martes, 30 de septiembre de 2014

EL BAUTIZO

EL BAUTISMO EN AGUA.

 

    La palabra bautizo viene del griego baptidzo que significa: sumergir. El proceso del bautismo consiste en sumergir y emerger. Este procedimiento se usó para describir el bautizo de Juan y el cristiano. Dicho de una manera más sencilla, es hundir totalmente un objeto en otra sustancia, y luego sacarlo.
    El bautismo en agua es que simboliza la muerte y la resurrección de Jesucristo, y  nuestra identidad con Él. Las Escrituras se refieren a Jesús como el postrer Adán (1 Corinitos 15:21-22, 45). Jesús nos representó en Su sacrificio. Cuando una persona lo recibe como su Señor, ésta se identifica por completo con la obra de Cristo (Romanos 6:4-6). El bautismo en agua debería marcar la mente de la persona con la realidad de su unión con Cristo Jesús.

    El bautismo en agua permite al creyente la oportunidad de testificar a otros de la experiencia de su nuevo nacimiento. Es una señal y un testimonio público de la gracia interna. El creyente ha sido crucificado, sepultado y resucitado juntamente con Cristo; a fin de gozar de una vida nueva (Gálatas 2:20; Romanos 6:4).

    Jesús afirmó en Mateo 28:19: «Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo». Creemos que es bíblico bautizar en el nombre de cada uno de los integrantes de la Trinidad. Algunos probablemente se preguntan: “¿Cuál era el propósito del bautismo de Juan?”. Que Israel recibiera la revelación del Cordero de Dios quien quitaría el pecado del mundo (Juan 1:29-33). Jesús —el Cordero de Dios— se bautizó para cumplir todo lo que es justo ante Dios, pues Él no había cometido pecado (Mateo 3:15-17). Además, sirvió para demostrar y anunciar Su muerte, Su sepultura y Su resurrección.  

    Generalmente las personas confunde el bautismo en agua con el bautismo de Cristo (ser salvo). Cuando Pedro predicó acerca de la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús, explicó: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos 2:38). Cuando una persona nace de nuevo es bautizada por el Espíritu Santo dentro del Cuerpo de Cristo; es diferente al bautismo en agua, el cual no salva. Es la preciosa sangre que Jesús derramó en la cruz, no el agua, la que nos limpia del pecado (Efesios 1:7; Hebreos 9:22; Apocalipsis 1:5).
    Una persona debe ser bautizada en el Cuerpo de Cristo (salva) antes de ser bautizada en agua. Si usted no acepta primero a Jesús como el Señor de su vida ni cree que Dios lo levantó de los muertos, el bautismo en agua no tendría ningún propósito. Pues éste se realiza después de la salvación para confirmar y fortalecer su compromiso de vivir en santidad.

   El agua bautismal representa un lugar de sepultura. Cuando usted es sepultado juntamente con Cristo por medio del bautismo, está proclamándole al cielo, a la Tierra y al infierno que su vieja naturaleza ya no vive en usted. Ser sepultado con Jesús significa que su viejo yo murió al pecado, así como Jesús cuando fue hecho pecado por nosotros (Romanos 6:3, 6 10-12). Por esa razón, somos sumergidos como un acto simbólico de ser sepultados.

    Emerger del agua significa que somos resucitados a una nueva vida en Cristo. Lo cual quiere decir que usted permitirá que Él sea el Señor en cada área de su vida —espíritu, alma y cuerpo—. Usted ha sido comprado con Su sangre;  por tanto, le pertenece a Cristo.  Desde ese momento, usted le consultará: “Señor ¿A dónde quieres que vaya? ¿Qué deseas que diga? ¿Cómo quieres que yo sea? Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Romanos 6:11-13, se convierte en un versículo muy importante para nosotros: «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad…».

   Cuando en obediencia a la Palabra de nuestro Padre, consideremos, creamos y confesemos que estamos muertos al pecado y vivos para Dios por medio de Jesús; experimentaremos tanto crecimiento en nuestra vida cristiana como victoria en nuestro diario vivir. Los viejos hábitos y los vestigios del pecado de nuestra antigua manera de vivir desaparecerán, nuestra mente será renovada y estaremos viviendo como Cristo Jesús.
    El bautismo en agua debería ser muy significativo en su vida como creyente; pues es un tiempo en el cual se compromete a obedecer, a seguir a Jesús, y se dispone a cumplir el propósito y el plan que el Dios todopoderoso tiene para su vida. Esto no se reserva sólo para “supercristianos”. Es algo básico del cristianismo, forma parte del fundamento sólido que necesita edificar.

    Entonces si usted siente que no ha sepultado a su vieja naturaleza de pecado y que no ha dedicado su vida por completo al Señor; ya no espere más, busque un lugar en donde pueda participar del bautismo en agua, ¡ y sea totalmente libre!


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