6-. EL PECADO LLEVA A
LA MUERTE.
Muchos que incurren en pecado no creen que
estos acarreen algunas consecuencias. Sin embargo, las Escrituras establecen
claramente que “la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es
vida eterna en Jesús, nuestro señor.” Romanos 6.23. Debido a que el pecado
afecta todas las áreas de nuestras vidas, esta “muerte” puede no ser
exclusivamente espiritual o física; en ocasiones puede ser también emocional,
relacional, y así sucesivamente.
7-.EL PECADO ACARREA
CASTIGO Y CONSECUENCIAS ETERNAS.
Dios debe castigar el pecado con el fin de
ser fiel a Su naturaleza y al carácter original del mundo que Él creó. Dios es
bondad total; Él es santo (puro). Si queremos conocer la perspectiva de Dios
respecto al pecado, simplemente debemos mirar la cruz y ver el castigo que Él
desató sobre Su propio hijo cuando Jesús cargó todos nuestros pecados sobre Sí
mismo y pagó por ellos en representación nuestra.
O recibimos a Jesús como el suficiente
sustituto por nuestros pecados, o enfrentaremos el castigo por nuestras faltas.
Muchas veces sufrimos diversos efectos
negativos en nuestras vidas como consecuencia de pecar. Sin embargo, el castigo
final por todas nuestras ofensas lo recibiremos en nuestra próxima vida, en
forma de juicio y separación eterna de Dios. “Vi también a los muertos, grandes
y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros, y luego otro,
que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían
hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros”. Apocalipsis 20.12.
Todo lo que hacemos en esta vida queda
registrado en el cielo, y cuando muramos, seremos juzgados en relación a
nuestras acciones. No hay manera de escapar del juicio de Dios por el pecado,
excepto por la provisión de Jesucristo. Su sacrificio cubre nuestros pecados, y
Dios dice que no lo recordará ya más”.
Hebreos 8.12
Más los pecados que no han sido perdonados serán expuestos.
Lucas 8.17
La buena noticia es que cuando recibimos a
Jesús y su provisión expiatoria a través de la cruz. ¡Su naturaleza y bondad
son acreditadas a nosotros! Conocemos el gozo y la paz de ser totalmente
perdonados y limpiados de todo lo que
hemos hecho mal. Esto es lo que significa para nosotros ser “justos”. Vivir en
verdadera rectitud no significa adoptar
la actitud arrogante de “Yo soy más santo que tu”. Significa recibir la
naturaleza de Jesús mismo - y ésta se
convierte en nuestra posición delante de Dios -. Ya no tenemos que tener el
castigo por nuestros pecados. Jesús ha pagado el precio de ese castigo por
nosotros. Mientras estemos aún vivos, tenemos la capacidad de recibir salvación
en Jesús. Pero después que ocurre la muerte física, ya no hay más oportunidad
para hacerlo. “Y así como está establecido que los seres humanos mueran una
sola vez, y después venga el juicio”. Hebreos 9.27. Su oportunidad es aquí y
ahora.
LA
SOLUCIÓN PARA EL PECADO.
El pecado nos separa de Dios y distorsiona
Su imagen en nosotros, porque todo pecado es opuesto a su carácter. La
naturaleza pecaminosa, así como los actos individuales de pecado, atrapan en
muerte espiritual a aquellos que aún no han recibido a Jesús. Es más, cuando
aquellos que han nacido de nuevo pecan, todavía “contristan”. Efesio 4.30, al
Espíritu Santo o “apagan” 1 Tesalonicenses 5.19 la vida del Espíritu Santo en
ellos, y por lo tanto necesitan ser lavados de sus pecados 1Juan1.9, 2.1
Jesús entregó su vida para liberarnos de la
esclavitud del pecado. Así que, ¿cómo recibimos lo que Él ha hecho por
nosotros? Recuerde que Jesús dijo, “el tiempo se ha cumplido, y el Reino de
Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Marcos 1.15
La solución para el pecado es el
arrepentimiento. El arrepentimiento nos permite entrar en el Reino de Dios, el
cual se caracteriza, no por dolor y sufrimiento sino por “justicia, paz, gozo
en el Espíritu Santo”. Romanos 14.17
¿QUÉ ES EL
ARREPENTIMIENTO?
Sin duda, muchas personas están
insatisfechas o incómodas con sus vidas y quieren cambiar, pero no saben cómo
arrepentirse. Una de las razones, es que hay confusión generalizada de lo que
realmente significa arrepentimiento. Muchos lo asocian a una respuesta
emocional, como llorar o sentirse culpables. Otros piensan que significa hacer
varios actos de penitencia para expiar los pecados cometidos, tales como
donación a organizaciones de caridad, o negarse a sí mismo ciertos placeres o
gustos. Sin embargo, el verdadero arrepentimiento no es una respuesta emocional
– aunque el arrepentimiento puede ir acompañado de emociones – y no puede
alcanzarse realizando actos de penitencia.
La palabra griega que se traduce como
“arrepentimiento” en el Nuevo Testamento indica la convicción sobre la propia
culpa, y significa “un cambio de decisión”. Una palabra relacionada significa
“pensar de manera diferente”. Así que, después que un individuo se da cuenta de
su condición espiritual de pecado, se arrepiente tomando la decisión de cambiar
su mentalidad y sus actitudes incorrectas hacia Dios y hacia sí mismo; y además
se compromete a hacer un cambio en su comportamiento. Reconoce que a causa de
su naturaleza y actos pecaminosos, su vida está en el camino hacia la
destrucción, y que ya no quiere estar más en ese camino.
El arrepentimiento ha sido descrito a menudo
como, un giro de 180 grados para ir en dirección opuesta – alejándose de las
actitudes pecaminosas, acciones inmorales y el egocentrismo -, acercándose al
carácter, caminos y propósitos de Dios. Involucra la decisión de permitir que
nuestra vida sea gobernada por Dios sin reservas; es estar dispuesto a seguirlo
y obedecerlo de ahora en adelante.
A menos que nos arrepintamos, no podremos
experimentar la provisión de Cristo para nosotros a través de la cruz, ni
recibir el Espíritu de Dios. Y esto es crucial: sólo a través de la gracia y el
poder que recibimos del Espíritu de Dios podemos manifestar la naturaleza de
Dios, vivir de acuerdo a sus caminos, y heredar la vida eterna en el cielo.
Cuando una persona se arrepiente
genuinamente, su conducta y estilo de vida se va alineando cada vez más con el
Reino de Dios y sus prioridades. Tales cambios sin la evidencia del trabajo del
Espíritu Santo en la vida del individuo, para acercarlo hacia Dios y permitirle
vivir una vida recta. “Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la
naturaleza pecaminosa” Gálatas 5.16
Aprendemos lo que le agrada a Dios leyendo
Su Palabra y pidiéndole que nos enseñe y nos dirija a través del Espíritu
Santo.
Guillermo
Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder.
Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 56 - 60