Egoísmo
La opresión también produce
espíritu de egoísmo. Si una persona oprimida que jamás tuvo nada, de repente
logra tener algo, se aferrará a ello con todas sus fuerzas. Así es que la
opresión promueve el egoísmo, y es por ello que las personas oprimidas pueden
llegar a ser muy peligrosas. Porque si llegan a ocupar una posición de poder,
habrá problemas para todos. La opresión alimenta la codicia.
Cuando los oprimidos en su
mente reciben algo que jamás tuvieron antes, lo protegen. Lo encierran con una
muralla y ponen una cerca de alambres de púa. Si uno entra en su pequeño mundo,
intentarán destruir al "invasor". La codicia genera más codicia.
"Las cosas" comienzan a representar un falso prestigio y poder, y
quienes amenazan la acumulación son vistos como una peste que hay que eliminar.
Si no me cree, vea la historia del mundo: hay países que han ido a la guerra
por un pedazo de tierra.
El espíritu del egoísmo
también se manifiesta en la actitud de gratificación inmediata. Es el deseo de
obtener placer y satisfacción al instante. La opresión hace que el símbolo del
opresor sea el objeto que el oprimido persigue, a costa del desarrollo, el
crecimiento personal y la madurez.
Falta da creatividad
Uno de los aspectos más
terribles de la opresión humana es el pensamiento falto de creatividad que
resulta de esta. El espíritu de irresponsabilidad que causa la opresión, trae
como resultado falta de creatividad. Si toda su vida le han dicho qué hacer, ya
no utilizará su mente.
Los opresores no quieren que
los oprimidos piensen por sí mismos. Así que los mantienen en la ignorancia, y
hacen todo lo posible por evitar que puedan acceder a una buena educación. El
opresor no quiere que el oprimido pueda expandir su mente y acceder al
conocimiento. La ignorancia otorga y mantiene el poder de la opresión, por lo
que se la utiliza como herramienta.
Cuando las cosas se ponen difíciles, nuestros cerebros deberían comenzar a funcionar más activamente, para recurrir a la creatividad. Entonces es que logramos ver cómo traeremos comida a la mesa. Pero si nunca tenemos que hacer cálculos, nuestro cerebro se cerrará. Y es en estos momentos en que los que piensan libremente comienzan a coser, a cocinar, a vender tortas. Siempre harán algo. Dios nos hace industriosos cuando retira la plataforma del Faraón de debajo de nuestros pies. Dios quiere que seamos creativos. Cuando somos liberados, nos dará una revelación de cuán creativos podemos ser. Es decir, Dios podrá hacer que se corte la electricidad, para que recordemos cómo encender un fuego y cocinar sobre el mismo. Mucha gente se molesta si intenta encender la hornalla de gas y esta no funciona. En lugar de enojarse, intente pensar. Piense durante un momento, cada vez que surja un problema. Corte leña, encienda un fósforo e inténtelo nuevamente. Utilice su cerebro. Sea responsable.
Si pierde su casa, no se
siente y comience a llorar. No tenía casa antes de tener la que perdió,
¿verdad? Alquile otra casa. Comience de nuevo, haga algo. No tire la toalla, no
diga: "Ya está. Aquí termina todo". Muchas personas andan sin rumbo
luego de ser liberadas. Dios nos ha dado cerebros fantásticos, así que seamos
creativos. Al liberarnos, Dios permitirá que se nos presenten desafíos para que
Él pueda reactivar nuestra creatividad, nuestra iniciativa y potencial
intelectual. La opresión destruye la creatividad y genera dependencia.
Dios le ha dado la capacidad
de enfrentar efectivamente todo lo que se le oponga en el camino. Por eso,
Pablo escribe:
"Pero fiel es Dios,
que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino
que dará también juntamente con la tentación la salida, para que
podáis soportar" (l Corintios 10:13).
Pablo quizá haya crecido en
uno de los hogares mejor provistos en su época. Era ciudadano romano, judío de
raza. Era doctorado en leyes y teología, y había estudiado en la mejor escuela,
había ocupado un puesto importante en el gobierno hebreo.
