domingo, 28 de julio de 2019

¿POR QUÉ HAY DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUNDO? Parte III

6-. EL PECADO LLEVA A LA MUERTE.
   Muchos que incurren en pecado no creen que estos acarreen algunas consecuencias. Sin embargo, las Escrituras establecen claramente que “la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Jesús, nuestro señor.” Romanos 6.23. Debido a que el pecado afecta todas las áreas de nuestras vidas, esta “muerte” puede no ser exclusivamente espiritual o física; en ocasiones puede ser también emocional, relacional, y así sucesivamente.

7-.EL PECADO ACARREA CASTIGO Y CONSECUENCIAS ETERNAS.
   Dios debe castigar el pecado con el fin de ser fiel a Su naturaleza y al carácter original del mundo que Él creó. Dios es bondad total; Él es santo (puro). Si queremos conocer la perspectiva de Dios respecto al pecado, simplemente debemos mirar la cruz y ver el castigo que Él desató sobre Su propio hijo cuando Jesús cargó todos nuestros pecados sobre Sí mismo y pagó por ellos en representación nuestra.

   O recibimos a Jesús como el suficiente sustituto por nuestros pecados, o enfrentaremos el castigo por nuestras faltas. Muchas veces sufrimos  diversos efectos negativos en nuestras vidas como consecuencia de pecar. Sin embargo, el castigo final por todas nuestras ofensas lo recibiremos en nuestra próxima vida, en forma de juicio y separación eterna de Dios. “Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros, y luego otro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros”. Apocalipsis 20.12.

   Todo lo que hacemos en esta vida queda registrado en el cielo, y cuando muramos, seremos juzgados en relación a nuestras acciones. No hay manera de escapar del juicio de Dios por el pecado, excepto por la provisión de Jesucristo. Su sacrificio cubre nuestros pecados, y Dios dice  que no lo recordará ya más”. Hebreos 8.12

   Más los pecados  que no han sido perdonados serán expuestos. Lucas 8.17
   La buena noticia es que cuando recibimos a Jesús y su provisión expiatoria a través de la cruz. ¡Su naturaleza y bondad son acreditadas a nosotros! Conocemos el gozo y la paz de ser totalmente perdonados  y limpiados de todo lo que hemos hecho mal. Esto es lo que significa para nosotros ser “justos”. Vivir en verdadera rectitud no significa adoptar  la actitud arrogante de “Yo soy más santo que tu”. Significa recibir la naturaleza de Jesús mismo -  y ésta se convierte en nuestra posición delante de Dios -. Ya no tenemos que tener el castigo por nuestros pecados. Jesús ha pagado el precio de ese castigo por nosotros. Mientras estemos aún vivos, tenemos la capacidad de recibir salvación en Jesús. Pero después que ocurre la muerte física, ya no hay más oportunidad para hacerlo. “Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio”. Hebreos 9.27. Su oportunidad es aquí y ahora.

LA SOLUCIÓN PARA EL PECADO.
   El pecado nos separa de Dios y distorsiona Su imagen en nosotros, porque todo pecado es opuesto a su carácter. La naturaleza pecaminosa, así como los actos individuales de pecado, atrapan en muerte espiritual a aquellos que aún no han recibido a Jesús. Es más, cuando aquellos que han nacido de nuevo pecan, todavía “contristan”. Efesio 4.30, al Espíritu Santo o “apagan” 1 Tesalonicenses 5.19 la vida del Espíritu Santo en ellos, y por lo tanto necesitan ser lavados de sus pecados 1Juan1.9, 2.1

   Jesús entregó su vida para liberarnos de la esclavitud del pecado. Así que, ¿cómo recibimos lo que Él ha hecho por nosotros? Recuerde que Jesús dijo, “el tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Marcos 1.15

   La solución para el pecado es el arrepentimiento. El arrepentimiento nos permite entrar en el Reino de Dios, el cual se caracteriza, no por dolor y sufrimiento sino por “justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14.17

¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO?
   Sin duda, muchas personas están insatisfechas o incómodas con sus vidas y quieren cambiar, pero no saben cómo arrepentirse. Una de las razones, es que hay confusión generalizada de lo que realmente significa arrepentimiento. Muchos lo asocian a una respuesta emocional, como llorar o sentirse culpables. Otros piensan que significa hacer varios actos de penitencia para expiar los pecados cometidos, tales como donación a organizaciones de caridad, o negarse a sí mismo ciertos placeres o gustos. Sin embargo, el verdadero arrepentimiento no es una respuesta emocional – aunque el arrepentimiento puede ir acompañado de emociones – y no puede alcanzarse realizando actos de penitencia.

