sábado, 2 de noviembre de 2019

EL GRAN INTERCAMBIO. Parte III


8-. El soporto la muerte física, la muerte espiritual y la “segunda muerte”.
   Jesús experimentó la muerte física, como cualquier ser humano. Sin embargo, Él comprende especialmente los pensamientos y sentimientos de quienes mueren una muerte cruel en la flor de la vida, porque Él sufrió horriblemente cuando murió.

   Además, Jesús conoció la muerte espiritual. Cuando Él cargó nuestros pecados sobre la cruz, Su espíritu humano fue desconectado de Dios el Padre, algo que cada ser humano experimenta. Era necesario que el padre se separara de Jesús y que desatará su ira sobre Él como castigo por el pecado y la rebelión de la humanidad. Desde mi perspectiva, el peor dolor de la cruz no fue experimentar el sufrimiento físico, pese a que éste fue horrible. La parte más dolorosa para Jesús fue cargar en Su alma la concentración de todo el pecado y la iniquidad de los humanos. La inmundicia y la corrupción de toda la humanidad pecadora fue derramada sobre Él. Por primera vez, el hijo de Dios que jamás había pecado, experimentó lo tenebroso de los celos, falta de perdón, rencor, mentiras, injusticia, crueldad, perversión, muerte y todos los demás pecados. Él recibió y pagó por todas las acciones de la raza humana que ofende a Dios y nos aparta de Él –todo el pecado y la iniquidad desde el comienzo de los tiempos hasta el final - . Por eso es que, justo antes de su arresto y muerte, él oró, “Padre mío, si es posible, pasa de Mí esta copa (con todos los pecados del mundo); sin embargo, quiero que se haga tú voluntad, no la mía” (Marcos 26.39) 

   Además, Jesús sufrió lo que la Biblia llama la “segunda muerte”. La segunda muerte no solo es una muerte física ni tampoco una muerte espiritual producto del pecado. Es la permanente separación de Dios en la otra vida. De hecho, Jesús descendió al infierno y experimentó lo que significa recibir el castigo de los pecados por la eternidad, y Él hizo esto por nosotros (Efesios 4; 9; 1Pedro 3.18-20). Allí Él recibió la ira de Dios por los pecados y la iniquidad de la raza humana.

   Jesús tuvo que descender incluso al mismo infierno para experimentar todo el castigo por el pecado de la humanidad –todo lo que los seres humanos experimentaríamos sin Su salvación y gracia-, para de esta manera ser un fiel y verdadero salvador para nosotros. Jesús permitió que lo acusaran injustamente, lo arrestaran, lo juzgaran, se burlaran de él, lo torturaran, lo crucificaran y lo mataran. Él hizo todo eso como nuestro sustituto, porque Él sabía que su muerte podía pagar por nuestros pecados; y porque está era la única forma de romper la maldición del pecado y la iniquidad que pesaba sobre nosotros y nos separaba de Dios el Padre. El sacrificio sustitutorio de Jesús a favor nuestro fue total, suficiente y final. Él sufrió y murió una vez por todos. Nunca más tendremos que soportar el castigo y la ira de Dios; tampoco tendrá que soportarlo ningún otro humano que reciba a Jesús y Su sacrificio por él.

   Sin embargo, vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior que los ángeles, coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos (Hebreos 2.9 NVI).

   Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive (Romanos 6.9-10).

JESÚS FUE RESUCITADO PARA DARNOS VIDA.
   Jesús padeció todo lo anterior por nosotros. Entonces fue resucitado de entre los muertos, y ahora nosotros podemos experimentar ¡La plenitud de Su vida de resurrección! Así él nos proveyó el gran intercambio. Él nos dio su vida física y espiritual y nosotros le dimos nuestra muerte física y espiritual.

