UNA REALIDAD QUE NO PODEMOS IGNORAR.
Hasta dónde puedo recordar, siempre le tuve
miedo a la muerte. Este temor me seguía a dondequiera que iba; la idea de
perder la vida me aterrorizaba. Entonces, viaje a predicar en una Conferencia
de Honduras, Centro América, con un equipo de cincuenta personas. Al terminar
la Conferencia, fuimos a cenar en el hogar de una familia de la iglesia que nos
había invitado. Sin nosotros saberlo, siete hombres armados nos habían seguido
hasta allí. Mientras estábamos comiendo, entraron violentamente a la casa y nos amenazaron a todos apuntándonos
con sus armas.
Varios de los hombres se llevaron al Pastor
de la iglesia en un carro para matarlo. Cuando llegaron al lugar donde iban a
matarlo, es pastor pudo escaparse; pero mientras corría, se resbaló y cayó. En
el último minuto, el hombre que estaba a punto de dispararle recibió la orden
de otro de los hombres de dejarlo ir.
Mientras tanto, los otros hombres armados
nos amarraron a los que quedábamos en casa. Nos mantuvieron allí, apuntándonos
durante cuarenta y cinco minutos, mientras yo oraba sin cesar, pidiendo la
protección sobrenatural de Dios. Finalmente, los hombres se fueron. Dios había
salvado nuestras vidas. Durante el tiempo que permanecí atado muchas preguntas
desfilaron por mi mente: “¿Si me muero iré al cielo”? “¿He hecho la voluntad de
Dios”? “¿Tengo un sucesor para la iglesia”?. A todas esas preguntas respondí
que si, y esto me ayudó a entender que no debería temer a la muerte. Además
había repetido un verso de la biblia que describe a los seguidores de Jesús
como hombres que fueron perseguidos a
causa de creer en Él: “ellos menospreciaron sus vidas hasta la muerte”.
Apocalipsis 12.11 Como lo escribí antes, aquellos que reciben a Jesús deben
estar dispuestos a entregar sus vidas por Él, si es necesario.
Estuvo claro para mí que antes que me
ocurriera ese incidente no había estado listo para hacer eso. Llegué a entender
que Dios había permitido que enfrentara esa situación para poder confrontar así
mi temor a la muerte, y vencerlo.
Hoy en día, puedo ir a cualquier lugar del
mundo, y no tengo miedo de morir. Sé que Jesús conquistó a la muerte por su
sacrificio en la cruz y su resurrección. Y sé que aun si mi cuerpo muere, mi
espíritu seguirá viviendo con Dios, y esa seguridad me dará absoluta paz.
EL ENEMIGO DE LA RAZA
HUMANA.
El último pronóstico
de nuestras vidas es la muerte física. La muerte no era parte del diseño
original de Dios para los seres humanos. Sin embargo, cuando los primeros seres
humanos pecaron, permitieron que la muerte reinara en el mundo. Romanos
5.12-14. La muerte es la enemiga de toda la
raza humana.
En la sociedad actual, más personas de las
que usted pueda imaginarse le temen a la muerte, al punto de preferir no hablar
de ella. Aun así, muchas personas – de todas las culturas, nacionalidades,
razas y estratos sociales- están interesadas e incluso preocupadas con la idea
de la muerte. Quieren saber qué pasará con ellos después de morir.
A lo largo de la historia, las personas han
expresado su temor a la muerte de manera diferente, tales como adoptar una
actitud pesimista hacia la vida, usar el escapismo, y acoger la idea de la
reencarnación. Según el concepto de la reencarnación, después que una persona
muere, su alma se transfiere a otro cuerpo (ya sea el de un recién nacido o
incluso un animal, insecto u objeto).
Cuando las personas son pesimistas, un
espíritu de muerte opera en ellos, los vuelve apáticos o deprimidos y pueden llegar a manifestar otras
actitudes negativas. Cuando las personas optan por el escapismo, buscan evadir
la realidad, enfocando sus mentes en entretenimiento y otras formas de placer;
sin embargo, cuando tienen que regresar “al mundo real”, Por lo general quedan
vacíos y frustrados.. Cuando las personas acogen la idea de la reencarnación,
es a menudo una expresión de su deseo por corregir los errores y fallas de su
vida, y por creer que la muerte no es el final; que de alguna manera seguirán
viviendo.
