miércoles, 16 de junio de 2021

LA RESPUESTA A LA RESPONSABILIDAD. Parte II

 El principio y el poder de la opresión.

    En los  registros bíblicos de las memorias del gran libertador Moisés, la historia de la opresión comienza con la muerte de José, príncipe de Egipto, a los cientos diez años. Moisés, hebreo de nacimiento, fue adoptado por la hija del Faraón de Egipto y el rey lo consideraba como un hijo. El segundo libro de la Biblia escrito por Moisés detalla el éxodo de los israelitas cuando salieron de Egipto. El drama comienza con el surgimiento de un nuevo rey que no conocía a la generación de José. Redujo a  toda la población de hebreos a la condición de esclavos, y les asigno capataces para que los supervisaran.

   “Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las Ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés (. ..) y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor" (Éxodo 1:8-11, 14).

   Estas afirmaciones nos recuerdan que la opresión no es un fenómeno nuevo. Ha sido una práctica del poder humano a partir de la desobediencia del hombre en el relato del Génesis. Los israelitas permanecieron en Egipto durante más de cuatrocientos años: la mayor parte de ese tiempo sufrieron la opresión de la esclavitud.

   Podríamos definir la palabra opresión como la imposición del dominio externo sobre otra persona, al punto de controlar sus aspiraciones físicas, mentales y espirituales. La opresión es la cancelación de la autodeterminación y el sofocamiento del potencial personal. El espíritu humano fue creado para dominar. Este propósito lo estableció Dios al crear a la humanidad.

 "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; Y señoree en los peces del mar; en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Génesis 1: 26).

   Todo intento por dominar, controlar, suprimir, restringir y oprimir al espíritu humano fallará en última instancia. El deseo natural de ser liberado siempre triunfará por sobre la opresión, a causa de este espíritu natural.

   Como sucede en toda situación de opresión, el clamor por la libertad surge como el humo que emana del dolor fogoso del espíritu quebrantado de los israelitas. El Creador, Dios, el Señor del cielo y de la Tierra, oyó su clamor y respondió:

"Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo (. .. ) Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel" (Éxodo 3:7-8, la).

   Al estudiar la aventura y el proceso de este gran acto de liberación, vemos un patrón que revela principios definidos establecidos por Dios en el proceso de la libertad, que perduran a lo largo del texto bíblico para la liberación personal, comunitaria y nacional. Ahora veamos estos principios y apliquémoslos a nuestro contexto personal y nacional.

Comprender la naturaleza de la opresión.

   El objetivo de la opresión es lograr control total y dominio sobre el espíritu humano. La opresión busca destruir el deseo de la autodeterminación. Esto se logra por medio de un proceso de condicionamiento mental conocido como "quebrar el espíritu". También se llama posesión del alma El alma consiste de la mente, la voluntad y las emociones. Este proceso comienza por lo general con la restricción de la libertad física del movimiento y de la exposición al ambiente. El objetivo es el de controlar el ambiente físico como para influir sobre el estado mental, emocional y espiritual de la persona. El proceso también incluye control de acceso a recursos e información. Es por esto que históricamente, en todos los casos de opresión comunal nacional, es imperativo que el opresor se apodere de la educación y la posibilidad de traslado. El principio aparece en el proverbio del rey Salomón: "Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7). Por favor observe el uso de la palabra corazón, que se refiere a la mente subconsciente, el asiento del razonamiento. Para controlar a un hombre, a una comunidad o nación, uno debe controlar el contenido de la información que ingresa a la mente subconsciente. En esencia, el objetivo último de la opresión es dominar y controlar la mente subconsciente.

    Este principio es el origen de la opresión espiritual. En el registro bíblico de la primera tentación en Génesis 3, el tentador primero plantó la Idea de no ser como DIOS en el "corazón" -o la mente- de Eva. Luego introdujo el pensamiento de llegar a ser como Dios a través de la desobediencia. Este es siempre el método utilizado para destruir el espíritu  humano. Es la razón por la que Pablo, el gran apóstol de la iglesia primera, declarara: ."Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5).

   Jesucristo, en su discurso con sus discípulos, además afirmó: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre" (Mateo 15: 18). Y prosiguió: "Porque del corazón salen los malos pensamientos (...)  Estas cosas son las que contaminan al hombre" (vv. 19-20). El Imperativo bíblico al "arrepentimiento" subraya el lugar y el poder del alma (mente, voluntad y emoción). La palabra arrepentirse literalmente significa "cambiar de idea o modo de pensar". Nada cambia si no cambia la mente subconsciente. Por ello la opresión es efectiva y total cuando el alma se rinde. Este proceso es el quebrantamiento del espíritu de la mente.

   Uno de los impactos más grandes de la opresión imperialista y colonial que afectaba a los miles de millones de personas en países del Tercer Mundo es el daño mental causado por las filosofías opresivas del opresor. Aunque la opresión se inicie como algo externo, su efecto último es el sometimiento mental y psicológico.

Los efectos de la opresión.

