sábado, 21 de noviembre de 2020

EL ESPÍRITU DE OPRESIÓN. Parte III

Egoísmo

   La opresión también produce espíritu de egoísmo. Si una persona oprimida que jamás tuvo nada, de repente logra tener algo, se aferrará a ello con todas sus fuerzas. Así es que la opresión promueve el egoísmo, y es por ello que las personas oprimidas pueden llegar a ser muy peligrosas. Porque si llegan a ocupar una posición de poder, habrá problemas para todos. La opresión alimenta la codicia.

   Cuando los oprimidos en su mente reciben algo que jamás tuvieron antes, lo protegen. Lo encierran con una muralla y ponen una cerca de alambres de púa. Si uno entra en su pequeño mundo, intentarán destruir al "invasor". La codicia genera más codicia. "Las cosas" comienzan a representar un falso prestigio y poder, y quienes amenazan la acumulación son vistos como una peste que hay que eliminar. Si no me cree, vea la historia del mundo: hay países que han ido a la guerra por un pedazo de tierra.

   El espíritu del egoísmo también se manifiesta en la actitud de gratificación inmediata. Es el deseo de obtener placer y satisfacción al instante. La opresión hace que el símbolo del opresor sea el objeto que el oprimido persigue, a costa del desarrollo, el crecimiento personal y la madurez.

Falta da creatividad

   Uno de los aspectos más terribles de la opresión humana es el pensamiento falto de creatividad que resulta de esta. El espíritu de irresponsabilidad que causa la opresión, trae como resultado falta de creatividad. Si toda su vida le han dicho qué hacer, ya no utilizará su mente.

   Los opresores no quieren que los oprimidos piensen por sí mismos. Así que los mantienen en la ignorancia, y hacen todo lo posible por evitar que puedan acceder a una buena educación. El opresor no quiere que el oprimido pueda expandir su mente y acceder al conocimiento. La ignorancia otorga y mantiene el poder de la opresión, por lo que se la utiliza como herramienta.

   Cuando las cosas se ponen difíciles, nuestros cerebros deberían comenzar a funcionar más activamente, para recurrir a la creatividad. Entonces es que logramos ver cómo traeremos comida a la mesa. Pero si nunca tenemos que hacer cálculos, nuestro cerebro se cerrará. Y es en estos momentos en que los que piensan libremente comienzan a coser, a cocinar, a vender tortas. Siempre harán algo. Dios nos hace industriosos cuando retira la plataforma del Faraón de  debajo de nuestros pies. Dios quiere que seamos creativos. Cuando somos liberados, nos dará una revelación de cuán creativos podemos ser. Es decir, Dios podrá hacer que se corte la electricidad, para que recordemos cómo encender un fuego y cocinar sobre el mismo. Mucha gente se molesta si intenta encender la hornalla de gas y esta no funciona. En lugar de enojarse, intente pensar. Piense durante un momento, cada vez que surja un problema. Corte leña, encienda un fósforo e inténtelo nuevamente. Utilice su cerebro. Sea responsable.

   Si pierde su casa, no se siente y comience a llorar. No tenía casa antes de tener la que perdió, ¿verdad? Alquile otra casa. Comience de nuevo, haga algo. No tire la toalla, no diga: "Ya está. Aquí termina todo". Muchas personas andan sin rumbo luego de ser liberadas. Dios nos ha dado cerebros fantásticos, así que seamos creativos. Al liberarnos, Dios permitirá que se nos presenten desafíos para que Él pueda reactivar nuestra creatividad, nuestra iniciativa y potencial intelectual. La opresión destruye la creatividad y genera dependencia.

   Dios le ha dado la capacidad de enfrentar efectivamente todo lo que se le oponga en el camino. Por eso, Pablo escribe:

   "Pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (l Corintios 10:13).

   Pablo quizá haya crecido en uno de los hogares mejor provistos en su época. Era ciudadano romano, judío de raza. Era doctorado en leyes y teología, y había estudiado en la mejor escuela, había ocupado un puesto importante en el gobierno hebreo.

   Luego un día Dios le quitó la alfombra de debajo de los pies. De repente ya no tenía hogar ni empleo, y había perdido a sus encumbrados amigos. Pero se sentía bien porque también había alcanzado la libertad. "Sé lo que es pasar necesidad, y también sé lo que es tener mucho -les escribió a los miembros de una de las muchas iglesias que había iniciado- o  En todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:12-13).

   Pablo era un opresor que en su liberación descubrió cuán oprimido había estado en verdad. Así que, después de su liberación, tuvo que cambiar su forma de pensar. Y si él pudo lograrlo, usted también puede. De repente su salario dependía de Dios, y nada más que de Dios. Tenía una buena educación, pero los guardianes del templo no querían a un cristiano converso como Pablo. Así que un día se le ocurrió una idea: carpas. Pablo recordó que sabía cómo hacer carpas. Y eso es lo que hizo para poder vivir y mantenerse.

   Dios no permitirá que usted sea tentado más allá de lo que pueda soportar. Y aún si comete usted un error, Dios ya sabía que lo haría, antes de que eso sucediera. Pero también sabía que le había dado la capacidad de salir del error en que se metió. Pablo cometió errores, pero también pudo salir de ellos. Usted también podrá hacerlo.

   Algunas personas han sido liberadas, pero siguen luchando contra la opresión y necesitan que se les enseñe cómo hacer todo. Su nivel de creatividad es tan bajo que no pueden tomar una indicación y llevarla a la práctica dependiendo de sus propios recursos.