   La esencia de la cruz consiste en que Jesús toma nuestro lugar. Él personalmente sufrió la totalidad del castigo que nosotros merecíamos. En intercambio, nosotros recibimos el perdón, al igual que toda la justicia de Jesús y las bendiciones de Su obediencia al Padre.
   Hoy podemos vivir conforme a Su vida en nosotros, recibiendo todos los beneficios de Su obra en nuestro favor, que incluye la salvación, sanidad y libertad de las opresiones del diablo. Jesús fue “entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4.25) Ser “Justificado” significa que, pese a que éramos culpables, fuimos hechos justo delante de Dios en Cristo, como si nunca  hubiéramos pecado. Somos justificados solo por medio de la fe en la eficacia de la muerte y resurrección  de Jesús por nosotros.

   RESULTADOS Y BENDICIONES DEL GRAN INTERCAMBIO.
1-. Jesús fue herido para que pudiéramos ser perdonados: “El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecado” (Isaías 53.5).

2-. Jesús llevo nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores para que podamos recibir sanidad: “Ciertamente él llevó nuestras aflicciones (enfermedades, debilidades y angustias) y sufrió nuestros dolores (castigo)… y por los azotes (que lo hirieron) hemos sido sanados y curados completamente (Isaías 53.4-5AMP).

3-. Jesús se convirtió en pecador por nosotros, recibiendo nuestro castigo, para que nosotros pudiéramos ser justificados: “Al que no conoció pecado (Dios) por nosotros lo hizo (a Jesús) pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2Corintios 5.21)

4-. Jesús murió en lugar nuestro y fue resucitado para que pudiésemos compartir su vida eterna: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos  para Dios en Cristo Jesús, señor nuestro” Romanos 6.11. Jesús pagó por nuestra pobreza para que nosotros pudiéramos ser prósperos: “por amor a nosotros (Jesús) se hizo pobre, siendo rico, para que nosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (“Corintios 8.9)

5-. Jesús sufrió nuestra vergüenza para que pudiéramos participar de su gloria: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionarse por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2.10)

6-. Jesús sufrió nuestro rechazo para que nosotros pudiéramos ser aceptados por Dios: “Para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo acepto en el amado” (Efesios 1.6)

   En cumplimiento de las verdades anunciadas arriba, he visto muchas personas ser salvadas, sanadas y liberadas. Cuando entendemos la obra perfecta de la cruz y la resurrección, podemos empezar a recibir todos sus beneficios, incluyendo el poder sobrenatural de Dios en nuestras vidas.

Jesús recuperó lo que la humanidad había perdido.
   Jesús experimentó nuestra vida de manera que nosotros pudiéramos experimentar la de Él. A medida que logró el gran intercambio, Él recuperó todo lo que la humanidad había perdido cuando los primeros seres humanos le dieron la espalda a Dios y pecaron. Veamos diversas áreas en las cuales fuimos restaurados. 

1-. Restaurados a nuestra unión y compañerismo con Dios el Padre.
   La culminación de la obra perfecta de Cristo en la cruz y Su gloriosa resurrección es nuestra restauración a la presencia de Dios. Jesús fue separado de Dios el Padre en la cruz, de manera que nosotros pudiéramos vivir con el Padre por toda la eternidad.

   A través de Jesús, tenemos unión con el Padre una vez más, y eso nos da acceso a Su vida espiritual. “Pero el que se une al señor, un espíritu es con Él” (1Corintios 6.17) Podemos disfrutar de la unión y compañerismo con Dios en el presente no solamente en el futuro. Gracias a Jesús, tenemos continuo acceso a Dios en su gloria, y tenemos unidad con él ahora y siempre. Esto no hubiera sido posible si Jesús no hubiera muerto por nosotros y hubiera sido levantado victoriosamente de la Tumba.
Guillermo Maldonado. ¿Por qué creer en Jesús? Poder. Primera edición.2015. Editorial Ministerio internacional El Rey Jesús. Paginas 94 - 98

No hay comentarios:

Publicar un comentario