   La palabra griega que se traduce como “arrepentimiento” en el Nuevo Testamento indica la convicción sobre la propia culpa, y significa “un cambio de decisión”. Una palabra relacionada significa “pensar de manera diferente”. Así que, después que un individuo se da cuenta de su condición espiritual de pecado, se arrepiente tomando la decisión de cambiar su mentalidad y sus actitudes incorrectas hacia Dios y hacia sí mismo; y además se compromete a hacer un cambio en su comportamiento. Reconoce que a causa de su naturaleza y actos pecaminosos, su vida está en el camino hacia la destrucción, y que ya no quiere estar más en ese camino.

   El arrepentimiento ha sido descrito a menudo como, un giro de 180 grados para ir en dirección opuesta – alejándose de las actitudes pecaminosas, acciones inmorales y el egocentrismo -, acercándose al carácter, caminos y propósitos de Dios. Involucra la decisión de permitir que nuestra vida sea gobernada por Dios sin reservas; es estar dispuesto a seguirlo y obedecerlo de ahora en adelante.

   A menos que nos arrepintamos, no podremos experimentar la provisión de Cristo para nosotros a través de la cruz, ni recibir el Espíritu de Dios. Y esto es crucial: sólo a través de la gracia y el poder que recibimos del Espíritu de Dios podemos manifestar la naturaleza de Dios, vivir de acuerdo a sus caminos, y heredar la vida eterna en el cielo.

   Cuando una persona se arrepiente genuinamente, su conducta y estilo de vida se va alineando cada vez más con el Reino de Dios y sus prioridades. Tales cambios sin la evidencia del trabajo del Espíritu Santo en la vida del individuo, para acercarlo hacia Dios y permitirle vivir una vida recta. “Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa” Gálatas 5.16

   Aprendemos lo que le agrada a Dios leyendo Su Palabra y pidiéndole que nos enseñe y nos dirija a través del Espíritu Santo.
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 56 - 60

domingo, 21 de julio de 2019

¿POR QUÉ HAY DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUNDO? Parte II


TODO SER HUMANO NACE CON UNA NATURALEZA PECAMINOSA.
   Algunas personas creen que porque no cometen pecados “graves”, son personas buenas que no deberían ser calificadas como “pecadores”. Más la biblia declara que, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23). La naturaleza de pecado está presente  en todos los seres humanos; nacimos con ella, y la heredamos a través de la caída de la humanidad. Entonces, el pecado es algo que nos aqueja a todos, sin excepción. Y el pecado no está limitado a actos extremos, tales como involucrarse en actos repetidos de obvia inmoralidad o como matar a alguien.

   Muchas personas religiosas siguen siendo pecadoras por el hecho de que se someten sólo externamente  a ciertas reglas morales. Debido a que no se dan cuenta que necesitan rendir sus vidas a Dios, no entienden ni reflejan su verdadera naturaleza. Permanecen el rebelión contra Él, porque nunca han tomado la decisión apartarse de sus actividades egocéntricas para abrazar Sus caminos. Como ya hemos visto, incluso una persona  religiosa puede enfocarse en hacer cosas que piensa que le agradan a Dios, mientras omite la necesidad vital de recibir a Jesús y su sacrificio. 
  
   No hay nadie en la tierra que no haya albergado alguna vez un motivo egoísta en su corazón, o que haya tenido un pensamiento malo en contra de otra persona o que haya dicho algún tipo de mentira. Estas son pruebas suficientes de que el pecado habita en todos nosotros. Es imposible que alguien se abstenga de cometer pecado. Todos necesitamos recibir a Jesús y apoyarnos en el Espíritu de Dios.

   Algunos, cuando culpan a Dios por las cosas malas que ocurren en el mundo, asumen la posición de víctimas, y olvidan asumir la responsabilidad por su propia condición de pecado. Trágicamente, hay multitud de víctimas inocentes de muchas clases de abuso, explotación y crueldad en nuestro mundo. Esas personas necesitan de nuestra compasión, y debemos buscar justicia en su nombre. Como dice la conocida frase, el pecado incita “la inhumanidad del hombre hacia el hombre”. Sin embargo, estoy hablando de aquellos que tratan a Dios como Si él fuera el culpable y ellos no tuvieran culpa alguna. No se ven así mismo necesitando Su ayuda y salvación. No ven el problema del pecado en sus propias vidas.