Luego un día Dios le quitó
la alfombra de debajo de los pies. De repente ya no tenía hogar ni empleo, y había
perdido a sus encumbrados amigos. Pero se sentía bien porque también había
alcanzado la libertad. "Sé lo que es pasar necesidad, y también
sé lo que es tener mucho -les escribió a los miembros de una
de las muchas iglesias que había iniciado- o En todo y por todo estoy enseñado, así para
estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como
para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece"
(Filipenses 4:12-13).
Dios no permitirá que usted
sea tentado más allá de lo que pueda soportar. Y aún si comete usted un error,
Dios ya sabía que lo haría, antes de que eso sucediera. Pero también sabía que
le había dado la capacidad de salir del error en que se metió. Pablo cometió
errores, pero también pudo salir de ellos. Usted también podrá hacerlo.
Algunas personas han sido
liberadas, pero siguen luchando contra la opresión y necesitan que se les enseñe
cómo hacer todo. Su nivel de creatividad es tan bajo que no pueden tomar una
indicación y llevarla a la práctica dependiendo de sus propios recursos.
La persona oprimida que no
tiene creatividad quizá pueda comprar tierra, pero no sabrá cómo usarla. Así que
viene alguien y le compra la tierra, por cincuenta mil dólares. Oh, cuánto
dinero, piensa el vendedor. Ahora, el hombre de Idaho cultiva papas, y la
tierra crece en valor, hasta llegar a los quince millones de dólares. El oprimido
no fue lo suficientemente creativo como para ver más allá de los cincuenta mil,
así que los toma y deja que el pensador con mente de administrador acuñe el
nuevo valor del terreno.
El espíritu de la
irresponsabilidad siempre dice: "No se puede. Nadie lo hizo antes. No
podemos hacerlo. Esto no es posible". Pero el espíritu administrador de la
responsabilidad sabe que todo es posible. El espíritu de la
responsabilidad sabe que siempre hay una manera para lograr cualquier
cosa que sea.
A veces le pedimos a Dios
que arregle algo, pero Dios quiere que utilicemos nuestro cerebro para que nos
maximicemos: "¡Oye! -nos dice EI-. Te he dado un cerebro con diez mil millones
de células. Te he dado imaginación. Te he dado conocimiento. Te he dado
sabiduría. Te he dado entendimiento. Te he dado previsión. Te he dado
retrospectiva. Te he dado la vista. ¿Por qué siguen viniendo a mí para que
arregle las cosas? ¡Arréglalas tú! Utiliza tu capacidad de libre pensamiento.
¡Piensa ya!"
Desconfianza
Cuando las personas han
vivido bajo la presión, aprenden a desconfiar de sus hermanos a causa del
espíritu de la supervivencia. El espíritu
de la opresión y la esclavitud también
produce celos, desconfianza, sospecha
y odio. Cuando uno vive oprimido, lo único que quiere es sobrevivir ese
día. Utilizará a quien sea para poder sobrevivir con un poco más de comodidad.
Es por eso que quienes han vivido oprimidos suelen pelear entre sí. No hay
confianza mutua, especialmente si uno de ellos comienza a avanzar. Temen un
nuevo juego de poder, así que se unen para derrocar el éxito de cualquiera de
sus hermanos.
Falta da iniciativa
A causa de los efectos
restrictivos e inhibitorios de la opresión, la tendencia de esta condición, por
supuesto, elimina la iniciativa. Es esta iniciativa la que le haría hacer cosas
por sí mismo. La gente que ha vivido en opresión durante mucho tiempo casi no
tiene impulso personal. Se les dice cuándo levantarse, cuándo salir, cuándo
picar piedras, cuándo descansar, cuándo comer y beber, y cuándo detenerse. Luego
se les dice que pueden ir al baño e ir a dormir. y luego, se les dice
"¡Hora de levantarse! ¡Es hora de fabricar más ladrillos para el
Faraón!"
Cuando el oprimido obtiene
su liberación sigue queriendo que alguien le diga qué hacer. Cuando Dios dice "ocupaos
en vuestra salvación" (Filipenses 2:12), entran en pánico y se quejan:
"Jesús, yo creí que tú lo harías por mí".
Si un individuo que sigue
sufriendo a causa del espíritu de opresión no recibe la oportunidad de
desarrollar su potencial luego de su liberación, se convertirá en un parásito
que espera que otros se responsabilicen por su vida. Jesús nos guía y nos dice
cómo hacer las cosas. Pero nos da la responsabilidad de hacer lo nuestro.