   La persona oprimida que no tiene creatividad quizá pueda comprar tierra, pero no sabrá cómo usarla. Así que viene alguien y le compra la tierra, por cincuenta mil dólares. Oh, cuánto dinero, piensa el vendedor. Ahora, el hombre de Idaho cultiva papas, y la tierra crece en valor, hasta llegar a los quince millones de dólares. El oprimido no fue lo suficientemente creativo como para ver más allá de los cincuenta mil, así que los toma y deja que el pensador con mente de administrador acuñe el nuevo valor del terreno.

   El espíritu de la irresponsabilidad siempre dice: "No se puede. Nadie lo hizo antes. No podemos hacerlo. Esto no es posible". Pero el espíritu administrador de la responsabilidad sabe que todo es posible. El espíritu de la responsabilidad sabe que siempre hay una manera para lograr cualquier cosa que sea.

   A veces le pedimos a Dios que arregle algo, pero Dios quiere que utilicemos nuestro cerebro para que nos maximicemos: "¡Oye! -nos dice EI-. Te he dado un cerebro con diez mil millones de células. Te he dado imaginación. Te he dado conocimiento. Te he dado sabiduría. Te he dado entendimiento. Te he dado previsión. Te he dado retrospectiva. Te he dado la vista. ¿Por qué siguen viniendo a mí para que arregle las cosas? ¡Arréglalas tú! Utiliza tu capacidad de libre pensamiento. ¡Piensa ya!"

   El Espíritu Santo trabajará con el espíritu humano como miembro de este nuevo equipo de administración de la creación de Dios. Por eso se le llama el paracleto. Paracleto es "quien viene junto a ayudar". No ocupa nuestro lugar ni se hace cargo del negocio, no anda haciéndose cargo de nuestro hogar o de nuestros sueños. Viene a ayudar a que sucedan las cosas, para que sepamos administrar, porque Él es el Asistente ¡Espera usted a Dios? 

   Quizás su espíritu Santo lo espera a usted. Es su asistente. Pero no puede ayudar a quien no hace nada, claro. Recuerde la sabiduría de Cristo al reconocer los recursos y al sirviente que administraba bien, en la parábola de los talentos. Los pájaros y las flores nos enseñan el amor de Dios, y la confianza de la fe. Su parábola nos enseña que tenemos recursos desconocidos dentro de nosotros que Dios quiere que reconozcamos y desarrollemos. Así que comience a pensar como administrador, hoy mismo. ¿Qué puede hacer hoy para mejorar su situación? El Espíritu Santo lo ayudará cuando decida levantarse y ponerse en movimiento.

Desconfianza

   Cuando las personas han vivido bajo la presión, aprenden a desconfiar de sus hermanos a causa del espíritu de la supervivencia. El espíritu de la opresión y la esclavitud también produce celos, desconfianza, sospecha y odio. Cuando uno vive oprimido, lo único que quiere es sobrevivir ese día. Utilizará a quien sea para poder sobrevivir con un poco más de comodidad. Es por eso que quienes han vivido oprimidos suelen pelear entre sí. No hay confianza mutua, especialmente si uno de ellos comienza a avanzar. Temen un nuevo juego de poder, así que se unen para derrocar el éxito de cualquiera de sus hermanos.

Falta da iniciativa

   A causa de los efectos restrictivos e inhibitorios de la opresión, la tendencia de esta condición, por supuesto, elimina la iniciativa. Es esta iniciativa la que le haría hacer cosas por sí mismo. La gente que ha vivido en opresión durante mucho tiempo casi no tiene impulso personal. Se les dice cuándo levantarse, cuándo salir, cuándo picar piedras, cuándo descansar, cuándo comer y beber, y cuándo detenerse. Luego se les dice que pueden ir al baño e ir a dormir. y luego, se les dice "¡Hora de levantarse! ¡Es hora de fabricar más ladrillos para el Faraón!"

   Cuando el oprimido obtiene su liberación sigue queriendo que alguien le diga qué hacer. Cuando Dios dice "ocupaos en vuestra salvación" (Filipenses 2:12), entran en pánico y se quejan: "Jesús, yo creí que tú lo harías por mí".

   Si un individuo que sigue sufriendo a causa del espíritu de opresión no recibe la oportunidad de desarrollar su potencial luego de su liberación, se convertirá en un parásito que espera que otros se responsabilicen por su vida. Jesús nos guía y nos dice cómo hacer las cosas. Pero nos da la responsabilidad de hacer lo nuestro.

    Así que si no oramos, si no leemos su palabra, si no permanecemos juntos, si no seguimos las instrucciones de Dios, leyendo buenos libros y escuchando buena música para edificamos, estaremos a la deriva. La opresión que instaló el egoísmo, el miedo, la holgazanería, la mala imagen y el odio por el trabajo, ha arruinado muchas vidas. Pero la buena noticia es que la irresponsabilidad puede revertirse. Dios quiere mejorar la capacidad del responsable y darle nueva capacidad a quien no tiene ninguna. Quiere convertir al mal administrador en bueno, y hacer que todos sus hijos sean adultos responsables. Necesitamos actuar según nuestra fe. Cuando nos acercamos a Cristo debemos resistirnos al pensamiento opresor de nuestro pasado, y decidir quitarnos de encima la holgazanería. Debemos decidir levantarnos más temprano para poder leer esos libros que siempre postergamos, o para poder salir a correr. Debemos decidir que nuestra mente y nuestro cuerpo vuelvan a estar en forma. Siempre podemos decidir levantarnos más temprano, orar un rato más, fortalecer nuestra relación con Dios. Cuando lo hacemos, el Espíritu Santo nos ayudará. Pero la decisión siempre dependerá de nosotros.

   Ahora, avancemos al capítulo seis para ver algunas de las lecciones que el pueblo hebreo nos enseña durante su estadía en el desierto.
Myles Munroe. En busca de la libertad. Primera edición 2005. Editorial Peniel. Pag 112a la 117 . 

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