NUESTRAS DOS CITAS.
¿Hay vida después de la muerte?,
¡Definitivamente, sí! La biblia confirma que si la hay. ¿Qué pasa después de la
muerte? No regresamos a la tierra en un cuerpo diferente. Sólo hay dos posibles
destinos para los seres humanos después que mueren. Uno es una eternidad con
Dios, y el otro es una eternidad separados de él.
En el capitulo anterior, vimos que seremos
juzgados de acuerdo a lo que hemos vivido durante nuestro tiempo en la tierra:
“Y de la manera como está establecido para los hombres que mueran una sola vez
y después de esto juicio. Hebreos 9.27
Estas citas son inevitables. ¿Usted lo cree? Pueda que usted no cumpla
con muchas de sus citas, pero existen dos a las que usted no podrá faltar: su
cita con la muerte y su cita con el
juicio divino de Dios. Dios lo juzgará como una persona justa se ha recibido a
Jesús, y sus pecados han sido perdonados a través de Su muerte en la cruz; o
determinara que usted está condenado debido a sus pecados, y por rechazarle a
Él y rechazar Sus caminos.
¿Sabe usted qué le espera después de la
muerte? ¿Tiene paz con respecto a lo que le pasará después de morir, o teme
constantemente un fin incierto? Jesús es el único que no solamente experimentó
la muerte sino que también obtuvo la victoria completa sobre ella. Si algo
diferencia al verdadero cristianismo de otras religiones y filosofía, es que
Jesús le tiene una respuesta probada para nosotros con respecto a la muerte.
¿QUÉ SUCEDE DESPUÉS
DE LA MUERTE?.
Al explorar esté tópico de la vida después
de la muerte, es importante tener en cuenta que, además de nuestro mundo físico
existe una dimensión espiritual invisible, la cual no puede conocerse por los
sentidos naturales. Sólo puede discernirse espiritualmente, y opera de acuerdo
a sus propias leyes y principios. Ya sea que una persona reconozca o crea en la
dimensión espiritual o no, igual existe.
Algunas personas piensan que el mundo
espiritual existe solamente en lo abstracto, o que es algo vago y evasivo. Sin
embargo, la realidad del mundo espiritual es aún mayor que la del mundo físico.
La dimensión física es temporal y transitoria, mientras que la dimensión
espiritual es eterna y permanente. Corintios 4.18
Jesús les narró a sus discípulos una
parábola para ayudarlos a entender lo que ocurre después de la muerte, y
también para enseñarles que la manera en que conducimos nuestras vidas en la
tierra es de importancia crítica. En los siguientes extractos de esa parábola,
aprendemos algunas de las condiciones del mundo espiritual que las personas
experimentan cuando dejan atrás el mundo natural a través de la muerte física.
La parábola empieza así:
Había un hombre rico
que se vestía de de púrpura y lino fino y cada día hacía banquetes con
esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro que estaba echado a las
puertas de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían
de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció
que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Y murió
también el rico y fue sepultado. Lucas 16.19-22(NVI)
El patriarca Abraham es elogiado por Dios en
las Escrituras por ser un hombre de gran fe. Cuando el mendigo Lázaro murió,
fue llevado a estar con Abraham en un lugar de descanso reservado para aquellos
que demostraron, y que vivieron durante el tiempo previo a la muerte y
resurrección de Jesucristo. Después de la resurrección de Jesús, el mismo cielo
se abrió para aquellos que habían muerto en fe, porque Jesús había conseguido
su reconciliación completa con Dios. El cielo es ahora donde residen esos
creyentes, juntos con todos aquellos que han muerto en fe a lo largo de este
siglo, desde la resurrección con Jesús.
En contraste con Lázaro, el hombre rico se
hayo en el infierno, que es lugar de castigo. Comparamos ahora alguna de las
características del hombre rico y de Lázaro en el más allá.
Guillermo
Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder.
Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 68 - 73