   Además, gran parte de la psicología y psiquiatría moderna, así como las políticas y leyes de algunas naciones, no reconocen la realidad del pecado. En cambio, se refieren a varios tipos de actitudes y comportamientos pecaminosos con otros términos, como “estilos de vida alternativos” o el “derecho a elegir”. O argumentan otras razones antes la conducta pecaminosa   de la gente, tales como “enfermedad” o “productos del medio”, tales factores pueden contribuir al problema, pero no son su raíz o causa.

CONSECUENCIAS DEL PECADO.
   No podemos acabar con el patrón destructivo de maldad y muerte en nuestro mundo sino lidiamos con la raíz del problema. Cuando entendamos lo que es el pecado, cómo daña nuestras vidas y por que destruye el mundo, valoraremos el sacrificio que Jesucristo hizo en la cruz y en el inmenso poder que Él desató a nuestro favor por medio  de su resurrección.
   El pecado ofende  a Dios, y su peor consecuencia es que causa la separación entre Él y nosotros.
1-. EL PECADO, A LA FINAL, NO SATISFACE.
   Muchas personas pecan mientras persiguen el placer y la satisfacción en sus vidas, en un esfuerzo por llenar el vacío espiritual que hay en sus corazones. Sin embargo, algunos nunca experimentan placer en su pecado; por el contrario, se sienten vacíos mientras pecan y después de pecar. Y aunque algunos disfrutan el pecado cuando comienzan a practicarlo, pronto descubren que el placer les dura poco. Después que pasa la satisfacción inicial, a menudo la culpa y la vergüenza se establecen. El pecado nunca puede satisfacer el vacío que genera la falta de relación con Dios, o la necesidad de salvación que los seres humanos cargan dentro de ellos.

2-. EL PECADO HIERE A QUIEN LO COMETE.
   Cuando las personas pecan, quienes resultan más heridos son ellos mismos; porque no sólo tienen que lidiar con las consecuencias de sus transgresiones, sino que además continúan alineándose a sí mismo con la muerte espiritual. “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”. Isaías 57.20-21. En verdad no hay paz para el hombre o la mujer que vive separado de Dios y su voluntad, imposibilitados de escapar de la esclavitud del pecado.

3-. EL PECADO HIERE A OTRAS PERSONAS.
  Los pecados de las personas afectan a aquellos que están a su alrededor, incluyendo- y a menudo especialmente- a sus seres queridos. Usualmente, las personas pecan por razones egoístas. Cuando piensan en involucrarse en una relación pecaminosa, por lo general no consideran- o no les importa- los efectos que su acción tiene sobre otros. Por ejemplo, cuando un hombre casado comete adulterio, puede que piense solamente en el placer inmediato de esa relación, no en la forma cómo impactará a su esposa e hijos y/o a la mujer involucrada. Las secuelas del adulterio y el divorcio pueden ser, daño espiritual, mental y emocional, de larga duración así como dificultades financieras y otros problemas en las vidas de quienes son impactados por estos.

4-. EL PECADO CONDUCE A MENUDO A MÁS- Y PEORES- PECADOS.
   Debido a que el pecado produce solamente satisfacción temporal, algunos buscan duplicar ese placer o sentimiento momentáneo, una y otra vez, cometiendo otros actos de pecado, creando un círculo vicioso que puede ser muy difícil de romper. Aun más, el cometer un pecado puede despertar un apetito mayor por éste, haciendo que la persona se degenere hasta que su comportamiento finalmente lo destruye.

5-. EL PECADO ESCLAVIZA.
   Cuando cometemos un pecado, éste se convierte en nuestro amo. El pecado no nos sirve a nosotros; nosotros le servimos a él. “¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia”. Romanos 6.16. “Es más, adicionalmente a nuestros propios pecados, cargamos “pecados generacionales” en nuestra línea sanguínea que heredamos como consecuencia de los pecados de nuestros padres, abuelos y otros ancestros.

   Nosotros no escogimos esa herencia, pero ahí está, como una pesada carga sobre nosotros, y causa problemas inexplicables y fracasos en nuestras vidas. Por ejemplo, si usted observa la línea familiar de un alcohólico, frecuentemente descubrirá que uno de los padres, o un abuelo, tío u otros parientes también fueron alcohólicos.

   Yo creo que cuando la biblia menciona iniquidad, por lo general se está refiriendo al pecado generacional. Deuteronomio 5.8-9. No hay absolutamente nada que usted personalmente pueda hacer para deshacerse de la iniquidad. No existe otro ser humano, o una religión, avance médico o descubrimiento científico que pueda liberarlo de ella. Sólo Jesús puede hacerlo. Y, a menos que lidie con ella, se transmitirá o transferirá a sus futuras generaciones.
 Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 52 - 56