acercarse a Dios por medio de Cristo. Una persona puede ser sensible a las obras del Señor y desear sinceramente su misericordia y, no obstante, no ser capaz de ir a Dios por medio de Él. La persona que acude a Dios por medio de Cristo debe primero tener conocimiento de Él: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hechos. 11:6). Y los que acuden a Dios por medio de Cristo deben estar posibilitados de conocerle. "Si he hallado gracia en tus ojos", dijo Moisés, " te ruego que me muestres ahora tu camino para que te conozca, y halle gracia en tus ojos" (Exodo. 33:13).


   Nadie sino el Padre puede verdaderamente revelar a Cristo Jesús a su alma. "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (Mateo. 11:27). Acudir a Dios por medio de Cristo Jesús significa que Dios le ha puesto a usted bajo la sombra del Señor Jesús, como una persona es puesta bajo un refugio para su protección. De ahí que David a menudo llama a Cristo su escudo, refugio, torre, castillo y roca de defensa (véase los Salmos 18, 27 Y28). David ora de esta manera no solo porque vence a sus enemigos por medio de Cristo, sino porque a través de Él halla gracia con Dios el Padre.

   De igual manera, Dios le dijo a Abraham en una visión: "No temas, Abram yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1). Por tanto, la persona que acude a Dios por medio de Cristo debe tener fe, mediante la cual pone su confianza en Él, de manera que se presenta ante Dios en Cristo.


   La persona que tiene fe ha nacido de Dios o ha nacido de nuevo, de modo que llega a ser uno de los hijos de Dios. Queda unido por la fe a Cristo y hecho miembro de Él. "Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de Ia carne. carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan. 3:5,6). Por lo tanto, le digo a usted que ha nacido de nuevo, como un miembro de Cristo usted puede acudir a Dios. Usted puede orar como un miembro de Cristo, de modo que Dios le ve como una parte de Cristo, como una parte de su cuerpo, su carne y sus huesos. Está unido a Él por elección, conversión, iluminación y por el Espíritu Santo que le ha sido puesto en su corazón por Dios: "Porque somos miembros de su cuerpo" (Efesio. 5:30).


   Así, pues, podemos acudir a Dios en los méritos de Cristo, en su sangre, en su justicia, en su victoria e intercesión. Podemos estar en la presencia de Dios, ser aceptados en aquel que Él ama ( Efesio. 1:6). Porque usted es un miembro del Señor Jesucristo, porque está bajo esta consideración, es admitido en la presencia de Dios y puede acudir a Dios en oración. Por virtud de su unión con Cristo, recibe el Espíritu Santo que mora en usted. Por esta razón, usted está habilitado para abrirse (derramarse) a sí mismo delante de Dios en oración, con su atención centrada en usted y con su disposición de responder.


ORACIÓN:
   Oh Señor, te doy las gracias porque acudo a ti por medio de Cristo Jesús en todas mis oraciones, porque su sangre derramada a mi favor me limpia de mis pecados y me habilita para acercarme al trono de la gracia. Quiero reconocer más conscientemente mi necesidad de Jesús en todo lo que hago, y especialmente en mis oraciones. Que yo pueda honrarle más al buscar glorificarte a ti en todas mis oraciones. Enséñame a orar por todas aquellas cosas que serán buenas para el progreso de tu iglesia. Inspírame mediante tu Espíritu Santo a orar por aquellas personas y cosas por las que tú hubieras orado, en la confianza de que escucharás y responderás a mi oración elevadas a ti en el nombre y por el amor de Jesús. Amén.
Juan Bunyan. Cómo orar en el Espíritu. Primera edición 2013. Editorial Portavoz Paginas 31-34

domingo, 1 de marzo de 2020

HABRA SU CORAZÓN A DIOS.

   La oración es abrir el corazón o el alma a Dios en una forma sincera, sensible y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas como las que Dios ha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el bien de la iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios.

  Cuando usted ora, abre su corazón o su alma a Dios.  La oración es desahogarse, es aliviarse al derramar su corazón ante Dios, es abrir afectuosamente su alma en solicitudes, suspiros y gemidos. David dice: "Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto" (Salmos. 38:9). Y en el Salmo 42:2, 4 agrega:

   "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuando vendré, y me presentaré  delante de Dios?. Me acuerdo de estas  cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de como yo fui con la multitud y le conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta"

   Note especialmente sus palabras: "derramo mi alma dentro de mí". Esta expresión significa que en la oración usted entrega toda su vida y fuerzas a Dios. Yen otro lugar David declara: "Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio" (Salmos. 62:8).

   En este tipo de oración Dios nos promete liberarnos, a nosotros pobres criaturas, de la cautividad: "Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma" (Dt. 4:29).

   La oración debe ser un abrir el corazón o el alma a Dios. Esto muestra la excelencia del espíritu de oración. La oración se centra en el gran Dios del universo. Alguien puede preguntar: "¿Cuándo acudir y presentarse ante Dios?" Nuestra respuesta es que el que de verdad ora a Dios, lo hace cuando ve un vacío en todas las cosas debajo del cielo, cuando se da cuenta de que solo en Dios hay verdadera satisfacción para el alma. Pablo escribió: "Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día" (1 Timoteo. 5:5). David expresa el mismo sentimiento:

   "En ti, oh Jehová, me he refugiado; no sea yo avergonzado jamas. Socórreme y librame en tu justicia; inclina tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, líbrame de la mano del impío, de la mano  del perverso y violento. Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud" (Salmos. 71:1-5).

   Para orar correctamente, usted debe hacer que Dios sea su esperanza, morada y su todo. La oración correcta ve que todo lo demás, en comparación con Dios, es relativo y no merece la pena. y que eso lo hace la oración, como dije antes, en una forma sincera, sensible y afectuosa.

 ORACIÓN:

   Oh Señor, mis enemigos me rodean por todas partes, incluso mis enemigos espirituales. Me hubieran hundido de nuevo en el lodo cenagoso de mi pecado y derrotado. Me hubieran seducido de nuevo a pecar. O hubieran arrastrado a otros a pecar contra mí. Protégeme, oh mi Dios. Envía a tus ángeles ministradores para atender a mis necesidades. Que edifiquen una cerca protectora a mi alrededor para que los dardos del maligno no lleguen a mi corazón. Oh Señor, te entrego toda mi vida. ¿A quién puedo acudir sino a ti, oh Dios? Tú eres mi fortaleza y mi redentor, Pongo mi confianza en ti y no temeré, porque tú estás es tu trono y yo estoy siempre delante de ti por medio del sacrificio de Cristo Jesús. En su nombre elevo mis oraciones a ti. Amén.
Juan Bunyan. Cómo orar en el Espíritu. Primera edición 2013. Editorial Portavoz Paginas 27-29