   El estudio profundo de los efectos de la opresión nos mostrará que impacta tanto en el oprimido como en el opresor. La opresión comienza con la destrucción de la autoestima de una persona, y de su sentido de sí mismo. Desarma el propio concepto del valor y el ser, y crea una estima rebajada de la humanidad en la persona. La opresión lleva a la disolución del sentido de propósito y significado en la vida, reforzado por un espíritu de desesperanza. Al dudar de sí mismos y al deprimirse, los oprimidos se inmovilizan y llegan a detestarse a sí mismos, sufriendo complejo de inferioridad, temor y veneración del opresor.

    Los efectos, además, se ven aumentados por el ambiente de trabajos forzados, lo que crea actitudes negativas hacia el trabajo, la iniciativa personal, la automotivación y el sentido de orgullo personal por los  logros que resultan del esfuerzo. La atmósfera que rodea al estilo de Vida controlado por el opresor, los horarios estrictos para cada actividad, todo esto destruye el espíritu de creatividad, el pensamiento constructivo, la capacidad de planificar a largo plazo y la esperanza de un futuro para la persona y su familia.

   El costo en la estructura social de la familia es quizá el impacto negativo más importante. En muchos casos las personas son separadas de su familia y de su comunidad, lo cual destruye el sentido de pertenencia, historia, herencia e importancia ante una comunidad humana. Muchos pueblos anteriormente oprimidos siguen sufriendo durante décadas los efectos de este componente del sistema de la opresión. En muchas comunidades se ha destruido la estructura familiar, y el concepto de familia ideal no existe. En el Caribe, en África y Sudamérica, esto causa muchos de los problemas sociales de hoy.

    Las condiciones de los hijos oprimidos en Egipto, la separación de Moisés de sus padres y su subsiguiente adopción por parte de la hija del Faraón, evidencian el impacto que la opresión puede tener en la estructura de la familia como núcleo social. La desorientación psicológica que resulta del quiebre de la unidad familiar a través de la esclavitud y la opresión, rompe el tejido social y cultural que se necesita para asimilarla saludablemente en una comunidad más grande.

    La opresión también obliga al quiebre del rol patriarcal de proveedor de la familia. Esto causa un sentido de vergüenza e ineptitud entre los hombres, dentro del tejido de la unidad familiar, y da lugar a un liderazgo disfuncional. En muchos casos el rol tradicional del hombre como proveedor y protector de su familia es destruido, y da lugar a un espíritu de fracaso, depresión, frustración y desesperanza. Lo cual lleva a la ira y la amargura suprimida que se manifiesta de manera violenta muchas veces, incluyendo conducta antisocial, relaciones familiares disfuncionales y abuso doméstico.

    La opresión produce un profundo espíritu de dependencia y falta de confianza en sí mismo. La opresión puede convertirse en un hábito, en un estilo de vida. De hecho, la opresión puede llegar a ser una norma entre los oprimidos, al punto de que todo intento por derribar la condición de oprimidos pueda parecer una amenaza a la seguridad. Es una paradoja, pero la historia presenta amplia evidencia de esta cruel realidad.

    En el caso de los hijos de Israel, cuando Moisés les habló de la posibilidad de liberación, les tomó un tiempo convencerse para llegar a estar de acuerdo.

   "Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón, les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten" (Éxodo 5:20-21).

    Moisés se quejó ante el Señor por esto, diciendo:

"He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios?" (Éxodo 6:12).

La opresión puede ser algo tan potente en la mente y la vida del oprimido, que necesita ser convencido respecto de la posibilidad de la libertad. No hay palabras más fuertes que demuestren el enorme poder de la opresión sobre el espíritu humano, que las pronunciadas por los israelitas después de ser liberados de Egipto:

"Los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto" (Éxodo 14:10-12).

   Es irónico que después de años de clamar por la libertad, cuando llegó la oportunidad de ser libres, desearan la esclavitud y la opresión por sobre la posibilidad de obtenerla.

    El efecto final de la opresión sobre el oprimido, es el espíritu de inmediata gratificación a toda costa. El oprimido ve las cosas materiales como símbolo de poder, libertad e igualdad. Esto proviene de haber estado controlado por el opresor. Sucede cuando se ponen restricciones y limitaciones en la obtención de cosas materiales. Resulta de la perspectiva de no tener futuro si no es designado por el opresor. En esencia, los parámetros y estilo de vida del opresor llegan a ser la medida de la libertad y el valor personal de oprimido. Como resultado, el oprimido comienza a ver la obtención de los símbolos de estatus del opresor como objetivo principal en su deseo por lograr la libertad personal.

    El resultado de estos efectos es que cuando el oprimido tiene la oportunidad de concretar su deseo de libertad, la pasión por las posesiones materiales es lo que más le preocupa. Esta búsqueda del materialismo se vuelve una fuerza enormemente potente que hace que sacrifiquen la planificación permanente del progreso, en pos de la satisfacción temporaria e inmediata por medio de símbolos perecederos. En muchos países en desarrollo es esta una de las mayores causas de crimen y conducta antisocial. Las personas buscan los símbolos de estatus, a expensas de la protección y el respeto mutuo. Esta es una señal de la mente oprimida

Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 202 a la 208.

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